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URUGUAY: Aumento de disparos en las piernas señala alza en los ajustes de cuentas
Publicado por EntornoInteligente.com el Domingo, 01 de Diciembre del 2013
URUGUAY: Aumento de disparos en las piernas señala alza en los ajustes de cuentas
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El Observador / Fue en un tiroteo en el Cerro", explicó el joven al médico que le pedía que moviera la punta de los dedos del pie derecho. Desde allí y hasta el muslo tenía colocado un yeso. "Fue una siete milímetros. Me quedó un pedazo (de bala) y al rato se me rompió el hueso", precisó. Su caso no es diferente a lo que se encuentra por las habitaciones del Instituto Nacional de Ortopedia y Traumatología (INOT). Ese hombre, de poco más de 20 años, había sufrido una fractura múltiple en uno de sus miembros inferiores en un hecho sobre el que habló con conocimiento balístico mejor que el del traumatólogo tratante. Óscar de los Santos, el médico, reconoció: "La balística pertenece a la especialidad del médico de guerra y ahora estamos nosotros con esto". Entre abril de 2010 y marzo de 2012, el INOT atendió a 103 pacientes con heridas por armas de fuego: cuatro por mes. Casi todos fueron hombres (97%) y jóvenes. El equipo no tiene datos epidemiológicos previos al año 2010, pero Rogelio Rey, profesor adjunto de la Clínica de Traumatología y Ortopedia de la Facultad de Medicina de la Universidad de la República, señaló que han aumentado las consultas y que la mayoría responde a "ajustes de cuentas". Y, a diferencia de años anteriores, ahora ven heridas provocadas "por armas más potentes". Los asesinatos por conflictos entre criminales o ajustes de cuentas figuraron en el primer lugar de la causa de homicidios durante el primer semestre de 2013 con el 32% del total, según los datos del Observatorio Nacional sobre Violencia y Criminalidad del Ministerio del Interior. En ese período se cometieron 136 asesinatos. No obstante, no hay registro de las heridas por armas de fuego no fatales. La estimación de los médicos es que ocurren tres o cuatro casos –siendo uno a nivel cerebral o de la médula espinal– por cada muerte. Muchos de los pacientes admitidos en el INOT, estaban o fueron inmediatamente recluidos. Entre el resto se destacaron los delincuentes que, según el testimonio que brindan para la historia clínica, se vieron involucrados en tiroteos o que recibieron una bala perdida. "Dicen que sintieron algo que les quemó la pierna, o que iban al almacén. Eso es típico", comentó Rey. Es mínima la atención a víctimas de rapiñas, por ejemplo. Respecto a las edades se registraron dos picos: a los 17 años (seis casos) y a los 25 años (siete casos). La media fue de 27 años. Los más jóvenes tenían 15 años (dos casos) –de menos edad no son derivados al INOT– y el mayor tenía 55 años. De los 103 pacientes con heridas por armas de fuego, 88 sufrieron fracturas. De estos, 13 tuvieron múltiples fracturas por múltiples balas. En total se atendieron 32 fracturas a nivel de pierna (parte inferior), 30 de fémur y 11 de pie. De esta forma, la fractura de fémur representó el 27% de las lesiones tratadas durante el período, un punto porcentual menos que las fracturas de pierna. Años atrás era mucho mayor la diferencia. Ahora, juntas, representan más de la mitad de las heridas. "Subieron el arma", expresó Rey. Si se suman los casos de fracturas de pie, cuello de pie, pelvis, muslo, rodilla y rótula, el 82% de las lesiones ocurrieron en los miembros inferiores. En el ámbito civil, las heridas por armas de fuego son de tres tipos: por pistola o escopeta de baja velocidad, por escopeta de alta velocidad y por disparo a corta distancia. Las lesiones en el primer caso suelen ser mínimas. Los orificios de entrada y salida generados, por ejemplo, por calibre .22 milímetros, son pequeños. El desafío es tratar las otras. Óscar de los Santos, autor de la investigación Epidemiología de las consultas por