El vacío de sentido como causa de la violencia sin sentido
Cuando estudiamos porqué delincuentes y personas destructivas adoptan comportamientos lesivos para otros y para sí mismos recurrimos para dar una explicación a los llamados “factores de riesgo”. Ejemplos de factores de riesgo son graves carencias afectivas, condiciones de vida miserables, vejaciones en la familia, modelos negativos,...etc. Y en efecto la gran mayoría de los criminales y personas destructivas que recurren al daño y a la destrucción como modo de vida han convivido con alguno o varios de dichos factores. Las diferentes teorías y programas, pese a destacar un tipo u otro de estos factores entienden que la violencia es fruto de la combinación de factores biológicos, psicológicos y ambientales.
Existe por otro lado consenso respecto a que en la actualidad y en las sociedades de la opulencia están apareciendo nuevos e inquietantes modos de violencia, que suelen calificarse de “violencia sin sentido, sin objeto o gratuita”.
Deseo introducir esta reflexión destacando uno de los factores de riesgo que suele ser citado por los expertos pero al que, según creo, no se le ha otorgado suficiente importancia ni en el campo de la psicología ni, sobre todo, en el de la educación. Creo además que este factor guarda una íntima relación con ese tipo de violencia desconcertante e irracional, que parece darse cada vez más sobre todo entre las poblaciones más jóvenes. El factor de riesgo al que me refiero es el “vacío existencial” o “sinsentido de la vida”.
He seleccionado algunos comentarios de dos autores eminentes: uno Vicente Garrido, consagrado al estudio de la violencia y su prevención. El segundo Victor Frankl creador es el de la logoterapia, o terapia a través de la voluntad de sentido.
En su libro “Contra la violencia. Las semillas del bien y del mal”, Vicente Garrido intentando ofrecer respuesta al tipo de violencia gratuita y reconoce que “las teorías, en efecto deben saber atender al espíritu de su época. Es por ello que en la actualidad en Europa haya que buscar una respuesta a esa violencia gratuita y estúpida que practican muchos de nuestros jóvenes... esos jóvenes, en una sociedad rica, no protestan contra la miseria, sino contra el descubrimiento de su inutilidad. Nadie quiere nada de ellos” (Garrido 2002).
Continúa Garrido, tras describir el asesinato de Carlos Javier Robledo a manos de un grupo de jóvenes que buscan divertirse, que “todo esto es muy patético, pero revela una gangrena de nuestro tiempo: muchos adolescentes y jóvenes adultos de la sociedad opulenta de occidente se aburren, y debido a su indigencia moral, recurren a la tortura y al asesinato para divertirse...cuando los muchachos participan en estos actos homicidas para divertirse, es hora de preocuparse de veras” (Garrido 2002, 75-80)
En la misma línea Frankl dice que “Cada época tiene su neurosis y cada tiempo su psicoterapia”, para advertir de que hoy la psicología ofrece remedios semejantes a los que ofreció en otras épocas para males radicalmente diferentes. Él cree que hoy no nos enfrentamos ya, como en los tiempos de Freud, con una frustración sexual, sino con una frustración existencial. El paciente típico de nuestro tiempo no sufre tanto, como en los tiempos de Adler, bajo un complejo de inferioridad, sino bajo un abismal complejo de falta de sentido, acompañado de un sentimiento de vacío”( Frankl, 1997, 9)
El concepto de resiliencia: Victor Frankl un ejemplo de persona resiliente
Sin embargo nuestro interés en esta reflexión no es tanto preguntarnos por las causas de las patologías violentas. Nuestro interés principal es cuestionarnos porqué y de qué modo personas pertenecientes a esos grupos de riesgo lograron vencer y derrotar la adversidad. En efecto ante circunstancias adversas o al enfrentarse a grandes sufrimientos, unas personas se derrumban y otras sin embargo, afrontan dichas crisis de modo constructivo, e incluso encuentran en ellas una ocasión de superación personal. Estas ideas quedan integradas en el concepto de resiliencia.
