Que uno de cada diez hombres negros de treintaytantos años esté en la cárcel es sólo uno de los muchos datos que documentan ampliamente el colapso del matrimonio entre los negros en Estados Unidos. Siete de cada diez mujeres negras están solteras; las otras tres de la ecuación están forzadas a vivir lo que se conoce como 'compartir hombre'. Dos de cada tres matrimonios negros acaba en divorcio, el doble del ratio que sufren los blancos... La afirmación la hizo hace ya algunos años un niño de 12 años en una escuela del deprimido sureste washingtoniano, frase que fue reveladora para la entonces profesora y luego escritoria Joy Jones. "Mi momento nunca llegaba", escribió Jones en The Washington Post... "Y entonces una alumno me iluminó: el matrimonio es para gente blanca".
No puede haber mayor incorrección política, sólo permitida porque el que la pronunciaba era un menor y quien la recogía una mujer negra. Ahora, años después de aquello, el profesor de derecho de Stanford y escritor Ralph Richard Banks ha vuelto a la carga, esta vez de forma retórica, con un libro que se titula:
¿Es el matrimonio para gente blanca? Según Banks, parece ser que sí, como ya adelantaba aquel chaval de 12 años. Banks, por supuesto, también se puede permitir decir lo que dice sobre los de su propia raza -aunque suavice la cuestión con interrogantes- porque es negro.
Dice Banks en su libro que nunca antes desde los tiempos de la esclavitud los hombres negros y las mujeres negras habían vivido tan ajenos al vínculo de la pareja como ahora. Puede incluso ser peor que lo que asevera Banks, ya que según matizan algunos sociólogos, era incluso más probable durante aquella época que un niño negro creciera junto a sus dos padres de lo que lo es en la actualidad.
"¿Por qué? ¿Por qué están las mujeres negras condenadas a casarse en menor proporción?", se pregunta Banks, que considera que ese hecho tiene graves consecuencias para la institución del matrimonio en particular y la sociedad en general. Banks ha encontrado la respuesta a través de dos tipos de investigación. Por un lado, el autor ha viajado a lo largo y ancho del país en el último año entrevistando a mujeres negras, todas profesionales cualificadas, sobre sus relaciones con los hombres. Pero todo empezó como empiezan las cosas para los académicos -en este caso de leyes-, con el análisis de decisiones judiciales y actas legislativas de derecho de familia que acabaron llevándole a zambullirse en la historia, la ciencia social y los datos gubernamentales sobre la población de Estados Unidos.
Con las estadísticas en la mano, el matrimonio de parejas negras ha descendido gradualmente desde la década de los sesenta y hoy en día se sitúa entre los más bajos entre cualquier grupo racial en EEUU. En 2001, según la oficina del Censo, el 43,3% de los hombres negros y el 41,9% de las mujeres de la misma raza no se habían casado jamás, en claro contraste con el 27,4% y 20,7% respectivamente de blancos.
Entre todas las mujeres de EEUU, son las afroamericanas son las que menos posibilidades tienen de contraer nupcias. Entre 1970 y 2001, los matrimonios declinaron en un 17%. Ese cifra fue de un 34% para la población negra.
A lo largo del libro, el profesor Banks -casado y con dos hijas- invoca la idea del "mercado de las relaciones". "A pesar de que soy consciente de que el amor no se puede comprar o vender", escribe Banks, "la metáfora del mercado subraya dos hechos que contribuyen al decline del matrimonio". El primero es que las reglas del mercado han cambiado, explica el profesor. La gente se casa ahora por diferentes razones y con diferentes expectativas a las que tenía antes. El otro hecho tampoco tiene precedentes: mientras que las mujeres ascienden en la escala profesional y económica, los hombres negros se han ido quedando atrás.
Por cada hombre negro que se gradua en la universidad lo hacen dos mujeres. Mientras que esas mismas mujeres rompen sus barreras de clase y ascienden, los hombres se quedan en las esferas más bajas y acaban volviendose cero competitivos. Hay más datos. Algunos sorprendentes. Aquellos hombres negros que sí se consideran competitivos también cren que son demasiado buenos partidos como para comprometerse con una sola mujer. ¡Tienen demasiadas opciones!, explica Banks. "Con esas perspectivas...¿quién va a querer comprometerse y pasar por la vicaría?".
Banks confiesa que escribir el libro ha sido "liberador, iluminador" pero también "muy duro". "Una lucha", asegura. El profesor comparte con los lectores que sus dos hermanas "universitarias, solteras ambas, se oponían a que lo hiciera" hasta el punto de que afectó a sus relaciones durante algún tiempo. "Supongo que en el fondo sienten que les es muy cercano y doloroso y no quieren ni oír hablar de ello".
Puede que entre tantos datos, el más perturbador sea el de que mientras que los hombres negros no tienen inconveniente en casarse fuera de su raza, formar matrimonios interrraciale (más de uno de cada cinco lo hace), las mujeres negras ni se lo plantean (menos de una de cada diez forma un matrimonio mixto). Para una mujer negra, casarse con un hombre blanco la retrotrae a la era de la esclavitud. Una era lejana pero al parecer no tan superada.
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