martes, 17 de enero de 2012

El sexo del cerebro


tomado de:  Henry QW
http://www.intramed.net/contenidover.asp?contenidoID=74145




10 ENE 12 | 
La sensibilidad es lo que más diferencia a mujeres y hombres
El sexo del cerebro
Los psicólogos refuerzan la teoría de las dos naturalezas humanas. Un estudio halla una distancia de personalidad entre los sexos mayor de la que se creía.

El País, Madrid
 
Malen Ruiz de Elvira
Fernando Botero, Hombre y mujer

Hasta ahora se creía que las diferencias de personalidad entre hombres y mujeres son relativamente pequeñas, pero un nuevo estudio que pretende establecer un método más exacto para medir los rasgos de la personalidad afirma que la variedad encontrada es muy grande para los baremos psicológicos. La sensibilidad, mayor en las mujeres que en los hombres, es el rasgo más diferenciador, pero no el único. Además, psicólogos españoles han confirmado que el mayor tamaño del cerebro en el hombre no se refleja en un aumento de la inteligencia general aunque sí en una mejor capacidad específica, la del procesamiento espacial. Ninguno de los estudios es definitivo; los participantes coinciden en que falta mucho por hacer en este campo.

En el primer caso, con el nuevo método que proponen, los psicólogos italianos y británicos autores del trabajo "La distancia entre Marte y Venus", que publica Plos One, de la Public Library of Science, han aplicado una escala de 15 rasgos de personalidad a una encuesta mucho más general realizada a 10.200 estadounidenses, la mayoría de raza blanca y con un nivel de estudios superior a la media en su país. Los datos obtenidos indican que, de media, las mujeres son más sensibles que los hombres y también son más cordiales y más aprensivas o ansiosas. Por el contrario, los hombres puntúan más en rasgos como la estabilidad emocional, la dominancia, la atención a las normas y la vigilancia.

Ellas son más cordiales, ansiosas y aprensivas, según un estudio.
A pesar de lo ambiguos y difíciles de estimar que son estos rasgos para el profano, los investigadores explican que la sensibilidad diferencia a las personas que son sensibles, sentimentales, estéticas y tiernas de las que son utilitarias, objetivas, poco sentimentales y duras de carácter, lo cual tiene influencia en el comportamiento general. Por eso seguramente, aun quitando del estudio la diferencia en sensibilidad, que es la más llamativa, se obtuvo una discrepancia significativa en otros rasgos de personalidad entre hombres y mujeres.

Marco del Giudice y sus colegas recuerdan, además, que la mayoría de los rasgos de personalidad tienen efectos importantes en el comportamiento sexual y como padres de los individuos, a través de factores como la promiscuidad sexual, la estabilidad en las relaciones sentimentales y el divorcio. La promiscuidad se puede predecir por una puntuación alta en rasgos como la extraversión, la apertura a experiencias nuevas, el neuroticismo, y otros como el narcisismo y la psicopatía. Puntuaciones bajas en afabilidad y responsabilidad auguran, junto con una alta extraversión, una mayor inestabilidad emocional y una mayor probabilidad de divorcio. En cuanto a otros tipos de comportamiento, como la tendencia a conseguir un estatus y a correr más o menos riesgos, también resultan relacionados con el género “como si existieran dos naturalezas humanas, tal como lo enunciaron Davies y Shackelford”, dicen los autores.
Ellos puntúan más en atención a las normas y estabilidad emocional.
La inteligencia acompaña a la personalidad como factor crucial en el comportamiento. El cerebro masculino es, de media, un 10% mayor en volumen que el femenino y tiene, por tanto, un mayor número de neuronas. La mayoría de los estudios indican que esta diferencia no se refleja en la inteligencia general, pero ahora psicólogos españoles, coordinados por Roberto Colom y el estadounidense Richard Haier, han confirmado esta hipótesis con un nuevo estudio sobre 100 adultos jóvenes, publicado en Intelligence.

Su conclusión es que las diferencias significativas en el volumen cerebral que han constatado en los voluntarios estudiados, en cuyos cerebros han medido la materia gris y la materia blanca con resonancia magnética, no se relacionan con el factor general de inteligencia, llamado g. Así pues, la hipótesis de que el mayor volumen cerebral en los hombres es la causa de una ventaja cognitiva no se confirma.