La resiliencia es la capacidad de resistencia frente a experiencias traumáticas como haber sido objeto de un abuso o haber vivido en medio de una guerra. (Garrido 2002, 324-325). Podemos diferenciar dos elementos básicos como componentes de la resiliencia: por un lado la resistencia frente a factores destructivos o la capacidad de protegerse y de autosostén en momentos de crisis severas. El otro elemento es la capacidad de construir, incluso de regenerar o de transformar positivamente la propia vida pese a las dificultades. Las crisis entonces pueden entenderse como oportunidades capaces de dinamizar potencialidades del ser humano.
El concepto de resiliencia, por tanto, aboga por el principio de asumir la libertad y responsabilidad ante la propia vida. Es la persona humana la que decide llevar las riendas de su vida y no los fenómenos externos o las circunstancias que la envuelven, sean estos beneficiosas o adversos. Como Jaspers afirma, las situaciones límite son un acicate para el hombre a través del cual, él decide en que tipo de persona habrá de convertirse.
¿Porqué ante traumatismos semejantes, unas personas son vencidas y otras personas logran recuperarse o, incluso, salen positivamente transformadas y fortalecidas?
Todos conocemos ejemplos de personas que han sabido superar y enriquecer su vida y la de otros tras una crisis severa. Deseamos volver a Victor Frankl y proponerlo como un ejemplo paradigmático de “persona resiliente”.
El creador de la logoterapia fue en su juventud discípulo de Freud, cuya teoría posteriormente criticaría duramente por su reduccionismo antropológico y psicológico. De origen judío Victor Frankl estuvo dos años y medio en el campo de concentración de Auschwitz, donde solo su postura ante la vida, su respuesta ante las adversidades que le tocaron vivir, hizo que esa experiencia traumática se convierta en una ocasión de aprendizaje y de crecimiento como persona y como profesional. En su biografía podemos encontrar numerosos ejemplos de su potencial humano y su musculatura moral. Como botón de muestra podemos decir que durante la segunda guerra mundial él tuvo la posibilidad de huir a Estados Unidos, sin embargo una noche soñó con una muchedumbre de deportados necesitados de sus cuidados. Tras un largo rato de oración en la catedral de Viena consideró que su puesto era aquél y no los Estados Unidos.
Su principal aporte a la psicología proviene sin duda de su propia experiencia en el campo de concentración que fue un laboratorio genuino de su teoría. En su libro “El hombre en busca de sentido” describe con crudeza, pero al tiempo con gran esperanza y optimismo existencial su experiencia humana y profesional durante sus años de cautiverio.
La hipótesis fundamental de Frankl es que la búsqueda de sentido, y no el placer o el poder, es el motivo radical y universal de la existencia humana. Este sentido no se construye sino que se descubre y cuando esto sucede la persona encuentra en sí misma un enorme depósito para ayudar a otros y para crecer ella misma. La felicidad no es la meta sino la consecuencia de encontrar un sentido personal a la propia vida y a todo lo que la rodea. Frankl defiende que el órgano que ejerce la búsqueda del sentido o sede que lo contiene es la conciencia humana.
La voluntad de sentido un factor personal fundamental de la Resiliencia
Deseamos ahora llamar la atención sobre la plena coincidencia entre el concepto de resiliencia y la propuesta antropológica y psicológica de Victor Frankl en la logoterapia creada por él. Como otros estudiosos queremos defender y proponer la obra de este autor y sus seguidores como una extraordinaria contribución a la investigación sobre la resiliencia, y, en consecuencia, para el tratamiento y la prevención de la violencia.
