martes, 2 de noviembre de 2010

La cerveza reduce el riesgo de osteoporosis


La cerveza reduce el riesgo de osteoporosis
Los españoles que disfrutan de la tradición de «irse de cañas» estarán contentos porque ya tienen una buena excusa para beber, con moderación, el zumo de cebada. Un nuevo estudio del Departamento de Ciencia de los Alimentos y Tecnología de la Universidad de California sugiere que la cerveza es una importante fuente dietética de silicio, un ingrediente clave para aumentar la densidad mineral ósea, lo que ayudaría a prevenir la osteoporosis. Los detalles del estudio se publican este mes en la edición de febrero de «Journal of the Science of Food and Agriculture».
FUENTE | ABC Periódico Electrónico S.A.09/02/2010
Aunque tiene la mala fama de contribuir al desarrollo de la llamada «tripa cervecera», la realidad es que los que nos engorda realmente es el «pinchito» que la acompaña la mayoría de las veces. Se trata de una bebida natural y diurética, baja en calorías, sin grasas y que, por su contenido de ácido carbónico, favorece la digestión.

Ahora también parece que podría ayudar a prevenir la temida osteoporosis, una enfermedad en la que los huesos disminuyen en densidad y aumenta la fragilidad de los mismos por la pérdida de minerales. «Los factores de elaboración de la cerveza que influyen en los niveles de silicio de la cerveza no se han estudiado ampliamente», ha señalado Charles Bamforth, autor principal del estudio. «Hemos examinado una amplia gama de estilos de cerveza por su contenido en silicio y también han estudiado el impacto de las materias primas y el proceso de elaboración de la cerveza en las cantidades de silicio, que entran en mosto y cerveza».

LAS MEJORES, LAS RUBIAS
El silicio está presente en la cerveza en la forma soluble de ácido ortosilícico (OSA), que produce 50 por ciento de biodisponibilidad, lo que hace de esta bebida una gran fuente de silicio en la dieta occidental. Según los Institutos Nacionales de Salud (NIH), la dieta de silicio (Si), como OSA soluble, puede ser importante para el crecimiento y desarrollo de hueso y tejido conectivo.

El estudio también realizó pruebas en 100 cervezas comerciales y constató que no todas serían igual de beneficiosas para los huesos, ya que su contenido en silicio varía entre 56,5 miligramos y 6,4 miligramos por litro. Las más ricas serían las de cebada, y en especial las rubias que han sido sometidas a menos calor durante el malteado, mientras que las negras, sometidas a mayor temperatura en ese proceso, y las de trigo, son las que menos silicio contendrían.

Autor:   C. Garrido

Osteoporosis: casi un millón de hombres sufren esta debilidad ósea


Osteoporosis: casi un millón de hombres sufren esta debilidad ósea
Para la sociedad general, la osteoporosis tiene cara de mujer. Y nada más lejos de la realidad resulta una afirmación exacta. Pese a que la prevalencia sea mayor en ellas que en los varones.
FUENTE | La Razón digit@l24/10/2010
De los más de tres millones y medio de afectados en la actualidad, al menos un millón son varones, según la Sociedad Española de Reumatología (SER). De ahí la importancia de establecer algún método de detección precoz, como el «screening» o cribado, para diagnosticar la existencia de unos huesos porosos y débiles antes de que lleguen las fracturas.

Así, Joan Miquel Nolla, portavoz de la SER, establece que «la edad ideal no sólo en varones, sino en ambos sexos, sería una vez superados los 65 o 70 años y en ese momento podría realizarse una densitometría -herramienta que mide la "salud" del hueso- para comprobar su estado». Según los expertos, esta prueba es más popular en las mujeres que en los hombres porque entra dentro de la serie de exámenes que pasan una vez llegada la menopausia. «Pero en hombres, es mucho menos frecuente encontrarse con esto. Un ejemplo práctico, lo observamos en mi hospital: de cada 100 densitometrías sólo tres corresponde a varones», puntualiza Nolla.

