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Aunque no cure la enfermedad, la terapia con células madre parece estar convirtiéndose en un tratamiento eficaz para la esclerosis múltiple al mejorar la discapacidad de las personas afectadas y, por ello, la calidad de vida. Lo asegura una investigación que se publica en JAMA, pero no es la primera que lo sugiere.
A finales de 2014, un trabajo publicado en Archives of Neurology abría la puerta al empleo de esta vía como una opción terapéutica para los pacientes con esclerosis múltiple, aunque algunos investigadores cuestionan tanto la eficacia a largo de la terapia como su seguridad. Este estudio mostraba que una terapia inmunosupresora de altas dosis y seguido de un trasplante con sus propias células madre hematopoyéticas lograba que, tres años después, un pequeño número de pacientes con un tipo determinado de esclerosis múltiple (EM), la esclerosis múltiple con remitente-recurrente, permanecieran libres de recaídas de la enfermedad y con mejoras en su función neurológica. Ahora el estudio que se publica en JAMA muestra que en pacientes con este tipo de esclerosis múltiple (EM), el tratamiento con un trasplante mieloablativo de células madre hematopoyéticas (trasplante con inmunosupresión de baja intensidad de células madre) se asociaba con una mejoría en la discapacidad y en la calidad de vida. REVERTIR LA ENFERMEDAD Los resultados de estos estudios son muy importantes porque hay que tener en cuenta que el 50% de las personas con EM son incapaces de continuar con su trabajo a los 10 años del diagnóstico o de caminar a los 25 años. Y porque hasta ahora ninguna terapia aprobada ha demostrado poder revertir significativamente la discapacidad neurológica o mejorar la calidad de vida. La esclerosis múltiple es un trastorno inmune del sistema nervioso central. El trasplante de células madre autólogo (células de los propios pacientes hematopoyéticas -de la sangre-) se ha probado como una vía de tratamiento que, a diferencia de los medicamentos de base inmunológica estándar, está diseñado para restablecer en lugar de suprimir el sistema inmunológico. Lo que ha hecho el equipo de Richard K. Burt, de la Escuela de Medicina Feinberg y de la Universidad Northwestern (EE.UU.) ha sido analizar si este tipo de trasplante se relacionaba con una mejoría en la discapacidad neurológica en 123 pacientes con EM remitente-recurrente (definido como recaídas agudas seguidas de una recuperación parcial o completa y manifestaciones clínicas estables entre las recaídas) o 24 con EM secundaria progresiva (definida como una progresión gradual de la discapacidad con o sin recaídas superpuestas) tratados entre 2003 y 2014. Y los resultados mostraron que, de los 145 pacientes, se observó una mejoría significativa en 41 (50% de los analizados a 2 años) y en 23 (64% de los pacientes a controlados hasta los 4 años). "Hasta donde sabemos este es el primer estudio que muestra una mejora significativa y sostenida en la puntuación EDSS (Expanded Disability Status Scale) después de cualquier tratamiento para la EM", escriben los autores. Además, el tratamiento también lograba una mejoría en la capacidad física, la función cognitiva y la calidad de vida y se apreció una reducción en la gravedad de la enfermedad clínica y el volumen de las lesiones cerebrales asociadas con la EM verificadas mediante resonancia magnética (MRI). Una de las conclusiones a la que llegan los investigadores es la gran relevancia que tiene la selección de los pacientes: así, reconocen, "la puntuación EDSS no mejoró en aquellos pacientes con EM secundaria progresiva o en aquellos con enfermedad de duración superior a 10 años". EDITORIAL CRÍTICO Sin embargo en un editorial que acompaña al estudio Stephen L. Hauser, de laUniversidad de California-San Francisco (EE.UU.) se muestra muy crítico con el trabajo. En primer lugar, señala, "este