sábado, 30 de abril de 2011

Tratamiento de vaginosis en embarazo reduciría riesgo de parto prematuro



Tratamiento de vaginosis en embarazo reduciría riesgo de parto prematuro





En las mujeres embarazadas con evidencia objetiva de flora vaginal anormal, administrar clindamicina antes de la semana 22 de gestación reduce significativamente la tasa de aborto espontáneo y nacimiento prematuro, reveló un nuevo informe. En las mujeres embarazadas con evidencia objetiva de flora vaginal anormal, administrar clindamicina antes de la semana 22 de gestación reduce significativamente la tasa de aborto espontáneo y nacimiento prematuro, reveló un nuevo informe.
Los investigadores hallaron que el 3,7% de las mujeres que recibieron clindamicina dieron a luz antes de la semana 37 de gestación, comparado con el 6,2% del grupo de control. Los datos de dos estudios indicaron que el antibiótico también disminuía el riesgo de aborto espontáneo avanzado.
El equipo concluyó que los resultados son sólidos y que podrían justificar “un ensayo controlado al azar más amplio y multicéntrico del control universal temprano.
Fuente: American Journal of Obstetrics and Gynecology, Abril 2011

uso de analgésicos FDA:Enfrentado el mal opioides


uso de analgésicos FDA:Enfrentado el mal  opioides




Funcionarios sanitarios estadounidenses revelaron el martes un nuevo plan para tratar de controlar el mal uso de los analgésico opioides de liberación prolongada y de acción prolongada como OxyContin, morfina y metadona.
La nueva Estrategia de Evaluación y Mitigación de Riesgos (Risk Evaluation and Mitigation Strategy, REMS) hace parte una iniciativa más grande de varias agencias anunciada el martes por la Casa Blanca para reducir el abuso general de los medicamentos recetados en los EE. UU.
“Esta nueva REMS ofrecerá a los médicos y a otros profesionales que recetan estos medicamentos las herramientas necesarias para la gestión apropiada del dolor con el fin de reducir los riesgos, y al mismo tiempo preservar el acceso para los pacientes y la gestión apropiada del dolor para los que sufren de dolor entre moderado y grave”, aseguró la Dra. Janet Woodcock, directora del Centro de Evaluación e Investigación sobre Medicamentos de la Administración de Drogas y Alimentos (FDA) de los Estados Unidos, la agencia que lanzó el nuevo programa.
Por ahora, la estrategia se limitará a los productos de liberación prolongada y de acción prolongada que, según Woodcock, “tienen un riesgo mucho mayor que los de liberación inmediata porque contienen más ingrediente activo”.
No descartó la posibilidad de que el método se pueda expandir para incluir medicamentos de liberación inmediata en el futuro.
Fuente: FDA Abril 2011

viernes, 29 de abril de 2011

How college professors use Facebook


Reading professors like an open facebook, or how teachers use social media
Courtesy of: Schools.com