¿POR QUÉ LA DIFERENCIA?

Quizás la principal razón para esta «discriminación» sea el apellido de la patología. «Existen varias formas de osteoporosis, si bien la más prevalente es la que ocurre tras la aparición de la menopausia, conocida como osteoporosis postmenopáusica -o primaria-. Existen también la asociada a la edad u osteoporosis senil, la del varón, y la osteoporosis por glucocorticoides (inducida por medicamento corticoideo) -denominadas secundarias-», explica Carmen Valdés y Llorca, coordinadora nacional del Grupo de Trabajo de Osteoporosis de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria(Semergen). Asimismo, los especialistas hacen hincapié en la importancia que tiene descartar la existencia de osteoporosis secundaria en los pacientes masculinos ya que «el 50 por ciento de los casos en hombres es secundario a otras enfermedades, predominantemente al alcoholismo, las neoplasias, las enfermedades reumáticas, la inmovilización y el tratamiento con glucocorticoides», subraya Nolla.

La importancia de la prevención y un diagnóstico temprano radica en los elevados costos de su tratamiento. En España la fragilidad ósea hace que cada año se inviertan más de 126 millones de euros en costes directos y hasta 420 millones de euros en costes indirectos. En este sentido, según datos de la SER, cada año se producen unas 25.000 fracturas óseas y aproximadamente una de cada tres mujeres y uno de cada cinco hombres mayores de 50 años sufrirá al menos una fractura osteoporótica a lo largo de su vida. Esto cobra aún más relevancia si las cifras se materializan en daños humanos, ya que un 13 por ciento de los pacientes que han sufrido una fractura de cadera fallece a los tres meses, un dato que asciende al 38 por ciento si el seguimiento alcanza los 24 meses. «Las consecuencias de este tipo de fracturas pueden provocar que la columna se colapse y conducir a una postura anormal que producirá pérdida de estatura o insuficiencia respiratoria», manifiesta Manuel Sosa Henríquez, presidente de la Sociedad Española de Investigación Ósea y Metabolismo Mineral (Seiomm). «Este tipo de fracturas son, a menudo, asintomáticas y cuando aparece el dolor, a veces suele atribuirse a otros motivos», añade Sosa.

IMPORTANTE ARSENAL

Resulta alentador, pese a que el diagnóstico no llegue cuando deba, saber que se puede contar con un amplio arsenal de compuestos contra la osteoporosis, además de una serie de fármacos en la recámara a la espera de estar preparados para unirse al resto del batallón. «En este momento tenemos la gran suerte de contar con una importante cantidad de fármacos para esta patología. Disponemos de gran variedad en las terapias para la enfermedad osteoporótica y debemos de aprovecharlas de la enfermedad», subraya la coordinadora de Semergen.

El último en llegar ha sido un nuevo modulador de los receptores estrogénicos (SERM), no es un preparado hormonal, sólo tiene afinidad por los receptores de estrógenos permitiendo de esta forma preservar el hueso evitando la resorción -pérdida ósea-. «El bazedoxifeno se dirige a la mujer con osteoporosis, pero centrado en el periodo de postmenopausia reciente, ya que durante los cinco primeros años tras la instauración de la menopausia es cuando se produce la mayor pérdida de masa ósea», explica Valdés.

De cara al futuro a medio y largo plazo, los medicamentos, que aún duermen en los laboratorios, son extraordinariamente selectivos respecto a los mecanismos de creación y destrucción del hueso. «Esto es, que van dirigidos a los osteoblastos -los que crean hueso- y los osteoclastos -quienes lo destruyen-», aclara el portavoz de la SER.

