lunes, 27 de diciembre de 2010

Biblioteca, aprendizaje y acceso a la información en medio del temporal tecnológico

Biblioteca, aprendizaje y acceso a la información en medio del temporal tecnológico

Algunas de las repercusiones de las innovaciones tecnológicas en bibliotecas son explícitas y bien conocidas, otras en cambio provocan cambios muy sutiles, y a veces muy difícilmente percibidos, pero no por ello menos importantes.
Es bien sabido que la innovación tecnológica requiere de grandes ajustes en las organizaciones y en las empresas. Aunque los servicios públicos, donde se enmarcan las bibliotecas, amortiguan en cierta medida estos ajustes, estaríamos de acuerdo en que, en la historia de las bibliotecas, hay un antes y un después de acontecimientos tales como la aparición de internet, de los móviles o de las herramientas 2.0.
Y ahora estamos expectantes ante otros grandes cambios, por ejemplo los vaticinados por la aparición del e-book. Sabemos que nos tocará cambiar permanentemente, aunque no sepamos muy bien hacia dónde hemos de fijar el rumbo ni la intensidad de los cambios por llegar.
Lo cierto es que hasta la fecha todos los avances tecnológicos lo han sido en una dirección: arrebatar a las bibliotecas sus monopolios (y lo digo en plural). Durante siglos las bibliotecas, y los celosos bibliotecarios, guardaban todo el acervo cultural de la humanidad entre paredes, depósitos y compactos y entre lenguaje encriptado del que hoy, tristemente, aún no nos hemos deshecho totalmente. Fue realmente una heroica y entrañable labor para la humanidad.
Pero en el otro lado de la balanza tenemos el recuerdo de lo tortuoso que significaba acceder a la más mínima información que necesitábamos. Hasta la década de los noventa, en que internet y los móviles hicieron trizas el paradigma de nuestro mundo (y casi sin enterarnos de lo magno del cambio), el vivir en una gran ciudad o en un pueblo pequeño era decisivo para poder acceder o no a una información necesaria y era vital para el futuro de una persona, para su educación y cultura.
Sucesivos monopolios bibliotecarios han caído bajo el peso de las innovaciones tecnológicas: el de lugar de almacenaje de la información y de la cultura (sustituido por repositorios digitales en libre acceso), el de acceso a la información (sustituido por esta vasta red de información que es internet), el de orientación y apoyo al usuario (sustituido por las redes sociales y espacios virtuales de intercambio de información), etc.
Las bibliotecas han cambiado “por reacción”. Cambian sobre todo porque se transforman los hábitos de los ciudadanos, la forma en que se accede a la información y la forma de aprender de las personas. Entender las transformaciones habidas en estos dos ámbitos (acceso a la información y educación) es vital para entender la transformación de las bibliotecas.
Hasta hace pocos años, la etapa de educación de las personas estaba separada de la etapa laboral, constituía un período muy delimitado de aprendizaje formal que se complementaba posteriormente con algunos cursos de actualización. Hoy en día el “aprendizaje a lo largo de la vida”, forma ya parte de nuestra cotidianeidad, y casi sin darnos cuenta.
Aprendemos diariamente y en muchas ocasiones de forma casi imperceptible. Y se aprende diferente: entreteniéndose virtualmente en “conversaciones” laterales, chateando, hablando, compartiendo en redes sociales…etc. Se genera información informal que llega a ser más potente que la formal; así el autodidactismo va ganando terreno a la educación reglada y la información informal a la información “oficial”.
Y no es cierto que los jóvenes no aprendan. Por ejemplo: el estándar habitual de la mayor parte de los nativos digitales es el de mantener conversaciones con personas de todo el planeta casi a diario, con todo lo que ello conlleva de formación, de cultura y de apertura de nuevos horizontes.
Ciertamente no aprenden lo mismo que aprendimos nosotros, ni aprenden de la misma forma. No tienen porqué. Porque les esperan nuevos retos, con nuevos hábitos y nuevas habilidades. Si situamos a un joven de 18 años de la década de los 70 al lado de un joven de 18 años de 2010, podríamos comparar el grado de formación de uno con otro. Y creo que nos quedaríamos gratamente sorprendidos y quizás asombrados de tener que aceptar que no es cierto que los jóvenes que aprenden ahora lo hagan peor. Diferente sí, pero no peor.
