miércoles, 24 de noviembre de 2010

EL PLANETA DE LOS ESTUPIDOS

EL PLANETA DE LOS ESTUPIDOS
10-10-2009

El estreno de la película The Age of Stupid nos sitúa frente al reto de cambiar la Historia. No es nada sencillo porqué llevamos más de 150 años haciendo prevalecer el antropocentrismo, o sea anteponiendo el beneficio humano frente a la salud de la biosfera. Los creadores de The Age of Stupids han atrevido a poner nombre propio a algo que nadie quiere admitir y es que la nuestra es una civilización estúpida. La Edad de la Estupidez constituye el período entre los comienzos de la Revolución Industrial a mediados del siglo XIX y el paso del umbral de los 2 ºC del calentamiento global en las primeras décadas del siglo XXI. Una etapa caracterizada por la total dependencia de los hidrocarburos fósiles junto a un incremento exponencial de la población y del consumo basado en la destrucción de los recursos naturales no renovables. Una era estúpida porqué avanza hacia la destrucción de su entorno afectando a su propia integridad. Las más de cien mil sustancias químicas esparcidas por el entorno sabiendo que muchas son tóxicas para la vida, la radioactividad acumulada en los alimentos como resultado de la contaminación de la energía nuclear, el riesgo genético de las plantas transgénicas, las miles de toneladas de basura espacial que rodean nuestro planeta, y así un largo etc.

La estupidez se refleja a diario en muchas de las actividades que llevamos a cabo. Los gobiernos por empezar y la ciudadanía por querer más al mínimo precio aunque sea cargándonos la naturaleza. Sólo basta ver como gestionamos las aguas residuales, la basura y los residuos de las industrias. Mayoritariamente son incapaces de ser asimiladas por la biosfera y de este formo acabamos rodeados de venenos que se manifiestan en forma de enfermedades como el cáncer, entre otras. Y es que salir de la Edad de la Estupidez sólo es posible asumiendo cambios drásticos en nuestro comportamiento. Reciclar, ahorrar, moverse menos en medios contaminantes como el avión, comer menos y de mejor calidad, pero también reducir la población son algunas de las posibilidades para entrar en la Era de la Inteligencia. Pero, la cotidianidad nos muestra que lamentablemente, todavía estamos lejos de ser inteligentes. 

Podría poner ejemplos recientes de lo que puede parecer un avance hacia la inteligencia cuando en realidad simplemente nos comportamos como estúpidos. Así hace unos días en Barcelona se anunciaba que para el 2011 se dispondrán de 200 electrolineras, o sea puntos de recarga en la vía pública para recargar vehículos eléctricos, que evitan la comunicación local, pero que supone más carga de consumo de electricidad. No se plantea que estos puntos de recarga para vehículos eléctricos lo aporten pequeñas estaciones fotovoltaicas y por tanto recargar estos vehículos con una solinera (recarga eléctrica con energía solar). Nadie se atreve a decir que lo que deberíamos hacer es incorporar la bicicleta como principal herramienta de movilidad en las ciudades y en todo caso con asistencia eléctrica al pedaleo para las personas con problemas de salud. La bicicleta no se ve como un elemento clave de “inteligencia” sino simplemente como un artilugio que impide el progreso.

En plena crisis socioeconómica continuamos situando en el centro de las ayudas a la industria del automóvil y los bancos. Estos más que mucho otros son literalmente directamente los causantes del actual estado de degradación ambiental. Nadie ha planteado esta oportunidad para reconvertir estas factorías a favor de las energías renovables y ya no digamos combatir la economía  canalla que nos rodea. Y apoyamos y deseamos cuantos más mejor vuelos low-cost. Y mientras surcamos los cielos en desplazamientos evitables dejamos que se vaya degradando la calidad del aire atmosférico  y con ello agravándose nuestra salud vital. Lo mismo sucede con el vertido de purines en aplicaciones agrícolas que por producirse en exceso contaminan las fuentes de agua subterránea. Intentamos buscar nuevas tecnologías, evitando tomar la verdadera respuesta: reducir la cabaña porcina y con ella el consumo de carne. 