Search analytics: cómo y qué buscan los lectores y no-usuarios


Search analytics: cómo y qué buscan los lectores y no-usuarios

LAS QUEJAS SOBRE las carencias de los sistemas de búsqueda de los Opacs son algo casi tradicional en nuestro entorno profesional1; si bien, además de trabajar en mejorar los algoritmos de recuperación y la presentación de los mismos a los usuarios, podrían mejorarse los contenidos a recuperar2.
Cómo hacerlo es otra cuestión. Las iniciativas se multiplican en los últimos años3, y podemos ver desde el uso de tags para implementar la recuperación por hojeo o browsingen Librarything4 o Goodreads5, cómo Google Books añade “Rich results”6 a sus resultados de la búsqueda de libros (snippets), infiriendo qué buscas en concreto7mediante minería de uso (web user mining) con tendencia a mostrarte la última edición (probablemente para promover la compra online) hasta por ejemplo el uso de linked data(dentro del movimiento de la web semántica) en RDF para enriquecer los contenidos de los libros, por ejemplo permitiendo recuperar libros de poemas por tipo de métrica8 o por caracteres de ficción10 e incluso por libros que hablan en algún momento de un país o una ciudad10, lo que también se puede hacer mediante mashups con mapas11.
Pero a la hora de enriquecer los resultados de una búsqueda, es importante entender cómo y para qué buscan nuestros usuarios. Así, sabemos que de los 3 tipos de intencionalidad en la búsqueda más conocidos12, el 75% de las búsquedas en la Web son informacionales, el 13% navegacional, y un 12% transaccional, aproximadamente13. Y también que en general, la mayoría de los usuarios reformula sus búsquedas infructuosas mediante cambios en el contenido de las mismas14, aunque harían falta estudios más actuales, una vez popularizados los últimos cambios en la presentación/facetación de resultados de los grandes buscadores de internet.
Otra cosa es que nuestros usuarios de las bibliotecas y no-usuarios actúen igual. En cuanto a los no-usuarios que buscan en español en España, mediante search analytics15, podremos destacar algunos detalles curiosos de algunas de sus cadenas de búsqueda, en este caso simplemente analizando Google Keywords (AdwordsTool16:
- Las búsquedas con errores gramaticales son muy comunes, tanto que en ocasiones se busca más por la suma de los posibles errores que por la palabra clave correcta. PeroGoogle hoy día casi elimina ese problema de las búsquedas en internet al corregir esos errores, y ciertos Sigb proporcionan software del tipo “quiso decir”.
- En otras ocasiones, el usuario conoce la enorme variedad de contenidos que se puede encontrar, y con su lenguaje natural intenta contextualizar y desambiguar el resultado que busca. Por ejemplo, en búsquedas como “el caballero de la armadura oxidada libros”, “cien años de soledad libro”, o “don quijote de la mancha libro”. Es decir, el usuario faceta o filtra su búsqueda por formato, pero usando su lenguaje.
- Generalizando, se usan más los verbos en infinitivo que en otras formas verbales (“comprar libros” más que “compra libros” o “compro libros”) pero hay que tener en cuenta que el español es un idioma que usa la forma activa, y al parecer, más aún en España.
- Depende de lo que se busca, hay más búsquedas que usan el plural que el singular, o viceversa. Por ejemplo, a la hora de recuperar información general o listas de elementos, se busca más en plural (12.100 veces al mes de media “lecturas para niños“, frente a 8.100 veces “lectura para niños”). Sin embargo, si se buscan bibliotecas, para ahí comenzar la búsqueda de los ítems que interesan, se usa más el singular, habitualmente acompañado de una localización para desambiguar (2.740.000 veces “biblioteca” frente a 450.000 búsquedas mensuales de media para “bibliotecas”).
- Los sinónimos también deben ser tenidos en cuenta en nuestra búsqueda de la excelencia catalogadora: hemos de preguntarnos, por ejemplo, si los usuarios buscan lo mismo en el caso de “aprendizaje lectura” (2.900 búsquedas de media) que en “enseñanza lectura” ( 1.600).
- También deberíamos ser capaces de jugar con las cartas que da el desconocimiento de los usuarios de lo que buscan, que intentan dar un rodeo usando los datos que sí conocen. Así, podemos encontrar a usuarios que buscan “hogar del libro” en lugar de “casa del libro”, pero más interesantes por el problema que pueden acarrear en la recuperación en un motor de búsqueda del catálogo búsqueda como “autora harry potter” (1.900 búsquedas), “romeo y julieta autor” (1.600) o “autor de la eneida” (590).Si el usuario en estos casos lo que busca es una lista de libros de ese autor, o información biográfica del mismo, en el Opac puede que como mucho les aporte el título buscado; o ni eso si el sistema quiere encontrar todos los términos de la búsqueda.
- Por último, es interesante contrastar la polisemia existente entre la intención dada al usar nuestros encabezamientos de materia con el que tiene quien realiza las búsquedas. Por ejemplo, cabe preguntarse cuántas de las 12.100 veces que se busca la expresión “escritores mexicanos” o de las 2.400 al mes que se busca “escritores hispanoamericanos” se hacen con la intención de encontrar uno o más libros que estudien a los escritores hispanoamericanos o mexicanos, o con la de encontrarse con listas de autores con sus obras asociadas.
Al parecer, según Google y su uso extenso e intensivo del crowdsourcing17, pareciera que lo más probable, es lo segundo18.
Referencias bibliográficas
1. Schneider, Karen G. “How OPAC suck, Part 2: the checklist of shame”. ALA TechSource.
2. Castillo-Vidal, Jesús. “Descenso del número de visitas a las webs de bibliotecas y OPACS”. Iwetel, 29 septiembre 2010.
3. Serrano-Cobos, JorgeSellés, Alicia. “Catálogos online y portales bibliotecarios: ¿un reto para la integración?”. Mi biblioteca, n. 19, 2009, pp. 70-75.
4. LibraryThing.
5. Goodreads.
6. Catacchio, Chad. “Google books to get ‘rich results’ starting today”. The Next Web (TNW).
7. Madrigal, Alexis. “Inside the Google Book Algorithm”. The Atlantic, 1 noviembre, 2010.
8. Freebase. Poetic verse form.
9. Freebase. Book character.
10. Open Library.
11. Biblioteca Municipal de Muskiz.
12. Broder, Andrei. “A taxonomy of web search”. IBM Research.
13. Jansen, Jim. “Classifying the user content of web queries using k-means clustering“.Web search, 1 noviembre, 2010.
14. Young Rieh, SooHong (Iris) Xie. “Patterns and sequences of multiple query reformulations in Web searching: A preliminary study (2001)”. En: Proceedings of ASIS&T Annual Meeting, Washington DC, noviembre 2001.
15. Serrano-Cobos, Jorge. “Search Analytics”. [Presentación].
16. Google Adwords.
17. Google. define:crowdsourcing.
18. Google escritores hispanoamericanos.
Cómo citar este artículo:
Serrano-Cobos, Jorge. “Search analytics: cómo y qué buscan los lectores y no-usuarios”.Anuario ThinkEPI, 2011, v. 5, pp. ¿¿-??.