Lo cierto es que el aprendizaje, la relación profesor-alumno y la forma en que las instituciones académicas entienden la docencia y el aprendizaje ha dado un salto enorme en la actualidad . Y ahí está el Espacio Europeo de Educación Superior (Eees) con todos los cambios que arrastra no únicamente para la función académica de las universidades, sino también para las bibliotecas universitarias.
Y también hay un cambio en la relación usuario- bibliotecario. Si hoy deseamos encontrar una buena lectura o saber cuál de los libros recomendados en una asignatura es el mejor, ya no hace falta ir a la biblioteca o pedir consejo a un bibliotecario. Simplemente podemos preguntar en Facebook o por Twitter y nuestros “amigos” nos van a dar una buena selección de lecturas o nos van a deleitar con una crítica muy personal e instantánea sobre cual es la bibliografía que mejor nos va a ayudar a preparar el examen.
Hemos de ser conscientes de que actualmente entre los usuarios circula mucha más información de la que ofrece la biblioteca y que ahora la comunidad “está conectada” entre sí. Y también hemos de asumir que la información y la valoración de libros, la crítica y la orientación circulan lateralmente y libremente entre usuarios.
Antes, la biblioteca era la protagonista del mundo de la información: seleccionaba libros, ofertaba servicios, información y orientación al usuario y mantenía intacto sus monopolios. Ahora tiene que compartir protagonismo y desarrollar nuevas funciones acorde con los tiempos que corren.
Y la biblioteca se transforma para responder a estos cambios y evitar convertirse en una institución obsoleta. Porque si la biblioteca no ofrece lo que los usuarios desean y como lo desean, ellos buscan, encuentran y utilizan nuevos entornos. Y ahora tienen la tecnología para ello. Un ejemplo es LibraryThing, uno de los entornos virtuales más utilizados por los buenos lectores.
Así, las bibliotecas públicas dejaron de ser espacios de almacenaje de información y cada vez más están dejando de ser también espacios de acceso a la información. En cambio, se están convirtiendo en espacios de aprendizaje y de sociabilización. Progresivamente, la alfabetización informacional y digital se va haciendo un hueco destacado en su programación.
Las bibliotecas universitarias también emprendieron hace años un nuevo rumbo con losCentros de Recursos para el Aprendizaje y la Información (Crai), esos nuevos entornos dinámicos que integran los servicios universitarios que dan apoyo a la docencia, al aprendizaje y a la investigación.
Sea como sea, parece que la biblioteca, por el momento, es un ser vivo, mutante; un verdadero superviviente en este temporal tecnológico que se lleva por delante a tantas organizaciones.

¿El año de las tabletas y los e-readers? Dispositivos de lectura para medios de comunicación

¿El año de las tabletas y los e-readers? Dispositivos de lectura para medios de comunicación

Una manera de acceder a la información en cualquier momento y lugar, con una buena definición; la posibilidad de llevar cargada una buena discoteca-biblioteca (o la posibilidad de acceder a ella) y no tener que preocuparnos por la batería…
¿Estamos cerca de un nuevo salto cualitativo en la manera en que nos relacionamos con la información digital o digitalizada?
¿Son las tabletas digitales ese paso adelante?
Entre 2008 y 2010 se ha producido una eclosión comercial de las pantallas digitales. Aunque, recordemos, no se trata de un nuevo dispositivo, sino de una mejora de los que ya existían. Tanto para leer como para leer y escribir, las tecnologías ya existían. En este período, en todo caso, se han mejorado y, sobre todo, hemos asistido a una campaña comercial, que probablemente será más decidida a lo largo de 2010.
Varios factores han influido en ello. Algunos novedosos, otros no tanto. Como concepto, el de la tableta no es sino la actualización de uno muy antiguo, de los tiempos de la antigua Roma: la tabulae (una tablilla cubierta de cera sobre la que se escribía con un punzón ostylus y después podía borrarse, extendiendo de nuevo la capa de cera), que a veces adoptaba la forma de dos páginas enfrentadas (diptychus).
Hoy la pantalla es digital y el punzón, un trozo de plástico que activa un reconocimiento de escritura o activa un teclado virtual. Nada que no utilizasen las agendas electrónicas o PDA, que han ido evolucionando hacia el Pocket PC.
Un diseño más avanzado, pero en el fondo lo mismo, son los Tablet PC, que se conocen desde hace unos años. Ambos han obtenido un éxito relativo. Si bien las PDA fueron en su día una herramienta bastante presente en el mercado; el precio elevado hizo que no fuesen un dispositivo absolutamente extendido y popular.