tipo de trasplante no parece ser eficaz contra las formas progresivas de esclerosis múltiple". En segundo lugar, "los regímenes inmunosupresores que incluye este trasplante parecen ser eficaces contra la EM de recaída-remisión, al menos durante varios años, pero sigue sin estar claro si los efectos beneficiosos son el resultado de la infusión de células madre. Dada la disponibilidad de terapias eficaces contra la EM remitente recidivante, parecería razonable utilizar estas monoterapias probadas en el entorno clínico antes de considerar regímenes más complejos". Por último, añade, "se debe aclarar el mecanismo de acción de este tipo de trasplante y no hay que olvidar que la EM es una enfermedad crónica, que por lo general aparece en adultos jóvenes por lo que para entender el papel de cualquier terapia, y sobre todo un régimen intensivo con incierto riesgo a largo plazo, se requieren períodos de seguimiento muy prolongados para evaluar de manera significativa si la enfermedad se ha reiniciado sobre a largo plazo, pero también verificar que estas terapias no han producido ningún daño colateral". Autor: R. I. |
Oficialmente, Carl Sagan tuvo cinco hijos. Dos con la bióloga Lynn Margulis (Dorion y Jeremy), uno con la artista Linda Salzman (Nick) y otros dos con la guionista Ann Druyan (Alexandra y Samuel). Sin embargo, lo que no dicen sus biógrafos, lo que no se menciona en su perfil en Wikipedia, es que el gran astrónomo estadounidense -y mejor divulgador científico- tuvo más descendencia, hijos ni reconocidos ni biológicos que a 18 años de su muerte mantienen viva su misión: contar al mundo las maravillas del universo y sembrar en cada televidente y en cada lector la semilla de la curiosidad y del pensamiento racional.
Uno de ellos, por ejemplo, es el físico teórico estadounidense Brian Greene, que explora los pilares de la realidad en libros como El universo elegante. Otro, el astrofísico neoyorquino Neil deGrasse Tyson, recorre la historia de la ciencia y del universo en la nueva versión de Cosmos. Así y todo, el verdadero heredero de Carl Sagan es inglés y se llama Brian Cox: en cada documental, este físico de partículas -ex teclista de una banda pop, miembro de la Orden del Imperio Británico y considerado, muy a su pesar, uno de los hombres más sexis del mundo por la revista People- ratifica su puesto como la estrella más brillante de la divulgación científica inglesa. Así lo demuestra en El universo humano, una producción de la BBC recientemente estrenada en La 2 de TVE (jueves a las 22) en la que, con pasión y asombro, reflexiona sobre las implicancias filosóficas y existenciales de los más recientes descubrimientos de las ciencias. "En toda la historia de la vida sobre la Tierra, de todas las criaturas que han vivido alguna vez en los océanos, en la tierra o en el cielo, solo una ha desarrollado la habilidad para hacer preguntas profundas sobre el cosmos y reflexionar acerca de su lugar en él", asegura Cox por teléfono desde su casa en Manchester. Pregunta. Los astrónomos nos recuerdan que somos físicamente insignificantes en el universo. ¿Cómo ha de hacernos sentir este hecho? Respuesta. Comprender nuestro lugar en el tiempo y en el espacio ha sido una de nuestras mayores hazañas intelectuales como especie. De creer que éramos las criaturas más importantes de toda la creación, ahora sabemos que habitamos un planeta que rodea una estrella entre 200.000 millones de estrellas en uno de los cientos de miles de millones de galaxias que hay en el universo observable. Es más, nuestras mejores teorías sugieren que existe un número infinito de universos. Sí, somos insignificantes en un universo indiferente, pero también somos únicos. Y el ser únicos nos hace valiosos. P. ¿Somos afortunados de existir? R. Eso parece. La Tierra orbita a la distancia exacta alrededor de una estrella para que la temperatura en su superficie