30/05/12
El futuro del diagnóstico psiquiátrico está en pleno debate . El Manual de Diagnóstico y Estadística de Trastornos Mentales(conocido como DSM ), que se publica en EE.UU. pero se usa en todo el mundo, está siendo actualizado. Se cree que su nueva edición, el DSM 5 , podrá incluir muchas de las nuevas conductas que afectan hoy al ser humano : la adicción a la tecnología, al sexo, al juego, al trabajo y a las compras.
A más de una década de la edición anterior de este prestigioso manual, los expertos de la Asociación Americana de Psiquiatría, que agrupa a 36 mil psiquiatras, están trabajando enuna nueva definición de lo que es una adicción . De esta manera, conductas que la sociedad viene manifestando en la última década y que hasta ahora no habían sido tipificadas podrían ser consideradas como enfermedades en el DSM 5 , cuyo borrador final será enviado a la imprenta a fines de este año y su lanzamiento está programado para mayo de 2013. En tanto, hasta el 15 de junio, enwww.dsm5.org se puede acceder a los contenidos de esta quinta edición y realizar comentarios sobre los proyectos.
Se trata de una clasificación sumamente importante porque una de las funciones de este manual es guiar a los psiquiatras sobre el diagnóstico de los síntomas de un paciente y el tratamiento que debe recibir, que incluye fármacos. Los especialistas estadounidenses afirman que “es necesario promoverdiagnósticos más precisos , intervenciones más tempranas y mejores resultados”.
El tema genera muchas críticas y rechazos en todo el mundo , sobre todo entre los psicoanalistas, que se oponen a las clasificaciones y privilegian el tratamiento en base a la singularidad del paciente. Dicen que, a lo largo de los años, desde la aparición del primer DSM (1952), cada actualización presenta más trastornos y, afirman, así se medicaliza cada vez a más personas .
Por todo esto, en distintas partes del mundo se han organizado Movimientos Anti DSM, como por ejemplo el “Occupy APA” (“Toma de la APA”) que el 5 de mayo pasado, durante el congreso anual de Filadelfia, realizó una gran protesta. Es más, 11 mil profesionales de todo el mundo firmaron un documento en el que piden a la asociación de EE.UU. que no ponga en marcha el manual .
Pero hay psiquiatras que están de acuerdo con esta ampliación. En primer lugar, señalan que traerá la ventaja de que las obras sociales y las prepagas contemplen el pago de ciertas terapias para tratar las adicciones . Pero también advierten que, de todos modos, la clave del trabajo del profesional de la salud mental es definir cuándo se trata de una manifestación natural del estado de ánimo de la persona y cuándo llega a convertirse en un trastorno.
El psiquiatra Julio Brizuela, presidente del Capítulo de Juego Patológico de la Asociación de Psiquiatras Argentinos (APSA), responde a las críticas. “No todos los pacientes necesitan tratamiento farmacológico. No hay dos pacientes iguales y siempre trabajamos su singularidad: su historia, su familia, su entorno”, dice a Clarín .
Por su parte, la psicoanalista Sonia Almada, directora del Centro de Salud Mental Aralma, destaca que si la mesa de trabajo del DSM 5incluye como trastorno mental, por ejemplo, a la ludopatía, es porquesocialmente existe, no lo están inventando . “Así sucedió cuando elDSM 4 , en 2000, incluyó el ataque de pánico, lo que hasta ese momento se lo diagnosticaba como trastorno de angustia o de depresión”, dice. “Pero también existe el riesgo de que cualquier conducta pueda terminar en ser patológica. Por ejemplo, una señora de 80 años, viuda, que va al bingo a jugar porque está sola, ¿es una enferma mental?”, agrega.
Para Elías Klubok, médico psiquiatra de APSA y también psicoanalista, “estos manuales clasifican conductas que producen infelicidad y que están entroncadas con los tiempos actuales, con los paradigmas actuales, algo que las mismas publicidades transmiten permanentemente : comprar compulsivamente, jugar para ganar, que ‘alguien de arriba’ nos salve”. Gustavo Dupuy, médico psicoanalista de la Asociación Psicoanalítica Argentina, cree que “es necesario tratar a cada paciente en su singularidad, y no terminar ‘patologizando’ a la sociedad”.