A CADA UNO, LO SUYO

Gracias al abanico de posibilidades que hay en el tratamiento farmacéutico, los expertos abogan por dar a cada paciente un tratamiento más personal y más adecuado. Valdés: «Existen circunstancias donde el uso de uno u otro es más efectivo. Los fármacos de la osteoporosis se clasifican según su mecanismo de acción como antirresotivos, es decir que frenan la resorción ósea, la destrucción de hueso. Otros tienen un mecanismo de acción anabolizante es decir forman hueso nuevo, y otros tienen mecanismo dual doble), por un lado antirresortivo frenando la resorción, y al mismo tiempo favorecen la formación. Según el tipo de OP -subtipo de la patología-, y el perfil del paciente estará indicado uno u otro fármaco». En este sentido, Santiago Palacios, director del Instituto Palacios de Salud y Medicina de la Mujer es más específico: «Parece lógico que los fármacos de elección en la mujer de 50-60 años con osteoporosis y riesgo de fractura serían fármacos antiresortivos que, de la forma más fisiológica posible, pudieran impedir este aumento de la resorción ósea, como pueden ser los SERMs (moduladores selectivos de los receptores estrogénicos) -como el raloxifeno y/o el bazedoxifeno-. Posteriormente, sería interesante tener fármacos como los bifosfonatos o el ranelato de estroncio, para, ya en mujeres mayores con falta de formación ósea, administrar tratamientos que formen hueso, como la PTH y/o ranelato de estroncio».

MEDIDAS SENCILLAS

Mucho antes de tener que llegar a los medicamentos, los expertos recomiendan la actividad física en la infancia y la adolescencia para reducir los problemas que conlleva la osteoporosis ya que se estima que disminuye en un 25 por ciento el riesgo de caídas de los pacientes con osteoporosis, según ha dejado patente Andrés Peña Arrebola, médico rehabilitador del Hospital Universitario Ramón y Cajal en Madrid, durante XLVIII Congreso Nacional de la Sociedad Española de Rehabilitación y Medicina Física(SERMEF).

«El ejercicio resulta una forma accesible de prevención y tratamiento de la pérdida de masa ósea, que no tiene efectos colaterales, su coste es bajo, proporciona beneficios sobre la estabilidad postural y la prevención de caídas. En definitiva, conforma un aspecto fundamental de la rehabilitación al jugar un papel importante en el desafío de la osteoporosis», manifiesta Peña Arrebola.

Sin embargo, como subraya Palacios, «lo más importante en el caso de las mujeres durante la menopausia va a ser detectar a las pacientes con alto riesgo de fractura por osteoporosis, ya que en estos casos es donde unas medidas preventivas de tipo de vida, como pueden ser el ejercicio físico, la ingesta adecuada de calcio y vitamina D, la exposición moderada al sol y evitar los factores de riesgo serán fundamentales».

Uno de los ejercicios que mejoran la densidad mineral ósea es el Tai Chi, aunque su práctica debe estar recomendada por facultativo. Éste es, además, un ejercicio que se practica en grupo, algo muy estimulante para mantener al paciente en la práctica periódica de la actividad física. 

Ranelato de estroncio, más efectivo que los bisfosfonatos

DATOS DEL ESTUDIO 'RIZZOLI' SOBRE METABOLISMO ÓSEO

Ranelato de estroncio, más efectivo que los bisfosfonatos

Los datos de un estudio, el Rizzoli, han puesto del manifiesto que el ranelato de estroncio construye huesos más fuertes que los bisfosfonatos. El trabajo, realizado en córtex y radio de la tibia basal, se ha presentado en el congreso de Metabolismo Óseo, en Salamanca.
Maxi Puertas. Salamanca. - Martes, 2 de Noviembre de 2010 - Actualizado a las 00:00h.

