El caparazón: Desmontando los mitos de la multitarea |
Posted: 04 Apr 2011 12:11 PM PDT Me llamaba la atención este fin de semana un artículo en Psychology Today acerca de lo que llaman, como lo hemos hecho aquí anteriormente, el “mito” de la multitarea. Parecen multitarea los adolescentes, dicen que las mujeres e incluso, las personas conectadas nos enorgullecemos a veces de serlo: hablamos por móvil, enviamos un mail, leemos una carta y tomamos notas, todo al mismo tiempo, o eso creemos. ¿Por qué realizamos varias tareas a la vez? ¿Cómo podemos lograr hacer tantas tareas? Nos creemos modelos de productividad y eficiencia por conseguir hacer tanto y encima a la vez…pero existe un problema: la multitarea es un mito, surgido según los autores, en la era industrial para que la gente estresada se sintiera productiva y eficiente. Entender la multitarea La multitarea implica participar en dos tareas al mismo tiempo. Y eso solo es posible si se cumplen dos condiciones: 1) al menos una de las tareas está tan bien aprendida que es automática, es decir, no requiere atención o pensamiento para desempeñarla (por ejemplo, caminar o comer) y, 2) ambas requieren diferentes tipos de procesamiento cerebral. Por ejemplo, podemos leer eficazmente mientras escuchamos música clásica, porque la comprensión de lectura y la música instrumental se procesan en diferentes partes del cerebro. Sin embargo, la capacidad de retener información durante la lectura disminuye al escuchar música con letra porque ambas tareas requieren la activación del mismo centro del lenguaje. Tareas en serie Lo que llamamos multitarea son en realidad tareas en serie. En lugar de realizar tareas simultáneas, lo que hacemos es pasar de una tarea a otra, en rápida sucesión. Por ejemplo, cambiamos de la conversación telefónica a un documento en la pantalla y de ahí a un mail, y creemos que lo hacemos al mismo tiempo, pero no es así. Investigación Ni siquiera, además, somos más eficientes si trabajamos así: una investigación publicada en la web de la American Psychological Association (APA) concluye que la multitarea no mejora la calidad de lo que trabajamos. De hecho, cuando pasamos el enfoque de una tarea a otra, la transición no es ni rápida ni suave. En cambio, hay un lapso de tiempo durante el cual el cerebro tiene que acomodarse, un cambio que, aunque lo sentimos instantáneo, lleva tiempo. De hecho, el tiempo total es 40% que si nos centramos en una sola tarea compleja. Un artículo reciente publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) por tres investigadores de la Universidad de Stanford ofrece quizás el resultado más sorprendente: los que se consideran grandes “multitaskers”, de hecho, son los peores. Los que se calificaron como “multitaskerintensivos” cometieron más errores, podían recordar menos elementos y necesitaron más tiempo para completar una serie de tareas análogas que los que se autocalificaron como multitaskers ocasionales. El coautor del estudio de PNAS, Clifford Nass, lo interpreta del siguiente modo: “El descubrimiento sorprendente de esta investigación está en que el multitasker frecuente hace mal todo lo que sería necesario para la multitarea.” Nass llegó a la conclusión de que esta diferencia parece deberse a la incapacidad de obviar la información pasada, que ya no es pertinente, de la tarea anterior. Aunque el estudio presenta problemas de generalización, siendo válido con población universitaria pero estando sin probar en población general, otra investigación que se describe en un artículo de Wired y que implica actividades normales, ha informado que los niños obtienen peores resultados en sus tareas si al mismo tiempo ven la televisión; y los empleados muestran una mayor productividad cuando no comprueban su correo electrónico con frecuencia. Así que también parece que existe considerable evidencia fuera del laboratorio. Además Nass reconoce la posibilidad de que futuras pruebas de cognición superiores descubran los beneficios de la multitarea (aquí publicamos algunas evidencias sobre sus beneficios), en coherencia con algunas evidencias recientes de que nuestros cerebros podrían estar evolucionando, adaptándose a la abundancia informativa que vivimos. * Ha colaborado en la redacción del artículo: Gabriela Fretes Torruella. Imagen: By guadalinex (http://www.guadalinex.org/) |
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