viernes, 31 de diciembre de 2010

La Filosofía del cuerpo y las metáforas de la enfermedad

Revista Observaciones Filosóficas

art of articleart of articleJean-Luc Nancy; La Filosofía del cuerpo y las metáforas de la enfermedad

Dr. Adolfo Vásquez Rocca - PUCV - Universidad Andrés Bello
Resumen
Se indaga el pensamiento de Jean-Luc Nancy en torno al cuerpo, en particular su tesis de que no tenemos un cuerpo, sino que -más bien- lo somos, para luego del sujeto como exterioridad y exposición infinita, como cuerpo volcado hacia fuera. Se propone una discusión en torno al estatuto ontológico y epistémico del cuerpo y las prácticas médicas asociadas a las experiencias traumáticas y límites del mismo, con particular atención al trasplante, donde se ausculta el debate entre quienes pretenden ver en este una aventura metafísica y quienes lo conciben como una proeza técnica, donde no sólo conforman nuevas formas de subjetividad, sino también una 'nueva carne”. Así en las las fronteras entre lo natural y lo artificial surge la posibilidad pensar en un cuerpo fragmentado, en un cuerpo cuyos órganos se hayan emancipado, en lo que Deleuze y Guattari llamaron un Cuerpo Sin Órganos.

Palabras Clave
Cuerpo, organismo, filosofía, enfermedad, iatrofilosofía, órgano, trasplante, diferencia, escritura, alteridad, muerte.
1.- Corpus; La Filosofía del cuerpo de Jean-Luc Nancy.
En su obra Corpus1 publicado en Francia en 1992, Jean Luc Nancy2 desarrolla su Filosofía del cuerpo. Aquí ensaya eliminar toda distancia entre la escritura y el sujeto -que se inscribe en ella-, desarrollando para estos fines los necesarios neologismos propios de toda nueva ontología, en este caso una ontología del cuerpo.
El cuerpo ya no es el obstáculo que separa al pensamiento de sí mismo”3. Esta afirmación de Deleuze reinstala al cuerpo en el dominio del pensamiento. Su capacidad de metamorfosis y de vértigos nos fuerza a interrogar su régimen de signos y valores tanto en el terreno estético-artístico como en el médico-antropológico. La Danza-Teatro4 y el psicodrama analítico -como estrategias de puesta en escena del cuerpo- pondrán en cuestión los automatismos psíquicos y sociales más comunes. Siendo de este modo las pulsiones del cuerpo, sus vibraciones, su anatomía como destino y su morfo-fisiología las condiciones de posibilidad de los gestos, los que nos imprimen y dotan no sólo de una posición ética, sino también –y fundamentalmente– estética en la constitución de nuestra subjetividad. El vigor, la elegancia, el heroísmo o el júbilo no sólo responden a un talante ético, sino que originariamente son imágenes estéticas que proveen los cuerpos. El cuerpo así pensado se afirma como comportamiento y gesto, como ethos y pathos.
El cuerpo es para Jean-Luc Nancy una certidumbre confundida, hecha astillas. El cuerpo es un producto tardío, una decantación de Occidente en la que aparece lo desastroso como nuestra angustia puesta al desnudo.
En las representaciones del cuerpo del siglo XX es particularmente interesante la visión siniestra de lo orgánico que transmiten algunos autores en sus obras. Sin duda fueron de gran influencia en este sentido George Bataille, Artaud, Hans Bellmer y sus inquietantes muñecas5, junto a manifestaciones más recientes como los sacrificios animales de Wols, o las automutilaciones de Günter Brus, etc. Estas representaciones extremas de la corporalidad quieren contradecir el arquetipo generado por los medios de comunicación del ideal excluyente del cuerpo sano y joven, el cuerpo narcisista, y reivindicar esa parte maldita sometida a la temporalidad, al dolor, y en último extremo a la muerte.
En nuestra cultura se privilegia el sentido de la vista, mientras que la aproximación olfativa, táctil y acústica -los olores, las texturas y los sonidos- están totalmente proscritos. Lo que ha ocurrido es que la sociedad occidental ha privilegiado la distancia física y la mirada por encima de cualquier otro sentido, hasta tal punto que nuestras experiencias corporales están reducidas, en la mayoría de los casos al sentido de la vista6.
