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Me lo llevo puesto
España no está al margen del fenómeno, con cierta timidez, pero grandes dosis de imaginación van surgiendo iniciativas que exploran este campo. Marina Castañ (Barcelona, 1981) es profesora en la Escuela Superior de Diseño (ESDI). Su centro, la Universidad de Eindhoven y el Instituto de Arquitectura de Diseño de Cataluña han comenzado a recrear prendas de vestir con funciones diferentes a lo habitual. Gerard Rubio (Barcelona, 1984), estudioso de sistema de interacción, forma parte del equipo. Durante el AppDate, un encuentro mensual de desarrolladores, mostraron sus creaciones. "Son smarttextiles", matiza, "una forma de explorar nuevos materiales. Hacemos que se transmitan información de sensores a prendas dinámicas según el movimiento o las acciones de las personas".
Él mismo se enfunda un sound embracer, mete los brazos en una prenda tricotada y cambia la música según se mueve. En su interior lleva varios sensores de movimiento, una placa de arduino (un pequeño ordenador programable que traduce los impulsos), dos pilas de 9 vatios que en la siguiente versión serán de botón y cuatro altavoces. De pronto, se ha convertido en un sintetizador humano. Castañ posa sobre su dorso una capa bautizada como Trail blazer. Sirve para decirle el camino. Cuenta con vibradores que le dicen en qué momento debe girar en una calle para hacer un recorrido predeterminado. La postura que le queda al sujeto está pensada para correr. "Se puede utilizar para hacer turismo pero no sería muy cómodo, es mejor para correr, para descubrir nuevas rutas que un amigo, por ejemplo, ha metido en el móvil. Después la prenda y el teléfono se comunican. Cuando llega a un cruce, sentirá cómo la capa le indica el camino adecuado", explica. El taller en que crean y prototipan estas prendas se denomina Close to the body. Por ahora no hay planes de venta o producción masiva. Juan Carlos Ruiz (Málaga, 1990) y Sergio Chacón (Córdoba, 1992) no tiene taller, pero sí mucha ilusión. Guillermo Medina (Málaga, 1993), arquitecto, completa el equipo. El trío se conoció en la Universidad y comenzaron a experimentar con el chip NFC (de contacto cercano). Han creado 1356, una pulsera, por cuyo diseño se disculpan, "tardamos dos días en hacerlas, son de silicona", que interactúa con el móvil. "Basta con pasarla para que se comience a descargar un programa, después puedes compartir fotos, vídeos o lo que decidas según las aplicaciones instaladas en el móvil", dice Chacón. Su meta es conseguir financiación para poder producir las pulseras en serie y no de manera artesanal. "Lo intentamos en Kickstarter, pedíamos 20.000 libras, pero se quedaron en 5.000". Aún así consideran que mereció la pena intentarlo y no se dan por derrotados. "Seguimos buscando un inversor privado, pero Kickstarter fue un aprendizaje muy importante. Tuvimos opiniones fundadas de primera mano, consejos, críticas y, sobre todo, un buen puñado de personas que creen en nosotros", explica Ruiz. El modelo de negocio pasa por vender pulseras y ofrecer el software gratis. Están desarrollando un programa para escuchar música, otro para gestionar la agenda, el calendario... Autor: Rosa Jiménez Cano |