Posted: 10 Jan 2011 04:38 AM PST Andaba ya en la redacción de este artículo, en parte debido a mi próxima participación en el I Congreso de Telecentros sobre el tema, cuando me llegaba esto:
Datos, creo que preocupantes y que confirman uno de los temas que os quería plantear, el del llamado“Feminismo Iluminado”. Término adaptado del de Sut Jhally, “racismo iluminado”, se refiere a una nueva forma de machismo que acepta y celebra los logros de la mujer aparentemente, pero que en la realidad repudia el feminismo, negando su rebeldía y manteniendo a la mujer “en su sitio”. Lo adapta Susan Douglas, que nos previene: debemos evitar las fantasías de poder que los medios vienen generando desde hace tiempo. Dicho en otras palabras, de sociedad igualitaria, todavía, nada de nada. Los medios transmiten una imagen de falsa igualdad que nadie, realmente, se termina de creer. La realidad, es bien distinta, como reflejan varios estudios. Especialmente interesante me resulta un estudio en Communicate Science, que hace evidente lo que muchos/as imaginamos: la desigualdad en la valoración del trabajo según provenga de hombres o mujeres. Emulan la valoración entre pares de varias “lectures” con similares argumentos y concluyen que aunque las mujeres tendían a valorarse mejor entre sí, los hombres recibían, en general, valoraciones más altas. La realidad parece, así, confirmar el origen del problema: el ser humano es altamente sensible a la injusticia y cuando la mujer se da cuenta, pronto, de que la igualdad que supone no es tal se inhibe en cuanto a producción cultural, presencia en puestos de poder o investigación científica. La excusa es a menudo la conciliación de la vida familiar y profesional, autoconfirmando diferencia y generando un círculo vicioso difícil de parar(numerosas entrevistas a directivas confirman lo evidente, que no resulta en absoluto imposible compaginar el hecho de tener hijos con el trabajo) Decía hace ya unos años, en los primeros artículos en el blog sobre el tema, que una de las cosas que valoro positivamente de la evolución social, a la que ha contribuido en mucho la nueva Sociedad conectada, es la progresiva desaparición de ciertas características de género. Lo planteaba ya en otros términos, tanto en una primera aproximación a la identidad digital, Cyborgs en las ramblas, como en un artículo que fue curiosa portada de la desaparecida revista Soitu el día de la mujer, La mujer y las nuevas tecnologías, así que no me sorprendía leer a Daniel Pink en el mismo sentido. El autor afirma en The Whole new mind que debemos reinvindicar el uso del hemisferio derecho de nuestros cerebros para la humanidad, que la evolución que describimos a menudo hacia la sociedad creativa (de la que también hablaba Richard Florida) derivará en un ser humano más completo, menos determinado por características tradicionalmente vinculadas a hombres o mujeres, superando, hombres y mujeres, limitaciones de género. Sigo pensando que está en lo cierto, pero que sobran, en este tipo de planteamientos, alusiones de género. Dicho en otras palabras, que asociamos determinadas características a uno u otro sexo, suponiendo que se trata de algo neurológico, neuroestructural, indiscutible, sin demasiadas evidencias al respecto. Descubría en Context an Variation, “Delusions of Gender” un interesante libro en el que Cordelia Fine desmiente el mito de la preferencia, la lateralidad cerebral y la idea de que la mujeres dominan de forma innata las relaciones, la empatía, el lenguaje, mientras que los hombres demuestran una ejecución superior en cuestión de destrezas espaciales, lógica abstracta, etc… Los argumentos para explicar la desigualdad de género van, históricamente, desde la “delicadeza de las fibras del cerebro” en las mujeres, a las dimensiones más pequeñas del cerebro de las mismas. Estudios posteriores, más fundados, atribuyen a la testosterona la afectación durante el desarrollo fetal del tamaño relativo de los hemisferios cerebrales, así como del tamaño del cuerpo calloso que los conecta, supuestamente mayor en la mujer. Uno de los estudios más recientes y citados al respecto es el de Connellan, J. (2000), que reafirma el carácter biológico, innato, de las diferencias. Pues bien, la realidad, comentada en el libro de Cordelia, es que no existe evidencia científica, ni acerca de diferencias en el tamaño cerebral de los neonatos ni en ninguna de las restantes afirmaciones. Quizás sí hay alguna diferencia