permita que el agua líquida exista. Vivimos en un universo que se expande a la velocidad exacta para que estrellas y galaxias se formen. Somos felices accidentes. P. ¿Cree que estamos solos? R. Quizás en unos años la misión ExoMars de la Agencia Espacial Europea encuentre vida en Marte. O en las lunas de Júpiter y Saturno donde hay océanos de agua líquida debajo de la superficie. Pero si hallamos algo serán formas simples de vida. Hay dos opciones. O hay miles de millones de mundos parecidos a la Tierra habitables ahí fuera en la galaxia, y aún así estamos solos. O hay miles de millones de mundos parecidos a la Tierra habitables ahí fuera en la galaxia y no estamos solos. Una de estas declaraciones es verdad. Cualquiera que sea la respuesta, es inquietante. P. En su programa recorre Etiopía, India, Japón, Perú, Chile y también las cuevas prehistóricas del Monte Castillo en Cantabria para explorar nuestros orígenes. ¿Cuál fue la principal innovación que nos permitió pasar de las cavernas a las estrellas? R. La escritura nos permitió compartir información tanto de generación en generación, como de país en país. Desde entonces, el conocimiento siempre aumentó y permitió a muchos cerebros trabajar en conjunto. En sólo 500 años, nos convertimos en una civilización que viaja por el espacio. P. ¿La sociedad ha perdido el entusiasmo por la exploración espacial? R. Quizás se debe a que no hemos hecho nada tan espectacular como ir a la Luna. La misión Rosetta fue increíblemente popular. Cautivó la imaginación de millones. La exploración espacial es vital no sólo por el conocimiento científico que genera o por los spin-offs tecnológicos y los enormes beneficios económicos que acarrea sino porque la exploración en sí misma es crucial para nuestra especie. Es una fuente de inspiración. El progreso humano ha sido siempre impulsado por la exploración. No hemos sido lo suficientemente ambiciosos y el interés se disipó. Necesitamos liderazgo político para hacer ver lo valiosa que es la exploración espacial tanto económica como culturalmente. Necesitamos un nuevo Kennedy. Alguien que diga "Elegimos ir a Marte" o "Elegimos ir más allá porque queremos". P. ¿Qué lugar tiene la televisión en la alfabetización científica? R. Uno central. La ciencia es muy importante como para no estar en la cultura popular. Y la televisión sigue siendo su centro de gravedad. Lo más importante como civilización es acumular conocimientos y educar a los más jóvenes. La ciencia debe estar en el centro de la escena cultural. La idea y la emoción de la exploración espacial debe estar ahí, a la par de los deportes, la música, los shows de talento y las noticias del espectáculo. Debemos presionar a los medios y luchar para que incluyan a la ciencia en su programación. Cuanta más ciencia haya en la televisión mejor nos va a ir como sociedad. Cuando yo tenía 11 años vi Cosmos y me influyó profundamente. Carl Sagan me enseñó que la ciencia es central para la experiencia humana. Es una parte central de la cultura. Debemos enseñarles a las nuevas generaciones a usar la luz de la razón para deshacer la oscuridad de la superstición. Por primera vez nuestra civilización tiene el poder de moldear el futuro del planeta entero. Y eso es gracias al conocimiento científico. |
Muchos medicamentos oncológicos funcionan como se supone que tiene que hacerlo: desactivando el receptor del factor de crecimiento epidérmico (EGFR), en el que muchos cánceres se desarrollan. Pero aun así los fármacos no logran parar la progresión del tumor en muchos pacientes de los pacientes. Lo que ahora ha descubierto el equipo de Xiaojun Tan y Richard A. Anderson es que el cáncer estaba esquivando los medicamentos infiltrándose por la puerta de atrás celular. "Lo que vemos aquí es bastante diferente -señala Tan-. Es una estrategia alternativa para promover la supervivencia de las células del cáncer".
