Las relaciones entre las dos bibliotecas más conocidas de la historia no llegaron a ser excesivamente cordiales
Bibliotecas hubo muchas en la antigüedad, muchas ha habido después y muchas habrá en el futuro (eso esperamos) pero ninguna tan conocida en la historia como la de Alejandría. Un documental de renombre, "Cosmos", la serie dirigida y presentada por el científico y escritor Carl Sagan, habla de manera extensa de esta biblioteca para dejar clara la importancia cultural que llegó a tener en un dilatado periodo de la historia de la humanidad.
A su sombra existía otra biblioteca que pretendía quitarle protagonismo en la noble tarea por atesorar cultura, la de la ciudad de Pérgamo. La relación entre estas dos bibliotecas no fue totalmente colaborativa.
La biblioteca más célebre (hasta el momento)
La biblioteca de Alejandría se construyó a comienzos del siglo III a. C. a expensas del primer Ptolomeo, el general que bajo los auspicios de su soberano, Alejandro Magno, acabó siendo el primer faraón de la última dinastía egipcia.
Según las crónicas de algunos historiadores, su fundación se debió a Demetrio de Falero quien sugirió al nuevo faraón la construcción de un templo dedicado a las musas. Pronto una biblioteca formó parte de las instalaciones del museo y Demetrio la dirigió con el utópico objetivo de adquirir todos los libros del mundo. En su afán por lograrlo llegó a encargar a grandes eruditos hebreos la primera traducción completa del antiguo testamento al griego.
La política de los directores de la biblioteca, la mayoría de ellos grandes pensadores y escritores, era recopilar cualquier escrito. Se cuenta que hasta los barcos que atracaban en la ciudad eran registrados palmo a palmo en busca de libros. Se pagaba también a otras bibliotecas por el préstamo de originales para ser copiados. Uno de esos directores fue Eratóstenes (276-194 a. C.) que calculó casi con total exactitud el tamaño de la circunferencia de la Tierra (es decir, que doscientos años antes de Cristo este geógrafo ya conocía la verdadera forma de nuestro planeta). Otros directores fueron gramáticos como Aristófanes de Bizancio (257-185 a. C.), o poetas como Apolonio de Rodas (¿?-246 a. C.), autor de "Las argonáuticas". Sólo intelectuales de alta talla eran elegidos para el honorífico cargo.
Las mejores colecciones de libros de la antigüedad
La biblioteca creció y creció hasta convertirse en la más importante de occidente. Pero no fue sólo su enormidad lo que la convirtió en la biblioteca más célebre de la historia sino las grandes obras que contenía, la mayoría de las cuales desaparecieron con su destrucción. Si se hubieran conservado sus fondos, ahora podríamos disfrutar, por poner un ejemplo, de todas las obras de Sófocles, Esquilo o Eurípides.
No eran menos interesantes los anaqueles de la biblioteca de Pérgamo pues en ellos se apoyaban las obras de los grandes pensadores de la Atenas clásica, y no sólo las obras completas de Aristóteles formaban parte de su catálogo sino también las de autores a los que sólo conocemos por referencias. Que el desarrollo de la ciencia hubiera sido más rápido si se conservaran los colosales fondos que contenían las dos bibliotecas es la opinión de grandes pensadores y científicos de nuestro tiempo. A la sombra de sus libros se formaron importantes equipos de investigación.
Con una intención no del todo noble reforzaron la importancia de la erudición griega, pero pese a compartir una misma cultura, las dos ciudades se veían en ocasiones más como rivales que como amigas.
La rivalidad
La historia de la biblioteca de Pérgamo está en gran parte relacionada con la de Alejandría. Estos dos centros del saber fueron contemporáneas y compitieron entre sí por convertirse en el centro cultural del mundo. Tanto una como la otra pretendían conseguir el mayor número de obras y las de mayor calidad. La misión que dirigía a la biblioteca de Asia menor era convertir a Pérgamo en un nueva Atenas que repitiese los logros del pensamiento de los tiempos de Platón y Aristóteles. Las grandes obras de la Grecia clásica tuvieron sitio en esta gran biblioteca especializada en filosofía.
De la rivalidad o competencia que existió entre estas dos bibliotecas da cuenta la leyenda sobre la invención del pergamino. Egipto era el principal productor de papiro, el material sobre el que se escribían los libros. Aunque la biblioteca de Pérgamo siempre fue considerada la segunda en importancia, los directores de la de Alejandría llegaron a estar tan celosos de su importancia cultural que influyeron para que no se les vendiera más papiro. La reacción de la Biblioteca de Pérgamo fue sabia, buscaron una alternativa; inventaron un nuevo material a partir de pieles de animales que terminó llamándose "pergamino" en honor a la ciudad. Lo curioso es que resultó ser de mucha más calidad que el papiro.
No podemos estar seguros de que sea cierta esta leyenda pero sabemos que del fin de la biblioteca de Pérgamo fue responsable, involuntaria, su biblioteca rival. Marco Antonio ordenó saquearla para reponer como regalo a Cleopatra los fondos de la biblioteca de Alejandría que habían resultado destruidos en parte por los enfrentamientos entre los soldados romanos de Julio Cesar y los egipcios de Ptolomeo XIII en una batalla naval en las cercanías de la ciudad. Desde luego que no puede decirse de Marco Antonio que fuese un general respetuoso con los pueblos sometidos.
© Antonio Valera Espín
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miércoles, 7 de diciembre de 2011
[Identidad Bibliotecaria] Alejandría versus Pérgamo: rivalidad entre célebres Bibliotecas / Antonio Valera Espín
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