sábado, 5 de febrero de 2011

Las tasas crecientes de obesidad en los niños se deben a malos hábitos y no a los genes, según un estudio


Las tasas crecientes de obesidad en los niños se deben a malos hábitos y no a los genes, según un estudio

Investigadores señalan que se deben abordar los estilos de vida sedentarios y las malas elecciones alimenticias para invertir esta tendencia


JUEVES, 3 de febrero (HealthDay News/HolaDoctor) -- Los malos hábitos alimenticios y de actividad, y no la genética, son las causas subyacentes de la mayoría de los casos de obesidad en la adolescencia, sugiere una nueva investigación.
El hallazgos se deriva de un análisis en el que participaron más de 1,000 estudiantes de sexto grado de Michigan que participaron en el programa Proyecto escuelas saludables, que se lleva a cabo en 13 escuelas de educación intermedia de todo el estado.
"Para los niños que están muy gordos quizá se deba tomar en cuenta la prueba genética", señaló la autora principal del estudio, la Dra. Kim A. Eagle, cardióloga y directora del Centro Cardiovascular de la Universidad de Michigan, en un comunicado de prensa del centro.
"Para el resto, mejorar la actividad física, reducir el tiempo de ocio frente pantallas y mejorar el valor nutritivo de la comida escolar ofrece una gran promesa para iniciar un cambio en las actuales tendencias de obesidad infantil".
Los hallazgos del estudio aparecen en una edición reciente de American Heart Journal.
Los autores apuntaron que, en 1980, apenas el 6.5 por ciento de los niños estadounidenses de 6 a 11 años eran obesos, pero que ese porcentaje aumentó a cerca de 20 por ciento para 2008.
El estudio reciente encontró que el 15 por ciento de los participantes eran obesos. Y casi todos tenían malos hábitos alimenticios.
Cerca de un tercio de todos los estudiantes apuntaron que habían tomado un refresco el día antes, mientras que menos de la mitad dijo que recordaba haber consumido dos raciones de frutas y verduras en el mismo espacio de tiempo.
Y aunque el 34 por ciento de los niños no obesos almorzaban en la cafetería de la escuela, esa cifra aumentó a 45 por ciento entre los estudiantes obesos.
Sólo un tercio de todos los niños informó que hizo una media hora de ejercicio durante cinco días en la semana previa. Los niños obesos eran mucho menos propensos que los que no lo eran a participar en un ejercicio regular o en las clases de educación física, y menos propensos a pertenecer a equipos deportivos.
Entre los niños obesos, el 58 por ciento informó que había visto dos horas de televisión el día antes. En comparación con el 41 por ciento de los niños no obesos.
El hallazgo contradice el trasfondo de la nueva ley del gobierno federal, "Healthy, Hunger-Free Kids Act of 2010" (Ley para Niños Saludables y Libres de Hambre de 2010), diseñada para fomentar la creación de menús escolares más saludables para los 31 millones de niños de todo el país que comen actualmente a través de programas basados en la escuela.
Más información
Para más información sobre la ley Healthy, Hunger-Free Kids Act of 2010, visite el sitio web de laCasa Blanca.

Artículo por HealthDay, traducido por HolaDoctor
(FUENTE: University of Michigan Cardiovascular Center, news release, Jan. 31, 2011)
Derecho de Autor © 2011 HealthDay Todos los derechos reservados.

Los artículos de HealthDayNews se derivan de varias fuentes noticieras y no reflejan la política federal. healthfinder.gov no endosa las opiniones, productos o servicios que pueden aparecer en las historias noticieras. Para más información sobre asuntos de la salud en las noticias, visite Noticias de la Salud.

Evidencias en la Artrosis de rodilla


Evidencias en la Artrosis de rodilla.