El tamaño de los ordenadores portátiles, su peso y su batería limitada –además de, durante años, su precio igualmente elevado- hicieron que tampoco haya sido hasta la bajada del coste –y de prestaciones, a la vez- y del tamaño de la pantalla un dispositivo omnipresente. Hoy lleva camino de serlo: el Netbook, merced a su precio (entre 200 y 400 euros, según los modelos) se ve por todas partes y, a pesar de su poca memoria, su disco duro limitado pero suficiente y su ausencia de disqueteras de DVD, se han convertido en una herramienta verdaderamente popular.
La duración de las baterías ha mejorado, y su tamaño y peso hacen que se pueda llevar en una mochila (los de bolsillo, que existen; por ejemplo, los Sony Vaio P Series, con una superficie de 8”) tienen una pantalla y un teclado tan pequeños que difícilmente pueden usarse para escribir o leer más que textos breves. Los Netbooks han demostrado que hay un gran mercado para ordenadores de prestaciones medianas, pero muy versátiles y, sobre todo, fácilmente transportables, con una pantalla con las dimensiones justas (ni tan pequeñas como las de una PDA, ni tan grandes como las de un laptop) que permita escribir, leer y ver contenidos audiovisuales.
No sólo para trabajar o estudiar, también para el entretenimiento, donde el audiovisual es líder. Y, por supuesto, con conexión Wifi, un recurso que está empezando a ser ubicuo y gratuito. Basta fijarse, en por ejemplo, el consumo de series de televisión, cómo una buena parte se produce no ya de forma síncrona a su emisión por la gran pantalla –cada vez más grande- sino mediante los archivos disponibles en internet.
En este panorama de convergencia de dispositivos y de aplicaciones, otro hito fue la comercialización, en los primeros años del nuevo siglo y milenio, del iPod, cuyo primer modelo se comercializó en octubre de 2001. En el fondo, no es sino un reproductor de archivos MP3, primero, y MP4 después, con un disco duro. Y un diseño elegante. El iPoddaba la posibilidad de llevar toda la música, una enorme discoteca, encima a todas horas.
Modelos posteriores permiten la reproducción de vídeo. Desde que Apple lanzó el iPod, es una estampa cotidiana ver a todo tipo de personas haciendo un uso intensivo de este aparato, o de otros similares. El iPod fue un punto de inflexión, al menos para Apple: su negocio principal dejó de ser la fabricación y venta de ordenadores de sobremesa o portátiles, y su reproductor de MP3/MP4 es el producto estrella. Hasta tal punto, que la compañía se lanzó a la venta de música por internet: en el portal iTunes.
El iPod ponía el acento, además del diseño, en el almacenaje, aun a costa de la calidad: un archivo MP3 o MP4 activa mecanismos de compresión y por tanto, aunque el peso de los archivos es sensiblemente menor, la calidad también lo es. De alguna manera, los dispositivos de papel electrónico, los E-readers quisieran ser el iPod de los libros1.
La pantalla del iPod se amplió (hasta ocupar prácticamente toda la superficie del aparato) y nació iPod Touch, todavía más claramente enfocado a la reproducción de vídeos. Y, con un diseño prácticamente igual, y en convergencia con el teléfono móvil (a su vez, cada vez menos un teléfono y más una cámara de fotos, grabadora de sonidos, reproductor de todo) nació el iPhone. Todo eso, y conectividad. Y miles de aplicaciones, aunque, por ejemplo, aún tenga dificultades, por cuestiones de licencias, para reproducir contenido hecho en Flash.
A principios de 2010, haciendo frente a los insistentes rumores que anunciaban el gran lanzamiento, a finales de enero, de un nuevo dispositivo (una tableta o, según parece que estaba ya registrado, una iSlate) de Apple, el presidente ejecutivo de MicrosoftSteve Ballmer, presentó algunos ordenadores tipo Tablet PC, pero sin teclado, entre ellos uno de la empresa HP2.
Se trata de dispositivos con pantalla convencional, sin la tecnología de tinta electrónica de la que sí disponen el Kindle de Amazon, el Sony eReader, el iRex Iliad (modelo más grande, con más prestaciones y más caro por el que se han decantado los pocos diarios europeos que experimentan con esta tecnología) y el resto de la oferta de e-readers.
