jueves, 3 de febrero de 2011

Las competencias del profesorado


Las competencias del profesorado

El profesorado habría de comprender que ante las muestras continuas de antipedagogía[1] de los últimos tiempos, nuestra función primordial es que los alumnos aprendan y aprendan para saber hacer determinadas cosas. Recientemente en un artículo del rector magnífico de la Universidad de Salamanca, José Ramón Alonso[2] resumía en once puntos y con profunda clarividencia, lo que un alumno universitario habría de dominar para una correcta inserción social y profesional. No es muy sorprendente que el primero de los puntos es leer, aunque reconocerlo, a su juicio, resultaba ciertamente “insultante”.
Desgrana seguidamente una concisa relación de destrezas. Saber hablar y hacerlo con una persona o con 100, conducir un debate y ganarlo. La conversación, el diálogo y el debate en el aula, no sólo mejorarían ciertamente esta destreza fundamental, tan descuidada en las escuelas de hoy, sino que evitaría no pocos conflictos en la convivencia de los centros. A nuestro modo de ver, las habilidades comunicativas no están suficientemente desarrolladas en muchos centros educativos: para hacerlo nos planteamos una vez más el trabajo en equipo y la comunicación de experiencias.
Es preciso mejorar dichas habilidades entre los compañeros y compañeras con el fin último de reproducirlas en el aula. Se demuestra que con mucha frecuencia los comportamientos violentos en niños y niñas están relacionados con algún trastorno del lenguaje. Es más,  “Muchas experiencias infantiles sólo pueden realmente comprenderse y elaborarse cuando el niño tiene la oportunidad de establecer una buena conversación sobre ellas (…) Esos espacios sociales de conversación actualmente ya no son algo obvio. Hay que volverlos a crear con esfuerzo. Por eso, una importante tarea de la escuela consiste en establecer y cultivar una cultura de la conversación oral, pues ella crea el fundamento sobre el que se construye el acontecer educativo”.[3] La carencia de actividades orales y debate en las aulas es un claro exponente de hasta dónde se puede llegar en la negación de lo genuinamente educativo. Lo primero que habría que enseñar es el uso del diálogo ante los conflictos. No sabemos si en la educación secundaria, dado el estado casi inflamable es que se dice que está, se puede llegar a una ordenada confrontación de ideas en el aula. Existe una pequeña obrita de Arthur Schopenhauer[4] que nos resume en 38 estratagemas el arte de llevar razón, dando pistas para conducir discusiones y contiendas dialécticas y ganarlas.
Algunas características de los profesores que tienen una relación más estrecha con su función docente, influyendo con ellas en el bienestar profesional, son las siguientes:
  1. La formación inicial o permanente y las competencias profesionales adquiridas.
  2. La autoestima.
  3. El equilibrio emocional.
  4. El compromiso moral de enseñar a todos los alumnos.
Al constituirse en las claves del bienestar docente vamos a relacionar a continuación las competencias profesionales que debería tener el profesorado[5]. Los profesores y profesoras deberían
a.     Ser competentes para favorecer el deseo de saber de los alumnos y para ampliar conocimientos.
b.     Ser competentes en atender la diversidad de los alumnos.
c.     Estar preparados para incorporar la lectura y la escritura en la actividad educativa.
d.     Ser capaces de incorporar las tecnologías de la información en la enseñanza.
e.     Estar preparados para velar por el desarrollo afectivo de los alumnos y comprometidos con una pacífica convivencia escolar. Para ello, serán capaces de favorecer la autonomía moral de los alumnos y su educación moral.
f.      Por tanto, deberían educar en valores y para la ciudadanía y el civismo.
g.     Ser capaces de desarrollar una educación multicultural.
h.     Estar preparados para cooperar con la familia.
i.       Elaborar un proyecto en equipo, trabajar en colaboración con el resto de compañeros.
j.       Dirigir un grupo de trabajo.
k.     Confrontar y analizar un conjunto de situaciones complejas.
l.       Gestionar conflictos interpersonales mediante una cierta “alfabetización emocional”.
El libro de P. Perrenoud [7] “Diez nuevas competencias para enseñar” en Googlebooks, tiene como cometido fundamental que es comprender el movimiento de la profesión docente, para lo cual plantea diez competencias fundamentales:
1. Organizar y animar situaciones de aprendizaje.
2. Gestionar la progresión de los aprendizajes.
3. Elaborar y hacer evolucionar dispositivos de diferenciación.
4. Implicar a los alumnos en sus aprendizajes y en su trabajo.
5. Trabajar en equipo.
6. Participar en la gestión de la escuela.
7. Informar e implicar a los padres.
8. Utilizar las nuevas tecnologías.
9. Afrontar los deberes y los dilemas éticos de la profesión.
10. Organizar la propia formación continua.
Para poner un ejemplo práctico me gustaría compartir el siguiente video del profesor Segundo Fidalgo de Colegio Público San Felix de Caldás (Asturias) su experiencia junto con la de su compañero @potachov Néstor Alonso
[1] MORENO CASTILLO, Ricardo (2008). De la buena y la mala educación. Reflexiones sobre la crisis de la enseñanza. Los libros del lince. Barcelona. El autor del panfleto antipedagógico vuelve a cargar las tintas ampliando sus argumentos contra lo que, a su juicio son “las falacias de la educación”. Un discurso continuo fundamentado en que el conocimiento de una materia sirve, sin más, para enseñarla. Otra cuestión sería, a nuestro modo de ver, que el aprendizaje se produjera en los alumnos de modo eficaz para salir con soltura de cualquier brete social o profesional. Otra bien distinta es cómo enfrentarse a los malos alumnos o simplemente a aquellos que no son brillantes.
[2] ALONSO, José Ramón (2009). “Una Universidad nueva” El País. 12 de enero de 2009. Exponemos sólo tres de ellas aunque animamos a una lectura completa de su artículo:  “Primero, debe saber leer. Suena insultante, pero es cierto; debe saber leer y extraer las ideas principales de un texto, someter a juicio crítico lo que ese autor afirma, ser capaz de contrastar con otras fuentes y llegar a conclusiones propias, personales. Segundo, debe saber escribir; y no hablo de no cometer faltas de ortografía, ni de saber poner letras juntas; eso hay que darlo por hecho, sino de comunicar con claridad, con eficacia, con una extensión equilibrada, con rigor en el uso de información externa, con la mente puesta en el lector. Tercero, debe saber hablar, hablar a una persona y hablar a 100. Ser capaz de presentar las ideas propias e indagar las ajenas. Conducir y ganar un debate. Respetar los tiempos y usar apoyos efectivos. No es baladí: saber hablar bien se considera el primer factor de éxito en la carrera profesional.”http://www.elpais.com/articulo/educacion/Universidad/nueva/elpepusocedu/20090112elpepiedu_3/Tes
[3] PATZLAFF, Rainer y SABMANNSHAUSEN, Wolfgang (2007): Indicaciones de pedagogía Waldorf. Para niños de 3 a 9 años. Editorial Rudolf Steiner S.A. Madrid. Pág. 90.
[4] SCHOPENHAUER, Arthur (2002): El arte de tener razón. Expuesto en 38 estratagemas. Filosofía Alianza Editorial. Madrid. Cuarta reimpresión 2007.
[5] MARCHESI, Álvaro. (2007) Sobre el bienestar de los docentes. Competencias, emociones y valores. Alianza Editorial. Madrid. Págs. 66-73.

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