Cucha que te diga, hoy en ¿Sabías que? vamos a tratar un documento que nos habla del manejo de la artrosis de rodilla en Atención Primaria: Guía del manejo del paciente con artrosis de rodilla en Atención Primaria. Nosotros hemos extraido algunas recomendaciones pero hay muchas más.
esas rodillas son casi mías
Creative Commons License photo credit: www.cobeete.es
Educación al paciente:
  • La educación del paciente debe formar parte integral del manejo del paciente ya que diversas técnicas educativas han demostrado reducir el dolor y aumentar las habilidades adquiridas, aunque con poco impacto en la capacidad funcional. Estas técnicas son: educación individualizada, educación grupal, llamadas telefónicas regulares y entrenamiento en adquisición de habilidades, incluidas las asistidas por el acompañante del paciente. Grado de recomendación A.
  • Las pautas de protección articular y de modifi cación de hábitos de vida han demostrado evitar el estrés articular. Grado de recomendación B.
  • En pacientes obesos se debe ofrecer un programa que incluya consejo dietético y ejercicio aeróbico, ya que la reducción de peso junto con el ejercicio ha demostrado reducir el dolor y mejorar la funcionalidad. Grado de recomendación B.
Ejercicio:
  • El ejercicio disminuye el dolor, mejora la movilidad articular y la limitación funcional. Grado de recomendación B.
Adherencia a la realización de ejercicio.
  • Hay que promover la adherencia al prescribir los regímenes del ejercicio, ya que se asocia con mejoras en la función física y en la discapacidad. Grado de recomendación B.
  • La tasa de abandono es frecuente y se relaciona en parte con el ejercicio intenso. Caminar es una actividad que se sigue más fácilmente. Grado de recomendación B.
  • El cumplimiento a largo plazo de ejercicios requiere generalmente el estímulo de la supervisión o la vigilancia regular. Grado de recomendación B.
  • La adherencia a los ejercicios aumenta con el refuerzo positivo a través del contacto con otra persona: revisiones periódicas, diarios autocumplimentados, llamadas telefónicas y visitas domiciliarias. Grado de recomendación B.
Paracetamol:
  • Es un fármaco eficaz en el alivio del dolor en la artrosis de rodilla. Grado de recomendación A.
  • Debe ser considerado como tratamiento analgésico oral de primera elección por su seguridad. Grado de recomendación A.
Gradación de la evidencia: niveles de evidencia y grados de recomendación del Grupo Scottish Intercollegiate Guidelines Network (SIGN). Detallados en la página 57 del documento.
Un besico y al turrón.
Para acceder al documento completo, pinchar el siguiente link:

