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Mejor aún, la tasa puede ser de hasta un 87% de mejora (de una remisión completa del cáncer del 25,7% al 48,2%) en los triple negativos, los que, por carecer de marcadores específicos (por eso son negativos) tienen peor pronóstico y representan la mayoría de los fallecimientos por esta patología. La remisión del tumor está directamente vinculada con la supervivencia, aunque no sea exactamente equiparable a una curación (en oncología este término se rehúye y se opta por el más neutro de supervivencia a cinco años, ya que no se puede descartar una recidiva).
El cambio consiste en añadir un coadyuvante (una molécula que potencia su efecto) al paclitaxel (Taxol de nombre comercial), uno de los quimioterápicos más utilizados. El resultado es el llamado nab-paclitaxel de Celgene. Se trata de formar nanomoléculas uniendo albúmina al paclitaxel. Con esta combinación se consigue dirigir más precisamente el fármaco a las células tumorales, lo que, además, permite aumentar la dosis. El nab-paclitaxel ya se usa en tumores de mama metastásicos. Ahora, la novedad consiste en usarlo en los cánceres primarios (que aún no se han extendido), con la ventaja de los mejores resultados. También se han visto buenos resultados en otros cánceres, como el de páncreas. Como es habitual en estos fármacos tecnológicamente avanzados, uno de los problemas importantes es su precio. El vial cuesta más de 300 euros, según el Vademécum español, mientras que en del paclitaxel sin coadyuvante cuesta poco más de 60. Por ejemplo, la agencia de calidad británica NICE decidió en septiembre de este año que su uso no estaba justificado en cánceres de páncreas metastásicos por el balance entre precio y beneficios obtenidos. Autor: Emilio de Benito |
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