Los proyectos de memoria ciudadana y la biblioteca orientada a los contenidos 2.0


Los proyectos de memoria ciudadana y la biblioteca orientada a los contenidos 2.0

LOS CONTENIDOS LOCALES se han convertido en el tema estrella de los últimos encuentros profesionales1. Todos estamos viendo una necesidad, un nicho y una ocasión para nuestro taller de experimentos. Parece como si encajaran tecnologías, recursos, sensibilidades y prácticas.
Sin embargo convendría no perder el norte y recordarnos que la biblioteca no podrá ocupar, a medio plazo, el espacio de otros agentes sociales, ni el de otros actores del sector de la información. Tampoco puede ser el centro de las redes sociales (si es que eso existe).
Quizá tampoco una gran “generadora de contenidos sociales”. Nuestras sociedades son muy complejas y pocos agentes públicos o privados tienen la fortaleza para ser el centro de nada, ni actores predominantes. A las bibliotecas e instituciones de la memoria nos bastaría con trabajar como un nodo útil en la endiablada maquinaria de las redes de usuarios y contenidos. Otro nodo más que aporte desde nuestras fortalezas. Por ejemplo a socializar el concepto de patrimonio y memoria.
El espacio urbano nos sirve como espejo para valorar nuestra memoria, que empieza a ser un agente recuperador del patrimonio; “todo esto antes era huerta”, “aquí había un videoclub”, “aquí estaba la guardería donde mi tía trabajaba“, “durante cinco años funcionó un cine-forum en aquella parroquia” o “en este callejón dormía un vagabundo”.
Los arqueólogos reconstruyen con gran esfuerzo la forma de unos barrios desaparecidos y sustentan hipótesis sobre formas de vida, costumbres y ciclos históricos. Un ciudadano curioso podría pensar, ingenuamente, que en la sociedad moderna no hay sitio para los agujeros de la memoria, que todo queda registrado. No les falta razón, muchas de estas historias van siendo continuamente rescatadas con el relato y la fotografía, primero en la prensa y luego gracias a la edición local apoyada por ayuntamientos y obras sociales y empresas editoriales de pequeño recorrido. Ese pasado es sostenido tanto por rigurosos estudios académicos basados en archivos y la explotación de fuentes semivírgenes, como por humildes cronistas y libros de recuerdos.
Sin embargo, no es suficiente; es muy poco para una sociedad sobreinformada, digital y en red, que no se sacia con diez o doce páginas de recuerdos o con varias fotos de ocasión. Sabe que existe -o debería existir- mucho más y lo quiere todo: los detalles, las fotos, los vídeos, los planos, la fecha y la hora.
El ciudadano curioso, responsable penúltimo de este patrimonio del pasado reciente (a veces no mucho más allá una o media generación), sabe que habría mucha más información si una fuerza milagrosa pudiera revolver el tiempo con el café y poner en orden un archivo de la memoria ciudadana. Pero no existe un agente económico capaz de llevar esta empresa adelante, ni la red de bibliotecas públicas ni la Fundación Bbva.
Fernando Juárez (2010) comenta que “el contenido local constituye un segmento no atractivo para la industria editorial pero indispensable para las instituciones”. Podemos añadir que también se percibe como “indispensable”, o de un intenso valor, para la identidad de las personas y las comunidades.
Por esta razón, el único actor que puede afrontar este reto es la propia sociedad. Son los propios ciudadanos los que pueden poner en valor sus competencias informacionales para producir estos contenidos de la memoria local que no existirán completos si no es mediante el crowdsourcing: la capacidad de las multitudes movilizadas alrededor de una tarea relevante para encontrar, rescatar y analizar la información del pasado. Contenidos generados por comunidades donde hay una idea organizadora y una necesidad informativa que cubrir. Contenidos apoyados en otros contenidos.