La Prueba de la Tuberculina


La Prueba de la Tuberculina

Continuamos con nuestra sección habitual de Evidencias. Hoy hablamos de la Tuberculosis, concretamente del diagnóstico de esta enfermerdad, mediante la Prueba de la Tuberculina, ya que para el diagnóstico de infección tuberculosa latente, se recomienda la realización de la prueba de la tuberculina en todos los casos (Recomendación Fuerte*).
La prueba de la tuberculina se realiza mediante la técnica de Mantoux y es ampliamente utilizada. Sus ventajas son su escaso coste económico y su fácil realización, aunque tiene también sus inconvenientes.
La justa mesura...
Recordemos brevemente la Técnica de Mantoux:
  • Inyectar 0,1 ml del PPD justo por debajo de la capa más superficial de la piel (intradérmica no subcutánea) en la superficie anterior del antebrazo.
  • La inyección causará una discreta elevación de la piel o habón de 6 a 10 milímetros de diámetro. Se deben utilizar jeringas y agujas de un solo uso y seguir todos los procedimientos de control de infección incluyendo el uso de guantes y la utilización de contenedores adecuados para eliminar las agujas.
  • Después de la administración se debe instruir al paciente para que no se frote, rasque o cubra con una tirita o esparadrapo la zona de la prueba. Se permite lavar y secar la zona si es necesario, pero no con sustancias irritantes.
  • La prueba de la tuberculina se realizará lo antes posible tras la detección del caso índice y se repetirá a las 8 ó 12 semanas si la primera ha sido negativa.
  • No se administrará en aquellos pacientes que se sepa que ya fueron positivos.
Valoración de los Resultados de la prueba de la Tuberculina:
  • Los resultados deben valorarse según el riesgo del paciente de desarrollar una tuberculosis en caso de infección y según el grado de exposición.
  • Los tres puntos de corte que suelen aplicarse (≥ 5mm, ≥ 10 mm y ≥ 15 mm) se utilizan para mejorar la sensiblidad y la especificidad de la prueba en el contexto del cribado a grupos de riesgo.
  • En los contactos se considerará que la prueba de la tuberculina es positiva cuando presente una induración ≥ 5 mm.
  • La aparición de vesículas o de necrosis es altamente sugestiva de infección tuberculosa.
  • En las personas vacunadas contra la tuberculosis no se puede saber si la reacción es debida a la infección por M. tuberculosis o bien es un recuerdo de la vacuna. A efectos prácticos, en los colectivos con alto riesgo de infección el antecedente de vacunación no debe tenerse en cuenta.
  • La prueba de la tuberculina carece de utilidad en las personas con un diagnóstico previo de tuberculosis o que hayan recibido un tratamiento antituberculoso completo.
  • Se trata de una prueba bien tolerada en general aunque no debe realizarse en zonas cutáneas con quemaduras o eczema.
  • En caso de administrarse durante el embarazo no se ha documentado efecto teratógeno.
  • La vacunación del sarampión, paperas y rubeola puede causar falsos negativos de la prueba y por lo general se aconseja administrar la prueba de la tuberculina en el mismo día de la vacunación o seis semanas después. También se producirán falsos negativos por mala técnica de inoculación, enfermedades y situaciones que provoquen inmunosupresión, incluida la tuberculosis.
  • La lectura de la prueba de la tuberculina debe llevarla a cabo personal entrenado para ello. Tras la inyección intradérmica del PPD, la lectura se realiza entre las 48 y 72 horas. La valoración se realiza con una regla flexible para medir la induración generada alrededor de la zona de inyección. Se medirá el diámetro mayor (tranversal) de la indura ción, excluyendo la posible zona eritematosa alrededor de la inyección. Siempre se debe registrar la medida obtenida (en milímetros) y no simplemente la positividad o negatividad de la prueba. Si ha transcurrido entre 72 horas y hasta una semana tras la inyección, la prueba se valora del mismo modo.
Pues eso ha sido todo por hoy… nos vemos mañana, con el resumen dominical… 6 en Ranking.
Adiol
Fuente: Grupo de trabajo de la Guía de Práctica Clínica sobre el Diagnóstico, el Tratamiento y la Prevención de la TuberculosisGrupo Tuberculosis. Centro Cochrane Iberoamericano, coordinador. Guía de Práctica Clínica sobre el Diagnóstico, el Tratamiento y la Prevención de la Tuberculosis. Plan de Calidad para el Sistema Nacional de Salud del Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad. Agència d´Informació, Avaluació i Qualitat en Salut (AIAQS) de Cataluña; 2009. Guías de Práctica Clínica en el SNS: AATRM Nº 2007/26.
* Calidad de la Evidencia y Fuerza de la recomendación según GRADE. En este caso, la implicación de una recomendación Fuerte para los Clínicos, se traduce en que la mayoría de los pacientes debería recibir la intervención recomendada (Pag. 170 de la GPC)