René Rizzoli
René Rizzoli, profesor de la Universidad de Ginebra, en Suiza.
El tratamiento para la osteoporosis con ranelato de estroncio produce un mayor efecto sobre la microarquitectura ósea (grosor cortical, trabecular y densidad cortical) en mujeres posmenopáusicas que el alendronato, bisfosfonato más utilizado tradicionalmente.
Esta es la principal conclusión del estudio Rizzoli, presentado por René Rizzoli en Salamanca durante el simposio Prevención de fracturas osteoporóticas: evaluación del riesgo y búsqueda de soluciones, en el XV Congreso de la Sociedad Española de Investigación Ósea y Metabolismo Mineral (Seiomm).
Evitar fracturas
El profesor Rizzoli, presidente de la División de Enfermedades Óseas del Hospital Universitario de Ginebra (Suiza) y director general de la Fundación para la Investigación en Osteoporosis y Enfermedad Ósea, ha explicado a DM que, "aunque se trata de un estudio a un grupo reducido de pacientes, sirve para demostrar en un espectro más grande la diferencia entre el grupo que recibió ranelato de estroncio y el del alendronato". Según Rizzoli, el estudio se ha centrado en el radio y en el córtex de la tibia basal, áreas donde se ha descubierto que las mujeres posmenopáusicas tienen la densidad ósea, el número trabecular y el grosor cortical significativamente más bajos que las mujeres premenopáusicas.
El análisis ha concluido que dos gramos diarios de ranelato de estroncio tenían un tiempo fijo para evitar una fractura (NNT) muy bajo entre los diferentes tratamientos contra la osteoporosis estudiados para la prevención de la fractura, tanto vertebral como de cadera.
Además, el ranelato de estroncio ha demostrado ser eficaz contra las fracturas, independientemente de los factores de riesgo basales, como la edad, la densidad mineral ósea, las fracturas prevalentes y los antecedentes familiares de osteoporosis. La eficacia antifractura también se ha demostrado que se mantuvo sostenida a lo largo de ocho años.
  • El poder del ranelato es más fuerte sobre la microarquitectura ósea en mujeres posmenopáusicas que el del alendronato
A largo plazo, la eficacia es una consideración importante a la hora de la elección de tratamiento, más aún si se tienen en cuenta los interrogantes que existen sobre la seguridad a largo plazo de otros tratamientos, según el profesor.
Reequilibrar la función
El estudio Rizzoli concluye que el ranelato de estroncio es el único agente antiosteoporótico que reequilibra el funcionamiento óseo a favor de la formación de hueso, mejora la microarquitectura ósea y, en particular, el grosor cortical. Esto provoca un aumento de la resistencia de los huesos, que contribuye a una eficacia antifractura elevada y sostenida.
El investigador del Hospital Universitario de Ginebra ha centrado en tres ejes el futuro del tratamiento de la osteoporosis. El primero es la existencia de varios medicamentos eficaces y la necesidad de saber cuál de ellos es el más adecuado. Para ello, Rizzoli ha indicado que es necesario tener en cuenta el cumplimiento del tratamiento por el paciente y la adherencia a los fármacos.
También ha destacado que el futuro de esta patología implica conseguir un equilibrio entre la eficacia y la seguridad de los fármacos. Por último, Rizzoli ha avanzado que "hay muchos fármacos en desarrollo que nos van hacer comprender mejor la patología, pero habrá que esperar entre cinco y diez años para comprobar su eficacia".

EN MUJERES, MÁS FRECUENTE Y GRAVE

En relación con la incidencia de la osteoporosis en mujeres, René Rizzoli ha recordado que mueren al año un número similar de mujeres por esta patología que por cáncer de mama.
El riesgo estimado de la fractura de muñeca, vertebral o de cadera en la mujer caucásica mayor de 50 años es del 45 por ciento, mientras que en el hombre está en torno al 20 por ciento. La tasa de incidencia anual de fracturas osteoporóticas en mujeres es mayor, incluso, que las tasas de incidencia combinadas de infarto de miocardio, accidente cerebrovascular y cáncer de mama.
En este sentido, Rizzoli ha destacado que la osteoporosis no ha sido considerada enfermedad hasta hace relativamente poco tiempo y que además al estar tan relacionada con la mujer no ha tenido el impulso investigador de patologías más relacionadas con el varón como el infarto de miocardio.

