Bienvenida a Bibliosol
Mensaje de bienvenida leído en la inauguración de Bibliosol. Nuestra participante Babi hace una memoria y balance de la intensa vida de nuestro colectivo.
Llegar hasta aquí ha sido complicadísimo. Solo de pensarlo me asombro. En realidad, en nombre de BiblioSol, me gustaría contaros que sus participantes hemos disfrutado muchísimo de este proceso, que desde el 20 de mayo, en el que se creó la comisión de biblioteca en esa ya mítica acampada de Sol, hasta hoy, 25 de noviembre, día en el que la biblio por fin vuelve a abrir sus puertas, todo han sido risas y buen rollo. En verdad me encantaría decir, que lo que nos ha pasado en estos ciento ochenta días rodeados de libros, es que la cultura ha entrado por los poros de nuestra piel y hoy por ello, sabemos más, tenemos más vocabulario, que incluso somos mejores personas, pero es que estoy casi segura de que después de todo este tiempo a los bibliosoleros lo más que nos viene a la cabeza es: joder cómo pesan las putas caja de libros.
No sé la del resto de los miembros de la comisión, pero mi espalda, cada vez que entro en la biblioteca, como si fuera la voz de mi conciencia, no me sugiere, no, me chilla a voz en grito, que salga por patas cuanto antes, que corra mientras pueda y no deje de hacerlo hasta que esté bien escondida, porque como me vea uno de la biblio seguro que me planta una caja de libros en los brazos y me hace cargarla de un sitio a otro. Y es que no tan en broma, las que componemos BiblioSol decimos que si el 15M o un movimiento similar volviera a surgir, nos meteríamos sin dudar en la comisión de pensamiento y, a ser posible, en la versión de a largo plazo, porque estamos casi convencidas de que ese grupo no acarrea severos dolores de espalda. Si es que ves a los libros ahí, tan colocaditos en sus estanterías, dando color y calor a las paredes de esta pequeña sala, cada uno con una historia diferente que contar, con sus fuertes solapas y sus hojas desprendiendo letras, parecen tan divertidos y tan inofensivos vistos así por separado que sin querer te dejas engañar. Pero no, yo ya no lo hago, porque yo ya sé que cuando los libros se juntan en bloque pueden ser el peor de los castigos. En serio, cómo pesan.
Creo que, grosso modo, tenemos como cinco mil, y otros dos mil esperan en casa de donantes que vayamos a buscarlos. Sentimos deciros que hoy, no todos están catalogados por lo que no todos los podemos prestar. Disculpad, mil perdones, lo sentimos, lo sentimos, lo sentimos, que nuestra intención está muy lejos de querer privatizar nada, pero es que no nos ha dado tiempo. Llevamos todo el verano y lo que va de otoño trabajando a buen ritmo, pero creo que todas hemos visto cómo el movimiento no tiene el mismo arranque seis meses después, que de alguna forma el entusiasmo inicial y sus participantes se han ido difuminando poco a poco como el humo del incienso, y que la mayoría de las veces, los que permanecemos haciendo malabarismos para compatibilizar nuestras ajetreadas vidas, tenemos la sensación de no saber hacia dónde vamos y si tanto trabajo, así sin ningún tipo de remuneración, no es más que un absurdo. En la asamblea de biblioteca alguien dijo, no hace mucho: ya estoy harto, abramos así sin más. De ahí las prisas. Somos pocas, y esa es la justificación que tenemos para que la Biblio de Sol solo vaya a estar abierta unas horas a la semana. Eso no quiere decir que eso no pueda ser diferente. Aprendemos y cambiamos sobre la marcha, la incertidumbre es nuestra máxima, e igual somos cuatro durante un montón de semanas, como que mañana podemos ser miles y necesitemos cincuenta bibliotecas como esta. Pero hoy por hoy, este no es el caso. A pesar de todo, soy de las que está convencida de que en este absurdo de querer un mundo menos desigual para todas las personas, lo importante es permanecer, aunque ello suponga, en el caso de los participantes de la comisión de biblioteca, tener que hacerlo con una caja de libros en los brazos.