observable en ratas, pero de ahí a interpretar comportamientos, capacidades o habilidades distintas, va todo un mundo. Por contra, lo que sí parece es que se auto-cumple, como decimos los/as psicólogos/as, la profecía que todos estos mitos transmiten, que varían las expectativas de logro en determinadas actividades y para uno u otro género. La realidad, dicho en otras palabras, es que las niñas nacen en un mundo en que el sexo es una de las divisiones sociales más obvias e importantes, reforzada de forma precoz y continua a través de identificadores de género diversos. Los estudios demuestran, de hecho, que los padres tienden a ver a las niñas más femeninas y a los niños más masculinos de lo que realmente son por naturaleza, reforzando con la la forma de tratarlos cualquiera de los dos extremos. Madres que cuentan sus problemas sentimentales a las hijas y no a los hijos son buenos ejemplos de ello. El tema es tan potente que incluso si la familia es sensible a este tema e intenta no cometer este tipo de errore,s fracasa cuando, a los 2 años, el niño empieza a desarrollar un sentido de tribu, de necesidad de pertenecer a un grupo, que le lleva a adoptar comportamientos y actitudes del mismo, perpetuando el problema. En fin…. que creo que los primeros interesados en eliminar estereotipos y concepciones limitantes del ser humano deberían ser los hombres, sobre todo si hacen caso a los pronósticos apocalípticos que resumen en The Atlantic sobre el futuro fin de sus monopolios en los centros de poder. Describen en ese artículo un estudio que en 2008 intentó cuantificar el efecto de un estilo de management más “femenino”: Los investigadores de la Columbia Business School y la Universidad de Maryland analizaba datos de 1500 compañías estadounidenses para detectar posibles relaciones entre éxito y participación de mujeres en la dirección. En general las empresas más efectivas tenían mujeres como directivas, más en el caso de que tuvieran entre sus objetivos la innovación. Creo que es mejor, para todos y todas, formular la cuestión como la necesidad de desarrollar habilidades, actitudes propias del hemisferio derecho de nuestros cerebros, sin necesidad de vincular ningún tipo de preferencia a factores genéticos, ni de mencionar ningún tipo de cuestión de género. Creatividad, colaboración, innovación pero sobre todo Igualdad en Internet Dicho en otros términos, la creatividad y la colaboración, capacidades altamente vinculadas a lo que el hemisferio derecho de nuestros cerebros, de hombres y de mujeres, es capaz de hacer, son importantes en la economía, la sociedad, el desarrollo general del planeta en el futuro. E Internet, si educamos de forma amplia acerca de sus posibilidades, es un lugar especialmente adecuado para desarrollar todos estos aspectos, pero sobre todo, como defenderé en la mesa que os comentaba, para avanzar hacia una igualdad real. La personalización que propicia, la relajación de los controles sociales en la red, tienden a eliminar las cuestiones de género: aquí son muchas más que dos, se convierten en infinitas las tribus de las que se puede formar parte, las que pueden ayudar a conformar una identidad también infinitamente más rica. Dicho de otro modo, gracias a la diversidad, la larga cola de intereses que pueden ser satisfechos en internet, creo que también se diluyen las diferencias de género. En otras palabras, también en este sentido la red nos empodera: aquí se puede ser hombre, mujer, o cualquier variación en el contínuo que va de uno a otro constructo, de forma totalmente independiente de una biología a la que quizás llevemos años sobreestimando. Al final, quizás unos y otras nos demos cuenta de que no era un tema tan importante, que éramos mucho más que eso. Y esa será la igualdad de verdad. Investigación Connellan, J. (2000). Sex differences in human neonatal social perception Infant Behavior and Development, 23 (1), 113-118 DOI: 10.1016/S0163-6383(00)00032-1 Bug, A. (2010) Swimming against the unseen tide. Consultado 6/1/2011, http://physicsworld.com/cws/article/indepth/43308 |
lunes, 10 de enero de 2011
Ni menos mujeres, ni menos hombres: más grandes
Mass Animal Deaths: An Environmental Whodunit
Mass Animal Deaths: An Environmental Whodunit
Liz Condo/The Advocate, via Associated Press
Hundreds of dead birds lay along the side of a Louisiana highway on Monday, about 300 miles south of Beebe, Ark., where thousands of blackbirds fell from the sky three days earlier.
