John Beddington, asesor científico principal del gobierno británico, propone que las pseudociencias sean tratadas de un modo semejante a como se trata el racismo o la homofobia, por poner dos ejemplos.
Creo que exagera. ¿Llamaríais racista u homófobo a una persona que tan solo es un mentiroso o un estafador? No, ¿verdad? Y si queremos ser justos hay que llamar a las cosas por su nombre.
Imaginad que una industria farmacéutica os esté vendiendo unas pastillas que no son más que un comprimido salino alegando que tienen un determinado efecto, bien sea curar una enfermedad, bien sea aliviar un dolor. Imaginad que dicha industria lo sabe. Vosotros las tomáis y os funcionan, ya que ejercen un efecto placebo que os alivia; o ni eso, pues lo que tenéis se cura solo. Un buen día sale a la luz y os enteráis de que esas pastillas no hacen nada ¿No diríais que son unos ladrones? ¿No pediríais que encerraran a todos sus responsables y que os devolvieran el dinero por una estafa o que les pusieran una buena multa?
Ahora suponed que la farmacéutica no sabía nada, que era un fallo de sus sistemas de control. Un día se descubre. Obviamente, muy lejos de su intención es devolver el dinero de todas aquellas partidas malas. Aunque no lo supieran, ¿no la responsabilizaríais igual que en el caso anterior? ¿No os preguntaríais si sus métodos de análisis o controles de calidad son evidentemente deficientes? ¿No exigiríais responsabilidades? Al fin y al cabo, os han cobrado a cambio de nada por su incompetencia.
Fijaos que tanto en el caso de que lo sepan como que no lo sepan inmediatamente las declaramos culpables y exigimos responsabilidad por un engaño hecho por activa o por pasiva. Y no sólo eso, sino que aunque dichas pastillas no las hubiéramos comprado, estaríamos igual de indignados por el engaño como si nos lo hubieran hecho a nosotros mismos: nos ponemos en la piel de la víctima.
Cambiad ahora la farmacéutica por cualquier pseudociencia. Me refiero a cartas del tarot, astrólogos, ufólogos, magnetizadores, zahoríes, telepatía, telequinesia y un larguísimo etcétera; pero también incluyo en este saco a los responsables de programas de TV esotéricos y o que van explicando ideas que no pasarían un mínimo examen lógico, conspiranoicos lunares, negacionistas, antivacunas , creacionistas. Me refiero, en general, a todos aquellos que hacen prácticas que venden como que “funcionan”, que intentan vender como muy científicas sin que se hayan hecho experimentos controlados para verificar sus resultados.
La cuestión es cómo los científicos debemos hablar de estas personas que no son racionales, sino irracionales en estos casos. No creáis que son unos pobrecitos que hablan y poca cosa más. Cuando se les llama por su nombre, hasta te denuncian y ganan en algunos casos; cuando tienen poder para intentar cambiar las clases de ciencia lo hacen.
Siempre se ha querido guardar una postura equidistante con la ciencia, pero nada tiene que ver una cosa con la otra. Los que están del lado de la pseudociencia, del engaño y de la estafa consideran un ataque personal cuando se afirma que no pueden aportar pruebas. Curiosamente, los que defendemos la ciencia no. Veréis, lo haré yo mismo: E no es mc2; repito: E no es mc2. Y quien diga lo contrario es un estafador, un embaucador, un cretino y un montón de cosas más.
¿Algún científico en la sala se ha ofendido?
Cambiemos de bando. ¡Ay!, como se ponen. ¿Que cómo sé que ellos son los malos y yo no? Fácil: pruebas y evidencias. Por supuesto, se pagarían muy bien… siempre y cuando funcionaran. James Randi ofrece un millón de dólares a quien le muestre un fenómeno paranormal. Mucha gente ha intentado, mediante trucos por supuesto, hacerlo y ninguno lo ha conseguido. Randi afirma que él no puede demostrar que los poderes paranormales no pudieran darse, pero sí puede demostrar que las pruebas que aportan quienes afirman que existen no pasan un examen completo. En un libro suyo (Fraudes paranormales) resume su postura ante estos fenómenos y lo que acaba pensando:Hágalo o cállese. No os preocupéis por ese millón de dólares: el dinero nunca estuvo más seguro.