La biblioteca quizá no ponga en marcha estos proyectos, pero puede ser un dinamizador, un agente especializado en el acceso a recursos bibliográficos o un intermediario para la gestión de derechos de uso, o, sin más, otro grupo de usuarios que aporta contenidos.
Sin embargo, la lógica del beneficio institucional suele poner a la institución cultural en el centro de los proyectos, apropiándose de él, rentabilizándolo y diluyendo la variable capacidad creativa de las comunidades.
La biblioteca, más que generadora de contenidos sociales, tenderá a actuar como facilitadora de la evolución y construcción de comunidades de usuarios. Puede aportarles, entre otros, espacios de interacción, recursos de información no digitales, apoyos puntuales y visibilidad institucional. Aunque las enciclopedias locales participativas podrían ser un buen ejemplo, dejémoslas a un lado por el momento y exploremos otras formas de construir la memoria compartida.
Quizá he sido críptico y poco claro en los versos. Quería decir: recopilar fotografías y anotarlas con historias. Guardar relatos, orales y escritos. Rescatar nombres propios.
Reconvertir el fondo local y profundizar en los detalles, no dejar huecos e ir poco a poco enlazando los contenidos entre sí, tejiendo redes cada vez más ricas entre los usuarios, las comunidades y las instituciones. Quizá influir en formas adecuadas de organizar la información social.
Particularmente me parece sugerente el proyecto “Creating communities” de las bibliotecas públicas de Denver2, que ofrece un portal de acceso a información histórica convencional para que los ciudadanos puedan ir compartiendo “su historia de la ciudad”.
El conocimiento y las vivencias de la comunidad se mezclan con los instrumentos documentales de sus instituciones. Ayudarles a construir las historias de sus edificios, poniendo a su disposición un lugar, una web, y unos medios: los catálogos, los bancos de imágenes, las bases de datos del catastro. Hacerles investigadores de su propio pasado. Crear un contexto que añada sentido a tantos esfuerzos por almacenar y digitalizar. Algo así como convocar una macrobeca de investigación histórica. Poner a todo un barrio a excavar en su propio yacimiento. Regalar un pasado que recuperar.
Y las bibliotecas, o quién sea, deben estar a la altura del reto tanto si son promotoras, y se lucen, como si sólo son meras participantes, y son útiles. En todo caso los aspectos de reutilización y el de originalidad son fundamentales.
Originalidad: hay que descubrir qué nuevos contenidos específicos faltan y participar en proyectos que estén en esa órbita. Hay que crear nueva materia prima.
Reutilización: Ha de poder ser remezclada en la Red con pocas barreras técnicas y de licencia. Alguien creará el producto final, quizá nosotros, bibliotecarios, quizá ellos, ciudadanos.
¿Somos capaces de ayudar a la generación social de contenidos sin sacar beneficios directos de imagen corporativa?
¿Es también ser 2.0 aceptar humildemente una función utilitaria lejos del primer plano?
Notas
2. Creating Communities – Denver Public Libraries.
Referencias bibliográficas
Juárez-Urquijo, Fernando. “Edición y gestión digital en la Biblioteca Pública”.Anuario ThinkEPI, 2011, v. 5, pp. ¿¿-??.
Tapscott, D.Williams, D. Wikinomics: la nueva economía de las multitudes inteligentes. Paidós, 2008.
Cómo citar este artículo:
Saorín, Tomás. “Los proyectos de memoria ciudadana y la biblioteca orientada a los contenidos 2.0″. Anuario ThinkEPI, 2011, v. 5, pp. ¿¿-??.