Libros. Lo tuvimos clarísimo en la acampada cuando vimos el cartel de la biblioteca que hoy está colgado sobre la pared. Era la mejor comisión posible porque nunca estaríamos solas. Los libros y nosotros ya somos uno. Creo que debimos planear como cincuenta protocolos de evacuación. Era importante, si nos íbamos teníamos que irnos con los libros. Si llovía, no solo nos mojábamos nosotros, se mojaban los libros y eso no podíamos permitirlo porque no hay nada más doloroso que ver papel escrito mojado. El día que se levantó la acampada, encontrar un sitio era primordial y así en sus cajitas aguardaron unas semanas en el almacén del teatro de Puerta Estrecha. Luego los trasportamos hasta Casablanca, que hoy no tenemos palabras para agradecer la amabilidad de cedernos este espacio y la gestión de su fondo bibliográfico, que es espectacularmente bueno. Así que en una habitación los libros del 15M esperaron pacientes a que acondicionáramos el lugar donde hoy nos encontramos.
El acondicionamiento, obviamente, no ha sido coser y cantar. Limpiar y pintar nos ha llevado algunas semanas. Puedo decir que los cargalibros siempre hemos tenido las mejores intenciones, eso no quiere decir que acertemos a la primera. Por favor, no nos preguntéis por qué las paredes tienen un blanco tan brillante ni qué pintura hemos utilizado para ello. Lo que sí podemos decir es que hemos construido sin querer un búnker insonorizado, que los que lleguen aquí después de nosotros se van a acordar de nuestras madres para quitarlo y que en este tiempo donde está tan de moda los temblores y terremotos podemos asegurar que ya pueden derrumbarse los cimientos de Casablanca que la Biblioteca caerá en bloque sin una sola grieta entre sus paredes. Fue sin querer, de verdad. Luego llegó la hora de las estanterías. Madre mía, qué follón. Necesitamos tablones, dijo alguien, y nosotras que somos muy obedientes nos lo tomamos muy en serio. Creo que no queda un tablón por recoger en todo Madrid. De hecho os lo podemos mostrar. Si vais a la habitación del fondo, podéis comprobar que además de una biblioteca, tenemos el museo arqueológico de tablones más importante de la zona. A mí me gusta llamarla la habitación del riesgo, porque una vez que consigues entrar no sabes cuando un supertablón puede a aplastarte el cerebro. Los tablones así sin más no sirven, hay que juntarlos por grupitos y ponerles tornillos y esas cosas para que se tengan en pie, y esto también ha sido una labor bastante ardua. A mí me gusta mucho leer libros pero no tengo ni idea de carpintería. Los miembros de la biblioteca de esta condición nos pusimos en manos de los que sí sabían y que de forma muy profesional dejaban notas perfectamente organizadas para que avanzáramos cuando ellos no estaban. Por ejemplo, aquella estantería del rincón, nos la dejaron tumbada en el suelo, con las medidas de los tablones milimétricamente encajados, tan solo a falta de poner unos cuantos tornillos… Vamos, que ni las instrucciones de un mueble de esos prefabricados te lo dejan tan fácil: seis tornillos por este lado y seis por el otro, doce para la estructura central y luego clavitos para las baldas sujetalibros. Así, sin más, que me acuerdo yo que nos decían que era muy fácil, que si acaso tuviéramos un poco de cuidado con el travesaño ese que se arqueaba un pelín, pero que con los tornillos se conseguiría enderezar y punto. Pues bien, la cosa, como os diría yo, que no fue tan de y punto. Recuerdo que con un entusiasmo desbordante, igual que un niño con juguete nuevo, cogimos el taladro, pim pam, hicimos los agujeros, pim pam, primero la base, pim pam, esta será la que apoya en el suelo, pim pam, pusimos los tornillos, pim pam, los apretamos, pim pam, qué