Pero también hay signos de recuperación la dignidad como especie entre este movimiento silencioso social fomado por miles de organizaciones que se esfuerzan en plantear y aplicar un estilo de vida más frugal, con menor huella ecológica y más respetuosa con la naturaleza. Un estilo de vida que no pretende impedir nuestro desarrollo intelectual  sino todo lo contrario, acercarnos más a la Edad de la Inteligencia. Y es que en el mundo que vivimos la inteligencia es precisamente asumir un cambio de estilo de vida. Tenemos más información como en ninguna para luchar contra el cambio climático y sin embargo, tenemos muy poco tiempo. Ha llegado la hora de aparcar el diálogo y la verborrea para tomar compromisos reales. Los creadores de The Age of Stupid nos plantean incribirnos 
en reducir hasta un 10 % el consumo energético y la huella ecológica. Algo que hace tiempo ya se propone desde la campanya Yo soy la solución promovida por la fundación Tierra va en esta línea pero si juzgamos por las personas que han enviado a este tapiz digital imágenes de los comportamientos ecológicos que han adoptado en algún u otro aspecto de su vida. 

Está claro que 
ni la voz de la científicos advirtiendo y aportando soluciones, ni las experiencias artísticas como el matrimonio finlandés que filmó su intento de un año de su vida sin petróleo o la del neoyorkino que cuenta su vida simple en un blog, parecen hacer mella en nuestra sociedad opulenta. Una civilización en la que una pequeña parte vive en opulencia frente a la mayoría planetaria que nos envidia porqué querrían consumir más y más, pero no tienen los recursos para imitarnos.  Ya sea porqué simplemente se convirtieron en esclavos o los hemos sometido explotando sus recursos para tener una vida low-cost. Sólo vivir con menos puede contribuir al cambio real.

El próximo 24 de octubre diversas organizaciones preparan el 
Día de la Acción Climática con acciones por todo el planeta. Se plantean movilizaciones como salir a la calle en bicicleta, manifestaciones ciudadanas, jornadas de charlas, pases de películas ecológicas, etc. Yo simplemente, creo que la principal movilización es la de cada persona se convierta en activista contra el cambio climático. Tenemos muchas posibilidades, pero más que seguir vacilando quizás hay que comprometerse, y esto nos obliga decirles también a nuestros políticos que den un cambio a la historia de la humanidad en la próxima Cumbre de Copenhague. Desde este blog hemos dado numerosas muestras de congruencia y esta web lo facilita con contenidos prácticos y también con elementos para dejar este testimonio gráfico. 

Salir de la Edad de la Estupidez es el mayor reto para varias generaciones de humanos que tenemos la posibilidad de cambiar el curso de la historia desde nuestro compromiso. Estamos en guerra contra nosotros mismos, y combatir nuestro egoismo, nuestra envidia por tener más y más, etc. requiere de una estrategia clara. Métodos como el de 
llevar nuestra propia contabilidad ecológica como propone el método de la simplicidad radical es una posibilidad. Elijamos ser conscientes de cómo cada actividad afecta al medio ambiente y con ello podemos contribuir a minimizarla, compensarla o simplemente evitarlo.

**LO QUE SUCEDE CUANDO ACABAS DE BEBER UNA LATA DE REFRESCO**

INTERESANTE! 
 Cuando acabas de beber un refresco 
 Prof. Dr.. Carlos Alexandre Fett
Facultad de Educación Física da UFMT 
Maestrado en Nutrição da UFMT
 
Laboratorio de Aptitud Física y Metabolismo - 3615 8836 
Consultoria en Performance Humana y Estética
  
 **LO QUE SUCEDE CUANDO ACABAS DE BEBER UNA LATA DE REFRESCO**

Primeros 10 minutos:
 
10 cucharadas té de azúcar golpean tu cuerpo, 100% del total recomendado diariamente. No vomitas inmediatamente por el dulce extremo, porque el ácido fosfórico corta el gusto. 

