domingo, 13 de febrero de 2011

El cerebro, como órgano social, imita los sentimientos ajenos y los manipula


NEUROCIENCIA E INVESTIGACIÓN HAN SIDO LOS TEMAS PRINCIPALES DEL ANIVERSARIO DE PASCUAL

El cerebro, como órgano social, imita los sentimientos ajenos y los manipula

El cerebro, como órgano social, reproduce internamente los acontecimientos sociales para entender la mente de su interlocutor y manipularle para conseguir un beneficio. Éste y el papel de la mujer en la historia de la ciencia han sido los dos temas sobre los que han tratado las ponencias realizadas con motivo del IV Aniversario del Instituto Tomás Pascual.
Isabel Gallardo Ponce - Lunes, 14 de Febrero de 2011 - Actualizado a las 00:00h.
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Manuel Martín-Loeches, del Centro Mixto UCM-ISCIII.
Manuel Martín-Loeches, del Centro Mixto UCM-ISCIII.
Las áreas cerebrales que más importancia tienen en las relaciones sociales -como el cíngulo anterior, la amígdala...- son las mismas en las que se producen las emociones y la toma de decisiones. Estas son algunas de las conclusiones a las que la neurociencia ha llegado en la última década, según ha explicado a Diario Médico Manuel Martín-Loeches, responsable de la Sección de Neurociencia Cognitiva del Centro Mixto Universidad Complutense-Instituto de Salud Carlos III de Evolución y Comportamiento Humanos, a propósito de su ponencia La especie sensible, impartida en el IV Aniversario del Instituto Tomás Pascual Sanz para la nutrición y la salud, en Madrid.
Martín-Loeches ha tratado de "mostrar evidencias de lo susceptible que es la raza humana a los estímulos exteriores, sobre todo a los sociales". Lo que más define al cerebro humano no es la inteligencia, sino su capacidad para vivir en sociedad. Se trata de un dispositivo perfecto para captar el interior de la mente de las personas. "Hay una serie de especializaciones cerebrales y físicas que lo demuestran. Por ejemplo, el blanco de los ojos -los humanos son la única especie de primates que cuenta con esta característica- permite al interlocutor saber hacia dónde se mira, las intenciones y anticipar los actos". Otras adaptaciones afectan al aspecto psicológico y al funcionamiento interno del cerebro.
Expresión e imitación
Las expresiones faciales combinan los cambios físicos con los cerebrales. "Al observar las expresiones faciales las reproducimos como si nosotros estuviéramos sintiendo la misma emoción. El objetivo final es meternos en la mente de otra persona". Con la ayuda de resonancia magnética se ha comprobado que se produce una reacción cerebral al realizar esta imitación de manera automática. No sólo eso, sino que al imitar las expresiones de otros, tanto en el gesto como en el sentimiento, se activan los músculos implicados en cada sentimiento, lo que aumenta más la emoción en el imitador. Además, "adoptando expresiones faciales uno mismo también manipula sus propias emociones".
  • Observar una emoción en el interlocutor produce que el cerebro imite la expresión y el sentimiento para entender su mente y sus pensamientos
Sin embargo, según Martín-Loeches, esta eficacia que caracteriza la sensibilidad de la especie humana la convierte también en vulnerable, "puesto que esto ocurre de forma inconsciente es fácil manipular a las personas porque se les pueden generar sentimientos, emociones, llevarles a ciertas conclusiones o a tomar decisiones que no querían poner en marcha". Se trata, por tanto, de una competencia entre mentes, en la que gana aquélla capaz de ocultar sus propios sentimientos y captar los de los demás.
Órgano social
"El hecho de que el cerebro emocional, el social y el de toma de decisiones sean prácticamente el mismo muestra que hay ahí una adaptación para mejorar la explotación de los recursos sociales. El desarrollo de esta forma de ser del cerebro podría haber sido una fuerza sustancial de la evolución, siendo posiblemente una de las razones principales para el surgimiento del lenguaje humano y otras particularidades del comportamiento".
Otra representación de la adaptación son las microexpresiones, que surgen en el transcurso de una conversación, por ejemplo, y de las que no son conscientes ni emisor ni receptor debido a su corta duración. "El cerebro reacciona sabiendo que lo ha visto, lo que condiciona la concepción que se tiene de la otra persona, mientras que el que ha emitido determinado gesto sabe que se le escapa algo y le preocupa pero no sabe qué. Todo esto condiciona las conversaciones". Además, pese a ser inconscientes, determinan reacciones en el comportamiento del receptor, como la sed que tienen y la cantidad de agua que beben.

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