sábado, 19 de febrero de 2011

La medicina privada espera mejorar con la crisis pública


La medicina privada espera mejorar con la crisis pública

Las listas de espera podrían animar a tener una mutua

Salud | 19/02/2011 - 12:47h
“Si la medicina pública baja, la privada tiene que subir”, es la regla de tres que defendieron algunos de los representantes más destacados de la medicina privada catalana, como José Maria Raventós y Joan Torralba, cirujanos fundadores de una de las primeras experiencias de agrupación de profesionales, Quirúrgica, que celebraba ayer 25 años de supervivencia.
“Si crecen las listas de espera porque no podemos pagar más actividad y, sobre todo, si favorecen fiscalmente tener una muta, muchos ciudadanos optarán por contratar un seguro privado y aumentará nuestra demanda”, calcula el doctor José M. Raventós, “Y por qué no, quizá podamos ocuparnos de reducir listas de espera de la sanidad pública”.
“Somos un servicio alternativo que tiene por delante el reto de también ser complementario”, fue el mensaje de este grupo de cirujanos, de larga experiencia en las grandes clínicas privadas, durante un debate sobre el futuro de esta faceta del ejercicio profesional.
Porque la mayoría de médicos ejerce en la sanidad pública. De los casi 30.000 colegiados de Barcelona, unos 6.000 se dedican exclusivamente al ejercicio privado. Es una cifra en declive y además la edad media crece (ahora es de 54 años). Otro grupo importante, unos 2.000 médicos, compaginan el ejercicio por cuenta ajena y la consulta privada. El resto trabaja por un sueldo en la medicina pública o en otras entidades que les contratan.
Pero en el Col·legi de Metges de Barcelona notan un resurgir de otro tipo de privada. Tienen constancia de unos veinte equipos médicos que se ofrecen para trabajar como entidades de base asociativa (EBA), o lo que es lo mismo, agrupaciones de profesionales que como empresas atienden un determinado servicio completo. La mayoría son de asistencia primaria y de pediatría, aunque hay otros dos posibles equipos de cirugía en formación. Todos ellos están a la espera de que la actual administración sanitaria abra esa posibilidad en la sanidad pública, tanto en la asistencia primaria –donde ya existen doce equipos de este tipo atendiendo a un total de 260.000 ciudadanos– como en hospitales. No es exactamente el mismo modelo que funciona desde hace años en la medicina privada (como el equipo de Quirúrgica, que de hecho es el de servicio de cirugía de Dexeus y de Teknon), pero se parece.
En el debate sobre el futuro de la medicina privada, representantes de los grupos más potentes de sociedades profesionales, como Quirúrgica, Institut Dexeus, y el Instituto de Microcirugía Ocular defendieron el trabajo en equipo, el ejercicio en una agrupación profesional en lugar de en solitario. “La consulta a solas por la tarde después de trabajar en el hospital público por la mañana ya ha pasado a la historia. Es imposible mantener la calidad y hacer frente a la evolución de la medicina a solas”, defendieron tanto Pere Nolasc Barri, de Dexeus, como José M. Raventós, de Quirúrgica y Teknon.

Personal health records: will doctors connect?


Personal health records: will doctors connect?

What doctors are most likely to use patients’ personal electronic health records? Fewer than 1 in 2 are willing to. Those who most likely would include Hispanic physicians, doctors who practice in rural areas, those employed in hospitals, and surgeons.
As part of the HITECH Act included in the American Recovery and Reinvestment Act (ARRA) 0f 2009, U.S. physicians have the opportunity to receive a portion of the $20.8 billion carved out as incentive payments to those who adopt and “meaningfully use” electronic health records (EHRs).
Many EHRs include portals which allow patients to access a slice of their personal health information. Some patients create their own personal health records that might be as simple as an Excel spreadsheet or as robust as Kaiser Permanente’s My Health Manager or the VA’s MyHealtheVet.
The format of the personal health record (PHR) aside, researchers from the AMA, University of Chicago and the Markle Foundation wondered how willing physicians would be to use patients’ PHRs. Theresults of their survey are published in the February 2011 issue of Health Affairs.
The bottom line is that physicians’ willingness to connect with patients’ PHRs varies by the doctor’s gender, clinical specialty, race, geographic location, size of the practice, and whether they are already using an EHR. The chart details these findings by physician characteristic.
The physicians who would least likely embrace patients’ would most likely practice in suburban geographies, in solo or duo practices, be female, and be in primary care or pediatrics. And those who don’t use an EHR currently are much less likely to be unwilling to use a patient PHR.
Health Populi’s Hot Points: Physicians most willing to use PHRs tend to see PHRs as tools that empower patients “to participate in care.” At the same time, a majority of physicians most willing to use PHRs are also concerned that patients might omit important information in their PHR, that the PHRs might contain incorrect information, that they might be held liable for knowing all information in that PHR, and that the PHRs might lack sufficient privacy protections.
Part of meaningful use under the first-year definition of MU for stimulus funding is that physicians who adopt EHRs begin to digitally communicate patients’ personal health information back to them. Doing so provides a key building block for participatory, connected health. As patients have access to “their numbers,” they can more fully participate in their own care, feeling more empowered and knowledgeable about their health status and the therapeutic regimens their clinicians may prescribe for them. This survey raises some key barriers preventing some physicians from the full embrace of digital data for patients’ use. Even the most EHR-experienced physicians remain unconvinced about the value of patients accessing their data — based on current experience. Physicians perceive the key risks in doing so involve privacy, accuracy and liability. The researchers rightly conclude that optimal benefit from personal health information sharing is in the partnership of doing so — that is, in the connection between patient and clinician.

