martes, 26 de julio de 2011

Las interrupciones frecuentes del sueño provocan fallos de memoria


Para conseguir que lo aprendido durante el día quede grabado en la memoria a largo plazo, es imprescindible dormir sin interrupciones frecuentes, según se desprende de una investigación de la Universidad de Stanford (Estados Unidos) dirigida por el neurobiólogo catalán Lluís de Lecea.
FUENTE | La Vanguardia Digital26/07/2011
Sus resultados ayudan a explicar por qué las personas que se despiertan con frecuencia a lo largo de la noche, como ocurre en casos de apnea o de alcoholismo, así como en algunas personas de edad avanzada, son propensas a tener problemas de memoria. De Lecea aclara que las rupturas del sueño no son la única causa del deterioro de la memoria en personas ancianas o alcohólicas, pero pueden agravar el deterioro cognitivo en estos casos. 

La investigación indica que los fármacos experimentales que se están desarrollando para mejorar la calidad del sueño actuando sobre la hipocretina -una proteína descubierta por el propio De Lecea hace quince años- pueden ayudar a mejorar la memoria. 

Formado como biólogo en la Universitat de Barcelona, De Lecea llegó al Instituto Scripps de San Diego (EE.UU.) en 1992 para una estancia posdoctoral. Se quedó allí catorce años, durante los que -entre otros descubrimientos- demostró que la hipocretina es un interruptor principal que regula el sueño y la vigilia. Cuando se activa la hipocretina en un minúsculo grupo de neuronas situadas en el hipotálamo, en el centro del cerebro, el organismo se despierta. La Universidad de Stanford, donde dirige un equipo científico de doce personas, lo fichó en el 2006 para que continuara allí sus investigaciones. 

Su último trabajo, que se presenta esta semana en la revista PNAS, se ha basado en ratones. Estimulando con luz las neuronas del hipotálamo sensibles a la hipocretina les ha despertado repetidamente para comprobar cómo afectaba a la memoria. 

Eran microdespertares, por lo general de menos de dos segundos, después de los cuales los ratones recuperaban el sueño inmediatamente. Un detalle importante es que los ratones a los que se despertó durmieron tanto y tan profundamente como un ratón normal. "Por primera vez, hemos podido analizar los efectos de la continuidad del sueño de manera independiente de la cantidad y de la profundidad del sueño", destaca De Lecea. El experimento simulaba lo que les ocurre a las personas con apnea. 

Cuando después se analizaron los efectos de las interrupciones del sueño en la memoria, se observó que los ratones a los que se había despertado no recordaban lo aprendido el día anterior, mientras que otros ratones que habían dormido con normalidad sí lo recordaban. "La estructura del sueño es muy similar en ratones y en humanos; los resultados son extrapolables a nuestra especie desde un punto de vista cualitativo", destaca De Lecea. 

Desde un punto de vista cuantitativo, sin embargo, la investigación no aclara cuántas horas seguidas necesita dormir una persona para consolidar en la memoria lo aprendido el día anterior. "Mi impresión personal, a partir de lo que sabemos sobre el sueño, es que debe ser necesario dormir con ciclos de por lo menos 90 minutos seguidos" para que la memoria no se resienta, propone De Lecea. "Pero estamos en el campo de las hipótesis". De ser correcta esta hipótesis, esto significaría que el ruido ocasional que despierta de vez en cuando tiene un efecto insignificante en la memoria. Pero los estímulos recurrentes que despiertan múltiples veces cada noche sí afectan. Y que los fármacos que inhiben la hipocretina y elevan el umbral del despertar podrían ser eficaces para mejorar, no sólo la calidad del sueño, sino el rendimiento cognitivo. Varias multinacionales farmacéuticas están realizando ensayos de esta nueva generación de somníferos, que previsiblemente se autorizarán en EE.UU. a finales del 2011 o a principios del 2012. 

LAS TRES VARIABLES

Los investigadores del sueño estudian la influencia de tres variables distintas: 

Duración. Es la variable más fácil de estudiar. La mayoría de adultos requiere entre 7 y 8 horas diarias de sueño. Por debajo de 6 horas, hay mayor riesgo de sufrir alteraciones metabólicas como diabetes y obesidad. 

Continuidad. Es la variable que ha estudiado Lluís de Lecea en su última investigación. Se refiere al número de horas seguidas que se duermen. La falta de continuidad perjudica la memoria.

Profundidad. No es lo mismo que la continuidad, aclara De Lecea. Una persona puede dormir profundamente pero despertarse a lo largo de la noche si un hijo rompe a llorar. Al revés, se puede tener un sueño seguido pero superficial.

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