La Tanatología malentendida
En estos días, una anciana de 92 años cayó y se
fracturó hombro, codo y cadera del lado izquierdo.
Cuando fue llevada al hospital que le correspondía,
uno de los médicos le dijo a la angustiada hija que
no había nada que hacer y alguien añadió todavía:
“Es que de todas maneras se va a morir”.
Al ser trasladada a otro hospital en vista de que
en el primero ya se había decidido no hacer más,
otra persona opinó que la doctora había dicho eso
“porque era tanatóloga” (¡!!).
Finalmente, la paciente sobrevivió a su cirugía
de cadera y codo y está recuperándose
¿Se iba a morir? De no hacer nada, seguramente
así habría sucedido, pero se le dio la oportunidad y
su organismo respondió muy bien. La paciente sigue
aquí, lúcida y en buenas condiciones, para alegría
de todos sus seres queridos.
Nada más alejado del concepto de la Tanatología
que sentenciar a muerte a quien no le toca.
La Tanatología es una disciplina que ha alcanzado
por su propio peso un lugar en la sociedad. En
1968 la Dra. Elizabeth Kübler-Ross publicó su libro:
“La Muerte y los Moribundos” donde describe claramente
cómo la angustia detona las cuatro fases
que presenta todo aquel que se enfrenta a la muerte:
primero la negación y el aislamiento, producidos
por el impacto de lo “inesperado”; enseguida
el regateo o la negociación con Dios, con los médicos
o con quien pueda de alguna manera mantenerlos
con vida. Ante la desesperación de no lograr
“vencer a la muerte”, se genera ira, rabia
irreflexiva e incontrolable que se convierte en un
nicho de conflictos, de culpas y resentimientos
de quienes comparten esa desesperación, para
seguir con la depresión. Todo esto sucede porque
no se le ha dado valor a la oportunidad que representa
el poder tener tiempo para prepararse y atender
con responsabilidad el término de la vida y el
compromiso con quienes la continúen. Pero la Doctora
Kübler-Ross también describe, y éste es el principal
logro, que todas estas fases pueden ser superadas
siempre y cuando existan voluntades para
hacerlo, a modo de que quien esté próximo a su
muerte acepte, en el tiempo que le queda de vida
compartida, una oportunidad de resolver, aceptando
su finitud, definiendo su existencia y confirmando
que su vida, equivocada o no, fue vivida.
Este tránsito que nos relata la Dra. Kübler-Ross, es
una visión psicohu-manista y la aterriza en esas voluntades
que quieren “hacer algo” por aquel que,
sorprendido, no logra entender su muerte como una
parte importante de su vida.
También se hace necesario que los médicos realicen
una reflexión profunda respecto a la verdad de
la muerte como acontecimiento propio de la salud
y la vida, a modo de que, conscientes de los procesos
fisicoquímicos donde se soporta la vida biológica,
reconozcan en la fisiología del proceso de muerte
un acontecimiento humano independiente, si bien
concomitante a las enfermedades, que cumple con
una realidad insoslayable que no tiene por qué entenderse
como un fracaso. Pero más allá de esa visión
reduccionista del biologicismo, la Medicina
y todo el equipo que la hace posible, tienen en
la atención del proceso de muerte la oportunidad
de conservar el humanismo y el sentido trascendente
de sus profesiones. Esa oportunidad se
logra mediante el conocimiento de la Tanatología
Médica, con la que podrán estar preparados para
responder a esas preguntas que se hacen todos los
que están frente al proceso de muerte: ¿Qué hacer?
¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Dónde? ¿Quién?
La Tanatología Médica pretende dar las respuestas
a estas preguntas de manera ordenada, mediante una
metodología multi y transdisciplinaria, aterrizada en
el análisis crítico y la argumentación racional de los
tiempos y movimientos en los que se sucede el acontecer
de la muerte.
Es obvio que en principio no se podría hacer
nada de orden tanatológico si no se tiene la certeza
de que el paciente se encuentre en estado terminal
y que dicho estado requiere de un ejercicio
diagnóstico y un pronóstico debidamente sustentados
en la Lex Art de la medicina.