En la negación de los otros sentidos parece latir el deseo de olvidar el cuerpo como algo perecedero y precario, que sólo aparece en momentos límite de dolor, placer, sexualidad, fatiga, heridas, como las performances de Beuys7, etc. Desde que Rodin iniciara un modo de representación "tortuosa" del cuerpo con su obra “El hombre de la nariz rota” de 1864 donde por primera vez desaparece la experiencia de la representación del cuerpo como unidad, la complejización de la representación del cuerpo no ha hecho más que acentuarse. A partir de esta obra comienzan a aparecer representaciones parciales, órganos separados, sobre todo sexuales, que posteriormente Deleuze y Guattari llamarán máquinas deseantes8. Este proceso de descomposición y fragmentación del cuerpo se hará más radical en autores como Nauman, Sherman y Gober que en los años 80 y 90 se verán afectados por la realidad del SIDA que incidirá en la idea del cuerpo precario, fragmentario, sometido a la temporalidad9 y la decrepitud.
En su obra Nancy recorre precisamente este cuerpo, en su morfología y organización, esto es, como una suma, como un corpus. Ahora bien, esta descripción del conjunto de manifestaciones del cuerpo se sustrae de las imágenes y el discurso del organismo desde los cuales ha sido explicado siempre –constituyéndose así en un contra-discurso, esto es, en una crítica literaria-epistemológica. Este modo de hacer hablar al cuerpo lo sustrae del horizonte bio–teleológico del organismo para entregarlo al horizonte del acontecimiento, lo cual implica dejar de pensar en un cuerpo organizado sobre la base de una finalidad separada de sí mismo, ya sea que le trascienda o le anteceda. Ya no se podrá hablar de finalidades en función de un cuerpo post–orgánico o in–orgánico que se encuentra direccionado a un fin trascendente, sino que lo que acontece, sucede como evento determinado en sí mismo. El cuerpo es un objeto dado a un pensamiento finito. De allí la afirmación fundamental de Nancy: “no tenemos un cuerpo, sino que somos un cuerpo”10.
La eclosión de las nuevas tecnologías no sólo está conformando nuevas formas de subjetividad, sino también, y esto es lo más provocador, una 'nueva carne'. El cuerpo ha dejado de ser algo natural. Proliferan los implantes y los injertos en una rediseño paroxista del cuerpo humano, sometido ya no sólo a la auscultación, sino a su hibridación, fragmentación e incluso a su vaciamiento.
El cuerpo ha dejado de ser natural, ingiere alimentos elaborados agrotecnológicamente; se somete a trasplantes, recibe prótesis diseñadas para servirle de extensión.
La morfología y la anatomía se encuentran en la mesa de disección de la biotectología, que trabaja a partir de la fatiga del material humano, de la deriva identitaria de los cuerpos. El hombre que ha dejado de ser humano, para adentrarse en una condición pos-humana, el trasplantado, el cyborg, el androide -con referencias a la cópula animal-máquina. O tal vez se trate de máquinas célibes. De injertos, prótesis e implantes en las fronteras entre lo natural y lo artificial.
Operando desde las imágenes la desestabilización del cuerpo como un híbrido difícil de precisar, estas operaciones teóricas -por momentos turbadoras- develan al sujeto contemporáneo en su radical alteridad, en el límite de no ser ya él mismo, de estar ya desposeído de sí, sin intimidad posible, totalmente expuesto en la sociedad del espectáculo, volcado hacia las formas de la exterioridad.
La reflexión sobre el cuerpo es así una clave hermenéutica para leer el momento posthumano11. El tema del cuerpo nos conduce a posiciones filosóficas, artísticas12, científicas y tecnológicas encontradas, donde intentan prevalecer intereses económicos asociados a la nueva industria de la ingeniería genética y las prácticas biotecnológicas a ella asociadas. El uso y abuso de la imagen del cuerpo en la publicidad, el arte, la prensa y el cine de anticipación aumenta nuestro desasosiego ante un cuerpo humano que sabemos en constante reestructuración y re-diseño, escindido ente lo natural y lo artificial.