Tan observó que a pesar de que los fármacos cumplían con su función, es decir, desactivar EGFR, las células tumorales eran capaces de emplear la forma inactiva para prosperar. Los hallazgos podrían tener un enorme impacto en el tratamiento del cáncer y un gran impacto económico para los investigadores que desarrollan fármacos, señala Anderson. MILLONES DE PACIENTES En una situación normal, las funciones de EGFR benefician a la célula; pero en algunos tipos de cáncer, como el de ovario y de piel u otros más raros y agresivos como el glioblastoma en el cerebro, el gen que controla EGFR se reprograma y se produce una cantidad de este receptor, lo que conduce a un crecimiento sin control de las células y, como consecuencia, la propagación del cáncer. "Cada año se diagnostican miles de casos de tumores ligados a EGFR -indica Anderson-. Por eso, estos datos podría tener implicaciones para millones de pacientes en todo el mundo". En concreto, lo que este equipo ha visto es que el receptor EGFR desactivado está, sorprendentemente, implicado en un proceso llamado autofagia o autoalimentación. Se sabe que las células sanas emplean este proceso para sobrevivir durante los tiempos de carencias, es decir, cuando los recursos son escasos o la célula está estresada. En esencia, la célula consume su contenido no esencial pero energéticamente costoso en un movimiento de supervivencia. Pero las células tumorales también lo utilizan para sobrevivir en condiciones de estrés. Y ahora se ha visto que las células cancerígenas con exceso de EGFR también tienen altos niveles de otra proteína, LAPTM4B, que acompaña al receptor EGFR inactivo hasta el lugar dentro de las células donde se inicia la autofagia. FÁRMACOS A PUNTO Una vez allí, explica Tan, el EGFR inactivo puede ayudar a desencadenar una cascada de cambios celulares que desencadena la autofagia para promover la supervivencia de las células del cáncer. Es la primera vez que se implica LAPTM4B en la iniciación de la autofagia, afirma Anderson, a pesar de que el estudio muestra que no es necesario EGFR para desencadenar la cascada si el EGFR inactivo encuentra otro medio de llegar a la maquinaria de la autofagia. Los hallazgos, apunta los investigadores, sugieren que, para detener el cáncer, los medicamentos originales, desarrollados para inactivar EGFR, podrían combinarse con fármacos que bloquean la autofagia para golpear en dos puntos distintos y bloquear así la entrada delantera y trasera de la célula. Es posible, señala Anderson, que "ésta sea una vía muy eficaz para el tratamiento del cáncer". Y apunta a dos tipos de antitumorales que están en vías de aprobación en EE.UU. Autor: E. Ortega |
Son algunas de las secuelas del ictus, que se produce en la gran mayoría de los casos cuando una obstrucción en las arterias impide que la sangre fluya en el cerebro. La falta de oxígeno puede llegar a matar a las neuronas afectadas. Los accidentes cerebrovasculares son una de las principales causas de mortalidad en España y uno de los primeros factores de discapacidad: el 40% de los supervivientes se enfrentan a secuelas, de mayor o menor gravedad, que cambian la vida de muchos de ellos. Tienen un largo y duro camino por delante para reentrenar el cerebro.
La incidencia de esta enfermedad va en aumento en España (y en todo el mundo), en paralelo al envejecimiento de la población y a unos hábitos de vida manifiestamente mejorables, según constata la Sociedad Española de Neurología. Los datos para analizar la evolución son aún limitados. Lo que sí se sabe es que hubo casi 120.000 altas hospitalarias de pacientes que habían sufrido un ictus en 2013, un 36% más que 15 años antes, según el Instituto Nacional de Estadística. Los médicos aseguran que la mejora del diagnóstico y el tratamiento se ha traducido en una reducción de la mortalidad, que ahora afecta al 30% de los casos. "Diagnosticamos más y mejor; hace 20 años esta enfermedad permanecía oculta", opina Exuperio Díez Tejedor, jefe del servicio de neurología del hospital Universitario La Paz en Madrid. Los ciudadanos disponen en la actualidad de más información sobre los síntomas y los pasos a dar en caso de accidente cerebrovascular, también conocido como infarto cerebral, hemorrágico, trombosis, embolia y apoplejía, aunque no todos son exactamente lo mismo. Lo que más ha marcado la estrategia en relación con el ictus es el descubrimiento a final del