¿Dependen nuestros derechos de según sea de lo que enfermamos?

¿Dependen nuestros derechos de según sea de lo que enfermamos?

Reproducción del texto original enviado a el diario EL PAÍS y publicado el 11 de junio de 2008

Hace un par de años unos colegas me hicieron el favor de preguntar a médicos de hospitales si creían necesario investigar para combatir a las bacterias resistentes con nuevos antibióticos. Lo más sorprendente no es que dos tercios dijesen que no, sino que la razón esgrimida era que los antibióticos ya existentes, o una combinación de ellos, resuelven en los hospitales el 80% de las infecciones. Quedaba implícito que un 20% de los casos no se resolvían, en otras palabras que el enfermo no sobrevivía. Preguntados por si esos casos tenían algo en común la respuesta era que son enfermos con uno de tres problemas: están inmunodeprimidos, han sufrido una cirugía mayor, o son viejos.


La edad modifica el aspecto del ser humano e influye en las enfermedades que padece.Aunque al final de todo aparezca la muerte, sería bueno que se pusieran todos los medios posibles para evitarnos enfermedades. No se trata, a mi entender, de morir con dignidad sino de morir con el mínimo de sufrimiento. Hans Baldung Grien: “Las edades de la vida”, o”las edades y la muerte”, 1539 (óleo sobre tabla, 151 x 61 cm, Museodel Prado, Madrid).

Intento reflexionar sobre el porqué a determinados enfermos se les considera casos perdidos. ¿Se aplican criterios muy economicistas al derecho de los enfermos? Para explicarme, ¿si el enfermo con pulmonía tiene 40 años, un individuo “productivo”, hay que curarle, pero si tiene 80 no?. Seguramente si lo preguntamos así nadie admitirá que uno y otro tengan derechos diferentes, pero no considerar importante encontrar curas para uno de ellos tiene ese significado. Además es que el riesgo de contraer la pulmonía aumenta significativamente con la edad.
Tampoco es hoy frecuente que personas sanas enfermen de tuberculosis, pero la incidencia de esta enfermedad entre los enfermos de SIDA no es despreciable, y el bacilo de Koch es cada día más resistente a los antibióticos que le combaten. ¿Tienen estos enfermos menos derecho a que se trabaje para encontrar una cura para una de las enfermedades que puede llevarles a la muerte? Una vez más preguntado así nadie se atrevería a decirlo.
Y raro es quien con una vida normal pesca una infección por bacterias como, por poner un ejemplo de actualidad, Acinetobacter, u otra de las que producen enfermedades “nosocomiales”, las que ocurren en los hospitales. Pero esto sí es un riesgo para quienes han sufrido operaciones quirúrgicas de envergadura. Una vez más diríamos que estos pacientes debieran tener el mismo derecho que cualquier ciudadano a que se busquen medios para curarle. Ni el viejo ni el inmunodeprimido ni el paciente quirúrgico merecen morir con una infección por mucha edad que tengan o graves que sean sus otras enfermedades. Aunque no sea la causa fundamental de su muerte, una infección no es nada agradable de tener.
Pero estos principios elementales de ética parecen estar en segundo plano, casi diríamos escondidos por el inconsciente colectivo, cosa que contrasta con la exquisita actitud empleada para otros casos, en que no se trata ya de vivir o morir, sino de aminorar el sufrimiento que inevitablemente acompaña al dejar de existir.
No intento culpabilizar a nadie, y menos por su trabajo: los médicos tratan a los enfermos con su mejor ciencia para curarles, las farmacéuticas desarrollan las mejores medicinas que pueden y los investigadores perseguimos ideas que lleven a encontrarlas, hasta los políticos distribuyen los limitados fondos disponibles para así mejorar nuestras vidas. Nadie en sus cabales responderá afirmativamente a la pregunta inicial de este escrito, pero un conjunto de circunstancias contribuyen a que al final exista un problema, para resolverlo sepamos que existe. Si todos tenemos derecho a que se traten nuestras enfermedades, debemos demandar, desde todos los foros y a todas las instancias, que se pongan medios para conseguirlo. Urge encontrar nuevos compuestos que frenen las infecciones, en especial las causadas por microbios resistentes, y eso no es sencillo, los antibióticos fáciles de encontrar ya se llevan usando más de medio siglo. Queda una labor difícil y costosa, tanto en imaginación como en recursos, si no la hacemos seguiremos haciéndonos preguntas éticamente incómodas.