Comparado con el psicoanálisis, la logoterapia es un método menos retrospectivo y menos introspectivo, porque por un lado mira más hacia el futuro que hacia el pasado y atiende más a las posibilidades y capacidades internas que a los traumas y heridas sufridos en el pasado. Por eso Frankl afirma que el hombre es hijo de su pasado pero no esclavo de su pasado y es padre de su porvenir.
En la teoría de Frankl logos significa espíritu y también sentido. Es decir la existencia humana tiende siempre más allá de sí misma, a la búsqueda del cumplimiento de un sentido. Es la “dimensión noológica” la que explica y permite la realización del sentido existencial. La conciencia, núcleo de la dimensión noética, es parte de la realidad humana como lo son el cuerpo o la psique. El nous no se identifica con lo religioso, esta dimensión existe en todo hombre, incluso en el no religioso. El nous no sería otra cosa que el núcleo más interno del hombre, su sí mismo, de hecho en Victor Frankl la palabra “espiritual” indica sobre todo la dimensión antropológica, sin alusión necesaria a lo religioso.
El principio de dimensión noética ayuda al hombre a comprenderse y a superarse, el médico debe intentar penetrar en esa dimensión humana porque en ella reside la esencia de su humanidad y, según la logoterapia, es la única parte del paciente que jamás puede enfermar. El cuerpo y la mente pueden enfermar, no así su nous. Esta es la razón por la que él propone sustituir la expresión de que la persona “es enferma” por la de que “tiene una enfermedad”. Si la enfermedad se atribuye a la persona corremos el peligro de despojarla de su humanidad (Frankl, 2002, 133). La logoterapia reafirma pues “el poder del espíritu humano” que le permite al hombre oponerse a las fuerzas del instinto y del medio y elevarse por encima de todo condicionamiento.
Otro concepto fundamental en la obra de Frankl es la “voluntad de sentido”. La “voluntad de sentido” se refiere a la radical tendencia humana a buscar un sentido a la vida. Es el acto que define de modo esencial la condición humana. El acto existencial propiamente humano consiste en elevarse por encima de la propia condición psicofísica hacia la espiritualidad.. Como un aeroplano no demostrará serlo hasta elevarse hacia lo alto, así puede decirse del hombre, el hombre muestra su humanidad sólo emergiendo hacia la dimensión noológica, o trascendiéndose a sí mismo (Frankl 2001, 140-141).
En definitiva frente a una psicología profunda propone una psicología elevada. Lo que el hombre busca realmente o, al menos, originariamente, es el cumplimiento del sentido y la realización de valores, en una palabra su plenitud existencial
Garrido, por su parte, considera como factor esencial de resiliencia o protección el altruismo y describe cuales son los fundamentos del bien y los rasgos que acompañan a las personas altruistas: coraje, compromiso con valores morales, humildad, perseverancia, yo extensivo y una personalidad positiva caracterizada por: disfrute de la vida, esperanza y optimismo, extraer lo mejor de cada situación, capacidad de personar preocupación por los demás, sentir gratitud por su dedicación, tener un proyecto de vida útil (Garrido 2002, 275).
Como puede observarse existe una profunda correspondencia entre los principios que inspiran la logoterapia y las condiciones propias de la resiliencia. Destacamos entre ellos el último “tener un proyecto de vida útil” que debe basarse, según entiende Garrido en valores morales “Este proyecto puede consistir en seguir una inspiración, una llamada religiosa, o bien aceptar el desafío de vivir una vida ética, profundizando en los valores en los que uno cree. En ocasiones, el sentido de propósito puede provenir de la participación en un movimiento social o en una organización...Pero este foco positivo no busca la mejora personal de modo prioritario; se centra en seguir unos valores; la mejora personal es la consecuencia antes que el antecedente de la acción” (Garrido 2002, 276).
