La investigación, dirigida por científicos de la
Universidad de Stanford (Estados Unidos) y en la que ha participado el investigador del Laboratorio de Medicina Computacional de la Unidad de Bioestadística de la
Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) Leonardo Pardo, se publica en la revista
Nature.
Las drogas más utilizadas para combatir y aliviar el dolor son el opio y sus derivados, la morfina y la codeína, unos fármacos que, sin embargo, todavía tienen efectos secundarios, ha explicado a Efe el investigador español.
De hecho, estos medicamentos no sólo tienen efecto analgésico, sino que también sirven para la sedación y pueden, incluso, generar dependencia en el paciente o consumidor.
La acción de estos medicamentos comienza cuando estas drogas se enlazan a los receptores de opioides, presentes en las células del sistema nervioso central, y de los que hay fundamentalmente tres tipos: "mu", "delta", y "kappa".
El "mu" produce el efecto analgésico mayor y también los mayores efectos indeseables, en tanto que el "kappa" da una respuesta analgésica menor, y el "delta" modula el efecto de los receptores "mu", puntualiza Pardo.
En el trabajo, los investigadores han logrado descifrar la estructura cristalina tridimensional del receptor "mu", así como su interacción con los otros receptores de opioides.
"Conocer esta estructura permite saber dónde deben interaccionar los fármacos analgésicos, y así poder diseñar estructuras químicas de nuevos medicamentos", agrega.
No obstante, puntualiza el investigador, a partir de ahora, son los químicos terapéuticos y los farmacólogos los que deberán manejar esta información y buscar derivados de la morfina más "efectivos, selectivos, y con menores efectos indeseables".
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