Alexander Fleming (1881-1955): A noble life in science




 

Alexander Fleming (1881-1955): A noble life in science

Winner in 1945 of the Nobel Prize in Physiology or Medicine with Howard W. Florey and Ernst B. Chain "for the discovery of penicillin and its curative effect in various infectious diseases".
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Letter from C A Pannett to Lady Fleming  
Nobel Prize Certificate, 1945
British Library Add. MS 56213
Copyright © The British Library Board
 
Scientific creativity takes various forms. One of these is serendipity - discovering phenomena while diverting from intended research: pursuing a passing intuition; detecting the significance of a seemingly unexceptional and inconsequential occurrence.
Fleming was one of the great exponents of intelligent serendipity, making two outstanding discoveries involving antibiotics. Henry Dale, Nobel Laureate of 1936, commented: "I can assure you that the elegance and beauty of his observations just as a naturalist observer of the phenomenon of lysozyme and of penicillin, as he presented it, did make a great impression and everybody remembered these things".
Fleming quite deliberately did not clean his petri dishes each day, but would look at them weeks later; and although his laboratory was focussed on immunotherapy, he did not disregard chemotherapy. Alexander Fleming's scientific success lay in his open, enquiring mind, his strong technical intuition, and his penchant for naturalistic observation. And, as he explained: "I was situated so that I could leave my previous line of work and follow the track which fate had indicated for me".

1881-1900 Childhood

Alec Fleming was the son of a Scottish farming family, born in Loudon, a village in the moorlands of Ayrshire, on 6 August 1881. In 1895 he and other family members moved to London, where he continued his schooling at Regent Street Polytechnic.

1901-1913 Medical education and first research

At St Mary's Hospital Medical School, he excelled, quickly showing his manual dexterity and inventiveness; so much so that for a while it looked as if a future in surgery beckoned until he was drawn to the attractions of bacteria hunting and therapeutic sleuthing. He completed his degrees at the University of London in 1908, and stayed on at the renowned Inoculation Laboratory of Almroth Wright.

1914-1918 War wounds

Just when Fleming was at risk of becoming known only as the 'Pox Doctor' on account of his work with venereal diseases, the Great War intervened and he and Wright found themselves in France at a military hospital in Boulogne. Fleming's research there showed that the bacteria responsible for gas gangrene and tetanus - two great scourges of the trenches - were able to grow in the anaerobic depths of the terrible wounds; moreover, antiseptics did not reach these areas, sometimes exacerbating the condition by harming cells that defend the body. The recommendation that diseased tissues should be cut away was controversial.
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Letter from C A Pannett to Lady Fleming Medical scientific report on Cressy's Hole
Letter from C.A. Pannett to Lady Fleming, 1956; mentions Paul Ehrlich, Nobel Laureate of 1908, and his offer of the new antiseptic salvarsan
British Library Add. MS 56215, f.181v & f.181r
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 Medical scientific report on "Cressy's Hole" (war wound), 28 July 1917
British Library Add. MS 56148, f.51 

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1919-1937 One discovery leads to another: lysozyme and penicillin