20 minutos:
 
El nivel de azúcar en la sangre explota, provocando un chorro de insulina. El hígado responde transformando todo el azúcar que recibe en grasa (Es mucho para este momento en particular). 

40 minutos:
La absorción de cafeína está completa. Tus pupilas se dilatan, la presión sanguínea sube, el hígado responde bombeando más azúcar en la corriente sanguínea. Los receptores de adenosina en el cerebro son bloqueados para evitar mareos. 

45 minutos:
 
El cuerpo aumenta la producción de dopamina, estimulando los centros de placer del cuerpo. (Físicamente, funciona como con la heroína.) 

50 minutos:
El ácido fosfórico empuja calcio, magnesio y zinc
 para el intestino grueso, aumentando el metabolismo. Las altas dosis de azúcar y otros edulcorantes 
aumentan la excreción de calcio en la orina, o sea, está orinando sus huesos, una de las causas de la OSTEOPOROSIS. 

60 minutos:
 
Las propiedades diuréticas de la cafeína entran en acción. Orinas. Ahora está garantizado que eliminarás más calcio, magnesio y zinc, de los cuales tus huesos necesitarían.
 
A medida que la onda baja sufrirás un choque de azúcar. Te pondrás irritado. Ya habrás eliminado todo lo que estaba en el refresco, pero no sin antes haber eliminado junto, cosas de las cuales necesitará tu organismo.
 
  
¿Y esto se lo dan a beber a los  niños? Por eso existen a tan corta edad niños con diabetes y obesidad, EVITA darles refresco de premio porque se terminaron su comida (hamburguesas, hot dog, pizza, torta ahogada) especialmente COCA.  ¿de verdad amas a tus hijos? 

Piensa en eso antes de beber refrescos. 
  
Si no puedes evitarlos, modera su ingestión! 
 
Prefiera 
agua simple, aún los jugos tienen mucha fructuosa Los refrescos están endulzados con fructuosa de maíz que produce el doble de obesidad y de grasa que se acumula en el abdomen además de que se transforma en azúcar en sangre y produce: diabetes, hipertensión y la obesidad que impera en el planeta

Emergency

Emergency Transfusion for Acute Severe Anemia:
A Calculated Risk


pg. 1088-1092
DOI: 10.1213/ANE.0b013e3181f5ba2b
Weiskopf, Richard B. MD
Editorial

Management of adult blunt hepatic trauma
pg. 596-601
DOI: 10.1097/MCC.0b013e32833f5cd5
Kozar, Rosemary A; McNutt, Michelle K
Miscellaneous Article

Management of pelvic fractures

pg. 582-586
DOI: 10.1097/MCC.0b013e3283402869
Eckroth-Bernard, Kamell; Davis, James W
Miscellaneous Article

http://xa.yimg.com/kq/groups/17358357/2012780443/name/Acute%20Severe%20Anemia.pdf

http://xa.yimg.com/kq/groups/17358357/488249171/name/adult%20blunt%20hepatic%20trauma.pdf

http://xa.yimg.com/kq/groups/17358357/21947112/name/pelvic%20fractures.pdf

EMERGENCIA

Dolor torácico en urgencias: frecuencia, perfil clínico y estratificación de riesgo
Rev Esp Cardiol. 2008;61:953-9.
http://www.revespcardiol.org/watermark/ctl_servlet?_f=10&pident_articulo=13125517&pident_usuario=0&pident_revista=25&fichero=25v61n09a13125517pdf001.pdf&ty=70&accion=L&origen=cardio&web=www.revespcardiol.org&lan=es

Manejo de los pacientes con síncope: de las guías a la práctica clínica
Rev Esp Cardiol. 2008;61:10-3.
http://www.revespcardiol.org/watermark/ctl_servlet?_f=10&pident_articulo=13114951&pident_usuario=0&pident_revista=25&fichero=25v61n01a13114951pdf001.pdf&ty=106&accion=L&origen=cardio&web=www.revespcardiol.org&lan=es