Kindle, que sí dispone de un pequeño teclado incorporado, ha avanzado en su oferta, y en 2009 ha permitido su adquisición fuera de los Estados Unidos. Sólo en 2010 puede adquirirse a versión con pantalla más grande, el Kindle DX. En principio, Amazon se decidió por un sistema cerrado3, pero a finales de 2009 ha permitido que su aparato pueda también visualizar formatos abiertos, como el pdf. La misma política ha seguidoSony con el Reader Daily Edition: aparatos que dispongan de una pantalla cada vez más grande (el cebo es poder leer en él diarios, o dos páginas de libro enfrentadas), con posibilidad de tomar notas, pantalla táctil y una cierta conectividad. De momento, sólo cuatro diarios estadounidenses ofrecen su edición para este aparato: The Wall Street JournalLos Angeles TimesChicago Tribune y Financial Times.
La gran esperanza del 2010 es el iSlate (dominio reservado y muchos rumores, que seguramente ya se habrán hecho realidad cuando se lea este texto; según aventuraba Wall Street Journal4, comercializado en marzo de 2010). Circulan muchos prototipos por internet e incluso una prestigiosa y muy moderna revista –Wiredmuestra en un vídeocómo sería este dispositivo.
Una parte importante sería el vídeo: el dispositivo, según anunciaba Orange el 11 de enero de 2009, dispondría de una webcam en su pantalla de 10 u 11 pulgadas. En vez de una pantalla de tinta electrónica en blanco y negro5, una Oled a todo color podría ser la opción, según Wired6.
El concepto de una pantalla plana para leer, por ejemplo, información de actualidad -diarios en definitiva- no es nueva. Data de los años 90, y hay dos experiencias interesantes: una, que nunca se llegó a concretar, el flan panel de Roger Fidler, entonces en Knight Ridder, como puede verse en este vídeo7 de 1994.
Más bien pensaba en un dispositivo que sirviese para leer, escuchar y ver las noticias. Ediciones de pantalla más grande: diarios y revistas, un sector particularmente interesado en este tipo de dispositivos.
Y otra, de la que llegó a haber un prototipo, la NewsPad de El Periódico de Catalunya, desarrollada por un equipo conducido por Mario Santinoli.
Por el momento, los diarios han iniciado una timidísima expansión hacia los dispositivos de tinta digital; curiosamente, o tal vez no tanto, los que presentan un producto más estático, menos multimedia e interactivo, mucho más otra vez lo mismo que las ediciones en papel. New York Times lanzó una edición en el Kindle de la librería virtual Amazon en 2007.
La parte del león de los beneficios es para el distribuidor, incluso aunque no se llegue al 70%-30% de AmazonEl País y El Mundo (Juan Luis Cebrián confesaba que se había traído uno de Nueva York en mayo de 2009) han sido los primeros en España, en 2009.Diario de Navarra lanzó, también en 2009, una edición para el Rex iLiad.
Simultáneamente, se hizo un estudio en la Universidad de Navarra. “Los resultados de estas encuestas”, asegura el profesor Ramón Salaverría, “ponen de manifiesto una muy baja aceptación del nuevo soporte por parte de los individuos que formaron la muestra. Los dispositivos e-Reader fueron considerados insatisfactorios para la lectura de prensa, en comparación no sólo con otros dispositivos digitales más extendidos (ordenadores portátiles, agendas electrónicas y teléfonos de última generación), sino incluso en comparación del papel tradicional”8Ifra –organización que engloba a los editores de diarios- contempla la posibilidad de que en un futuro no muy lejano la prensa sea digital, y dice prepararse para ello.
De acuerdo con el estudio de Ifra, la mayoría de los editores, comenzando por Charles Lansu, de NRC Handelsblad, una de las empresas periodísticas europeas (holandesa, en este caso) pioneras en la investigación y la inversión en versiones de sus diarios para lectores de e-paper, no creen en los sistemas propietarios. Stig Nodqvist, encargado de la división de Ifra creada para el seguimiento de estas iniciativas, apostaba a mediados de 2009 por estándares. Aunque esté en su infancia, los editores de diarios siguen con atención las evoluciones de la industria y preparan en 2010 sendas conferencias sobre e-reading, a principios de septiembre en Tokio y un mes después en París.