After the war Fleming returned to St Mary's Hospital, where one day, suffering from a heavy cold, curiosity inspired him to culture his nasal mucus on agar jelly. After some weeks, in November 1921 he looked again at the petri dish, and made the discovery that would be a prelude to that of penicillin, seven years later. Although there was a healthy population of bacteria growing on the culture, those near the mucus had been inhibited or destroyed.
Fleming had found lysozyme, an antibacterial enzyme that occurs naturally in tissues and secretions: mucus, tears and egg-white (protecting the embryonic bird). Unfortunately this substance has little effect on the more notoriously harmful bacteria. Nonetheless it had alerted Fleming to the power of natural biological antibiotics.
In 1928 history repeated itself, in a more fortuitous way. On returning to the laboratory after some weeks in his country home in Suffolk, he picked up a culture plate of the Staphylococcus bacteria that he had left on the bench. A contaminating mould had grown on the dish and around it for some distance the bacterial colonies were absent or dead. Subsequent research by Fleming revealed that the 'mould juice' was effective against a wide range of bacterial strains including many that are highly pathogenic to humans.
A major remaining hurdle was the production of the active substance Fleming had named 'penicillin', in significant quantities and concentrations, and in a stable form.
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Notes on the discovery of lysozyme, antiseptic in nasal mucus capable of dissolving bacteria Inhibition by moulds including penicillin, with notes and red highlights
Notes for the discovery of lysozyme, antiseptic in nasal mucus capable of dissolving bacteria, 21 November 1921
British Library Add. MS 56154, ff.134v-135r 
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 Inhibition by moulds including penicillin, with notes and red highlights, 11 December 1928
British Library Add. MS 56162, f.26 

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1938-1944 The penicillin revolution

The fresh impetus emerged from Oxford University. Biochemists Howard Florey, Ernst Chain, Norman Heatley and others were searching for germicides to analyse chemically. By the end of the 1930s penicillin had been deemed the best candidate based on Fleming's published findings and mould culture. The group devised a suitable assay standard for measuring the strength of a penicillin preparation, as well as means of extracting and purifying it. The process was later industrialised by researchers in the USA, with the assistance of Heatley.
The Oxford group conducted in May 1940 the first intravenous injections of penicillin into infected mice, demonstrating the powerful efficacy of penicillin as an antibiotic. Its significance to the war was now so evident that Florey and his colleagues smeared spores of the mould into their suit linings in case they needed to escape quickly following invasion.
In early 1941 penicillin was injected, with initial success, into an Oxford policeman afflicted with septicaemia. Sadly he died when the available penicillin was exhausted. It was not until 1942 that a supply of penicillin from British sources enabled otherwise terminally ill patients to be cured in significant numbers.

1945-1955 Recognition

In 1945 Sir Alexander Fleming, along with Sir Howard Florey and Ernst Chain, was awarded the Nobel Prize; a notable omission was Norman Heatley (as only three winners are allowed). For Fleming, a quiet personality, 10 years of worldwide fame and travel followed, until on 11 March 1955 he died, an international hero. His ashes were interred in St Paul's Cathedral, London.
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First intrathecal injection of penicillin: graph of temperature, pulse rate, etc. of Harry Lambert, before and after receiving penicillin Alexander Fleming receiving his Nobel Prize in 1945
First intrathecal injection of penicillin: graph of temperature, pulse rate etc. of Fleming's patient Harry Lambert, August 1942
British Library Add. MS 56183, f.282
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Alexander Fleming: la penicilina como medicamento

Alexander Fleming: la penicilina como medicamento


autores: Javier Álvarez y Miguel Vicente

La manía de un médico escocés, Alexander Fleming, de conservar apiladas en su mesa las placas viejas en las que había experimentado creciendo bacterias, y posiblemente el fumar con cierto descuido mientras las tenía abiertas, fueron casualidades que revolucionaron el tratamiento de las enfermedades infecciosas. Según cuentan, también ayudaron las fluctuaciones de la temperatura en un fin de semana londinense de 1928, frías al principio ayudaron más al crecimiento de un moho que al de la bacteria.

