Los edificios se desplazan por las vías de un tren según la estación del año
Unos arquitectos (serios) inventan la ciudad que cambia de lugar
Puede parecer una propuesta estrambótica, o una operación de marketing para llamar la atención, pero es un proyecto serio, hecho por un estudio de arquitectos serios y con un objetivo concreto: construir una “población móvil” que cambie de lugar según la estación del año.
El proyecto es obra de un estudio de arquitectura sueco, Jagnefält Milton, y ha obtenido el tercer puesto en el concurso internacional del Plan General para la ciudad de Andalsnes en Noruega. De hecho, está pensado especialmente para solucionar el principal problema de esta población, el frío extremo, aunque el concepto puede ser aplicado a cualquier otro lugar del mundo.
Andalsnes es una pequeña ciudad de 2.200 habitantes situada en una bahía del profundo fiordo del río Rauma. Según todos los turistas que la visitan en verano y la fotografían desde sus flamantes cruceros, la estampa que ofrece es realmente espectacular, como lo es pasear por sus tranquilas calles. La cosa, claro está, cambia en invierno.
Y no sólo por el frío brutal, sino por el viento que sopla en el puerto, que puede llegar a ser insoportable. Por ello, el Ayuntamiento de la ciudad convocó un concurso internacional en busca de soluciones, y el del estudio Milton fue sin duda el proyecto más original.
La “ciudad móvil” conseguiría trasladar la ciudad de la costa, su emplazamiento en verano, a una zona del interior un poco más retirada, sobre todo del viento, mediante unos edificios que se moverían a través de las vías de una antigua línea de tren abandonada. Y cuando sus inventores hablan de los edificios se refieren a “todos los edificios”, con sus casas, sus locales públicos y sus habitantes.
De hecho, las viviendas, los hoteles, tiendas y hasta unos baños públicos o un local de conciertos estarían construidos sobre ruedas para colocarlos a resguardo cuando se precise, sin dañar el turismo de verano. Sus inventores subrayan además que con esta “ciudad móvil” se ahorraría mucha energía, suficiente para hacerla rentable.
Lo mejor, sin embargo, es las posibilidades que ofrece este concepto para ponerlo en marcha en cualquier pueblo o ciudad que se construya de nueva planta.
Incluso, uno de los “barrios” podría trasladarse a través del agua mediante pequeñas barcas. Las posibilidades son infinitas.
Andalsnes es una pequeña ciudad de 2.200 habitantes situada en una bahía del profundo fiordo del río Rauma. Según todos los turistas que la visitan en verano y la fotografían desde sus flamantes cruceros, la estampa que ofrece es realmente espectacular, como lo es pasear por sus tranquilas calles. La cosa, claro está, cambia en invierno.
Y no sólo por el frío brutal, sino por el viento que sopla en el puerto, que puede llegar a ser insoportable. Por ello, el Ayuntamiento de la ciudad convocó un concurso internacional en busca de soluciones, y el del estudio Milton fue sin duda el proyecto más original.
La “ciudad móvil” conseguiría trasladar la ciudad de la costa, su emplazamiento en verano, a una zona del interior un poco más retirada, sobre todo del viento, mediante unos edificios que se moverían a través de las vías de una antigua línea de tren abandonada. Y cuando sus inventores hablan de los edificios se refieren a “todos los edificios”, con sus casas, sus locales públicos y sus habitantes.
De hecho, las viviendas, los hoteles, tiendas y hasta unos baños públicos o un local de conciertos estarían construidos sobre ruedas para colocarlos a resguardo cuando se precise, sin dañar el turismo de verano. Sus inventores subrayan además que con esta “ciudad móvil” se ahorraría mucha energía, suficiente para hacerla rentable.
Lo mejor, sin embargo, es las posibilidades que ofrece este concepto para ponerlo en marcha en cualquier pueblo o ciudad que se construya de nueva planta.
Incluso, uno de los “barrios” podría trasladarse a través del agua mediante pequeñas barcas. Las posibilidades son infinitas.
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