EL PLANETA DE LOS ESTUPIDOS
10-10-2009
El estreno de la película The Age of Stupid nos sitúa frente al reto de cambiar la Historia. No es nada sencillo porqué llevamos más de 150 años haciendo prevalecer el antropocentrismo, o sea anteponiendo el beneficio humano frente a la salud de la biosfera. Los creadores de The Age of Stupids han atrevido a poner nombre propio a algo que nadie quiere admitir y es que la nuestra es una civilización estúpida. La Edad de la Estupidez constituye el período entre los comienzos de la Revolución Industrial a mediados del siglo XIX y el paso del umbral de los 2 ºC del calentamiento global en las primeras décadas del siglo XXI. Una etapa caracterizada por la total dependencia de los hidrocarburos fósiles junto a un incremento exponencial de la población y del consumo basado en la destrucción de los recursos naturales no renovables. Una era estúpida porqué avanza hacia la destrucción de su entorno afectando a su propia integridad. Las más de cien mil sustancias químicas esparcidas por el entorno sabiendo que muchas son tóxicas para la vida, la radioactividad acumulada en los alimentos como resultado de la contaminación de la energía nuclear, el riesgo genético de las plantas transgénicas, las miles de toneladas de basura espacial que rodean nuestro planeta, y así un largo etc.
La estupidez se refleja a diario en muchas de las actividades que llevamos a cabo. Los gobiernos por empezar y la ciudadanía por querer más al mínimo precio aunque sea cargándonos la naturaleza. Sólo basta ver como gestionamos las aguas residuales, la basura y los residuos de las industrias. Mayoritariamente son incapaces de ser asimiladas por la biosfera y de este formo acabamos rodeados de venenos que se manifiestan en forma de enfermedades como el cáncer, entre otras. Y es que salir de la Edad de la Estupidez sólo es posible asumiendo cambios drásticos en nuestro comportamiento. Reciclar, ahorrar, moverse menos en medios contaminantes como el avión, comer menos y de mejor calidad, pero también reducir la población son algunas de las posibilidades para entrar en la Era de la Inteligencia. Pero, la cotidianidad nos muestra que lamentablemente, todavía estamos lejos de ser inteligentes.
Podría poner ejemplos recientes de lo que puede parecer un avance hacia la inteligencia cuando en realidad simplemente nos comportamos como estúpidos. Así hace unos días en Barcelona se anunciaba que para el 2011 se dispondrán de 200 electrolineras, o sea puntos de recarga en la vía pública para recargar vehículos eléctricos, que evitan la comunicación local, pero que supone más carga de consumo de electricidad. No se plantea que estos puntos de recarga para vehículos eléctricos lo aporten pequeñas estaciones fotovoltaicas y por tanto recargar estos vehículos con una solinera (recarga eléctrica con energía solar). Nadie se atreve a decir que lo que deberíamos hacer es incorporar la bicicleta como principal herramienta de movilidad en las ciudades y en todo caso con asistencia eléctrica al pedaleo para las personas con problemas de salud. La bicicleta no se ve como un elemento clave de “inteligencia” sino simplemente como un artilugio que impide el progreso.
En plena crisis socioeconómica continuamos situando en el centro de las ayudas a la industria del automóvil y los bancos. Estos más que mucho otros son literalmente directamente los causantes del actual estado de degradación ambiental. Nadie ha planteado esta oportunidad para reconvertir estas factorías a favor de las energías renovables y ya no digamos combatir la economía canalla que nos rodea. Y apoyamos y deseamos cuantos más mejor vuelos low-cost. Y mientras surcamos los cielos en desplazamientos evitables dejamos que se vaya degradando la calidad del aire atmosférico y con ello agravándose nuestra salud vital. Lo mismo sucede con el vertido de purines en aplicaciones agrícolas que por producirse en exceso contaminan las fuentes de agua subterránea. Intentamos buscar nuevas tecnologías, evitando tomar la verdadera respuesta: reducir la cabaña porcina y con ella el consumo de carne.