Urgencias en pacientes portadores de desfibrilador automático implantable
Rev Esp Cardiol. 2008;8:31-9.
http://www.revespcardiol.org/watermark/ctl_servlet?_f=10&pident_articulo=13113868&pident_usuario=0&pident_revista=25&fichero=25v8nSupl.Aa13113868pdf001.pdf&ty=49&accion=L&origen=cardio&web=www.revespcardiol.org&lan=es

martes, 23 de noviembre de 2010

Vivir cerca de antenas de telefonía no causa cáncer a los más pequeños


Vivir cerca de antenas de telefonía no causa cáncer a los más pequeños
Si usted está embarazada y vive cerca de una instalación de antenas de telefonía móvil, no se angustie por su estado de salud o el de su futuro bebé. Un estudio publicado en'British Medical Journal' acaba de confirmar que no existe relación entre el cáncer infantil y la exposición de la madre a este tipo de campos electromagnéticos durante el embarazo.
FUENTE | El Mundo Digital23/06/2010
Investigadores del Imperial College de Londres han analizado a cerca de 7.000 niños hasta los cuatro años de edad. De estos, 1.397 tenían cáncer (tumores cerebrales, linfomas no hodking o leucemia). "Tomamos nota de la distancia entre su casa y la instalación de antenas, la energía y la potencia de dichas estaciones". Así es como Paul Elliott, principal autor de este trabajo y su equipo observaron que los tres valores eran similares tanto en los pequeños con cáncer como en los que no tenían esta enfermedad.

Según recoge el artículo, la distancia media en el primer grupo era de 1.107 metros y en el segundo de 1.073 metros. En el trayecto más corto registrado, de unos 700 metros, "la energía en el grupo afectado era de 2,89 kilovatios y en los participantes sanos de 3 kilovatios". En cuanto a la potencia, el número de decibelios también era muy parecido en ambos casos.

El efecto que estas antenas tienen sobre la salud ha sido y sigue siendo objeto de estudio entre los expertos, también de la Organización Mundial de la Salud. Sin embargo, a pesar de los numerosos trabajos que ya se han publicado al respecto, la existencia o no de efectos cancerígenos es muy controvertida aún. Además, "los análisis desarrollados hasta ahora son difíciles de interpretar porque cuentan con una muestra pequeña de participantes", comenta Paul Elliott.

"Creo que este estudio aclara bastante las cosas. No sólo es un trabajo muy importante y riguroso, sino que aporta un mensaje interesante y tranquilizador", señala María Jesús Cancelo, ginecóloga del Hospital Universitario de Guadalajara y asesora de ELMUNDO.es.

En definitiva, y según los resultados de esta investigación, queda descartada la relación entre cáncer infantil y la exposición previa de la madre durante el embarazo en zonas donde hay antenas. Según señala John Bithell, de la Universidad de Oxford, en un editorial adjunto que se publica en la misma revista, dados los resultados, "los médicos deberían tranquilizar a los pacientes para que no se preocupen por la proximidad de sus casas a las denominadas estaciones base (o antenas)".

Los efectos que puedan tener otras fuentes de radiofrecuencia, tales como el propio uso del móvil, la televisión o la radio, tendrán que ser examinados en otras investigaciones porque "nosotros lo hemos estudiado en esta ocasión".

Por su parte, y en respuesta a la preocupación pública por este tema, la OMS está desarrollando un proyecto internacional para evaluar los riesgos que tiene sobre la salud la exposición a los campos de radiofrecuencia. Además, el Centro Internacional de Investigaciones sobre Cáncer, dependiente de la OMS, tiene previsto analizar el potencial carcinógeno de los teléfonos móviles.

