Jorge Eduardo Ontiveros Castro
HOLA EXMIP:
Ya me duelen los dedos de tanto felicitar a los jóvenes profesionistas de la salud que acaban de acreditar el examen teórico de la UNAM, a mis exalumnos, a mis exMIPs, a aquellos que la vida me dejo conocer en este camino largo y difícil que es la carrera de médico. Los largos días de estudio y guardia se quedaron atrás por el momento y están cosechando el fruto de su esfuerzo, ahora muchos se enfrentaran al ECOE o APR, no se cual haya sido su elección. Ustedes pueden, solo harán lo mismo que practicaron el año pasado durante esa maravillosa experiencia que fue su internado médico. Vayan con todo y a por todo, les deseo éxito.
En realidad ahora quiero dedicarle tiempo y líneas a aquellos que no tuvieron un resultado favorable, aquellos de los cuales casi no se escribe en mensajes de celular o FB, aquellos a los que nos da pena marcar porque sienten feo, porque al destino no les sonrió en esta ocasión. Aquellos que no comentan nada, no marcan y se quedan callados, porque según ellos les sienten pena, porque según ellos “no pasaron”.
Están mal. Están mal no porque hayan obtenido un resultado no satisfactorio, nadie enfrenta una prueba de esta naturaleza con ganas de salir derrotado. Siempre he dicho que un examen no evalúa la totalidad de las capacidades de una persona, así que esta no es la excepción, estos reactivos no me dicen que son malos médicos, simplemente el planteamiento de las preguntas, el nervio intrínseco que acompaña estos momentos, situaciones ajenas de tipo personal o una noche de insomnio pueden hacer que todas sus esperanzas se vean retrasadas un poco. ¿Es frustrante no continuar con la inercia del internado y a la par de los que si acreditaron? Sí. ¿Es malo? No.
Todos hemos tenido tropiezos en el camino de la vida, todos hemos tocado suelo, y a veces hasta fondo. Todos hemos enfrentado contratiempos que en su momento, dependiendo de la etapa que vivimos, se nos ha figurado el fin del mundo. No lo ha sido porque aun seguimos aquí, respirando. No siempre las cosas salen como uno quisiera, pero si quieren pueden seguir avanzando. Tómenlo como una pausa en su camino, como un momento de inflexión, de autoevaluación del cual dependiendo del análisis que hagan lo volverán a intentar y saldrán adelante con éxito. No se sientan mal, lloren si quieren, enjuáguense las lágrimas para que sus ojos no pierdan de vista la meta que se propusieron alcanzar un día.
A ustedes que solo están difiriendo el momento de gloria les mando mi afecto. Sepan que no han decepcionado a nadie, sepan que yo sigo confiando y creyendo en los jóvenes médicos que algún día habrán de ser mis colegas. Sepan que soy, después de su familia, el primero en darles la mano para que se levanten y sigan con renovados bríos. Ustedes pueden, si yo lo lo creo, ¿Por qué ustedes no?
Un abrazo enorme…