Todo ello se acompaña de continuos anuncios –sin que se sepa a ciencia cierta cuál es la cuota de mercado que consiguen- de nuevos dispositivos. Al dispositivo en color ya presente en mercado japonés, el Flepia de Fujitsu9, se han añadido otros, como el deMedia Logic, aparecería con Plastic Logia. Otras compañías estudian crear sus propios dispositivos. Mientras, los usuarios dicen que todo es más de lo mismo. Hasta Sony lo asegura en el anuncio en la web de su último artilugio: “All the benefits of paper, without the weight and clutter”.
Uno de los últimos, es el de Plastic Logic: se trata de lo mismo, pero ampliado. Los periódicos, desde Fidler, confían en, por ejemplo, su interfaz. Así, como hoy los diarios en internet, el diseño de estas ediciones para e-readers recuerda mucho a los de los diarios o revistas impresos, con añadidos multimedia. Algunas de las fantasías de Fidler se han hecho realidad: por ejemplo, que la foto de una noticia sea, a la orden de un clic, un vídeo.
Multimedia e interactivo, así se definía en 1995-1996 el (entonces llamado) periodismo electrónico10. Y exactamente así se define el futuro de estas nuevas tabletas o slates. No porque sea una realidad sino porque, quince años después, ése es precisamente el gran reto: el desarrollo de la hipertextualidad, la multimedialidad –no meramente yuxtapuesta, sino integrada- y la interactividad. Hoy, empresas como Time Sports Illustrated siguen imaginando y elucubrando; ahí está el “Manhattan project”, “a Tablet magazine”.
Está hecho sobre un prototipo de tableta (o slate) de HP. Ya hubo otra época similar, en los 90, cuando lanzó Pathfinder11, (hoy “new-media and electronic publishing subsidiary of The Washington Post Company”)12 y, en cierto modo, es similar a lo que en 1994-1995 hicieron las revistas Time o Newsweek, ésta con aquellos CD denominados Newsweek Interactive.
Otras empresas preparan sus prototipos para esa anunciada tableta. Así, Bonnier R+D:“The concept aims to capture the essence of magazine reading, which people have been enjoying for decades: an engaging and unique reading experience in which high-quality writing and stunning imagery build up immersive stories13.
El paso que aún no se ha dado completamente es la presentación de contenido multimedia (¿es el vook un paso adelante o sólo otra idea que será rápidamente olvidada?14). Según eso, las empresas mejor preparadas serían aquellas que ya tienen redacciones integradas y personal polivalente, empresas que funcionan como grupos y tienen los derechos sobre las imágenes.
Frente a las expectativas de la prensa, el estudio mencionado de Salaverría plantea “muchas interrogantes con respecto a las expectativas pretendidamente halagüeñas que actualmente se multiplican en torno a las posibilidades de los e-readers como dispositivos de lectura del futuro para la prensa”.
De momento, han atraído escasa publicidad (al contrario que en el prototipo de Fidler, que pensaba en una dimensión más profunda para los anuncios y, sobre todo los clasificados; para éstos, han nacido sitios específicos como Craiglist). Y, si tan interesados están en estos dispositivos como solución a sus problemas, cómo es que –como dice Enric González en el artículo “Promociones”, del 3 de junio de 2009 en El País- ¿con todas las promociones que hacen, no han llevado a cabo en España todavía ninguna de estos dispositivos? “A uno le habría parecido más lógico que, por la vía de las promociones, se intentara difundir entre los lectores una maquinita como el Kindle u otro de los inventos que permiten leer prensa digital cómodamente, en cualquier sitio y sin cansar la vista (…).
Tal vez la prensa, en su natural optimismo, espera que se ocupen de eso las empresas televisivas”. La televisión, en cambio, no estaría interesada en un dispositivo que imita el papel, sino en una pantalla portátil que permita reproducir sus contenidos. Muy probablemente, como dice un artículo de Jack Shaffer15, las tabletas no salvarán el periodismo (impreso).
¿Nos hallamos frente a un cambio de modelo? No está claro. El 11 de septiembre de 2009,ElPaís.com pregunta a sus lectores/internautas si estarían dispuestos a pagar por “contenidos de calidad”. El 14 de septiembre de 2009 la encuesta indica que sólo el 12% de quienes han respondido estarían dispuestos a rascarse el bolsillo por esos contenidos. El 86% responde con un rotundo “no” a la pregunta.