armas de fuego en el INOT, explicó a El Observador que "la destrucción es mayor" cuando impacta una bala de calibre .38 contra una parte blanda. "La energía es mayor y rompe el hueso en muchos fragmentos", apuntó. De los Santos fue contundente: "Antes las heridas por armas de fuego se veían en las guerras, pero ahora el problema es que se ven mucho más en la población civil y los traumatólogos nos tenemos que enfrentar a cosas que no eran frecuentes". Además de la fractura, la lesión de los tejidos blandos y el hueso es masiva y la necrosis tisular (muerte del tejido) es extensa. Su tratamiento es propio de un cirujano de guerra. Un hecho que cambió la rutina del equipo de Traumatología es que antes se veían lesiones por perdigonada por accidentes de cacería y ahora por disparos deliberados a corta distancia. La proximidad al cuerpo agrava la herida. Pero la situación extrema es que encuentran balas con la punta recortada –con una cruz grabada– que se abren al chocar contra la carne y generan un daño mayor. "Son balas que no están permitidas en la guerra y que usa la población civil. Esas complicaciones las estamos viendo cada vez más", dijo. Otro dato que reveló el estudio es que el 38% de los pacientes era adicto a la pasta base, 33% a la marihuana, 22% era alcohólico y el 10% presentaba adicción a la cocaína. El impacto económico de las heridas por armas de fuego es elevado. Es la primera causa más costosa de muerte, la tercera causa más costosa de lesiones en general y la cuarta causa de hospitalización más cara. La mediana de internación de los pacientes del INOT fue de cinco días. Uno requirió 116 días de internación debido a una infección. De los 103 casos, siete requirieron entre 16 y 37 días de internación. Además, las heridas por armas de fuego son la novena causa de muerte en general y la cuarta causa de años de vida potencialmente perdidos antes de los 65 años. Un estudio del Carolinas Medical Center determinó que en Estados Unidos el costo promedio del tratamiento es de US$ 13.108 por paciente. Si esto se extrapola a Uruguay (aunque no se han hecho estos cálculos), los 103 pacientes que participaron del estudio del INOT significaron un gasto US$ 1,35 millones. Si se multiplicara por tres la citada cantidad de muertos en ajustes de cuentas, el gasto de atención por heridas de armas de fuego no fatales ascendería a US$ 5,3 millones en solo seis meses. Sin embargo, estos gastos directos son pequeños comparados con los años de vida laborales potencialmente perdidos por incapacidad a largo plazo, dolor crónico y pérdida de productividad. En Estados Unidos, por ejemplo, las heridas por armas de fuego afectan a más de 100 mil civiles cada año. Se estima que el costo de la atención en urgencia es de US$ 4 mil millones. "Estas lesiones generan importantes costos económicos y sanitarios para el Estado. Lo pagamos todos. Esto se tiene que tener presente en el primer contacto con el paciente", dijo De los Santos. Uno de cada 10 pacientes presentó una complicación neurológica –daño en los nervios– o vascular. La combinación de lesiones óseas asociadas a lesiones vasculares aumenta considerablemente la morbilidad y el riesgo de amputación. Los médicos decidieron practicar tratamientos definitivos en las lesiones por calibre .22. Antes atendían la fractura expuesta como si la causa hubiese sido un accidente. Eso requiere que el paciente vuelva por varias valoraciones traumatológicas. "Pero el paciente desaparece", comentó. Se va con los clavos (fijadores) exteriores colocados en la pierna y, salvo excepciones, no regresa. Casi la mitad de los pacientes del período no se controló en policlínica. Y fue imposible contactarlos. Según relató Rey, "andan escapados; dan nombres errados". Seis volvieron por dolor crónico o por infecciones y algunos lo hicieron sin los clavos pues los "habían vendido por ahí". Ahora, de entrada, les colocan clavos internos.
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