- JAVIER CACHO GÓMEZ es jefe del Laboratorio de Estudios de la Atmósfera del Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial.
- SE EMBARCÓ en la primera expedición científica española a la Antártida; repitió después cuatro veces, las dos últimas como jefe de la base Juan Carlos I.
- ES AUTOR de ‘La Antártida: El agujero de ozono’ y de ‘Las aventuras de Piti en la Antártida’.
- Y MIEMBRO de la Comisión Nacional de Investigación Espacial.
PREGUNTA ¿Está menguando realmente el agujero de la capa de ozono?
RESPUESTA Sí, está desapareciendo. Pero el problema sigue ahí. Gracias a las negociaciones internacionales de hace unos años, se prohibieron los CFC, que solo se empleaban en el Hemisferio Norte. Estos gases (empleados sobre todo en productos de refrigeración, aerosoles, disolventes, aislantes, extintores...) tienen un vida media de entre cien y doscientos años, por lo que los ya emitidos a la atmósfera siguen ahí todo ese tiempo, dejando en el aire grandes cantidades de cloro. No se limpian ni con las lluvias. Entonces, estamos esperando que esos CFC desaparezcan del todo; pero hasta el 2050 la capa de ozono no alcanzará unas condiciones normales.
P. ¿Cómo ha contribuido la Antártida a frenar esta destrucción de la capa de ozono?
R. Toda investigación revela secretos sobre cómo tratar nuestro planeta, pero, en el caso del ozono estratosférico, los estudios en la Antártida han resultado paradigmáticos; nos han convertido en ecologistas. Se han ido traduciendo en medidas concretas y esta labor ha ayudado a la concienciación medioambiental de la población. La Antártida sigue guardando muchos secretos.
P. ¿Ayudará a evitar el calentamiento de la Tierra?
R. En parte, sí. En el calentamiento actual hay influencias solares aún no bien estudiadas. Pero está claro que nosotros estamos perturbando mucho la atmósfera con las emisiones de CO2, estamos provocando el cambio climático. Y, para evitarlo, lo primero y más importante es reducir el consumo. También contribuyen unas tecnologías nuevas más respetuosas con el medio ambiente. Pero lo principal es reducir el consumo de todo.
P. ¿Cómo afecta el calentamiento en concreto a la Antártida?
R. En la Antártida se nota el calentamiento de cuarenta años a esta parte, hay zonas en retroceso, por donde se encuentra la base Juan Carlos I. Pero en la mayor parte del continente no pasará nada; es lo que creen muchos. La situación en la Antártida es distinta a la del Polo Norte, donde el agujero de la capa de ozono es mucho mayor.
P. ¿Se explotarán algún día los recursos naturales de la Antártida?
R. No lo creo. Hace veinte años se firmó el Protocolo de Madrid, vigente hasta el 2040. Por él quedó prohibida la explotación de los recursos de la Antártida, petróleo y minerales. Y seguro que luego se prolongará, porque ahora hay más conciencia medioambiental.
P. ¿Qué proyectos destacaría de los que allí se desarrollan?
R. Es importante el proyecto del cambio climático: por perforaciones en el hielo de la Antártida y analizando también las burbujas de aire, se está haciendo un estudio de cómo era la Tierra hace millones de años. Destacaría también los proyectos de geología y biología marina y el de Marte de la NASA, que se lleva a cabo en los valles secos del interior.
P. Con tantas veces como ha estado en la Antártida, y además en periodos tan prolongados, tendrá un montón de anécdotas...
R. Recuerdo la primera vez que fui, en 1979. Iba para veinte días y tuve que quedarme cinco meses, porque no había aviones disponibles. Me acuerdo también de una visita del Rey a la base Juan Carlos I, cuando Su Majestad vio ballenas por primera vez. Se sorprendió al verlas, tantas y tan cerca. Pidió unos prismáticos y estuvo un buen rato mirándolas en la bahía.
P. ¿Cómo es la vida de un científico, entre hielo y a 13.000 kilómetros de su hogar?
R. Hay ilusión, pero también miedos y sinsabores. Vives incomunicado de los tuyos. Pase lo que pase, no puedes volver. Solo si sufres un accidente. Pese a toda la tecnología, el hombre está solo para hacerlo todo.
P. Vayámonos al espacio, donde también usted tiene competencias. No sé si es posible olvidarnos de Marte y destacar otros proyectos.
R. A mí me gusta mucho referirme a la Estación Espacial Internacional, fabulosa para habituarnos a vivir en el espacio, con las miras puestas en Marte, para aprender a reducir energía, a comprimir detritus, a reciclar..., a hacernos, en definitiva, no contaminantes. Además, no olvidemos que el espacio es una fuente importantísima de tecnología. Las investigaciones cuestan mucho dinero, pero no paran de generar tecnología; las bolsas, los pañales, el microondas, los teléfonos inalámbricos, el GPS... existen gracias a la investigación espacial. Las ansias de conocer del ser humano son imparables. Creo que, a estas alturas, ya no podemos prescindir del espacio.