Entrevista. Bibliotecaría de la Universidad de Massachusetts
´En el futuro leeremos más, porque los libros serán mucho más accesibles´
Con veinte años de trayectoria a sus espaldas, esta profesional está viviendo los cambios que se están dando en las bibliotecas
A. GUARDIOLA Ante las grandes bases de datos, los e-books, los repositorios y el auge de Internet, la Universidad de Murcia debatió ayer sobre el nuevo papel que jugarán las bibliotecas, sobre su supervivencia y su reinvención. Para Isabel Espinal, que lleva veinte años como bibliotecaria, hay todavía muchas preguntas y muchas cuestiones que resolver, pero hay una respuesta clara: las bibliotecas nunca desaparecerán.
¿Tiene respuesta la pregunta del debate: para qué querremos las bibliotecas en el futuro ante el auge de Internet?
Habría que ver muchos detalles y el primero es preguntarse para qué sirve una biblioteca, porque es mucho más que un lugar de consulta, es un espacio social. En la Universidad de Massachusetts, los estudiantes viven en pequeños apartamentos donde hay por lo general mucho ruido y necesitan las bibliotecas para estudiar. Por tanto, son espacios para estudiar individualmente y para aprender en común, para que los grupos puedan trabajar de manera más sencilla que en un café, por ejemplo, y, por tanto, la biblioteca pública o la escolar siempre cumplirá con esa función.
¿Y la función del bibliotecario?
En cuanto a servicios también será fundamental, porque es necesario el contacto con un experto en información. Aunque la información esté accesible a través de un ordenador, los profesores y estudiantes no saben qué hacer. Yo trabajo con eso día a día, hay tanta información que necesitan saber dónde buscarla y cómo. En la historia, cuando empezaron las bibliotecas, dijeron que los profesores no iban a tener razón de ser. Sin embargo, ellos son los que pueden explicar los libros y decidir con qué criterio se va a estudiar y es igual con el bibliotecario. Además, todo ese conocimiento se tiene que organizar y eso lo hará este profesional, hay millones de libros, habrá millones de webs y se tendrán que ordenar por materias, con personal especializado.
¿El cambio en las bibliotecas está siendo progresivo o hay toda una revolución?
Yo empecé en el año 91 y todo ha ido cambiando constantemente. En cinco años cambiamos las revistas en papel por suscripciones por Internet y el espacio que ocupaban esas revistas, por ordenadores. En el futuro será así, cada uno llevará su propio ordenador a las bibliotecas, aunque ahora es necesario que en éstas haya acceso a las nuevas tecnologías, pero irá cambiando. ¡Cuando pienso que en el 95 fuimos de los primeros en dar clases de Internet a los usuarios...!
¿Teme la desaparición del libro en papel?
A mis estudiantes les digo que en poco tiempo utilizarán sólo soportes como el I-Pad, pero hoy en día no. En la biblioteca de la Universidad tenemos 45.000 títulos en soportes electrónicos y 3 millones en papel. En la investigación, ahora mismo, no lo vas a encontrar todo en Internet.
¿Y le preocupa el futuro?
En la actualidad hay muchos debates, por ejemplo, sobre cómo se va a pagar. Mi hija no para de bajarse libros que hay que pagar, por lo que lo normal es que se acabe buscando un sistema a través de las bibliotecas, llegar a un acuerdo para comprar libros electrónicos para una comunidad, pero es muy complicado. Ahora los bibliotecarios bregamos para ver, sobre todo, cómo se van a guardar esos libros para que en un futuro el historiador los encuentre. ¿Quién los está guardando? Esto es muy importante y forma parte de la labor del bibliotecario, porque gracias a él consultamos ahora documentos de hace cien años y eso la gente no lo sabe.
Por tanto, no sólo las bibliotecas, los bibliotecarios no desaparecerán...
