Había empezado a hablaros sobre la Oncología Radioterápica y, aunque seguiré haciéndolo, para mí el blog siempre ha sido un medio de desahogo y hoy lo necesito con ese fin. Perdonadme porque sé que estos desahogos/reflexiones no son tan útiles, pero no puedo dejarlos.
Hoy me he visto como si me hubieran tirado un cubo de agua fría de realidad encima... Admito que a veces soy demasiado "ilusa", me gusta tener ilusiones y pensar que las cosas pueden ser así. Sé que la realidad está bastante lejos de ellas pero si no las tuviera no estaría donde estoy, ni sería lo que soy. Es mi "coraza",esa que me permite sacar una sonrisa todos los días a mis pacientes intentando hacer todo más llevadero para ellos, intentando crear un lazo de confianza entre nosotros para que todo sea un poco más fácil. Algo que me parece fundamental cuando hablamos de la salud.
Si yo me hice médico fue para curar a la gente, o, si no es posible, al menos ayudarles en ese proceso tan duro como es la enfermedad. Cuando se habla de la salud, hasta la gastroenteritis, el catarro o el dolor de cabeza "más tonto" te hace pasar malos ratos y si una cosa tengo clara es que al médico uno no va por gusto ni mucho menos (salvo raras excepciones, que es cierto que existen). Si ya paso a hablar de lo que veo en mi especialidad con el cáncer, el estado en que llega el paciente a la consulta es de "miedo" "respeto"por la enfermedad, por lo que le podamos llegar a decir sobre ella, su tratamiento y su pronóstico... y pienso que es importante ser lo más cercano posible e intentar hacer más llevadera esa consulta. Considero que la empatía y el saber ofrecer una sonrisa a tu paciente es algo fundamental, y por eso me esfuerzo por hacerlo todos los días, lleve lo que lleve por dentro. Si tengo un mal día, me pongo mi coraza y ¡a por ello!, que el paciente no tiene la culpa de lo que me ha pasado y se merece lo mejor. Hago todo ésto por eso, porque tengo ilusión por crear esa relación de confianza entre el médico y el paciente que considero tan necesaria. ¿Qué pasa? Que hay días como hoy en los que me encuentro con la desconfianza que tienen muchos pacientes con sus médicos y se me quitan las ganas de todo, me planteo si estoy donde tengo que estar o si soy, perdonadme por la expresión, una imbécil que se ha hecho médico pensando en que eso se puede conseguir. Si no hay confianza entre el médico y el paciente, mal vamos... no?! Demasiados malos ratos nos llevamos los médicos cuando las cosas van mal, cuando no conseguimos curar al paciente y, no sólo eso, sino que la mejoría es mínima; cuando le causamos toxicidades que le hacen pasar malos ratos; cuando pedimos pruebas, a veces invasivas, que luego no nos dan ningún tipo de información... El paciente es el que más sufre, cierto, pero nosotros también sufrimos cuando pasan estas cosas. Más de una noche y más de dos las pasamos pensando en qué podemos hacer para tratar a tal paciente, qué solución podemos darle a su problema... En fin, a diferencia de otras profesiones, en la sanitarias, y hablando concretamente de la mía como médico, nosotros tratamos con la salud de las personas con todos los pros y contras que eso conlleva. Los pros son muchos y compensan con creces a los contras, aunque sean menos. Al menos eso me pasa a mí, o me pasaba, hasta ahora. Digo me pasaba porque, visto lo visto, cuando una se encuentra con que un paciente duda de lo que le ha dicho su médico y, en vez de hablar con él sobre sus dudas, recurre a otro "a sus espaldas" o, peor aún, se fía más de lo que le dice una página de internet... mal vamos. Me parece muy bien que se pida una segunda opinión, claro que sí, a veces es necesaria, sana... Somos humanos, no lo sabemos todo y ya se sabe eso de "4 ojos ven más que 2" pero siempre diciéndoselo a tu médico. Si no se lo dices, cuando le llegues con la opinión de un 2º y le digas cosas como "El Dr Tal de la Clínica Cual me dijo que estaba de acuerdo con el tratamiento que me propuso, así que, adelante" Tú médico te tratará pero te aseguro que la relación no será la misma, es inevitable que se marque una distancia y una cierta inseguridad por lo que uno dice/hace o deja decir/hacer. Ese tipo de cosas conducen a otras como la medicina defensiva. Ahora todo está protocolizado y ojo no te saltes el protocolo que como algo vaya mal (por cualquier cosa! Aunque no tenga nada que ver con lo que has hecho o dejado de hacer) prepárate que puedes tener una reclamación , una demanda, a la vuelta de la esquina... ¿Qué hemos conseguido? Que ahora se pidan muchas más pruebas, muchas veces innecesarias y, no sólo eso, sino que se ponen tratamientos para"porsi"... que ufff!!! miedo me da! Por ej, en el tema de los antibióticos estamos consiguiendo que se creen cepas resistentes de tal manera que cuando llega la hora de la verdad y realmente hay una bacteria que tratar, cada vez nos cuesta más erradicarla. Y no sólo utilizamos mal, a la defensiva los antibióticos. También pasa ésto con otras muchas cosas.
Así que me encuentro un día como hoy desilusionada, decepcionada, planteándome si no estaría mejor haciendo otra cosa lejos de la salud. Me quedan dos meses para acabar la residencia y no sé qué será de mi vida laboral después de ésto, dónde iré... Se acaba una etapa para dar paso a otra y sí, se supone que debería pensar en que los cambios son buenos, que seguro que me llegan muchas cosas buenas, cambios positivos pero, ¡¿y si no es así?! No llevo nada bien la incertidumbre y ahora que me encuentro con esa desconfianza me planteo si no debería hacer otra cosa que no fuera la medicina. Algo sin tanta responsabilidad que a veces te trae tantos disgustos y ningún tipo de compensación... En el fondo sé que si no soy médico no valgo para nada, vamos, quiero decir, que he nacido para ser médico, me gusta mucho la medicina, y en concreto me gusta mucho la Oncología Radioterápica, mis pacientes y el trato con ellos pero... uffff!!!! A veces te planteas dejarlo todo porque total, ¡¿relamente merece la pena llevarte estos disgustos?!
He hablado como médico, de la desconfianza de algunos pacientes hacia nosotros, pero admito que también pasa a la inversa, muchos médicos desconfían de sus pacientes y estamos en las mismas. Si no hay confianza en esta relación las cosas no pueden ir bien... algo va mal.