By JAMES GORMAN
Published: January 8, 2011
When 5,000 red-winged blackbirds fell dead on New Year’s Eve in Arkansas, and 500 more in Louisiana, many people immediately looked for a villain. There was speculation about military tests and pesticides, and a lot of wondering whether the bird deaths and other incidents, including the mass deaths of fish, were linked.
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Even very plausible explanations did not allay the suspicion that something sinister must be going on. Why? Because we’re human. Our minds have evolved to look for patterns, and causative agents. In fact, some thinkers argue that this turn of mind, which evolved as a survival mechanism, ended up predisposing humans to believe in a deity, because when we can’t find a natural cause for an apparent pattern or event, we posit a supernatural one. Certainly it predisposed us to look for an interesting culprit for the bird die-offs.
One of the writers to suggest how we ended up this way is Michael Shermer, the founding publisher of Skeptic magazine and a Scientific American columnist, who uses a common scenario to explain why we believe in things that may not be there — hominids on the savannah hearing a rustling in the tall grass. The one who thinks, “It’s a lion!” and escapes quickly survives to propagate her genes, thus fostering a kind of protective alarmism in her descendants. Another might think, “There’s always some kind of rustling in the tall grass, it’s probably the wind,” and keep on grooming. If he guesses wrong, the downside is being eaten by the lion. Thus, no offspring and no propagation of the “don’t worry, be happy” genes.
Of course, people have both modes of thought, perhaps because rustling is usually caused by the wind, and the hominid who is too alarmist is always running away from nothing and probably too exhausted and too anxiety-ridden to mate. So there’s room for both the wind and the lion in human minds.
Clearly, however, lion-think prevails, because wind-think is so unsatisfying. Mundane and probably correct explanations for events like birds falling from the sky leave us emotionally unconvinced and yearning for something more.
What really did in the birds?
Melanie Driscoll, a biologist and director of bird conservation for the Gulf of Mexico and Mississippi Flyway for the National Audubon Society, said preliminary tests showed no evidence of viral or bacterial disease, toxins or poisons, but there were reasonable explanations.
“In Arkansas, we have eyewitness accounts that professional-grade fireworks were set off in a town near a known blackbird roost,” she said, “and that birds flushed from the roost and flew in a single direction at lower levels than they would normally fly. We know that they cannot see well in the dark and we know they were seen crashing into buildings and cars and poles. Necropsies show blunt force trauma to brain and breast.”
As for the hundreds of red-winged blackbirds found dead in Pointe Coupee Parish, La., a few hundred miles from the Arkansas die-off site, they were found along rural roads under power lines, which are thin and difficult to see at night. The theory is that those birds were also spooked by holiday fireworks, and ran into the lines.
It’s worth keeping in mind just how many birds there are when thinking about so-called mass die-offs. “Five billion birds die in the U.S. every year,” Ms. Driscoll said, “so statistically some have to die at the same time.” The population of red-winged blackbirds is more than 200 million, she said, and they fly in flocks of 100,000 to 2 million. “So 5,000 sounds like a lot of birds, but really it is a relative number.”
All of this makes sense, and yet leaves us craving something more. We hear the numbers. We recognize the rationality of Ms. Driscoll’s explanation and yet, some of us think, birds falling from the sky? There must be something else going on.
Me, I’m betting on zombies. Has anyone checked to see if any dead birds are coming back to life? It may sound silly, but imagine the downside of missing the first signs of a zombie epidemic. Human beings would become walking bird feeders for the beaked undead.
Not a pretty thought. Not a possibility to ignore, if you have a lion turn of mind.
