Componentes del tabaco
No te engañes, absolutamente todo lo que se encuentra en un cigarro ha sido perversamente estudiado por las tabaqueras con el único fin de multiplicar sus beneficios. Éstas no tendrán escrúpulos en adulterar la composición de un cigarrillo con cualquier tipo de sustancia que suponga un aumento de su consumo. Pasarán por encima de la salud de sus clientes y de las personas que les rodeen con tal de llevar a su bolsillo la mayor cantidad de dinero posible.
Aunque este tipo de información nunca ha sido facilitada por las empresas tabaqueras y éstas siempre han bloqueado cualquier estudio al respecto, se han encontrado en el humo de un cigarro componentes utilizados en pesticidas, productos de limpieza, drogas, … las tabaqueras no ponen límite alguno.
Los cigarrillos modernos tienen mucho más que tabaco. Contienen, por ejemplo, nicotina, una droga altamente adictiva y que se encuentra en forma natural en la planta del tabaco. Esta droga se maneja con mucha precisión para aumentar tu adicción, además se mezclan cientos de aditivos que incluyen desde endulzantes hasta compuestos amoniacales. Todo esto, casi siempre, sin controles gubernamentales, ni pruebas de laboratorios, reportes o vigilancia. Aunque las compañías tabacaleras por lo general alegan que muchos de los aditivos que usan están aprobados para el consumo humano, no mencionan que al someterlos a altas temperaturas, las propiedades químicas de los mismos se alteran, haciéndolos en consecuencia, potencialmente tóxicos y/o activos desde el punto de vista farmacológico.
Prácticamente la totalidad del consumo actual de tabaco se realiza mediante la inhalación de la combustión de los productos de esta droga. En el extremo del cigarrillo que se está quemando se alcanzan temperaturas próximas a los 1000 ºC, lo que transforma numerosos componentes originales de la planta y genera complejas reacciones químicas que dificultan la identificación completa de todas las sustancias que existen o se generan en el proceso de fumar.
Las temperaturas que alcanza un cigarro, además de alterar químicamente ciertos componentes del tabaco, lesionan seriamente el sistema respiratorio:
Aunque este tipo de información nunca ha sido facilitada por las empresas tabaqueras y éstas siempre han bloqueado cualquier estudio al respecto, se han encontrado en el humo de un cigarro componentes utilizados en pesticidas, productos de limpieza, drogas, … las tabaqueras no ponen límite alguno.
Los cigarrillos modernos tienen mucho más que tabaco. Contienen, por ejemplo, nicotina, una droga altamente adictiva y que se encuentra en forma natural en la planta del tabaco. Esta droga se maneja con mucha precisión para aumentar tu adicción, además se mezclan cientos de aditivos que incluyen desde endulzantes hasta compuestos amoniacales. Todo esto, casi siempre, sin controles gubernamentales, ni pruebas de laboratorios, reportes o vigilancia. Aunque las compañías tabacaleras por lo general alegan que muchos de los aditivos que usan están aprobados para el consumo humano, no mencionan que al someterlos a altas temperaturas, las propiedades químicas de los mismos se alteran, haciéndolos en consecuencia, potencialmente tóxicos y/o activos desde el punto de vista farmacológico.
Prácticamente la totalidad del consumo actual de tabaco se realiza mediante la inhalación de la combustión de los productos de esta droga. En el extremo del cigarrillo que se está quemando se alcanzan temperaturas próximas a los 1000 ºC, lo que transforma numerosos componentes originales de la planta y genera complejas reacciones químicas que dificultan la identificación completa de todas las sustancias que existen o se generan en el proceso de fumar.
Las temperaturas que alcanza un cigarro, además de alterar químicamente ciertos componentes del tabaco, lesionan seriamente el sistema respiratorio:
Hasta ahora se han reconocido cerca de 5.000 elementos químicos tanto en la fase gaseosa como en la sólida del humo del tabaco. Es bastante diferente la composición de la corriente de humo principal que aspira el fumador y la secundaria que se escapa del cigarrillo al ambiente. Muchas sustancias nocivas presentes en el humo del tabaco están más concentradas en esta corriente secundaria de humo (monóxido y dióxido de carbono, amoniaco, benceno, benzopireno, anilina, acroleína y otros muchos), lo que incrementa la toxicidad de una atmósfera cuyo aire respiran todas las personas que se encuentren alrededor, fumen o no.
Ponemos a tu disposición algunas tablas con los niveles de sólo unos pocos componentes que se encuentran dentro de un cigarro. En estas tablas podrás ver qué niveles alcanzan ciertos compuestos de un cigarrillo y qué tipo enfermedades producen [accede...].
