A pesar de los reconocidos efectos perjudiciales que el exceso de estrés tiene en nuestra sociedad, dosis moderadas de éste pueden mejorar nuestro aprendizaje y memoria de forma puntual. Sin embargo, es una cuestión menos extendida qué ocurre cuando ese estrés se sufre en periodos críticos del desarrollo de determinadas áreas del sistema nervioso, y qué consecuencias puede tener sobre estas capacidades en la edad adulta.
En el grupo de investigación Influencia del ambiente hormonal en el desarrollo encefálico de la Facultad de Ciencias Biológicas de la Universidad Complutense de Madrid, que dirige la doctora María Luisa Leret Verdú, llevan varios años investigando el efecto a largo plazo del estrés postnatal temprano en el desarrollo de los procesos neurobiológicos de aprendizaje y memoria a nivel morfológico, neuroquímico y comportamental.
Esquema de las pruebas realizadas para el estudio de la memoria espacial y no espacial en ratas. Se estudia le diferencia del tiempo de exploración de un objeto deslocalizado o diferente tras la exploración previa de dos objetos idénticos Los diversos estudios llevados a cabo se han realizado en rata, un animal de fácil manejo experimental en el que las dos primeras semanas de vida suponen una etapa fundamental en el desarrollo del cerebro. Durante este periodo crítico las crías tienen disminuida su capacidad para responder a estímulos estresantes que podrían alterar el desarrollo del cerebro. Generalmente, la madre se encarga de elaborar un entorno apropiado mediante sus cuidados, y la carencia de éstos supone un estrés para las crías. Es precisamente la falta de este entorno de protección la que el grupo de investigación ha inducido en sus trabajos para la generación de estrés, separando a la madre de sus crías varias horas al día durante sus dos primeras semanas de vida.
Los resultados de la investigación revelan que las manifestaciones a largo plazo del estrés postnatal presentan dimorfismo sexual. De hecho, mientras que las hembras parecen no estar afectadas por el estrés sufrido tras el nacimiento, los machos sí lo están, y de manera diferencial en distintas etapas de su vida: los adolescentes que han sufrido separación materna tienen su capacidad de memoria espacial disminuida, pero, sin embargo, en la edad adulta esta memoria está favorecida.
La memoria espacial es una capacidad que depende del correcto funcionamiento del hipocampo, una región cerebral en la que las neuronas poseen una enorme plasticidad sináptica, que es la base del aprendizaje. Estas capacidades dependen de la acción a nivel molecular que producen diversos aminoácidos que actúan como neurotransmisores en esta área cerebral. Estos sistemas de neurotransmisión sufren también modificaciones en su actividad debidas al estrés postnatal.
Una de estas sustancias es la taurina, conocida por ser un componente habitual de las bebidas energéticas y estar contenida en una gran variedad de alimentos. Sin embargo, también está presente de forma natural en el organismo de los mamíferos, que lo incorporan con la dieta y pueden sintetizarlo en determinadas áreas de su cerebro. Es un aminoácido que aunque no se considera un neurotransmisor, está implicado en los procesos de plasticidad sináptica. A pesar de que aún no se conoce exactamente cuál es su papel como modulador en el sistema nervioso, los estudios realizados por este grupo de investigación indican que la taurina sufre alteraciones a largo plazo en sus niveles, como consecuencia del estrés postnatal. Y esto no ocurre solamente en el hipocampo, sino también en otras regiones cerebrales relacionadas con la regulación que el sistema nervioso central ejerce sobre la respuesta de estrés. Además, se ha observado que este aminoácido varía su concentración de forma diferente en hembras y en machos, como consecuencia de la separación materna, y que estas variaciones se correlacionan con las modificaciones en la capacidad de memoria observadas en estos mismos animales.
Aunque los neurotransmisores implicados en la memoria son muchos y se conocen varias vías por las cuales la modulan, los estudios realizados por este grupo de investigadores demuestran que la disminución de taurina en la adolescencia temprana como resultado del estrés postnatal, podría ser la causa del desarrollo de una memoria más reducida en esta edad. Sin embargo, estos mismos animales experimentan un incremento de taurina con la edad, posiblemente como mecanismo de compensación, de modo que al alcanzar la edad adulta presentan niveles superiores de taurina que podrían ser la explicación de la mejora en la memoria en esta etapa de la vida. Esta relación está clara en machos, pero no tanto en hembras, en las que pese a las variaciones en taurina que produce el estrés postnatal, no se producen cambios en las pruebas de memoria, lo que induce a pensar que éstas pueden poseer otro tipo de mecanismos de protección frente al estrés, de naturaleza posiblemente hormonal.
Este estudio supone una nueva perspectiva a la hora de abordar el estudio de las consecuencias perjudiciales, en términos generales, del estrés postnatal. Actualmente, se conocen algunos de los efectos que las situaciones de estrés durante la primera etapa de nuestra vida y los malos cuidados maternos en niños y animales muy jóvenes producen en los individuos una vez alcanzan la edad adulta; en muchos casos se ha visto una mayor predisposición a desarrollar esquizofrenia, estados depresivos y problemas de adicción de varios tipos. El nuevo enfoque planteado a raíz de los resultados obtenidos por este grupo de investigación establece que el estrés postnatal produce otro tipo de alteraciones, no necesariamente perjudiciales, relacionadas con habilidades tan comunes y necesarias en nuestro día a día como son el aprendizaje y la memoria. Actualmente se están llevando a cabo estudios más detallados, a nivel neuroanatómico y neuroquímico, con la intención de ayudar a esclarecer la manera concreta en que la memoria se ve afectada por dicho estrés postnatal. |
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