siglo pasado de que, contrariamente a lo que se creía, las neuronas dañadas son capaces de recuperarse de una lesión e incluso las sanas pueden asumir funciones de otras que han muerto. "Se pensaba que no había nada que hacer; hoy sabemos que el cerebro es altamente regenerable, sobre todo si se actúa rápido", dice. En ese duro proceso de recuperación está Javier Herreros, de 52 años, funcionario del Ministerio del Interior, ahora de baja, que desde que sufrió un ictus en julio de 2014 tiene dificultades para andar. "La silla de ruedas es el signo más evidente de lo que le ha sucedido, pero hay mucho más detrás", apunta Inmaculada Gómez Pastor, directora gerente del Centro Estatal de Atención al Daño Cerebral (Ceadac), situado en Madrid. Se trata de uno de los centros a los que se puede acudir en España en busca de rehabilitación. Javier, casado y con una hija de 15 años, entró hace tres meses. Tiene movilidad reducida en un brazo. No puede prepararse un café. "En el habla he mejorado mucho", cuenta de forma pausada. "Todo ha cambiado, no me queda más remedio que asumirlo", confiesa. "Está a punto de dejar la silla de ruedas", destaca Susana Pajares, médico rehabilitador. Toda una noticia para alguien que vive en un segundo sin ascensor. "Cuando sufrió el ictus descubrió que tenía hipertensión y el colesterol alto", dice. El colesterol alto, la hipertensión, la diabetes, las cardiopatías (arritmias), el tabaquismo, el alcohol, el sedentarismo y la obesidad son factores típicos de riesgo de las enfermedades vasculares. A veces la víctima es el corazón, a veces el cerebro. En el caso de los hombres, la primera causa de mortalidad es el ataque cardiaco, seguido del cerebral. En el caso de las mujeres, el ictus está en el primer puesto. En ambos casos se trata de causas individuales. Si se suman todas las muertes debidas a diferentes tumores, el cáncer va en cabeza. El envejecimiento de la población es un factor clave. "El ictus no es una enfermedad solo de ancianos, aunque es evidente que afecta sobre todo a los más mayores", afirma Díez Tejedor. También afecta a gente más joven. La Sociedad Española de Neurología estima que un 10% tienen menos de 50 años. Pese a que nunca ha habido tanta información disponible para llevar una vida sana, los factores de riesgo siguen al alza. "Existe una tendencia a la negación de la enfermedad. Por ejemplo, cuando preguntamos a nuestros pacientes por qué creen que han sufrido un ictus, muchos lo achacan a los nervios, al estrés, a un susto, a la mala suerte; y no a que coman mal, fumen, beban y no hagan ejercicio. Lo más curioso es que después de pasar por un taller informativo que organizamos sobre el ictus, muchos siguen contestando lo mismo. La prevención de la enfermedad vascular debería empezar en la infancia", relata el doctor en su despacho en la planta de neurología de La Paz. La unidad de ictus del hospital es pionera. Ahora cumple 20 años. En ella, profesionales de la sanidad especializados en infarto cerebral trabajan para que el diagnóstico y el tratamiento se consigan en el menor tiempo posible. La supervivencia y el alcance del daño que sufra el paciente dependerán en gran parte de la rapidez con la que sea atendido. "Cuanto antes se libere la obstrucción y se restaure el flujo sanguíneo, mejor será la expectativa de recuperación", dice la responsable de esta unidad, Blanca Fuentes, mientras señala en la pantalla del ordenador la imagen de un trombo alojado en la arteria de un enfermo. "Las primeras horas son cruciales. En esa unidad controlamos al paciente para intentar que reciba el tratamiento sin sufrir complicaciones, como infecciones, alteraciones de la tensión, entre otras", explica la neuróloga. Otro paso importante es aplicar el tratamiento sin esperar mucho. En las cuatro o cinco horas después del inicio de los síntomas, en el caso de un ictus isquémico (son el 80%; el resto son hemorrágicos), la primera opción es la trombólisis intravenosa, que permite llegar a la obstrucción cerebral a través de la sangre. Si no funciona, la alternativa puede ser un cateterismo: desde la carótida, en el cuello, se introduce un cable hasta el trombo y se extrae con una especie de pinza. El éxito de las unidades de ictus llevó a las comunidades autónomas a suscribir en 2008 una estrategia nacional contra el infarto cerebral. El objetivo era disponer de al menos una plaza especializada por