Sin duda un objetivo prioritario de la logoterapia compartido con el concepto de resiliencia es contemplar la intervención terapéutico o educativa como un despertador de conciencias con vistas a proponer una manera auténtica de vivir.
pero para vivir de un modo auténtico y positivo las relaciones con los demás y con la sociedad, previamente es necesario vivir de un modo auténtico y no alienado la relación con uno mismo. Consideramos que un fundamento para ello sino el fundamento esencial es sin duda descubrir el sentido de la vida el por qué y el para qué existir.
El órgano del sentido en consecuencia impele al hombre a interrogar, escrutar, meditar, sobre causas relaciones, fines, de las cosas, la vida, las personas etc. A esta dinámica de funcionamiento prerracional e intuitiva que sólo posteriormente se convierte en consciente y racional se sujetan en realidad los aspectos fundamentales de la existencia humana y las grandes decisiones de la vida: el amor, la autorrealización, la ética, lo espiritual, los ideales, el proyecto de vida.
La Pedagogía del Sentido
Es cierto que Victor frankl era psiquiatra de profesión y utiliza a menudo terminología y conceptos propias de la psicología. Con todo nosotros defendemos que aunque Frankl en su obra no explicita en términos conceptuales la dimensión pedagógica de la logoterapia, no nos cabe duda de que su teoría adopta implícitamente un modelo educativo. Es más, defendemos que el enfoque frankliano es antes que nada y sobre todo, un enfoque pedagógico, por cuanto que su antropología se orienta más a desvelar las potencialidades escondidas en la conciencia, que a curar traumas psicoafectivos, además su meta se dirige al desarrollo pleno de la persona, y no solo a restaurar alguna deficiencia.
La educación no puede renunciar entonces a lo que es más genuino y esencial de condición humana, una dimensión que encierra además un enorme potencial regenerador, protector y de crecimiento.
Posiblemente una sino la preocupación más urgente de la educación actual sea el desafío de conjugar la exigencia de una convivencia pacífica con el respeto a los valores o identidades particulares. Parece que la Pedagogía actual no ha encontrado una respuesta satisfactoria
Es más numerosos ejemplos indican, como se ha dicho, que la violencia no sólo aumenta cuantitativamente, sino que aparecen nuevas formas de violencia, que generan el desconcierto incluso entre los expertos. Hemos intentado defender en esta reflexión que la causa principal de esta violencia es el sinsentido. Por otro lado este vacío existencial es precisamente cada vez más un rasgo típico de nuestra sociedad contemporánea
Sin duda aumentar la capacidad de resiliencia debe ser un objetivo de una educación que desea combatir la violencia, y utilizar los recursos que contribuyan a ello es una responsabilidad para pedagogos y educadores. Defendemos en esta reflexión que lo que hemos denominado Pedagogía del Sentido es un ámbito y recurso que los pedagogos debemos utilizar para afrontar los problemas de violencia con los que hoy nos enfrentamos. Es en definitiva una pedagogía que debe fomentar aquellas actitudes relacionadas con reconocer las capacidades que la persona tiene, en vez de detenerse en todo aquello que no puede hacer.
Este cambio de época exige cambios en la pedagogía. Son necesarios, creemos, modelos alternativos de educación e investigación que incluyan la dimensión trascendente del del ser humano.
FRANKL, V., 1997, Ante el vacío existencial. Hacia una humanización de la psicoterapia, Barcelona, Herder . Biblioteca de Psicología. Textos Universitarios
FRANKL, V., 1999 (20ª ed), El hombre en busca de sentido. Barcelona, Herder.
FRANKL, V., 2001, Psicoterapia y existencialismo. Barcelona, Herder.
FRANKL, V., 2002, En el principio era el sentido. Reflexiones en torno al ser humano. Barcelona, Paidós.
GARRIDO, V., 2002, Contra la violencia. Las semillas del bien y del mal. Algar
En: http://www.logoterapia.com.mx/publicacionesDetalle.php?IdArticulo=375
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Publicado por Daniel Lavorano para Bibliópolis: la ciudad de Daniel... el 5/07/2012 12:19:00 AM
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