duros, pim pam, que no te preocupes, pim pam, ¡va, esto está “chupao”!, pim pam, ahora los de arriba, pim pam, pásame el tablón del centro, pim pam, ¡”niquelao”!, ya está: y ahora a levantarla. En el primer intento nos quedó una estantería balancín. La parte central apoyaba en el suelo, pero no ocurría lo mismo con las dos laterales, de forma que si empujabas sutilmente uno de los lados se balanceaba con amplitud hacia el otro. Inmediatamente pensamos que tan original estantería le quedaba que ni pintada a las paredes de esmalte…, y, oye, ¿qué no llegas al estante de arriba?, pues agarras del extremo superior de la librería y la balanceas hacia ti, altura regulable, que se llama. La idea era buena, hasta de patente, fijaos lo que os digo, si no fuera porque los tablones sujetalibros que teníamos cortados a escala y que estaban a falta de fijarlos con clavitos, en la parte superior no entraban y en la inferior se caían. He de confesaros, que en este punto lo vimos un poco negro. O sosteníamos los libros a base de pequeñas hamaquitas de lado a lado de los tablones centrales o cogíamos el serrucho. La tensión se mascaba en el ambiente cuando mis compas y yo escogimos el serrucho con el miedo de un peluquero aprendiz que ha cortado mal el flequillo de su clienta y sabe que no por mucho que se empeñe en igualar va a conseguirlo. Yo, por supuesto no me atreví a serrar, la idea de irme desvinculando del grupo de carpinteros iba creciendo en mi interior, quizá aún tenía la posibilidad de escapar y al día siguiente encontrarme en el grupo del dedo acusador a los destrozatablones. Pero me contuve y vi, ya con pánico, como serraban los valientes. Creo que fue ahí cuando escuché: “¡si es que esta madera está más arqueada que la ostia! En fin, que así seguimos un rato, y bueno, que está claro que lo bueno que tiene la vida es que aunque te parezca que no, siempre te da otra oportunidad, siempre, y a pesar de que la idea de la estantería balancín era innovadora, también éramos conscientes de que no era muy productiva. Así que desatornillamos todo, cuatro horas después de haber empezado, y volvimos al inicio, pero en esa ocasión con la experiencia del que ya ha errado una vez, que es la mejor de las experiencias, y bueno, tardamos como siete horas en poner doce tornillos y ni siquiera estarán bien puestos, pero la estantería, como veis, se tiene, sí, y con apenas un balanceo imperceptible. Ni mucho menos es una estantería perfecta, pero sí os puedo asegurar que está hecha con la mayor de las ilusiones.
Pero claro, en este punto el problema radicaba en que como quisiéramos avanzar a base de ilusión nos iba a dar otra vez el 15M y los destrozatablones todavía estaríamos ahí, con el taladro con vida propia en la mano tratando de no agujerear a nadie. Yo creo que esto es lo que debió pensar uno de los compas de la biblio que sí que sabía de maderas. De hecho, estoy casi segura de que debió de tener una pesadilla o algo así con los de las ilusiones persiguiéndole con la caladora encendida, porque en mitad del verano nos envió un correo que decía: he tenido un sueño, voy a construir estanterías con rodapiés. Sí, como oís, con rodapiés. También nos dijo que ya no iba a hacer falta cortar maderas ni nada y que iban van a ocupar toda la pared. Hizo planos y todo. Yo vi los rodapiés y me dieron ganas darle un vaso o no sé un par de tenedores para ver qué podía construir, porque a esas alturas ya estaba más que convencida de que en la biblioteca éramos capaces de cualquier cosa. Hoy las dos estanterías más bellas de BiblioSol están hechas con rodapiés. Y esta es la historia de las estanterías, porque esta biblioteca, como podéis comprobar, no solo tiene historias en los libros que la compone.