El cuerpo pierde así sus dimensiones, su capacidad representativa para acoplarse indiferenciadamente con nuevas máquinas y nuevas sustancias (psicotrópicas) transformándose en un híbrido biológico-químico. Dando paso a la posibilidad de pensar en un cuerpo fragmentado, en un cuerpo cuyos órganos se hayan emancipado, en lo que Deleuze y Guattari llamaron un Cuerpo Sin Órganos13.
Para Deleuze y Guattari no es posible acceder al cuerpo sin Órganos, él es un límite. Sin embargo él ya se avizora -ya nos asomamos- y -de algún modo- ya estamos en él.
El cuerpo sin Órganos está en marcha: los órganos destruidos en el cuerpo hipocondríaco; los órganos atacados por influjos, pero también reconstituidos por energías exteriores en el cuerpo paranoico; la lucha interior activa librada contra los órganos, y que acaba en la catatonia, en el cuerpo esquizofrénico; podemos así visualizarlo proyectivamente arrastrándose todavía amorfo, “tanteando como un ciego o corriendo como un loco, viajero del desierto y nómada de la estepa. En él dormimos, velamos, combatimos, vencemos y somos vencidos, buscamos nuestro sitio, conocemos nuestras dichas más inauditas y nuestras más fabulosas caídas, penetramos y somos penetrados, amamos”14.
El cuerpo sin órganos es así un conjunto de prácticas para lograr desprenderse del cuerpo. El cuerpo sin órganos sólo puede estar poblado por intensidades de dolor. Sólo las intensidades pasan y circulan15.
La verdad del sujeto es su exterioridad y su excesividad: su exposición infinita, el cuerpo volcado hacia fuera. De esto se desprende una iatrofilosofía: No hay enfermedades o, si se quiere, no tenemos enfermedades, lo que hay son enfermos. “Soy la enfermedad y la medicina, soy la célula cancerosa y el órgano trasplantado, soy los agentes inmunodepresores y sus paliativos, soy los ganchos de hilo de acero que me sostienen el esternón y soy ese sitio de inyección cosido permanentemente bajo la clavícula, así como ya era, por otra parte, esos clavos en la cadera y esa placa en la ingle”16.
Aquí se puede advertir que esta idea gravita alrededor del discurso de Derrida sobre la Diferencia: la diferencia entre el pensamiento y el cuerpo, entre forma y contenido. Aquí Corpus expone un concepto de cuerpo que se contrapone a la concepción platónica del cuerpo como cárcel o receptáculo del alma. La idea e imagen de un contenedor da paso a una metáfora de la deconstrucción orgánica -en este caso del texto, a través de la cual Nancy no quiere escribir del o sobre el cuerpo, sino quiere escribir e inscribir el cuerpo. Escribir el cuerpo significa hacer inscripciones sobre él, tocarlo y esculpirlo con el pensamiento, desarrollar una somato-grafía, para hacer que el cuerpo mismo sea leído. “Hay, en conclusión, casi una promesa de callar. Y no tanto de callar a propósito del cuerpo, sino más bien de callar al cuerpo, sustrayéndolo materialmente a las improntas significantes, aquí, directamente, en la pagina escrita y leída”17. Es una tentativa de comunicar el cuerpo sin significarlo, de plasmar el texto siguiendo las formas de la carne. La escritura apropiada del cuerpo se posiciona sobre el límite que separa el pensamiento desde el cuerpo, del cual el lenguaje toca su indecible alteridad. Más que en la escritura, en su límite: “La escritura tiene su lugar en el limite (…). A la escritura le corresponde sólo tocar al cuerpo con lo incorpóreo del sentido y de convertir, entonces, lo incorpóreo en tocante y el sentido en un toque (…). La escritura llega a los cuerpos según el límite absoluto que separa el sentido de ella, de la piel y los nervios de ellos. Nada pasa, y es exactamente allí que se toca”18.
La escritura apropiada del cuerpo se posiciona sobre el límite que separa el pensamiento desde el cuerpo, del cual el lenguaje toca su indecible alteridad. Más que en la escritura, en su límite, en su punto extremo, en la extremidad de la escritura19. “La escritura tiene su lugar en el limite (...). A la escritura le corresponde sólo tocar al cuerpo con lo incorpóreo del sentido y de convertir, entonces, lo incorpóreo en tocante y el sentido en un toque (...). La escritura llega a los cuerpos según el límite absoluto que separa el sentido de ella, de la piel y los nervios de ellos. Nada pasa, y es exactamente allí que se toca”20.