cada 100.000 habitantes (incluida una cama, con un neurólogo presente las 24 horas, enfermeros entrenados y monitorización). Sin embargo, este plan lleva cuatro años de retraso. Una veintena de provincias no cuentan con una unidad de ictus, según la Sociedad Española de Neurología, lo que hace disminuir la calidad de la atención médica que reciben sus habitantes. En la actualidad hay 55 unidades de ictus, casi todas concentradas en Madrid y Barcelona, un dato que mejora sustancialmente lo que había hace unos años, pero que está todavía lejos de lo previsto. Solo Navarra y Cantabria cumplen el objetivo de una cama por cada 100.000 habitantes. "Los planes promovidos desde la Administración suponen un impulso, aunque muchas cosas las hemos conseguido por iniciativa de los propios hospitales, organizándonos entre nosotros", añade Díez Tejedor. "Todo está parado; confiamos en que el plan se reactive a lo largo del año", explica Carmen Aleix, presidenta de la Federación Española de Ictus, que agrupa a asociaciones de pacientes y familiares. Aleix no es la única que considera que invertir en prevención y en estas unidades supone al final un ahorro para las arcas públicas: "El coste social del ictus se estima en 6.000 millones de euros al año, el equivalente al 5% del gasto sanitario". Una de las últimas novedades ha sido la aplicación de la telemedicina. La unidad de La Paz, por ejemplo, está conectada con otros centros de la comunidad que no disponen de este servicio a través de videoconferencia. Si a esos centros llega un enfermo sospechoso de sufrir un ictus, se le pone en contacto con un neurólogo del hospital, que le explora, consulta las pruebas que le hayan hecho y decide, en ese mismo momento y si es posible aplicarlo, qué tratamiento es el mejor, antes incluso de que sea trasladado en ambulancia. La mejora de las pruebas diagnósticas -escáneres y resonancias sobre todo- ha facilitado la identificación del daño cerebral. Además, ingenieros, informáticos y neuropsicólogos están trabajando en el desarrollo de nuevas tecnologías que ayuden a mejorar el día a día de las personas con secuelas importantes. Los expertos en rehabilitación del Ceadac han puesto en marcha varias iniciativas. Un sistema de focos luminosos que apuntan al suelo ayuda a aprender, de nuevo, un patrón normal de marcha. "Hay una aplicación móvil que permite comunicarse a las personas que tienen dificultades para escribir o hablar; si necesitan ayuda, marcan con un solo dedo una imagen de un señor preocupado y el receptor recibe el mensaje escrito de ‘necesito ayuda", explica la directora del centro. Colaboran con la Fundación Vodafone a fin de desarrollar un sistema de comunicación móvil para personas con dificultades. Mientras, un mecanismo de estimulación eléctrica ayuda a los afectados a reconectar con sus músculos. Situado en el norte de Madrid, el Ceadac está abierto a ciudadanos de toda España. Depende del Ministerio de Sanidad y fue creado hace 12 años como centro de referencia para la rehabilitación de personas con traumatismo craneoencefálico, con una edad tope de 55 años. La estancia media oscila entre seis y ocho meses. Sin embargo, la mayoría de los 250 usuarios que pasan cada año por el centro se están recuperando de un ictus. "Salvamos vidas que antes no salvábamos y ahora sabemos que el cerebro es plástico y podemos rehabilitarlo", cuenta su directora. "La gente que tenemos aquí es muy joven y tiene toda la vida por delante; hemos de intentar que la vivan lo mejor posible", asegura. El Ceadac es una de las opciones para los que necesitan rehabilitación. Otras alternativas son los servicios de fisioterapia de los propios hospitales y sus centros especializados de área, los hospitales de media estancia y los centros privados. Para las familias, la recuperación del paciente es determinante. El coste para alguien que necesite ayuda a diario -no hay datos sobre qué porcentaje son- se calcula en unos 25.000 euros al año de media. "Los grandes discapacitados no podrán volver a trabajar; requerirán el apoyo de un cuidador o alguien de la familia que quizá tenga que dejar el trabajo; si van en silla de ruedas, deberán adaptar la vivienda", relata Carmen Aleix, que añade que los recortes presupuestarios en rehabilitación y dependencia por la crisis han empeorado la situación. Autor: Cristina Galindo |
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