Además, aquí te desarrollamos los efectos y características de algunos de los componentes de un cigarro:
Ponemos a tu disposición algunas tablas con los niveles de sólo unos pocos componentes que se encuentran dentro de un cigarro. En estas tablas podrás ver qué niveles alcanzan ciertos compuestos de un cigarrillo y qué tipo enfermedades producen [accede...].
Además, aquí te desarrollamos los efectos y características de algunos de los componentes de un cigarro:
Nicotina
La nicotina de las hojas de tabaco es el principal ingrediente adictivo de los cigarrillos. Se deposita en los pulmones del fumador en forma de una potente mezcla de partículas y gases. La nicotina es rápidamente absorbida en la sangre y llega al cerebro aproximadamente en 10 segundos. Es en este punto en el que los receptores cerebrales producen la sustancia química denominada dopamina. Según los estudios realizados, se ha detectado nicotina en fumadores en todos los tejidos del cuerpo, incluso en la leche materna. Existen estudios que sugieren que la nicotina deprime la capacidad del cerebro para experimentar placer a largo plazo. De ahí que los fumadores necesiten mayores dosis de nicotina para experimentar los mismos niveles de satisfacción.
El cerebro se habitúa rápidamente a recibir dosis regulares de nicotina y a sufrir síntomas de abstinencia cuando dicho suministro se interrumpe. Por otro lado, la nicotina estimula el sistema nervioso central, incrementando el ritmo cardíaco y la presión arterial, lo que produce un mayor consumo de oxígeno.
Este estímulo nervioso se plasma en un aumento del metabolismo del organismo, afectando a la nutrición del fumador, pues se comporta como un anoréxico, disminuyendo la sensación de hambre y estimula la secreción de la adrenalina.
El cerebro se habitúa rápidamente a recibir dosis regulares de nicotina y a sufrir síntomas de abstinencia cuando dicho suministro se interrumpe. Por otro lado, la nicotina estimula el sistema nervioso central, incrementando el ritmo cardíaco y la presión arterial, lo que produce un mayor consumo de oxígeno.
Este estímulo nervioso se plasma en un aumento del metabolismo del organismo, afectando a la nutrición del fumador, pues se comporta como un anoréxico, disminuyendo la sensación de hambre y estimula la secreción de la adrenalina.
Dióxido de Carbono y Monóxido de Carbono
El monóxido de carbono (CO) es un gas incoloro de elevado poder tóxico que se desprende durante la combustión del tabaco y el papel del cigarrillo. Constituye del 3 al 6% del humo inhalado.
El aire, en condiciones normales, tiene una concentración de 1 a 30 partículas de monóxido de carbono por millón (p.p.m.), los escapes de los automóviles elevan esta cantidad hasta el límite de 30 a 800 (p.p.m.).
Aunque muchos fumadores argumentan que la polución de una gran ciudad también es perjudicial para su salud (y en ello tienen razón), la diferencia entre el CO producido por los coches en una gran ciudad y el CO de un cigarro radica en que el CO en el aire de ciudad está más “diluido” mientras que la cantidad de CO inhalado en un cigarro es mucho mayor. Además, fumando, sólo se consigue agravar los efectos de la polución de las grandes ciudades en el sistema respiratorio:
El aire, en condiciones normales, tiene una concentración de 1 a 30 partículas de monóxido de carbono por millón (p.p.m.), los escapes de los automóviles elevan esta cantidad hasta el límite de 30 a 800 (p.p.m.).
Aunque muchos fumadores argumentan que la polución de una gran ciudad también es perjudicial para su salud (y en ello tienen razón), la diferencia entre el CO producido por los coches en una gran ciudad y el CO de un cigarro radica en que el CO en el aire de ciudad está más “diluido” mientras que la cantidad de CO inhalado en un cigarro es mucho mayor. Además, fumando, sólo se consigue agravar los efectos de la polución de las grandes ciudades en el sistema respiratorio:
Una de las particularidades más peligrosas de estos compuestos gaseosos consiste en que la hemoglobina transporta con mucha más facilidad el CO (monóxido de carbono) que el O2 (oxígeno), produciendo el compuesto de carboxihemoglobina en la sangre.
El CO interfiere en el transporte del oxígeno por la sangre y su depósito en los tejidos, lo que produce hipoxia, agravando la vasoconstricción causada por la nicotina.
El dióxido de carbono se aferra, también, a la hemoglobina en la sangre con más facilidad que el oxígeno. Esto hace que la sangre transporte menos oxígeno por todo el cuerpo, lo que aumenta el riesgo de trombosis.
El CO interfiere en el transporte del oxígeno por la sangre y su depósito en los tejidos, lo que produce hipoxia, agravando la vasoconstricción causada por la nicotina.
