Chile Desde que la fruta chilena se saca del árbol, pueden pasar hasta tres meses antes de llegar a su destino en el extranjero. Razones hay varias, como el tiempo de transporte a lejanas latitudes o la espera de mejores precios. En este proceso, es natural que buena parte de la exportación se pierda producto de hongos y bacterias que causan la pudrición de la fruta por la exposición en congeladoras, cámaras de frío y sistema de almacenaje y bodegas, una pérdida ya está considerada por los productores.
Por ejemplo, la manzana de la variedad Pink Lady puede registrar pérdidas cercanas al 60% en los embarques. A lo anterior hay que sumar los costos de embalaje, transporte y almacenaje que terminan impactando en forma negativa a los fruticultores.
Preocupados por esta situación, una empresa biotecnológica de San Javier, en la Región del Maule, se dio a la tarea de buscar microorganismos no patógenos capaces de controlar a las más de 30 fitopatógenos que causan la pudrición de las frutas y que en su mayoría son hongos.
Es así como Bio Insumos Nativa Ltda., con el financiamiento de la Fundación para la Innovación Agraria (FIA), comenzó hace dos años la investigación denominada "Desarrollo de un formulado de microorganismos extremófilos para el control de enfermedades de poscosecha de fruta de exportación". "Es un problema importante? por estas pudriciones no se pueden mandar arándanos a China, porque el viaje es muy largo y en el camino se ven afectados. Entonces se mandan por avión, pero se encarece el precio. Hay un problema de competitividad debido a estos hongos", reflexiona Eduardo Donoso, fitopatólogo y uno de los socios de la empresa. Según explica, existen diferentes tipos de hongos. "Algunas frutas se contaminan en el embalaje, otros en las cámaras de frío y otras en el mismo campo. Hay pocos productos químicos que son aceptados para el control de los hongos porque las frutas están muy cerca del tiempo de consumo. Se ha probado con un montón de técnicas pero no hay ninguna que los elimine por completo, son hongos que siempre están presentes, viven en el aire", dice.
ZONAS EXTREMAS
En la búsqueda de una solución visitaron distintas zonas del país como Campo de Hielo Norte, Laguna de Teno y hasta la Isla Fray Jorge en la Antártica gracias a la ayuda del INACh, entre otras; siempre buscando zonas frías con temperaturas similares a que existen en las bodegas y congeladoras. Según Donoso, de las 200 cepas de microorganismos extremófilos obtenidas, unas 20 muestran potencial de uso como biocontroladores, tanto para enfermedades de post cosecha como para otras enfermedades de plantas. La idea es que sean éstos y no elementos químicos los encargados de evitar el proceso de pudrición para que las frutas no tengan impedimentos fitosanitarios a la hora de ingresar a los exigentes mercados de exportación.
Para el ejecutivo de innovación de FIA y supervisor de la iniciativa, René Martorell, la modernización y competitividad de la agricultura también significa considerar soluciones biotecnológicas que combinen la investigación y el desarrollo. Estas permitirán a los agricultores cumplir con las exigencias comerciales en cuanto a volumen, calidad y seguridad de frutas y hortalizas.
El próximo año, la empresa ya estaría en condiciones de crear un sistema de producción y comenzar a fabricar las mezclas necesarias para controlar a los patógenos. Mientras tanto, están evaluando el momento y la forma de aplicación del producto final. Una de las modalidades que se está pensando es mediante una mezcla de microorganismos disueltos en agua que se podría pulverizar sobre la fruta al momento de la cosecha, en el campo. Para las frutas que no pueden estar en contacto con el agua, como los arándanos y las uvas, "estamos estudiando la posibilidad de crear medios de embalaje, como papeles y espumas, que contengan estos biocontroladores", señala Donoso.
DESDE LA ANTÁRTICA
Como se trata de hongos que habitan y se reproducen en los fríos ambientes de cámaras refrigeradas, los microorganismos que servirán como controladores de los patógenos deben ser también resistentes a las bajas temperaturas. Por esta razón se buscó la ayuda del Instituto Antártico Chileno (INACh). Allí se pusieron en contacto con el microbiólogo Marcelo González, quien consiguió muestras que fueron analizadas en los laboratorios de Bio Insumos Nativa.
Las cepas nativas se evaluaron en tres etapas: in vitro, in vivo (laboratorio) y bajo condiciones comerciales (packing). De los evaluados, ya se han identificado biocontroladores para los principales hongos como el Colletotrichum, Botryosphaeria, Aspergillus, Geotrichum, Botrytis, Neofabrea, Rhizopus y Penicillium. "Por ahora, los resultados son promisorios. En algunos casos, hemos logrado igualar la eficacia del control químico. Esto pese a que aún no se evalúan preparaciones o combinaciones de microorganismos para aplicar, lo que debería incrementar de manera significativa el nivel de control", dice el Eduardo Donoso. |
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