Publicado en Febrero 4, 2011 por julio
Autor Vila-Matas, Enrique, 1948-
Título Dublinesca / Enrique Vila-Matas
Publicación Barcelona : Seix Barral, 2010
Vila-Matas regresa a la novela con ‘Dublinesca’, para especular con ironía sobre el fin de la era del papel. Se trata de una suerte de elegía del paso de la era Gutenberg –el mundo del papel – a la era digital tomando para ello la figura de Joyce y su ‘Ulises’, como el gran canto de cisne de la era de la imprenta y por extensión de la literatura. Para ello, en un paralelismo con el Ulises, que a su vez es otra alegoría de la Odisea de Homero, en el que Blomm y Dedalus acuden al de funeral de Paddy Dignam, el protagonista Riba, un editor en decadencia que hace dos años ha tenido que cerrar su negocio, convoca a sus amigos para asistir a Dublín al entierro de la imprenta, y por ende de la literatura justamente el mismo 16 de julio, conocido por los más fervientes lectores del Ulises como Bloomsday.
Samuel Riba, un personaje que se antoja quijotesco, se considera a sí mismo el último editor puramente literario. A través de un narrador omnisciente, conocemos que Riba es gris, sólo quiere sentirse por un instante en el centro del mundo; La trama de la novela está conectada directamente con James Joyce. Samuel Riba ve el ocaso de su profesión y decide dar un funeral a la gran puta de la literatura en Dublín, justo en el bloomsday. A través del protagonista, Vila-Matas plantea la siguiente reflexión para los lectores: Es una etapa de cambios, estamos viendo desaparecer a la literatura como se conoce; hoy Internet es más fuerte, poco a poco hay menos escritores geniales y los editores van desapareciendo.
Samuel Riba pertenece a la cada vez ya más rara estirpe de los editores cultos, literarios. Y asiste todos los días conmovido al espectáculo de ver cómo la rama noble de su oficio —editores que todavía leen y a los que les ha atraído siempre la literatura— se va extinguiendo sigilosamente a comienzos de este siglo. Tuvo problemas hace dos años, pero supo cerrar a tiempo la editorial, que a fin de cuentas, aun habiendo alcanzado un notable prestigio, marchaba con asombrosa obstinación hacia la quiebra. En más de treinta años de trayectoria independiente hubo de todo, éxitos pero también grandes fracasos. La deriva de la etapa final la atribuye a su resistencia a publicar libros con las historias góticas de moda y demás zarandajas, y así olvida parte de la verdad: que nunca se distinguió por sus buenas gestiones económicas y que, además, tal vez pudo perjudicarle su fanatismo desmesurado por la literatura.