El dióxido de carbono se aferra, también, a la hemoglobina en la sangre con más facilidad que el oxígeno. Esto hace que la sangre transporte menos oxígeno por todo el cuerpo, lo que aumenta el riesgo de trombosis.
Alquitrán
El alquitrán es un término colectivo que se utiliza para miles de sustancias químicas que se desprenden en el humo del cigarrillo, incluidos el arsénico y el cianuro. Asimismo, el alquitrán es la sustancia amarillenta y pegajosa que mancha los dientes y dedos de los fumadores, depositándose asimismo en los pulmones.
Fumar entre 20 y 60 cigarrillos diarios, ya sean normales o bajos en alquitrán, provoca una acumulación anual de alquitrán en los pulmones cercana a los 500 gramos. Dicha sustancia es la responsable de la mayoría de las lesiones pulmonares provocadas por el tabaco a los fumadores.
Fumar entre 20 y 60 cigarrillos diarios, ya sean normales o bajos en alquitrán, provoca una acumulación anual de alquitrán en los pulmones cercana a los 500 gramos. Dicha sustancia es la responsable de la mayoría de las lesiones pulmonares provocadas por el tabaco a los fumadores.
Gas cianhídrico
El humo visible es tan sólo el 5-8% del total de lo que se produce al consumir cigarrillos. El resto está compuesto de gases invisibles, entre los que se incluye el gas cianhídrico. Este gas venenoso también reduce la capacidad del organismo para transportar oxígeno. Otro de los gases invisibles, la nitrosamina, daña las células de los tejidos y puede producir tumores malignos. El humo de los cigarrillos también contiene sustancias que pueden producir mutaciones genéticas que se han relacionado con el cáncer de pulmón.
Amonio
El amonio se utiliza para cristalizar la nicotina, un proceso similar al que se hace para convertir el polvo de cocaína en crack. El amonio acelera la dispersión de la nicotina cristalizada al aumentar el pH (la alcalinidad) del humo del tabaco, lo que modifica la composición química de la nicotina con el fin de que sea más rápidamente absorbida por el organismo. El objetivo es potenciar el efecto de la nicotina.
Azúcar
El aditivo más común del tabaco es el azúcar en sus diferentes modalidades. El azúcar representa en torno al 3% del peso total de un cigarrillo. Cuando se enciende un cigarrillo, los azúcares empiezan a arder y producen una sustancia química denominada acetaldehído, que refuerza el efecto adictivo de la nicotina.
Sales de ácidos orgánicos
Cacao
El cacao contiene una sustancia química llamada teobromina, que potencia la dilatación de las vías respiratorias. Este efecto broncodilatador hace que el fumador respire con mayor profundidad de manera que las caladas contengan mayor cantidad de humo y nicotina. También puede añadirse mantequilla de cacao, pues se piensa que disminuye la aspereza del humo y crea, tal y como dijimos anteriormente, una experiencia mucho más suave al fumador.
Piridina
La piridina actúa como un depresor del sistema nervioso central. Funciona al igual que la nicotina con el fin de potenciar los efectos adictivos de fumar.
Chocolate y miel
Aromatizantes como el chocolate y la miel ayudan a disimular el amargor de la nicotina. El sabor dulce hace que el cigarrillo sea más agradable para el fumador.
Menta
Sin los aditivos, el humo del tabaco no sólo sabe mal, sino que es extremadamente irritante para la garganta. El mentol adormece y “anestesia” la garganta de manera que el fumador no pueda sentir el efecto abrasivo del humo. De este modo, la reacción natural del cuerpo ante una sustancia irritante (que es el rechazo) queda anulada.
Regaliz
Al igual que el chocolate y la miel, el regaliz es uno de los aromatizantes más efectivos en los cigarrillos. Según la BAT, la Asociación Británica de Productores de Tabaco, el regaliz produce una nota de sabor dulce que refuerza la calidad final del producto.
Dichos potenciadores cualitativos del sabor juegan un papel vital en el enmascaramiento del mal sabor del tabaco de mala calidad. El regaliz también dilata las vías respiratorias, ayudando al fumador a aspirar mayor cantidad de humo en una sola calada.
Dichos potenciadores cualitativos del sabor juegan un papel vital en el enmascaramiento del mal sabor del tabaco de mala calidad. El regaliz también dilata las vías respiratorias, ayudando al fumador a aspirar mayor cantidad de humo en una sola calada.
Relleno
Los cigarrillos contienen minúsculos trozos de hoja de tabaco, pero la mayoría del relleno proviene de los tallos y otros desechos de la hoja. Dichos rellenos, como hemos visto, son mezclados con agua, aromatizantes y otros aditivos. Algunas marcas tienen más relleno que otras siendo el cigarrillo menos denso cuanto más relleno contiene (en estos casos es menor la cantidad de nicotina desprendida).