Pero también hay signos de recuperación la dignidad como especie entre este movimiento silencioso social fomado por miles de organizaciones que se esfuerzan en plantear y aplicar un estilo de vida más frugal, con menor huella ecológica y más respetuosa con la naturaleza. Un estilo de vida que no pretende impedir nuestro desarrollo intelectual sino todo lo contrario, acercarnos más a la Edad de la Inteligencia. Y es que en el mundo que vivimos la inteligencia es precisamente asumir un cambio de estilo de vida. Tenemos más información como en ninguna para luchar contra el cambio climático y sin embargo, tenemos muy poco tiempo. Ha llegado la hora de aparcar el diálogo y la verborrea para tomar compromisos reales. Los creadores de The Age of Stupid nos plantean incribirnos en reducir hasta un 10 % el consumo energético y la huella ecológica. Algo que hace tiempo ya se propone desde la campanya Yo soy la solución promovida por la fundación Tierra va en esta línea pero si juzgamos por las personas que han enviado a este tapiz digital imágenes de los comportamientos ecológicos que han adoptado en algún u otro aspecto de su vida.
Está claro que ni la voz de la científicos advirtiendo y aportando soluciones, ni las experiencias artísticas como el matrimonio finlandés que filmó su intento de un año de su vida sin petróleo o la del neoyorkino que cuenta su vida simple en un blog, parecen hacer mella en nuestra sociedad opulenta. Una civilización en la que una pequeña parte vive en opulencia frente a la mayoría planetaria que nos envidia porqué querrían consumir más y más, pero no tienen los recursos para imitarnos. Ya sea porqué simplemente se convirtieron en esclavos o los hemos sometido explotando sus recursos para tener una vida low-cost. Sólo vivir con menos puede contribuir al cambio real.
El próximo 24 de octubre diversas organizaciones preparan el Día de la Acción Climática con acciones por todo el planeta. Se plantean movilizaciones como salir a la calle en bicicleta, manifestaciones ciudadanas, jornadas de charlas, pases de películas ecológicas, etc. Yo simplemente, creo que la principal movilización es la de cada persona se convierta en activista contra el cambio climático. Tenemos muchas posibilidades, pero más que seguir vacilando quizás hay que comprometerse, y esto nos obliga decirles también a nuestros políticos que den un cambio a la historia de la humanidad en la próxima Cumbre de Copenhague. Desde este blog hemos dado numerosas muestras de congruencia y esta web lo facilita con contenidos prácticos y también con elementos para dejar este testimonio gráfico.
Salir de la Edad de la Estupidez es el mayor reto para varias generaciones de humanos que tenemos la posibilidad de cambiar el curso de la historia desde nuestro compromiso. Estamos en guerra contra nosotros mismos, y combatir nuestro egoismo, nuestra envidia por tener más y más, etc. requiere de una estrategia clara. Métodos como el de llevar nuestra propia contabilidad ecológica como propone el método de la simplicidad radical es una posibilidad. Elijamos ser conscientes de cómo cada actividad afecta al medio ambiente y con ello podemos contribuir a minimizarla, compensarla o simplemente evitarlo.
La estupidez se refleja a diario en muchas de las actividades que llevamos a cabo. Los gobiernos por empezar y la ciudadanía por querer más al mínimo precio aunque sea cargándonos la naturaleza. Sólo basta ver como gestionamos las aguas residuales, la basura y los residuos de las industrias. Mayoritariamente son incapaces de ser asimiladas por la biosfera y de este formo acabamos rodeados de venenos que se manifiestan en forma de enfermedades como el cáncer, entre otras. Y es que salir de la Edad de la Estupidez sólo es posible asumiendo cambios drásticos en nuestro comportamiento. Reciclar, ahorrar, moverse menos en medios contaminantes como el avión, comer menos y de mejor calidad, pero también reducir la población son algunas de las posibilidades para entrar en la Era de la Inteligencia. Pero, la cotidianidad nos muestra que lamentablemente, todavía estamos lejos de ser inteligentes.
Podría poner ejemplos recientes de lo que puede parecer un avance hacia la inteligencia cuando en realidad simplemente nos comportamos como estúpidos. Así hace unos días en Barcelona se anunciaba que para el 2011 se dispondrán de 200 electrolineras, o sea puntos de recarga en la vía pública para recargar vehículos eléctricos, que evitan la comunicación local, pero que supone más carga de consumo de electricidad. No se plantea que estos puntos de recarga para vehículos eléctricos lo aporten pequeñas estaciones fotovoltaicas y por tanto recargar estos vehículos con una solinera (recarga eléctrica con energía solar). Nadie se atreve a decir que lo que deberíamos hacer es incorporar la bicicleta como principal herramienta de movilidad en las ciudades y en todo caso con asistencia eléctrica al pedaleo para las personas con problemas de salud. La bicicleta no se ve como un elemento clave de “inteligencia” sino simplemente como un artilugio que impide el progreso.