Un minúsculo dispositivo diagnosticará los ataques al corazón asintomáticos


Un minúsculo dispositivo diagnosticará los ataques al corazón asintomáticos

Consiste en un sensor que servirá también para detectar células cancerígenas y bacterias o virus hasta ahora indetectables


En un 30% de los casos de ataque al corazón, quienes lo padecen no experimentan síntomas. Investigadores del MIT han desarrollado una tecnología que permite detectar estos ataques con prontitud: unos minúsculos sensores que, implantados en el organismo, detectan tres biomarcadores relacionados con el infarto de miocardio. Esta tecnología permitirá determinar rápidamente si un paciente ha sufrido un ataque al corazón, y también controlar a pacientes con alto riesgo de infarto. Los científicos esperan que modificaciones realizadas en los sensores permitan además que éstos sirvan para detectar biomarcadores de otras enfermedades, como el cáncer. Por Yaiza Martínez.



Fuente: MIT.
Fuente: MIT.
En un 30% de los casos de ataque al corazón, quienes lo padecen no experimentan síntomas. Estos infartos de miocardio silentes, más comunes en ancianos y diabéticos, aparecen sin que el enfermo note dolor en el pecho o cualquier otro aviso. 

La ausencia de sintomatología hace que este tipo de ataques sea diagnosticado tiempo después de que se produzca, durante electrocardiogramas posteriores o durante las autopsias. 

Ahora, un equipo de investigadores del Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT), en colaboración con especialistas delMassachusetts General Hospital’s Cardiovascular Research Center de Estados Unidos, ha desarrollado una tecnología que permite detectar estos ataques con prontitud. 

Prevenir trastornos severos 

Según publica el MIT en un comunicado, los infartos de miocardio silentes, aunque no perceptibles, sí dejan una “huella” en el torrente sanguíneo, un rastro que puede permanecer en la sangre incluso durante días. Los científicos han diseñado un implante minúsculo que puede detectar dicha huella. 

El dispositivo servirá para determinar rápidamente si un paciente ha sufrido un ataque al corazón, y también para controlar a pacientes con alto riesgo de sufrir un infarto, de tal manera que se pueda responder con rapidez si se da el caso, y así prevenir trastornos coronarios más severos. 

En un estudio llevado a cabo con ratones, el equipo de investigadores demostró que estos nuevos implantes pueden detectar tres proteínas, cuyos niveles en sangre aumentan después de un ataque al corazón. Además, el estudio reveló que estos sensores no sólo detectan las proteínas, sino que además pueden establecer en qué cantidad han estado presentes. 

Esto resulta útil porque permitirá detectar biomarcadores (moléculas biológicas indicadoras de enfermedad), incluso cuando éstos ya no estén en la sangre, explica el ingeniero Michael Cima, co-autor de la investigación.

Michael Cima. Fuente: MIT.
Michael Cima. Fuente: MIT.
Detección de tres proteínas 

El presente estudio se basó en una investigación anterior. En 2009, Cima y sus colaboradores informaron de la creación de un sensor capaz de detectar la gonadotropina coriónica humana, una hormona relacionada con las células cancerígenas. 

Este primer sensor fue desarrollado como un implante minúsculo capaz de proporcionar información minuto a minuto sobre el estado de los tumores, en pacientes sometidos a tratamientos contra el cáncer. 

El nuevo estudio ha demostrado que esta misma tecnología de sensores puede funcionar con otras moléculas a concentraciones encontradas en el organismo. Cima y sus colaboradores decidieron modificar el sensor para que funcionara con una enfermedad (los infartos) que presenta biomarcadores bien definidos. 

En colaboración con el cardiólogo del Massachusetts General Hospital’s Cardiovascular Research Center, Paul Huang, lo prepararon para detectar tres proteínas que alcanzan su máximo siguiendo un patrón característico, tras un ataque al corazón. Estas proteínas son lamioglobina, la troponina cardiaca I y la creatina-quinasa.

En qué consiste 

El dispositivo resultante consiste en un implante con forma de disco, de dos milímetros de grosor y ocho milímetros de ancho, que contiene partículas de óxido de hierro revestidas con anticuerpos. Estos anticuerpos van destinados a biomarcadores específicos. 

Una membrana semi-permeable permite a las proteínas analizadas penetrar en el dispositivo, donde se ligan a sus anticuerpos correspondientes proporcionando así la información deseada a los especialistas. 

En su investigación, los científicos implantaron seis sensores distintos (dos por cada tipo de biomarcador relacionado con el infarto de miocardio), bajo la piel de cada ratón. Después, observaron los sensores con tecnología de imagen por resonancia magnética. 

Otros datos aportados 

Un hallazgo importante fue que los resultados de los tres sensores fueron proporcionales a la envergadura del daño sufrido por el corazón, explica Huang. Por lo tanto, estos dispositivos podrían ser utilizados potencialmente no sólo para detectar infartos, sino también para obtener información rápida acerca de su gravedad. 

Cima y sus colaboradores están desarrollando ahora un nuevo implante que mide el pH o grado de acidez. Estas mediciones podrían ser útiles para detectar el cáncer o los trastornos cardiacos (los tumores son más ácidos que los tejidos sanos y un incremento drástico de la acidez es un indicador de ataque al corazón). 

En el futuro, el científico espera modificar estos sensores para que detecten también niveles bajos de bacterias o virus difíciles de detectar, así como células cancerosas migratorias, que son las responsables de que un cáncer controlado en una zona del cuerpo salte y genere metástasis en otra zona no controlada. 

La versión actual del implante puede utilizarse durante un periodo de dos meses, pero los científicos esperan llegar a fabricar implantes de mucha mayor duración con anticuerpos más perdurables. Los resultados del presente estudio han aparecido publicados en la revista Nature Biotechnology.