Papel
El tipo de papel usado como cilindro del cigarrillo tiene efectos en la fuerza del mismo. Cuanto más poroso es el papel, más aire permite pasar para la combustión del cigarrillo, lo que diluye en mayor medida el humo. Este hecho también influye en la disminución de las cantidades de alquitrán y nicotina que son inhaladas.
Filtro
Los filtros, hechos de acetato de celulosa, retienen parte del alquitrán y del humo antes de que éstos lleguen a los pulmones del fumador. Asimismo, también enfrían el humo y lo hacen más fácilmente inhalable. Los cigarrillos con filtro y bajos en alquitrán (con agujeros de ventilación en los laterales de los filtros) fueron desarrollados por la industria tabaquera con el objetivo de proteger la salud de los fumadores.
Nuevamente las tabaqueras mienten y las evidencias sugieren que los cigarrillos bajos en alquitrán no implican que el fumador inhale dosis más bajas de nicotina. Parece que los fumadores “compensan” dicho efecto de dilución de la nicotina mediante la inhalación más profunda o frecuente del humo.
Las últimas prácticas de las tabaqueras se encaminan a mejorar un sistema de micro-agujeros perforados en la zona del cigarro cercana al filtro. A través de estos agujeros cierta parte del humo quedaría liberado antes de ser inhalado por el fumador.
Para poder apreciar los micro-agujeros de un cigarro se puede hacer la prueba que explica la foto del lateral: si se coloca el cigarro al revés en la boca y se tapa el filtro con el dedo, al soplar, el humo se empezará a liberar por los micro-agujeros perforados a lo largo del cilindro de papel. Rogamos mucha precaución si se quiere realizar este experimento.
La realidad en ningún caso es reducir el nivel de humo que inhala el fumador. Ponemos de manifiesto el verdadero motivo por el que se han diseñado los filtros con micro-agujeros de ventilación (completamente imperceptibles al ojo humano): al encontrarse cerca del filtro, gran parte de los agujeros son tapados por los dedos del fumador al sujetar el cigarrillo cuando da una calada, ello implica que éste inhale una dosis mucho mayor de las sustancias tóxicas del tabaco (pues los dedos impiden que ese humo salga por los agujeros).
Mientras tanto, en las máquinas que certifican los niveles de toxicidad de un cigarro, éste se coloca de tal forma que se dejan al descubierto la totalidad de los agujeros, liberando mucho más humo por éstos, que no queda registrado por la máquina. Es decir, el humo que fuma una persona es mucho mayor que el que registra la máquina de control de tóxicos de un cigarro, con lo que los datos que se especifican en las cajetillas son falseados de esta manera por la industria tabacalera. Así, finalmente, el fumador queda expuesto a niveles mucho mayores de todas las sustancias cancerígenas que fuma.
Nuevamente las tabaqueras mienten y las evidencias sugieren que los cigarrillos bajos en alquitrán no implican que el fumador inhale dosis más bajas de nicotina. Parece que los fumadores “compensan” dicho efecto de dilución de la nicotina mediante la inhalación más profunda o frecuente del humo.
Las últimas prácticas de las tabaqueras se encaminan a mejorar un sistema de micro-agujeros perforados en la zona del cigarro cercana al filtro. A través de estos agujeros cierta parte del humo quedaría liberado antes de ser inhalado por el fumador.
Para poder apreciar los micro-agujeros de un cigarro se puede hacer la prueba que explica la foto del lateral: si se coloca el cigarro al revés en la boca y se tapa el filtro con el dedo, al soplar, el humo se empezará a liberar por los micro-agujeros perforados a lo largo del cilindro de papel. Rogamos mucha precaución si se quiere realizar este experimento.
La realidad en ningún caso es reducir el nivel de humo que inhala el fumador. Ponemos de manifiesto el verdadero motivo por el que se han diseñado los filtros con micro-agujeros de ventilación (completamente imperceptibles al ojo humano): al encontrarse cerca del filtro, gran parte de los agujeros son tapados por los dedos del fumador al sujetar el cigarrillo cuando da una calada, ello implica que éste inhale una dosis mucho mayor de las sustancias tóxicas del tabaco (pues los dedos impiden que ese humo salga por los agujeros).
Mientras tanto, en las máquinas que certifican los niveles de toxicidad de un cigarro, éste se coloca de tal forma que se dejan al descubierto la totalidad de los agujeros, liberando mucho más humo por éstos, que no queda registrado por la máquina. Es decir, el humo que fuma una persona es mucho mayor que el que registra la máquina de control de tóxicos de un cigarro, con lo que los datos que se especifican en las cajetillas son falseados de esta manera por la industria tabacalera. Así, finalmente, el fumador queda expuesto a niveles mucho mayores de todas las sustancias cancerígenas que fuma.