En plena crisis socioeconómica continuamos situando en el centro de las ayudas a la industria del automóvil y los bancos. Estos más que mucho otros son literalmente directamente los causantes del actual estado de degradación ambiental. Nadie ha planteado esta oportunidad para reconvertir estas factorías a favor de las energías renovables y ya no digamos combatir la economía canalla que nos rodea. Y apoyamos y deseamos cuantos más mejor vuelos low-cost. Y mientras surcamos los cielos en desplazamientos evitables dejamos que se vaya degradando la calidad del aire atmosférico y con ello agravándose nuestra salud vital. Lo mismo sucede con el vertido de purines en aplicaciones agrícolas que por producirse en exceso contaminan las fuentes de agua subterránea. Intentamos buscar nuevas tecnologías, evitando tomar la verdadera respuesta: reducir la cabaña porcina y con ella el consumo de carne.
Pero también hay signos de recuperación la dignidad como especie entre este movimiento silencioso social fomado por miles de organizaciones que se esfuerzan en plantear y aplicar un estilo de vida más frugal, con menor huella ecológica y más respetuosa con la naturaleza. Un estilo de vida que no pretende impedir nuestro desarrollo intelectual sino todo lo contrario, acercarnos más a la Edad de la Inteligencia. Y es que en el mundo que vivimos la inteligencia es precisamente asumir un cambio de estilo de vida. Tenemos más información como en ninguna para luchar contra el cambio climático y sin embargo, tenemos muy poco tiempo. Ha llegado la hora de aparcar el diálogo y la verborrea para tomar compromisos reales. Los creadores de The Age of Stupid nos plantean incribirnos en reducir hasta un 10 % el consumo energético y la huella ecológica. Algo que hace tiempo ya se propone desde la campanya Yo soy la solución promovida por la fundación Tierra va en esta línea pero si juzgamos por las personas que han enviado a este tapiz digital imágenes de los comportamientos ecológicos que han adoptado en algún u otro aspecto de su vida.
Está claro que ni la voz de la científicos advirtiendo y aportando soluciones, ni las experiencias artísticas como el matrimonio finlandés que filmó su intento de un año de su vida sin petróleo o la del neoyorkino que cuenta su vida simple en un blog, parecen hacer mella en nuestra sociedad opulenta. Una civilización en la que una pequeña parte vive en opulencia frente a la mayoría planetaria que nos envidia porqué querrían consumir más y más, pero no tienen los recursos para imitarnos. Ya sea porqué simplemente se convirtieron en esclavos o los hemos sometido explotando sus recursos para tener una vida low-cost. Sólo vivir con menos puede contribuir al cambio real.
El próximo 24 de octubre diversas organizaciones preparan el Día de la Acción Climática con acciones por todo el planeta. Se plantean movilizaciones como salir a la calle en bicicleta, manifestaciones ciudadanas, jornadas de charlas, pases de películas ecológicas, etc. Yo simplemente, creo que la principal movilización es la de cada persona se convierta en activista contra el cambio climático. Tenemos muchas posibilidades, pero más que seguir vacilando quizás hay que comprometerse, y esto nos obliga decirles también a nuestros políticos que den un cambio a la historia de la humanidad en la próxima Cumbre de Copenhague. Desde este blog hemos dado numerosas muestras de congruencia y esta web lo facilita con contenidos prácticos y también con elementos para dejar este testimonio gráfico.
Salir de la Edad de la Estupidez es el mayor reto para varias generaciones de humanos que tenemos la posibilidad de cambiar el curso de la historia desde nuestro compromiso. Estamos en guerra contra nosotros mismos, y combatir nuestro egoismo, nuestra envidia por tener más y más, etc. requiere de una estrategia clara. Métodos como el de llevar nuestra propia contabilidad ecológica como propone el método de la simplicidad radical es una posibilidad. Elijamos ser conscientes de cómo cada actividad afecta al medio ambiente y con ello podemos contribuir a minimizarla, compensarla o simplemente evitarlo.