El cuerpo es un límite porque este es aquella zona neutra en la cual lo conocido desemboca en lo otro respecto de sí. La línea de separación es el único lugar desde el cual el lenguaje toca lo indescriptible, y desde el cual el pensamiento puede, en una intuición fugaz, tocar el cuerpo, dejándolo en lo que es, pura alteridad.
Ahora bien, desde otra perspectiva puede -además- señalarse siguiendo a Nancy que el ser de los sentidos, esto es, del cuerpo volcado hacia fuera, no sería otro que el de la noción misma [en sentido puro] de “sentido” en tanto dirección sexual del cuerpo hacia el otro inalcanzable. De ahí que el sentido no pueda quedar jamás concluido o clausurado sobre sí mismo y que la pregunta por el sentido, de la vida o de cualquier ente o ser se inscriba en la dura corporalidad y en la relación sin relación de la diferencia sexual o de la preposición “con” que separa a los que se tocan. La pregunta filosófica por el sentido sería un gesto de aproximación hacia la distancia intransitable, excesiva que evidencia la misma separación que trata de cruzar y homenajear la caricia de otro cuerpo. Por eso escribe quizá Nancy en El olvido de la filosofía21: “Nosotros somos el sentido”. Explicando allí cómo el reino del significar, con su consustancial síntesis de lo inteligible y lo sensible funcionando en toda la historia de Occidente, ha llegado a su agotamiento; hoy el sentido salta sobre la clausura del significar y sitúa al pensamiento en el límite de un sentido sin significado. En Corpus la experiencia del sentido y de la libertad se escribe con el cuerpo o, más bien habría que decir, el cuerpo es la libertad desencadenándose, escribiéndose en tanto se entrega a lo que disemina desde fuera su identidad. El “proyecto” de una búsqueda de un nuevo pensamiento de la libertad22, que respetara la libertad hasta el punto de sustraer su pensamiento o su acción a toda idea, puesto que la idea es el modelo de la identidad inmutable, se reactiva quizá de un modo novedoso en esta filosofía del cuerpo y del ser como comunicación.
La idea de cuerpo que surge es esa de lugar de abertura del ser, lugar de existencia. El lugar es un espacio abierto, indefinido, a–céfalo y a–fálico, a– estructural, que recibe la propia estructura por el pensamiento que cada vez lo piensa. La característica de un cuerpo es el de ser una exterioridad no pensable en sí misma, ni pensante, una alteridad que pesa fuera del pensamiento y que lo fuerza a calibrar alrededor de sí misma el propio movimiento, porque más allá de él no hay nada. Así como la piel que nos recubre es el umbral en el cual sucede nuestra exposición al exterior, sobre el cual se conectan y se cruzan las diferentes “estesias”, por medio de las cuales nos tocamos y entramos en contacto. El cuerpo es el ser aquí y ahora, es la exposición de la existencia, la superficie. Cada zona del cuerpo tiene en sí misma el valor de lugar de exposición del ser, sin algún telos extrínseco. El cuerpo es la exposición finita de la existencia que en eso se vuelve evidencia. Si para Descartes la verdad del pensamiento es la única clara y distinta, para Nancy la única verdad es la evidencia sensible aquí y ahora de este cuerpo, de esta materia, sin jerarquías, en cada uno de sus lugares.
El conocimiento del, y por medio del, cuerpo nunca es total y absoluto, sino modal y fragmentado, y la forma del discurso que mejor lleva tal saber es la de un Corpus, justamente, una cartografía, una elenco de las zonas del cuerpo que ofrece un conjunto de acercamientos ecuos, mostrando todo lo que puede ser para nuestra exploración sin programa ni prejuicio. Lo que importa en Corpus no es el todo orgánico, sino las partes constitutivas y sus posibles, en cuanto múltiples, relaciones. Fragmentación, suspensión e interrupción, devienen en importantes características de dicho texto, porque cada parte tiene el mismo valor, y es un lugar de venida a la presencia del cuerpo, y por consecuencia del ser.
2.- Metáforas y escatología de la enfermedad; Autotrasplante.