Hoy, el mercado parece decantarse por modelos que no son de pago directo. La cultura de la propiedad –y de la necesidad de que la información llegue en un soporte físico- ha dado paso a la cultura del acceso. Empresas como Spotify se han dado cuenta: la gente no quiere tener muchos CD, quiere tener acceso a muchas canciones. Y está dispuesta a aceptar una cuota razonable de publicidad por disfrutar de ella. Sólo quienes quieran el servicio Premium, de pago, podrán permitirse el lujo detener la información sin el peaje de la publicidad.
Se trata del Tag cloud. Todo está en internet. ¿Para qué necesita uno un enorme disco duro en el propio ordenador, con decenas de programas que cada vez requieren más memoria, y archivos, si los puede depositar, encontrar y compartir en internet?
Las tendencias de años precedentes se consolidarán, probablemente, en 2010. En todo caso, lo que se anuncia es una convergencia de dispositivos y aplicaciones. Asistiremos a la irrupción en el mercado de dispositivos con pantallas táctiles y de un tamaño suficiente (nunca menos de 10”), sin teclado físico (sí virtual). Por un lado, dispositivos lectores de tinta electrónica: móviles, con mucha capacidad –y ampliable- de almacenamiento, cada vez más grandes (Kindle DX y Sony Newspaper), enfocados a la lectura de libros y diarios (¿están experimentando éstos en ediciones realmente adaptadas para estos dispositivos?).
Disponen de una gran ventaja: mucha batería y que se encienden –al contrario que los ordenadores equipados con Linux o Windows- con un sólo clic. No se ha insistido, en cambio, suficientemente en su calidad como dispositivo reproductor de imágenes y sonidos. No son capaces de reproducir vídeos y son dispositivos de función única, dedicados: meros lectores o reproductores. Entre los aspectos a mejorar, desde luego, la introducción del color.
Frente a estos dispositivos, las tabletas con pantalla luminosa: un ordenador con lo mejor del iPhone y el iPod Touch (reproductibilidad) y del Netbook, con una pantalla suficiente, bajo precio, alta conectividad, batería aceptable (extremo a mejorar) y multifunción. La pantalla luminosa, es cierto, cansa muchísimo más la vista que la tinta electrónica, que no emite vibraciones, es estable –se basa en bolas microscópicas que giran y componen una imagen-, pero se trataría de verdaderos ordenadores con capacidad no sólo de reproducir, sino de creación. La mayoría se anuncian, por ejemplo, con una webcam.
Otras tendencias parecen menores, como las dobles pantallas (¿como el antiguodyptichus?) ¿Se trataría de una mezcla de agenda y ordenador como el prototipo/rumor del Courier de Microsoft16?
Sea como sea, y como ha ocurrido en los últimos años, muchas veces los árboles no dejarán ver el bosque: ¿ofrecen los nuevos dispositivos productos y discursos realmente nuevos, nuevas formas de presentar la información, o son simplemente fuegos de artificio
Notas:
1. Las opiniones se dividen; unos, como el consultor italiano Roberto Casaleggio, dicen que “Kindle può diventare l’iPod dei libri elettronici” (Green Monkey, 16 de septiembre de 2008, accesible en:
http://www.casaleggio.it/media/MF-C-160908-F.pdf
Otras, como Nancy K. Herther, también en septiembre de 2008, opinaban que “ebook reader is not the future of Ebooks”. Disponible en:
http://findarticles.com/p/articles/mi_hb4328/is_200809/ai_n32293637/
3. “Quien innova, hoy, es el quiosquero”, dice Enric González. “Lo cual da una idea de cómo está la industria” (“Industrias”, 7 de mayo de 2009 en El País).
7. The tablet newspaper: a vision of the future. Boulder, Colorado: Information Design Lab, Knight-Ridder, 1994.
8. Salaverría, Ramón. “Explorando el papel digital como plataforma para la difusión de contenidos periodísticos.-Resultados de una prueba piloto con “Diario de Navarra””. En:II Congreso de la AE-IC, Málaga, febrero de 2010.
10. Díaz Noci, J. et al. El periodismo electrónico. Información y servicios. y servicios multimedia en la era del ciberespacio. Barcelona: Ariel, 1996.
12. Newsweek InterActive for DOS is the first CD-ROM to feature a soundtrack synchronized with full-screen Super Video Graphics Array (SVGA) photographs. Véase también: “Newsweek goes interactive”, en Wired, 1.02, 1993.
http://www.wired.com/wired/archive/1.02/streetcred.html?pg=2