lunes, 20 de agosto de 2012

Historia clínica digital: ¿La gran (T)Ilusión?


Historia clínica digital: ¿La gran (T)Ilusión?


Según el estudio, los médicos que se basan en el análisis digital de exámenes mediante Tecnologías de la Información (TI) prescriben muchas más pruebas (adicionales) que los colegas que se basan únicamente en los documentos clásicos en papel y realizan valoraciones analógicas. Expertos estadounidenses en salud, consejeros, políticos y el gobierno de Obama han argumentado repetidamente que el acceso extensivo a los registros electrónicos de salud dará lugar a un ahorro sustancial en el sistema sanitario norteamericano. Es por ello que el American Recovery and Reinvestment Act(ARRA, la ley para el restablecimiento e inversión de la economía estadounidense) desde 2009 exhorta a un aumento drástico de las subvenciones para la Health Information Technology für Economic and Clinical Health (HITECH, Tecnología de la Información Sanitaria para la Salud Económica y Clínica), con el consecuente aumento del gasto público.


El think tank estadounidense denominado RAND (Research and Development, investigación y desarrollo) Corporation fue fundado después de la Segunda Guerra Mundial con el fin inicial de asesorar a las Fuerzas Armadas de los EEUU, aunque en los últimos años se ha dedicado a evidenciar asuntos sociales como el incremento de la obesidad de la población norteamericana o los problemas de drogadicción en las escuelas secundarias. Esta institución calculó recientemente que se podría ahorrar un monto de alrededor de 80 mil millones de dólares al año mediante el uso generalizado del análisis digital de exámenes, en especial en el sector de las tecnologías de imágenes médicas (tomografía computarizada, resonancia magnética y tomografía por emisión de positrones PET), que en los Estados Unidos hace diez años ya eran responsables del 14% de los costes ambulatorios totales. Una evaluación digital del paciente sería aconsejable y permitiría un considerable ahorro de costes: tal es el resumen del New York Times del resultado del estudio llevado a cabo por el think tank estadounidense, que se inclina por un procesamiento electrónico más extensivo de los datos de los pacientes con el fin de economizar.

Los datos de 28.000 pacientes examinados bajo la lupa

El nuevo estudio Health Affairs, que se basa en los cálculos del National Center for Health Statistics (NCHS, o Centro Nacional para Estadísticas Sanitarias, un organismo estatal), analizó en detalle los datos de no menos de 28.741 ciudadanos estadounidenses y 1.187 médicos. Los resultados más importantes del estudio: los médicos que trabajaban con sistemas electrónicos de registro de datos prescribieron pruebas adicionales al 18% de sus pacientes, mientras que aquellos que se basaban en el método convencional sobre papel sólo prescribieron un 12,9% de pruebas adicionales. La tendencia a ordenar tests adicionales más caros todavía resultó mucho más pronunciada en aquellos médicos que trabajaban sobre base digital: entre un 40 y un 70% más que sus colegas “analógicos”.

¿Útil o no?

Además, la disponibilidad electrónica de los resultados de las pruebas de laboratorio por lo general estuvo relacionada con la prescripción de exámenes adicionales de sangre. No obstante, la disponibilidad de los datos electrónicos por sí misma no fue la causa del incremento en el número de exámenes recetados, más bien parece que el agente desencadenante haya sido el acceso electrónico a los resultados de los tests. Una posible explicación de ello tal vez radique en que el acceso a los datos electrónicos proporciona más tiempo a los médicos, quienes utilizarían esta prerrogativa para prescribir pruebas adicionales de imágenes médicas. Este “efecto de comodidad” del acceso electrónico a los datos podría ser el responsable de que la reducción potencial de prescripciones se compense con tests múltiples innecesarios. Otra posible explicación sería que los médicos que utilizan con mayor frecuencia las pruebas de imágenes médicas (por la razón que fuera) probablemente recurren más a menudo a las tecnologías sanitarias digitales, lo que aumentaría su empleo intuitivo de los diagnósticos por imagen.

“Dudamos de que el uso de las tecnologías electrónicas de salud (independientemente de sus otros beneficios) represente una estrategia conveniente de reducción de costes”, afirma Danny McCormick, autor del estudio, profesor asistente de medicina en la Harvard Medical School, director de la División de Salud Social y Pública del Departamento Médico de la Alianza de Salud de Cambridge y codirector del Programa de Becas para Medicina General y Atención Primaria de Salud de la Harvard Medical School. “Sean cuáles sean las razones exactas de los resultados de nuestro estudio, ellas demuestran la importancia de localizar con exactitud las ventajas de los registros asistidos por ordenador, en lugar de realizar conjeturas debidas a datos insuficientes o a aventurar generalizaciones basadas en estudios pequeños, realizados por instituciones no representativas”, advierte McCormick.

Diversas interpretaciones de los resultados

Algunos expertos en salud de los Estados Unidos, como por ejemplo David Blumenthal, asesor de Obama y también investigador de la Harvard Medical School, objetan que los resultados del estudio sólo se basan en datos obtenidos durante el año 2008, que fueron precisamente los que motivaron un análisis del comportamiento global de los médicos. Sólo durante los últimos años se habría comenzado a estudiar de forma sistemática el empleo de los datos sanitarios electrónicos, indicó Blumenthal al New York Times.

Por otro lado, él considera que el estudio constituye un caso atípico dentro de una amplia serie de investigaciones. Por su parte, McCormick, el autor del estudio, sostiene que estudios como los del RAND hasta ahora se basaron únicamente en muestras estadísticas de grupos muy reducidos, mientras que su estudio se basa en el material proporcionado por una institución de dimensiones realmente grandes. Las voces contrarias al sistema sanitario electrónico critican que actualmente se desembolsan enormes subsidios para las medidas informatización del sistema sanitario, cuando los beneficios de estos sistemas (en especiales las económicas) resultan muy difíciles de predecir.

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