¿Que me estoy pasando, que me equivoco? Hablemos de las diluciones homeopáticas. Imaginad que tenéis un café con leche y bebéis hasta dejar una cuarta parte. Ahora, rellenáis lo que queda con leche y repetís la operación hasta hacer un total de 10 veces. Pregunta, ¿cuánto queda del café inicial? La respuesta es aproximadamente una millonésima parte. Los diluidos homeopáticos, en lugar de dejar una cuarta parte, dejan una centésima parte y en vez de diez veces llegan hacerlo hasta quince. La cantidad inicial es tan insignificante que ya no se cuentan las moléculas que existen, sino que hay una posibilidad entre 100.000 de que haya una molécula del ingrediente inicial. Para sortear este inconveniente dicen que el agua o el alcohol empleado para la dilución “recuerdan” la presencia del ingrediente activo. Si eso funcionara de verdad, los ingenieros e informáticos deberían investigar el agua y el alcohol para fabricar discos duros… o quizás no tan duros. ¿Por qué los homeópatas no explotan esta línea de investigación? Por cierto, ¿dónde están sus laboratorios?
Viendo el alcance que tiene toda esta gente, considero que hemos de abandonar esa equidistancia y pasar un poco más al ataque, a lo James Randi: “Hágalo o cállese”.
Creo que los que escribimos blogs de ciencia como este, los que disfrutamos de la ciencia y los que queremos que no haya tanto mentiroso por el mundo hemos de implicarnos y llamarles por su nombre: mentirosos y estafadores. Y es un proyecto en el que todos debemos implicarnos: cada uno en nuestro ambiente, en nuestras conversaciones, con la gente que nos rodea. Si alguien afirma que el homeópata le curó esto o aquello, hacerle saber que no existen evidencias en que sean causa y efecto. ¿Te tomas una pastilla y te toca la lotería? Pues es la pastilla la responsable.
No siempre es fácil. Utilizan vocabulario pseudocientífico, de manera que con cuatro palabras que no tienen sentido se hacen los sabiondos y nos callamos porque no sabemos preguntar. Hablan de magnéticas, bioenergía, medicina cuántica, etc. Si te dicen algo que no sabes rebatir en el momento, lo guardas en tu mente, preguntas, buscas más información, te empapas del tema y cuando lo vuelves a ver… ¿te acuerdas de aquello que me dijiste?… pues bien, dame pruebas, estudios, publicaciones, etc.
Tampoco es tarea de los científicos, pues en muchas situaciones cualquiera lo puede hacer. Uno de los casos más sangrantes fue el de Emily Rosa, una niña de 11 años fue capaz de demostrar con una sencilla prueba que el “toque terapéutico” era igual que el azar. Y digo yo, que si lo hizo una niña de 11 años, nosotros también podremos, ¿no?
Dejémonos de equidistancias y posiciones cautelosas: ya han engañado a demasiados y nos han hecho perder demasiado tiempo. A ver si conseguimos que muchos programas de TV que hacen cartas astrales y otras lindezas por el estilo cierren por falta de clientes o por denuncias de usuarios; a ver si conseguimos que los diarios, tan amantes según dicen, de informar y de contar la verdad, quiten los horóscopos de sus páginas y dejan de poner noticias de pseudociencia. El emperador va desnudo.
Como afirma el propio James Randi, el que ofrece el millón de dólares (los corchetes son míos):
La parapsicología [y todo lo que no es corroborable científicamente] es una farsa y una ilusión, junto con otras afirmaciones sobre maravillas y poderes que nos abruman cada día de nuestras vidas. Sabiendo que las opiniones que sostengo no han hecho que este mundo fuera menos maravilloso y desafiante para mí, tampoco debería serlo para ustedes. Por el contrario, sé que uno es un individuo que no ha sido colocado aquí por alguna razón misteriosa a través de medios sobrenaturales; sé que uno no está protegido por poderes ignotos de otros seres; sé que uno es el producto de millones de experimentos en el proceso evolutivo y no el resultado de una semilla arrojada a este planeta por extraterrestres. Eso es para mí muy excitante. ¡Soy el miembro de una raza que alcanzó el espacio y pisó la Luna! De alguna manera, yo también la pisé, así como ustedes. ¡Y me siento emocionado por ello! Despréndanse de las cartas del Tarot e ignoren la astrología [y todo lo que no es corroborable científicamente]. Son productos ofrecidos por charlatanes que piensan que ustedes no son los seres humanos capaces e independientes que son.
Nuestro buen amigo Javier Armentia lo expresó claramente en una frase cómo deberían ser las cosas:
Es deber de quien hace una afirmación demostrarla, es deber de quien escucha una tontería hacerlo notar.
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