Por eso y para eso la medicina debe establecer
los límites entre ese determinismo biológico y la
capacidad humana de superarlo, pues el no hacerlo
nos está llevando a extremos tales como el “ensañamiento
terapéutico”, que no sólo no tiene sentido
en sí mismo, sino que le quita el sentido al
humanismo del quehacer médico asistencial. O
bien, los familiares y los mismos trabajadores de
la salud, rebasados por los fenómenos que
acompañan a la muerte, igual de sorprendidos
como cualquier paciente, niegan, regatean, reclaman
y se deprimen, y por lo tanto abandonan
la lucha, que entiéndase, no debe ser contra
la muerte, sino a favor de que aquel que muere
Rev Mex Neuroci 2006; 7(3) 193
lo pueda lograr de manera tranquila, en paz y dignamente.
Ésta es la lucha que propone la Tanatología Médica.
Es una propuesta médica que acompaña lo
aportado por la Dra. Kübler Ross, resultado de un
largo ejercicio profesional en la atención de pacientes
en estado terminal, que se inició en 1984 con el
caso de un paciente con cáncer terminal que se consumía
rápidamente y reclamaba a gritos que se le
calmara el dolor y se le ayudara por cualquier medio
a soportar su condición de una manera digna
y humana. Pero en 1984, en México, el equipo de
salud con todas sus especialidades aún no contaba
con una respuesta adecuada a su dolor y desesperación.
Responder al encargo y reclamo de ese paciente,
al cual se le unen diariamente cientos de individuos
en sus mismas condiciones terminales es prioritario
y la respuesta consiste en entender que por
encima de la enfermedad, de la medicina y aun sobre
la muerte, existen los seres humanos capaces de
atender las necesidades humanas de forma oportuna,
adecuada y suficiente, para que se pueda vivir,
¡y morir!, humana y dignamente.
Sorprendentemente, veintitrés años después apenas
y se comienza a difundir medianamente la atención
formal para este tipo de pacientes, sabiendo
que esta atención es posible mediante el manejo
oportuno de los cuidados paliativos y el control del
dolor en el domicilio. Sin embargo, y a pesar de
muchos esfuerzos, lo sigue ignorando la inmensa
mayoría de los que conforman los equipos de salud,
sobre todo por falta de apoyo de las instituciones
educativas y asistenciales.
La respuesta, por lo tanto, está en el conocimiento
formal de los fenómenos que acompañan y derivan
del proceso de muerte, lo que es posible mediante
la llamada TANATOLOGÍA (Tanatos = Muerte, Logos
= Sentido) MÉDICA.
La Tanatología Médica es la herramienta para
entender y atender tanto la dignidad de la vida
como de la muerte humanas a través del análisis
sistematizado de los aspectos más relevantes del
acontecimiento de la muerte. Desde la cultura y los
aspectos históricos y filosóficos concernientes al
desarrollo de la concepción del fenómeno de la
muerte y las estrategias seguidas desde el principio
de los tiempos para poder entenderla y comprenderla,
hasta alcanzar los grandes avances
científicos y sus múltiples acercamientos para poder
contenerla, asumiendo la importancia de realizar
el Diagnóstico y Pronóstico del Estado Terminal
y de la asistencia formal de los pacientes mediante
los Cuidados Paliativos y el control del dolor.
También es necesario que se redimensione la condición
del ser humano, reconociendo el impacto de
la muerte en el individuo y en la sociedad que lo
contiene para, de la misma manera estructurada, y
mediante seguimientos formales de los procesos, se
puedan dar herramientas metodológicas para la contención
y acompañamiento del duelo en los familiares,
disminuyendo la angustia, ayudando a cambiar
esas sensaciones de pérdida que aniquilan, por un
sentimiento de continuidad y esperanza mediante
los actos de desprendimiento y depósito, facilitando
con ello el retomar la vida como una oportunidad.
Todos estos conceptos reclaman la necesidad
de un manejo integral del individuo en proceso
de muerte a manera de que se le pueda proveer
de las mejores condiciones físicas, psicológicas,
sociales y espirituales que conserven
para el individuo la dignidad que lo distingue
como ser humano.
Ello es posible mediante el conocimiento formal
de la Tanatología Médica que haga comprensibles
los fenómenos que acompañan a la muerte y que
ofrezca soluciones mediante un manejo congruente
con la realidad, en el entendido de que el enemigo
no es la muerte, sino la ignorancia y de que el
conocimiento, si bien no evita el sufrimiento, sí lo
hace comprensible y en consecuencia tratable.
Dr. Jaime Federico Rebolledo Mota
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