Autor:   Laura Tardón

El planeta de las bacterias

El planeta de las bacterias

autor: Jesús Mingorance
Hospital Universitario La Paz
La moda bacteriana de la vida, es decir que de entre todos los seres vivos, los más abundantes son las bacterias, es una de las muchas ideas acerca de la vida y la evolución que nos dejó el  gran Stephen Jay Gould (1941-2002). La moda estadística de una distribución es su valor más frecuente, y las bacterias son, han sido, y corremos poco riesgo al decir que también serán la forma de vida predominante a lo largo de la historia de este planeta.
Conviene aclarar que Gould, escudándose socarronamente en su condición de paleontólogo, utiliza la acepción vulgar, o menos técnica, del término “bacteria” para referirse a todos los organismos procariotas: bacterias y arqueas. Aunque el debate acerca de la raíz del árbol de la vida no está cerrado, no sabemos muy bien qué hubo antes de las células, lo que sí parece claro es que las primeras formas de vida celulares fueron células procariotas, es decir en las que el genoma no está separado del citoplasma por una membrana. Estas células procariotas aparecieron en la Tierra hace unos 3.500 millones de años y durante los siguientes 1.500 millones de años bacterias y arqueas fueron las únicas formas vivas en este planeta. Después apareció la célula eucariota (con el genoma contenido en una membrana separada de su citoplasma, lo que llamamos núcleo), pero aún tardarían otros 1.500 millones de años en aparecer los organismos multicelulares. Los primeros animales aparecieron hace apenas 500 millones de años.
La sabiduría convencional dibuja la evolución de la vida en la Tierra como un proceso ascedente, con una progresiva transformación de las formas de vida simples hacia otras más complejas. De la bacteria a la ameba, a la medusa, al pez, al anfibio, al reptil, al mamífero, al mono y al hombre… No es casual que esta imagen surgiera durante el último cuarto del siglo XIX, y se desarrollase durante la mayor parte del siglo XX, en plena era de culto a la ciencia y al progreso. De hecho, podríamos considerar esta imagen como un icono de la cultura occidental, y está tan embebida en ella que aún hoy persiste implícita o explícitamente incluso en la enseñanza de la biología.


Una imagen equívoca. 
Una ilustración tradicional de la evolución muestra distintas formas de vida apareciendo en diferentes momentos. El esquema es bonito pero transmite una idea equivocada, el que unos seres vivos han sido sustituídos por otros radicalmente diferentes. La imagen correcta debiera mantener, de una a otra época, a los ejemplos que perviven de los seres vivos cuyos ancestros aparecieron en otros tiempos, pero cuyos descendientes aún permanecen en ese momento en la Tierra.

Gould criticó con frecuencia esta imagen de la evolución como sinónimo de progreso, de cambio hacia algo mejor. El proceso de cambio que integra la evolución biológica no se rige por valores morales. Las especies no avanzan, ni progresan, simplemente cambian, y no existe ninguna gran tendencia hacia formas mejores. La selección natural opera en tiempo presente, y ello implica que selecciona lo que funciona mejor en cada momento y rodeado por unas circunstancias definidas en ese preciso instante, lo que no implica que tenga que funcionar bien siempre. Así de simple, ¿de que sirvió aprenderse la lista de los reyes godos si basta un clickpara obtenerla en Internet?.
Tampoco existe una tendencia generalizada y en bloque de los seres vivos hacia la complejidad. Es obvio que las formas de vida complejas derivan desde otras más simples, pero eso no significa que las hayan reemplazado. Los monos, mamíferos, reptiles, anfibios, peces, medusas, amebas y bacterias aún perviven entre nosotros. Las formas de vida antiguas persisten, y continúan dando lugar a nuevas formas, algunas más complejas que ellas, y otras no.
Tendemos a percibir la evolución como un proceso de aumento de la complejidad por nuestro propio punto de vista interesado, al fin y al cabo los hombres son más complejos que los peces, y los peces más complejos que las bacterias. Pero ésta es una interpretación antropocentrista de un proceso estadístico simple: la vida en la Tierra empieza en un estado de baja complejidad, la evolución genera variación, y partiendo de una distribución inicial de baja complejidad, el aumento de variación se refleja necesariamente en un aumento de la complejidad.