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We the Egyptian People


OP-ED COLUMNIST

We the Egyptian People

CAIRO — There are a bunch of gated exurbs on the fringes of this sprawling city with names like Beverly Hills and Mayfair. They are the retreats of the super-rich who’ve thrived on connections to the Mubarak family. A friend, Saïd Zulficar, visited one the other day and, impressed by the vast green lawn beside one villa, inquired what it cost to keep all that grass watered.
Damon Winter/The New York Times
Roger Cohen
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Oh, said the owner, about 6,000 Egyptian pounds a month, or just over $1,000. Struck by the air conditioning blasting away in the midst of a mild winter, Zulficar also asked about the electricity bill: another 10,000 pounds, or almost $1,700. And, how was all that water arranged in a nation where farms aren’t getting enough for irrigation and subsidies for beans and bread keep the masses fed and anyone making over $100 a month is lucky? Oh, the owner smiled, my good friend Ahmed el-Maghraby sees to that.
El-Maghraby, the former minister of housing, is among those high-flying government officials who’ve now been named and shamed by the new government of Hosni Mubarak. In a desperate attempt to stem rage, Mubarak’s latest brigade has frozen the bank accounts of several former ministers and cronies from the puppet National Democratic Party. No matter that most of these officials shipped their fortunes to Switzerland long ago: The great clean-up, it is said, has begun.
Egypt’s not alone in seeing the gulf between its wealthy and the rest widen; that’s a global trend. But in a country of 83 million where almost 30 percent of the population is still illiterate, and the big bucks have often depended on an entrée to Mubarak’s son, Gamal, or his circle, the pattern has been particularly inflammatory.
I’ve heard many complaints in the tumultuous streets these past few days, but no words reappear as often as “corruption,” “stealing” and “thieves;” and nothing galls as much as a system of state-sponsored lawlessness where right and wrong is determined not in the courts but in Mubarak’s head.
Egypt had a Western-backed free-market economy run by a family with contempt for freedom: That’s problematic. It puts the global forces concentrating wealth into overdrive in the service of the chosen few.
“There’s no accountability, no independent judicial authority, no oxygen,” one Western diplomat told me. “Nobody knows the parameters. What system are you being arrested under? And if a judge does happen to order your release, they re-arrest you.”
I’m almost ready to shed a tear for el-Maghraby and the others now hung out to dry: They’re victims of the very arbitrariness from which they benefited. The exercise that now has them branded as criminals is futile. Only an open system can correct the ills of a closed one.
Without the transparency and independent authorities that would come with accountable and representative government, theft will just take new form. Somebody else will be arranging for those lawns to get watered for the croquet while farmland lies parched.
But 10 days into Egypt’s uprising, it’s still unclear whether Mubarak is ready to make way for that sea-change in the Arab world. One thing is clear: His time, like that of Tunisia’s Zine el-Abidine Ben Ali, has passed.
All of this raises a question: In the name of what exactly has the United States been ready to back and fund an ally whose contempt for the law, fake democracy and gross theft flout everything for which America stands?
There are several answers. To stop the jihadists, who threaten American lives; to ensure the security of another ally, Israel; to spread free markets, however distorted, from which U.S. corporations benefit; to secure stability in the most dangerous of regions. Hey, the world’s an imperfect place. Sometimes the best strategic choice is just avoidance of the worst. It wasn’t only during the Cold War that our thugs had their place.
I understand all these arguments. As our thugs go, Mubarak’s been solid. But such views have endured through a persistent blindness: The unwillingness to see that the Middle East has evolved; that American hypocrisy is transparent to everyone; that Islamic parties can run thriving economies and democracies like Turkey’s; that popular rage over cronies’ green gardens feeds the jihadist cause; and that the most effective support of Israel is not one that leaves Israel locked in a defensive crouch but one that encourages it to reach out to the modernizing forces in the Middle East, not least in the West Bank.
Democracies can coexist with politically-organized religious extremists, as Israel itself demonstrates. That is one of their strengths.
In Tahrir Square, the mini-republic that is the Egyptian uprising’s ground zero, I ran into Seif Salmawy, the managing director of a publishing company. He was smiling; I asked why. “Suddenly we are human beings,” he said. “We think we can decide and that what we decide has worth and that we have some value as humans. Before there was the president, the police, the army and their money: We the people were just there to serve them.”
“We the people.” Isn’t that how good things like “the general welfare” begin?