En esto ya estamos en septiembre, qué rápido pasa el tiempo, ¿verdad? Era la hora de sacar los libros de sus cajas. Pero no solo vale con sacarlos de sus cajas y colocarlos apiladitos en las estanterías. Hay que catalogarlos. Otro follón. No todos los miembros de la biblioteca somos bibliotecarios, así que la mayoría hemos tenido que aprender, entre tantas cosas, lo que es el verso de portada, el depósito legal y a manejar el programa de catalogación. Aquí haré un pequeño inciso por haber escuchado algunas críticas por el programa que hemos elegido. Estamos convencidas de que habrá programas mejores, pero hay que avanzar, porque si en medio de este caos, con los medios que tenemos, tuviéramos que pararnos en valorar cada una de las decisiones que con la mejor de las voluntades hemos tomado, todavía hoy estaríamos pintando las paredes. Así que hemos aprendido a manejar el Abies, y mañana, porque estamos abiertos siempre a mejorar sí o sí, ya veremos si podemos cambiarlo o no. Pero ahora es importante tirar con lo que hay y ya tenemos como unos mil doscientos libros catalogados, sí, que esto es lo que con toda nuestra ilusión podemos ofreceros y que esperamos de verdad que disfrutéis los libros, de vuestros libros, porque que si hay algo claro que tenemos en BiblioSol es que son para vosotras.
Lo que también tenemos claro es que esto de inaugurar no es un punto y a parte, esto no es ni siquiera un punto y seguido, esto no es más que una coma, una simple coma, y que la semana que viene tenemos que seguir luchando los poquitos que somos. Por eso quiero aprovechar, hoy que somos unos poquitos más, a que os animéis a seguir escribiendo con nosotros la historia de esta biblioteca que surgió de la nada, que surgió, de la misma forma que el 15M, de la solidaridad del pueblo. Que estamos convencidas de que juntas y solo juntas podemos dar mucho que hablar, podemos seguir siendo incómodas, un grano en el culo de estos dirigentes que se han olvidado de nuestras necesidades. Porque esta es nuestra fuerza, nuestra gran fuerza y esto es lo que temen. Es así de simple, si nos unimos podemos no solo lograr despertar conciencias, así en bloque podemos ser como estos libros, más pesados que la madre que los parió.
La asamblea de biblioteca se celebra todos los jueves en la Plaza de las Descalzas, a las 20:30 horas. Tenemos mucho trabajo todavía por realizar. Si os unís a nosotras, aunque solo podáis regalarle unos minutillos a esta biblioteca, a este movimiento surrealista a la par que maravilloso, desde aquí estamos deseando abriros nuestros brazos. Eso sí, no os podemos asegurar que no os vaya a doler la espalda, eso no lo podemos asegurar. Lo que sí podemos deciros, es que el día que os paseéis por aquí, un miércoles cualquiera, un sábado tonto de esos en los que nada tienes que hacer, y os paréis a observar los libros que tenemos, quizá os llevéis una sorpresa cuando por casualidad os encontréis un tejuelo con un N GAL lib. Es posible que lo abráis con curiosidad y leáis la dedicatoria escrita en la primera página: A los indignados del 15M, por siempre, con amor, y firmado por Eduardo Galeano. Lo más seguro es que, en ese instante, lo cerréis y os lo acerquéis al pecho durante un rato, seguramente respiréis y sabiendo que está a buen recaudo os digáis orgullosos mirando el resto de las estanterías: estos libros los he cargado yo. Estos libros los he cuidado yo.
No quiero acabar estas palabras sin agradecer de nuevo en nombre de BiblioSol a Casablanca el espacio cedido, sin agradeceros la presencia a todas las personas que hoy estáis aquí para apoyarnos. Una palabra de aliento, un sois cojonudos, no podéis imaginaros lo que anima en la soledad. Al grupo de cultura de Sol y a los músicos que llevan toda la semana trabajando con nosotras sin cuartel para que la inauguración salga estupendamente. Y por supuesto, un millón de gracias a todos los participantes de la biblioteca que en algún momento han tirado del carro, aunque solo haya sido durante un instante, para que los que llevamos aquí más tiempo podamos descansar durante ese ratito. Que esto en definitiva lo hemos conseguido entre todas y que mañana ya veremos lo que será de BiblioSol, pero hoy, no me digáis que lo logrado no es la leche.
Así que en nombre de la Biblioteca de Sol esperamos que la disfrutéis.
Bárbara…
BiblioSol, 25 Noviembre 2011
BiblioSol, 25 Noviembre 2011