Of course, it’s probably just the wind.
Leslie Kaufman contributed reporting.
A version of this article appeared in print on January 9, 2011, on page WK2 of the New York edition.
Los amigos de mis amigos son mis amigos
Los amigos de mis amigos son mis amigos
Publicado por Javier M. Buldú el 9 Enero, 2011
Desde la perspectiva de un científico, el análisis del comportamiento humano puede ser uno de los problemas más desesperantes como materia de estudio, ¿por qué nos comportamos de una determinada manera? ¿cuándo cambiamos de opinión? ¿cómo influyen otras personas en nuestra toma de decisiones? Una de las posibles respuestas sería “cada uno es como es”, es decir, poco podemos hacer por cambiar el comportamiento o parecer de una determinada persona. Sin embargo, el problema puede volverse mucho más sencillo simplemente con… complicarlo un poco!
A pesar de la heterogeneidad de comportamientos de los seres humanos, estos actúan siguiendo patrones muy parecidos cuando se les coloca dentro de una red de interacción con otros individuos. El estudio de las redes sociales, desde el punto de vista de cómo la estructura de la red puede influenciar en el comportamiento de las personas, lleva más de un siglo cautivando el interés de sociólogos, psicólogos y antropólogos [1], y más recientemente de matemáticos y físicos. Hemos hablado ya en este blog de los trabajos de Stanley Milgram mostrando la propiedad de “pequeño mundo” en las redes sociales [2], la cual hace que estemos a muy pocos pasos de individuos que en principio nos podrían parecer muy alejados tanto socialmente como físicamente. Resulta también curioso observar como en muchos casos incluso relaciones de baja intensidad con otros individuos pueden influenciarnos enormemente. En este aspecto, Mark Granovetter fue uno de los pioneros en estudiar la importancia de los“enlaces débiles” [3], sorprendido por la cantidad de personas que decían haber encontrado trabajo mediante un simple conocido.
Pero en la entrada de hoy me gustaría resaltar un trabajo publicado recientemente en la revista Science sobre como se difunde por una red social una determinada idea o comportamiento [4]. En este artículo Damon Centola construye una comunidad de usuarios de internet con intereses sobre temas de salud. La particularidad de este trabajo es que cada usuario puede ver la actividad y opiniones de unos pocos miembros de la red, los cuales son elegidos directamente por el autor del trabajo, configurando así redes de distintas topologías (small-world o alto clustering). Los resultados son sorprendentes, contrariamente a lo que se pensaba, la existencia de conexiones a larga distancia no fomenta la propagación de información en la red. Sin embargo, el clustering resulta ser fundamental. Este termino (clustering) mide la densidad local de las conexiones analizando si los vecinos de un determinado individuo son también vecinos entre sí. De esta manera, si en nuestra red de amistades, éstas son a su vez amig@s entre ellos, tendremos un clustering alto. Centola observa en sus experimentos que es mucho más fácil transmitir una idea o un cambio de comportamiento en redes con alto clustering, y explica que es debido a la realimentación que se produce en este tipo de estructuras. Si lo pensamos, resulta bastante razonable: si un amigo nos intenta convencer sobre un determinado asunto, puede que le hagamos caso (o no), pero si ya son dos, la probabilidad de convencernos es mucho más alta. Curiosamente, uno de los resultados del artículo es que es precisamentedos el número de interacciones óptimas para cambiar un determinado comportamiento, es decir, en caso de recibir muchos mas inputs, éstos ya no tendrán la eficacia de los dos primeros, ¿realmente somos tan previsibles? Lean el artículo de Centola.
[1] L. Freeman, The Development of Social Network Analysis. Vancouver: Empirical Press (2006).
[2] S. Milgram, “The Small World Problem”, Psychology Today, 1, 60 – 67 (1967).
[3] M. Granovetter, “The strength of the weak ties”, American JOrunal of Sociology, 78, 1360-1380 (1973).
[4] D. Centola, “The spread of Behavior in an Online Social Network Experiment”, Science, 329(5996), 1194-1197 (2010).
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