Edición y gestión digital en la Biblioteca pública


Edición y gestión digital en la Biblioteca pública

LA INDUSTRIA DEL LIBRO intenta controlar el emergente mercado digital. Sus primeros movimientos revelan la apuesta por contenidos, formatos y dispositivos cerrados. Pretende imponer qué, cómo, cuándo, dónde comprar y, además, cómo gestionar.
Las bibliotecas pueden aceptar “eso” como normal o pueden también tener presente que su actividad como usuarias de la tecnología les puede ayudar a replantear sus servicios (entre ellos el acceso y la gestión de la información) al margen de las condiciones del mercado.
Muchos usuarios acuden a las bibliotecas interesándose por esos “nuevos libros” y van a tener su primera experiencia de lectura en los nuevos soportes (ebook, móvil, consola…) gracias a la biblioteca. A diferencia de la industria (que piensa en clave económica), la biblioteca tiene ante sí un reto de difusión cultural y debe asumir el coste de experimentar e innovar para imaginar nuevos servicios (entre ellos, la edición de contenidos de calidad en formatos abiertos, accesibles sin distinción de poder adquisitivo o preferencias tecnológicas) que fomenten la aparición de usuarios con espíritu crítico ante los nuevos contenidos digitales y sus condiciones de acceso y consumo.
Abordar la edición y gestión de contenidos en clave bibliotecaria no es cerrar los ojos ante la realidad: los grandes grupos manejarán la producción e intentarán marcar las pautas de consumo; abordar una estrategia bibliotecaria de edición y gestión digital es plantearse cómo se generan y distribuyen contenidos que a uno como usuario le interesan; es entender el concepto de la larga cola y lanzarse decididamente a definir dentro de ella el “nicho de mercado” que queremos explotar bajo “premisas bibliotecarias”; es, en definitiva, intentar moldear futuras conductas de consumo de lectura.
El fondo de las bibliotecas se desplaza desde la estantería hacia la nube; “lectura y pantalla” están sustituyendo a “lectura y papel” y necesitamos repensar el concepto de fondo dando el salto desde la “colección almacenada” hacia la “información gestionada”. Gestionar información digital exige tener en cuenta factores ajenos al libro (sistemas operativos, navegadores, programas, dispositivos…) y tomar decisiones que influyen y repercuten en la difusión de los contenidos.
El contenido local constituye un segmento no atractivo para la industria editorial pero indispensable para las instituciones. ¿Por qué no aprovechamos la edición digital para fomentar su creación, difusión y conservación bajo el paraguas de la iniciativa pública?
La biblioteca puede asesorar sobre licencias, hacer hincapié en la necesidad de su difusión en pantallas, ofrecerse para realizar la edición digital desde el original. Es necesario estar alerta y conocer los proyectos editoriales de los diferentes departamentos de la Administración local para ofrecerles nuestros servicios. Y debemos asumir como propias tareas de intermediación entre el autor y los lectores (ser agentes literarios); tareas cuyo objetivo no será la consecución de un beneficio económico sino la creación, conservación y difusión de la memoria local.
Hablar de las nuevas formas de lectura es arriesgado pero podemos intuir varios frentes que afectan a los servicios bibliotecarios:
- Dispositivos, bien de los propios usuarios (móviles, consolas, ebook…) o dispositivos que la biblioteca compra y prepara para prestar.
- Deslocalización de la colección y de los usuarios (muchas accederán al fondo vía web).
- Readaptación de espacios: mayor importancia del espacio web y “liberación” de los espacios de la biblioteca.
- Y, sobre todo, aparición de nuevas mixturas de contenidos.
Es evidente que el libro en papel va a permanecer cuando muchos de los dispositivos que ahora nos parecen pioneros estén en desuso. En este momento la compra de dispositivos sirve para dar a entender al usuario que la biblioteca se está adaptando al nuevo entorno y que, si así lo desea, le va a seguir acompañando en sus lecturas.
Las estrategias de gestión que la biblioteca utiliza tienen que evolucionar para adaptarse a las nuevas maneras de lector-escritura que demanda la sociedad. Es muy importante asumir que contenido, formato y dispositivo no son indisociables.
Si dejamos que se imponga el “modelo cerrado” que la nueva industria editorial quiere implantar el futuro de la transmisión de la información se nos escapará. La biblioteca tiene que defender que se puede leer en diferentes formatos y de diferentes maneras.
Empezar a “pensar” en digital es fundamental para entender que podemos ayudar a contar, a difundir, a conservar. Sea cual sea el usuario que acuda, los “conpantalla” (presentes y futuras) o los “sinpantalla”, allí debe estar la biblioteca para ofrecerle sus servicios.
Cómo citar este artículo:
Juárez-Urquijo, Fernando. “Edición y gestión digital en la Biblioteca Pública”. Anuario ThinkEPI, 2011, v. 5, pp. ¿¿-??.