Un equipo de la Universidad de Griffith en Brisbane (Australia) ha sido capaz de fotografiar la sombra de un átomo por primera vez. No se trata solo de una curiosidad. El logro supone llegar al límite extremo de la microscopía. «No se puede ver nada más pequeño que un átomo utilizando la luz visible», afirman los científicos implicados en la hazaña, para la que han trabajado durante cinco años. Además, la investigación, que aparece publicada en Nature Communications, puede facilitar futuros avances en la física atómica, la computación cuántica y la biología.
«Queríamos investigar cómo se requieren unos pocos átomos para producir una sombra y hemos demostrado que se necesita solo uno», dice el profesor Dave Kielpinski, del Centro de Dinámica Cuántica de la Universidad de Griffith en Brisbane.
Los investigadores lograron observar la sombra del átomo con un microscopio de superalta resolución, que consigue que la sombra sea suficientemente oscura para ser vista. Ninguna otra institución en el mundo tiene la capacidad de obtener imágenes ópticas tan extremas, según asegura la universidad en un comunicado.
El átomo estaba aislado dentro de una cámara y se mantenía en el espacio libre por las fuerzas eléctricas. El Profesor Kielpinski y sus colegas atraparon iones atómicos individuales del elemento iterbio y los expusieron a una frecuencia específica de luz. Bajo esta luz la sombra del átomo fue enviada a un detector, y una cámara digital fue capaz de capturar la imagen.
«PRECISIÓN CASI INIMAGINABLE»
«La precisión de este proceso es casi inimaginable», dicen los investigadores. «Si cambiamos la frecuencia de la luz que brilla en el átomo solo una parte, la imagen ya no puede ser vista», apunta Kielpinski.
Este hallazgo puede tener importantes implicaciones en la física atómica y la computación cuántica. También puede influir en la medición de muestras biológicas muy frágiles y diminutas, como las hebras de ADN, donde la exposición a la luz ultravioleta excesiva o a rayos X puedan dañar el material. Ahora, los investigadores podrán predecir la cantidad de luz necesaria para observar los procesos dentro de las células sin que estas se destruyan.
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