Es que Internet no va a acabar con los libros. Se van a leer y se van a bajar e incluso se leerá más porque tienes todos los títulos a tu alcance y eso lo veo en mi hija. También hay estudios que demuestran que se escribe más, por las redes sociales, los chats, el correo... Pero no se puede simplificar la cuestión, porque hay que pensar en todas las funciones que cumple una biblioteca, nosotros existimos por una razón. Comenzaron porque era eficiente comprar y ordenar los libros y en el futuro tendremos que organizarnos para que nuestro papel, como el que he comentado de ordenar y saber llevar hacia la información que busca, siga teniendo sentido para la sociedad.
¿Tiene respuesta la pregunta del debate: para qué querremos las bibliotecas en el futuro ante el auge de Internet?
Habría que ver muchos detalles y el primero es preguntarse para qué sirve una biblioteca, porque es mucho más que un lugar de consulta, es un espacio social. En la Universidad de Massachusetts, los estudiantes viven en pequeños apartamentos donde hay por lo general mucho ruido y necesitan las bibliotecas para estudiar. Por tanto, son espacios para estudiar individualmente y para aprender en común, para que los grupos puedan trabajar de manera más sencilla que en un café, por ejemplo, y, por tanto, la biblioteca pública o la escolar siempre cumplirá con esa función.
¿Y la función del bibliotecario?
En cuanto a servicios también será fundamental, porque es necesario el contacto con un experto en información. Aunque la información esté accesible a través de un ordenador, los profesores y estudiantes no saben qué hacer. Yo trabajo con eso día a día, hay tanta información que necesitan saber dónde buscarla y cómo. En la historia, cuando empezaron las bibliotecas, dijeron que los profesores no iban a tener razón de ser. Sin embargo, ellos son los que pueden explicar los libros y decidir con qué criterio se va a estudiar y es igual con el bibliotecario. Además, todo ese conocimiento se tiene que organizar y eso lo hará este profesional, hay millones de libros, habrá millones de webs y se tendrán que ordenar por materias, con personal especializado.
¿El cambio en las bibliotecas está siendo progresivo o hay toda una revolución?
Yo empecé en el año 91 y todo ha ido cambiando constantemente. En cinco años cambiamos las revistas en papel por suscripciones por Internet y el espacio que ocupaban esas revistas, por ordenadores. En el futuro será así, cada uno llevará su propio ordenador a las bibliotecas, aunque ahora es necesario que en éstas haya acceso a las nuevas tecnologías, pero irá cambiando. ¡Cuando pienso que en el 95 fuimos de los primeros en dar clases de Internet a los usuarios...!
¿Teme la desaparición del libro en papel?
A mis estudiantes les digo que en poco tiempo utilizarán sólo soportes como el I-Pad, pero hoy en día no. En la biblioteca de la Universidad tenemos 45.000 títulos en soportes electrónicos y 3 millones en papel. En la investigación, ahora mismo, no lo vas a encontrar todo en Internet.
¿Y le preocupa el futuro?
En la actualidad hay muchos debates, por ejemplo, sobre cómo se va a pagar. Mi hija no para de bajarse libros que hay que pagar, por lo que lo normal es que se acabe buscando un sistema a través de las bibliotecas, llegar a un acuerdo para comprar libros electrónicos para una comunidad, pero es muy complicado. Ahora los bibliotecarios bregamos para ver, sobre todo, cómo se van a guardar esos libros para que en un futuro el historiador los encuentre. ¿Quién los está guardando? Esto es muy importante y forma parte de la labor del bibliotecario, porque gracias a él consultamos ahora documentos de hace cien años y eso la gente no lo sabe.
Por tanto, no sólo las bibliotecas, los bibliotecarios no desaparecerán...
Es que Internet no va a acabar con los libros. Se van a leer y se van a bajar e incluso se leerá más porque tienes todos los títulos a tu alcance y eso lo veo en mi hija. También hay estudios que demuestran que se escribe más, por las redes sociales, los chats, el correo... Pero no se puede simplificar la cuestión, porque hay que pensar en todas las funciones que cumple una biblioteca, nosotros existimos por una razón. Comenzaron porque era eficiente comprar y ordenar los libros y en el futuro tendremos que organizarnos para que nuestro papel, como el que he comentado de ordenar y saber llevar hacia la información que busca, siga teniendo sentido para la sociedad.