Si se midiese la complejidad mediante algún número o alguna combinación sencilla de números (por ej. número de genes, número de células, número de tipos celulares) y se representase frente al número de especies, se observaría que la cola izquierda de la distribución no ha variado apenas entre la biosfera ancestral (línea roja) y la presente (línea azul), porque existe un límite, una complejidad mínima compatible con la vida celular. Sin embargo, la cola derecha ha crecido, porque era la única dirección en la que la complejidad podía variar. Este crecimiento direccional, visto desde nuestra posición interesada, crea la ilusión de un aumento de la complejidad a lo largo de la evolución. Sin embargo, la moda bacteriana de la vida se ha mantenido inamovible durante todo este tiempo. No ha habido un desplazamiento en bloque de todos los seres vivos hacia la complejidad, y la evolución biológica no puede asimilarse a una escalera ascendente que conduce hacia el ser humano. Las bacterias han sido y son la forma de vida dominante en éste planeta tanto en número de especies, como en número de células, y muy probablemente en biomasa total.

REFERENCIAS
- Stephen Jay Gould, La grandeza de la vida, Ed. Crítica, Grijalbo Mondadori, Barcelona, 1997. Traducción al español de Full House: The spread of excellence from Plato to Darwin, Harmony books, New York, 1996.
- Stephen Jay Gould, Planet of the bacteria, Washington Post Horizon, 1996, 119 (344): H1

Las bacterias han preferido el tonel al corsé

Las bacterias han preferido el tonel al corsé

La olla a presión de mi cocina resiste, según indica lo grabado en su tapa, 1,5 bares, es decir 1,48 atmósferas. Pero la pared de una bacteria está preparada para aguantar una presión de al menos 4 atmósferas, más incluso que las ollas a presión para uso industrial. Esta resistencia al estallido la consiguen mediante una funda de peptidoglicano que las envuelve por fuera de la membrana citoplásmica. La bioquímica nos dice que el peptidoglicano es como una malla, resistente aunque porosa, pero no nos permite ver la forma en la que se disponen la urdimbre y la trama en el tejido. La repuesta que ha obtenido el grupo de Grant Jensen, especialista en viajes alucinantes, indica que la urdimbre del peptidoglicano se coloca paralela a la superficie de la membrana formando aros como los de un tonel, la trama entrelaza unos con otros y el conjunto se ajusta a la bacteria casi como el guante a la mano.

Tres posibles modelos para la estructura del sáculo en una bacteria. El panel de la izquierda es la disposición en panal similar a la de algunos felpudos, las cadenas glucídicas serían cortas y perpendiculares a la superficie como las paredes de las celdas del panal. En el del centro las cadenas glucídicas se dispondrían como las ballenas de un corsé, mientras que en el panel de la derecha se muestra cómo se colocarían en el tercer modelo siguiendo el patrón de los aros de un tonel.

Los avances científicos ocurren por procesos que no están aislados unos de otros sino que gradualmente permiten responder viejas preguntas aplicando nuevas técnicas. Ahora le ha tocado el turno a la envoltura de peptdoglicano que impide que las bacterias estallen por la presión que hay en su interior. La bioquímica y la microscopía tradicional no habían sido suficientes para desvelar la estructura del peptidoglicano en su posición natural: envolviendo la membrana citoplásmica. De hecho se habían propuesto tres modelos.
Uno de ellos, el propuesto mas recientemente, sugería que el peptdoglicano estaba hecho como un panal de abejas con las paredes de las celdas perpendiculares a la superficie de la bacteria, sería como uno de esos felpudos formados por cortos tubos pegados unos a otros, un diseño ciertamente muy resistente. En otro modelo, el más antiguo, se había propuesto que la urdimbre se colocaba a lo largo del eje longitudinal de la bacteria como las ballenas de un corsé. Y además estaba el modelo “tonel” en el que los hilos de la urdimbre se dispondrían como los aros de un barril. Ninguna imagen de las que teníamos podía decirnos cuál de los tres era el más parecido a la realidad.
Imágenes del sáculo.
El trabajo que presentan Jensen y su grupo suministra unas imágenes, reconstrucciones tridimensionales y películas del sáculo de Caulobacter crescentus, la bacteria en la que hace un año nos mostró un viaje alucinante para visitar el anillo de FtsZ, y de Escherichia coli. El sáculo es lo que queda de quitare a la bacteria todo menos el peptidoglicano, digamos que es como si a un cristal de seguridad de los que llevan una malla de alambre embutida le quitamos todo el vidrio y nos quedamos solo con el alambre. Las dos son bacterias Gram-negativas, en las que el peptidoglicano es más delgado que en las Gram-positivas. La bioquímica nos dice que el peptidoglicano está compuesto por cadenas de azúcares entrelazadas por puentes de péptidos. Que el sáculo no es rígido ya era conocido, y lo que recuerda es a una bolsa de papel vacía y aplastada. Esa bolsa es, en las bacterias Gram-negativas, lo suficientemente delgada como para poder aplicar las técnicas de microscopía electrónica de alta resolución y obtener secciones ópticas de la preparación, a manera de rodajas que  puestas luego una encima de otra sirven para recomponer la muestra en todo su espesor.