La placa en la que Fleming descubrió que un moho habia producido penicilina, una sustancia que frenaba el crecimiento de Staphylococcus,y que Fleming intuyó que sería un medicamento revolucionario.

¿Suerte o sabiduría?
Unos días después en su laboratorio londinense de la Facultad de Medicina del Hospital de Santa María, Fleming le echó otra mirada a una de esas placas, ya casi seca, y vio un moho procedente de una espora que la había contaminado. Las bacterias mas alejadas del hongo habían crecido hasta producir unas colonias de tamaño grande, mientras que las colonias más cercanas al hongo eran diminutas. Se cree que durante el tiempo frío el moho se desarrolló lo suficiente para producir penicilina, el primer antibiótico que se utilizó como medicina, al subir la temperatura pudieron crecer las bacterias que Fleming había inoculado, todas salvo las que había matado la penicilina. “De todos modos, las esporas no se pusieron de pie encima de la gelatina para decirme: Oiga, nosotras producimos una sustancia antibiótica”, comentaba Fleming en sus conferencias una vez que, probada ya la eficacia de la penicilina para combatir las infecciones, había recibido el Premio Nobel. Junto a él se les concedió el Nobel, en 1945, alaustraliano Howard Florey y al alemán Ernest Chain. Los dos habían desarrollado en laUniversidad de Oxford los procedimientos para producir penicilina pura a partir del hongo que aisló Fleming.

Alexander Fleming, su mesa de laboratorio y un variopinto conjunto de cultivos en tubos y placas cuidadosamente desordenados.

Desarrollo bélico
Durante años el descubrimiento de Fleming pasó casi inadvertido fuera de los círculos científicos porque no fue capaz de producir suficiente penicilina pura como para probar experimentalmente su hipótesis en un animal enfermo. Incluso Fleming tampoco supo clasificar científicamente el moho contaminante, Penicillium notatum, clasificación que realizó Charles Thom, un experto micólogo. Al comenzar la Segunda Guerra Mundial en 1939, fue cuando ante la necesidad de curar las heridas infectadas, se desarrollaron programas de investigación masiva sobre las sustancias capaces de matar a las bacterias. Florey y Chain, que eligieron la penicilina para sus investigaciones, tuvieron la suficiente constancia y ayuda, tanto científica como técnica y económica, para llegar a obtener resultados que no sólo probaron la hipótesis de Fleming sino que hicieron posible la utilización de la penicilina para combatir las infecciones.
Una sustancia escasa y cara
Al principio la producción de penicilina era escasa, pero la demanda de suministrarla en cantidades suficientes para atender las necesidades de la guerra pronto llevó a optimizar los procesos industriales para su producción, empezando por la identificación de otra variedad del moho, Penicillium chrysogenum, que la produce en mayor cantidad. De todas formas no fue hasta los años cincuenta, tras varias etapas de mejora industrial, cuando el suministro de penicilina se pudo extender a todos los países desarrollados a precios asequibles.
Fleming nació en Lochfield, Escocia, el 6 de agosto de 1881 y murió en Londres, Inglaterra, el 11 de marzo de 1955. Está enterrado en la Catedral de San Pablo, en compañía de otras personas ilustres del Reino Unido. Solía repetir una frase de Pasteur que dice:” El azar no favorece más que a los espíritus preparados”, algo parecido a lo que se comenta que decía Beethoven sobre que la inspiración existe, pero ha de encontrarte trabajando.
GLOSARIO
Colonia: Un grupo de bacterias que procede de la multiplicación de una sola bacteria inicial.
Espora: Una célula que los mohos usan para propagarse y que es resistente a las condiciones adversas.
Penicillium: Un moho del tipo de los que crecen en el pan y las frutas cuando se estropean.