Sin embargo, este estudio sí ha confirmado diferencias significativas en habilidades espaciales, como la rotación mental de figuras en tres dimensiones (que los hombres hacen mejor que las mujeres, como media), y que se supone exigen el uso de una gran capacidad cerebral. Y las mujeres han dado, como ya habían también mostrado otros estudios, mejores resultados en las pruebas de fluidez verbal. Así que la conclusión final es que, dependiendo de cual sea la tarea compleja a realizar, los hombres tienen más neuronas a su disposición pero las mujeres las utilizan de forma más eficiente.
 

15 rasgos de la personalidad
El estudio sobre diferencias entre sexos se fija en 15 rasgos de la personalidad. Los paréntesis indican los extremos de la escala en cada uno.

■ Afabilidad (reservado-abierto).

■ Estabilidad emocional (reactivo-estable).

■ Dominancia (deferente- dominante).

■ Animación (serio-vivaz).

■ Atención a las normas (impulsivo-atento a las normas).

■ Apertura al cambio (tradicional-abierto al cambio).

■ Atrevimiento (timido-atrevido).

■ Sensibilidad (utilitario-sensible).

■ Vigilancia (confiado-vigilante).

■ Abstracción (con los pies en el suelo-abstraído).

■ Privacidad (franco-celoso de su intimidad).

■ Aprensión (seguro de sí mismo-aprensivo).

■ Autosuficiencia (gregario-autosuficiente).

■ Perfeccionismo (tolera el desorden-perfeccionista).

■ Tensión (relajado-tenso).

El sexo del cerebro
Por: Javier Sampedro

¿Le importa el sexo al cerebro? Los datos sobre las diferencias psicológicas entre hombres y mujeres son bastante consistentes, pero hay dos formas de leerlos. La primera tiene su epítome en la hipótesis del parecido entre sexos de la psicóloga Janet Hyde, de la Universidad de Wisconsin, que sostiene que los dos sexos revelan más parecidos que diferencias. El artículo de Hyde se publicó en 2005 y ha cosechado un impacto notable (500 citas en Google Scholar, un termómetro de la influencia académica).

La lectura contraria viene magníficamente representada por el trabajo recién publicado por psicólogos de la Universidad de Turín y la Escuela de Negocios de Manchester. Esta escuela no solo enfatiza las diferencias entre sexos, sino que argumenta que son el resultado esperable de las distintas presiones darwinianas a las que hombres y mujeres han estado sometidos desde el origen de la especie, y más atrás.

Los hombres, por ejemplo, puntúan en promedio mejor que las mujeres en pruebas de percepción espacial, como la rotación mental de objetos. Las mujeres lo hacen mejor en tareas lingüísticas y de fluidez de ideas. La psicología evolutiva lo atribuye a que los hombres han sido seleccionados durante cientos de miles de años para tareas relacionadas con la caza, la exploración y la defensa de la tribu. La promiscuidad masculina, asímismo, se explicaría porque los hombres actuales descendemos de los mejores, cómo decir, diseminadores de esperma de la era de las cavernas.

Las mujeres que lograron pasar sus genes a la siguiente generación, en cambio, no fueron las más activas sexualmente, sino las que sacaron a sus hijos adelante. De ahí que las chicas actuales estén optimizadas para unos talentos muy distintos de los masculinos: los necesarios para construir un modelo del mundo, codificarlo en un lenguaje y transmitírselo a su descendencia.

Los científicos de Turín y Manchester recuerdan que muchos rasgos de personalidad afectan a las probabilidades de apareamiento de un individuo, y también al comportamiento parental. Entre ellos están la promiscuidad, la tendencia a sostener relaciones estables, la extraversión, el interés por las nuevas experiencias, el carácter neurótico y lo que los psicólogos llaman con cierto efectismo "la triada oscura": el narcisismo, la psicopatía y el maquiavelismo.

Oscuras o no, si hay diferencias entre sexos, negarse a verlas no es igualitarismo, sino mera ceguera. Ignorar las leyes físicas solo sirve para romperse las piernas.

Sobre el autor
Javier Sampedro. (Madrid, 1960) es doctor en biología molecular. Hasta 1993 se dedicó profesionalmente a la investigación genética, primero en el Centro de Biología Molecular Severo Ochoa de Madrid, y después en el Laboratory of Molecular Biology del Medical Research Council en Cambridge. En 1994 se recicló como periodista y ha sido durante 15 años redactor de El País. Buen dibujante y mal guitarrista de jazz, su lema es: "Si no les gustan tengo otros".

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