Una sección del peptidoglicano de E. coli. Las dos capas corresponden a los dos lados del sáculo, que estaría aplastado y arrugado como una bolsa de papel vacía.

Lo que se obtienen es una reconstrucción del sáculo en la que, mediante sofisticados cálculos, asistidos por un ordenador, del volumen que debe ocupar el peptidoglicano se ve que las cadenas glucídicas que forman la urdimbre, más gruesas que los puentes peptídicos que forman la trama, se disponen paralelas a la superficie, algo que no casa con el modelo de felpudo en panal. Además están colocadas perpendicularmente al eje longitudinal de la célula, o sea que tampoco pueden corresponder con la posición en la que las ballenas están cosidas en un corsé. Lo que más se aproxima a la forma en la que el peptidoglicano se coloca en el sáculo, y por extensión en la célula, son aros parciales de cadenas glucídicas que no circundan por completo la circunferencia del cilindro y que se encuentran algo inclinados a uno u otro lado y conectados por puentes peptídicos, la trama, que son aproximadamente perpendiculares a ellos. Realmente el peptidoglicano se asemeja más a un paño no tejido, como algunas bayetas de cocina, ya que urdimbre y trama se colocan,  a diferencia de un tejido, en el mismo plano.

El sáculo de Caulobacter crescentus visto desde arriba. En los paneles B y C se muestra la imagen de un sector de la superficie del sáculo en dos fases del proceso de cálculo que se aplica para obtener la imagen D en la que se revela el entramado del peptidoglicano. Recuadrado en azul se ha colocado la imagen de un modelo molecular de 9 unidades de la trama glucídica.

¿Cómo alargar una malla rígida? 
Las imágenes muestran que la separación entre los segmentos de la urdimbre no es homogénea, por lo que no parece probable que el crecimiento a lo largo del eje longitudinal de la célula pueda proceder según se había sugerido en un atractivo modelo (el llamado “tres por uno”) que proponía que uno de los hilos de la urdimbre funcionaba como raíl sobre el que la maquinaria de síntesis avanzaba y, a la vez que lo degradaba, iba depositando tres nuevos hilos permitiendo así la extensión de la superficie que por cada pasada de la máquina duplicaba el número de hilos. Si bien se han propuesto que algunas proteínas del citoesqueleto de las bacterias con forma de cilindro (bacilos) que se colocan en hélices pueden guiar la síntesis de la pared celular, queda ahora por descubrir cómo funcionan. ¿Giran como un sacacorchos o se estiran y encogen como un muelle? Cualquiera de los dos mecanismos debiera ser suficiente para hacer un barrido de la superficie de la bacteria a lo largo de todo el eje del cilindro.

REFERENCIA
L. Gan, S. Chen, and G J. Jensen, 2008. Molecular organization of Gram-negative peptidoglycan. Proc Natl Acad Sci USA 105: 18953–18957.