Así lo ha defendido Lluís Font, secretario de Políticas Educativas del Departament d'Ensenyament de la Generalitat de Catalunya, en la tercera jornada de la XXVI Semana Monográfica de la Educación que Fundación Santillana dedica este año a los retos docentes planteados por la sociedad digital. "La tecnología tiene que ser propedéutica e instrumental, no está justificada si no logra un objetivo educativo aunque aporte motivación a los alumnos", advierte Font. "La escuela no requiere una googlelización, sino herramientas innovadoras que complementen a las tradicionales", ha añadido. El secretario de Políticas Educativas de la Generalitat catalana se suma a la postura crítica que expone Finkielkraut Alain, profesor de filosofía de la École polytechnique, en Internet: el éxtasis inquietante. La obra cuestiona la utilidad de las TIC para mejorar el rendimiento escolar de los alumnos, que tienden a distraerse con el formato, más allá de los contenidos.
Font considera que tecnología puede dar buenos resultados en las aulas si se matiza la propuesta a las necesidades de cada centro. Propone que los colegios e institutos puedan escoger el presupuesto que quieren invertir en digitalizarse y que dependa de ellos la decisión de aplicar filtros en los ordenadores o dejar a los alumnos libertad en el uso de la Red. "La alfabetización digital puede contribuir a democratizar aún más la educación y a alimentar la inteligencia colectiva, pero la sociedad necesita tiempo para digerir este paso. Si apresuramos el cambio de paradigma sin marcar una hoja de ruta clara podemos distorsionarlo y permitir que nos devore la industria", cita en referencia crítica al consumo masivo de nuevas tecnologías. "El modelo deseable es el que combina el libro tradicional con recursos digitales. Leer sigue siendo la base de la adquisición de conocimiento", opina el secretario de Políticas Educativas del Departament d'Ensenyament de la Generalitat de Catalunya.
Ferran Ruiz, presidente del Consejo Escolar de Cataluña ha puesto en duda que las TIC condicionen en exclusiva el futuro de la educación: "La calidad de la enseñanza se basa más en las sinergias del profesorado que en su virtuosismo. Si nos centramos en la utilización de recursos digitales sin una buena guía del tutor, vamos camino de la perdición".
Ruiz ha expuesto distintos escenarios para la escuela futura que van desde un sistema fuertemente institucionalizados y en recesión donde la falta de financiación ancle al claustro en anclarse en 'lo de siempre' a otro integrado por colegios privados mercantilizados que condicionen sus elecciones a la rentabilidad y su posicionamiento en rankings de competitividad. "No está claro que va a pasar, por eso hay que mantener una actitud crítica y vigilante", concluye.
Marta Codina y Laura Mateo, directora y coordinadora de Bachillerato del Instituto Guillem Catà de Manresa (Barcelona), han obviado las predicciones para narrar la experiencia actual de su centro, que se encuentra en un barrio de la periferia de Manresa y cuenta con un 36% de alumnado inmigrante, con una situación socioeconómica media-baja. El instituto se salta los tópicos y cuenta con pizarras digitales, ordenadores y proyectores en el 90% de las aulas. Los profesores llevan elaborando materiales digitales de creación propia desde 2007 y utilizan software libre para potenciar las buenas prácticas informáticas. "Al principio había reticencias por parte del profesorado, no porque no se sintieran capaces de adaptarse o porque no les faltara motivación. Tenían dudas sobre cómo controlar que los chicos accedieran a páginas inadecuadas o si darían un buen uso a los materiales. También los padres nos preguntaban cómo podían ayudar a su hijo a hacer los deberes sin conocer el funcionamiento del libro digital", recuerda Codina. En Guillem Catà se rigen por el Programa EduCAT 1x1 que está basado en el modelo un ordenador por alumno. Eso les permite una mayor autonomía del estudiante en el uso de las TIC y que pueda llevárselo a casa para continuar trabajando con él. Sin embargo, su acogida es más bien tibia en el entorno escolar, porque para justificar la inversión sería necesario acreditar un uso intensivo que, hoy por hoy, no parece exigirse en la enseñanza primaria y secundaria, pero que va extendiéndose con rapidez en el sector universitario. La crisis también ha ralentizado el programa de este centro de Manresa y los alumnos de 1º de ESO tienen que conformarse con que la digitalización la lidere el profesor con un ordenador y una pizarra digital por aula. "No hay recetas mágicas, pero tampoco sería bueno negarse este sinfín de posibilidades", ha concluido Mateo.
Autor: Aurora Muñoz
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