Nada tiene que ver el dolor con el dolor

nada tiene que ver la desesperación con la desesperación
Las palabras que usamos para designar esas cosas están viciadas
No hay nombres en la zona muda
Allí, según una imagen de uso, viciada espera la muerte a sus nuevos amantes
acicalada hasta la repugnancia, y los médicos
son sus peluqueros, sus manicuros, sus usurarios,
la mezquinan, la dosifican, la domestican, la encarecen
porque esa bestia tufosa es una tremenda devoradora
Nada tiene que ver la muerte con esta imagen de la que me retracto
todas nuestras maneras de referirnos a las cosas están viciadas
y éste no es más que otro modo de viciarlas.23

Enrique Lihn, 
Diario de Muerte

- Muchas de las pestes y enfermedades que diezmaban a grandes porciones de la población mundial han sido controladas, otras tantas comienzan a surgir. Al mutar nuestro entorno, al modificarse nuestros modos de vida y -como resultado- nuestros propios cuerpos, nos enfrentamos a nuevos e inesperados males, los que se ciernen sigilosos desde la zona muda.
No es absurdo suponer que el exterminio del hombre comienza con el exterminio de sus gérmenes24. Tal como es, con sus humores, sus pasiones, su sexo, sus fluidos y secreciones, el propio hombre no es más que un sucio y pequeño germen, un virus irracional y aleatorio que altera y pone a su mundo en estado de alerta permanente. La posibilidad de la avería, la latente potencia viral, epidémica y virulenta generan nuestras prótesis protectoras, nuestras fantasías genéticas como sistemas de defensa inmunológicos.
La muerte, tal como la describe Jean- Luc Nancy, es la devoradora que asoma su peor faz en esa bestia tufosa que llamamos cáncer: un linfoma del que nunca habíamos notado más que su eventualidad, señalada en el prospecto de la ciclosporina25. Un intruso cuya irrupción obedece a alguna baja inmunitaria o la locura expansiva de alguna célula. El cáncer es el rostro estragado del intruso. Extraño a nosotros mismos en el nos enajenamos y esto con independencia a la naturaleza exógena o endógena de los fenómenos cancerosos. La imaginación resulta inútil para todas las posibilidades que alberga este trance, todas nuestras maneras de referirnos a él están viciadas.
El tratamiento exige una intrusión violenta. Incorpora invasivas quimio y radioterapias. Al mismo tiempo que el linfoma roe el cuerpo y lo agota, los tratamientos lo atacan y lo debilitan. Aun la morfina, que calma los dolores, provoca otro sufrimiento: el embrutecimiento y el extravío.
El tratamiento más elaborado se denomina “autotrasplante” (o “trasplante de células madre”): después de haber vuelto a activar la producción linfocitaria por medio de “factores de crecimiento”, durante cinco días seguidos extrae glóbulos blancos (se hace circular toda la sangre fuera del cuerpo y los extraen mientras esta circula). Los congelan. Luego el paciente es puesto en una cámara estéril durante tres semanas donde le aplican una fuerte quimioterapia, que deprime la producción de la médula antes de reactivarla mediante el reimplante de las células madre congeladas (sobrevuela un extraño olor a ajo durante este procedimiento...). La baja inmunitaria llega a niveles extremos y genera fuertes fiebres, micosis, trastornos en serie, antes de que la producción de linfocitos se recupere26. Aquí, en El intruso este raro ensayo de extracción netamente autobiográfica, Jean-Luc Nancy cuenta y analiza su propio trasplante de corazón. Más allá de las previsibles preguntas sobre la técnica y su relación con el hombre, Nancy no sólo se permite el uso robusto de la primera persona, sino que no evita formas cursis. “Un corazón que late a medias es sólo a medias mi corazón”, escribe en un momento.
Se sale desorientado de la aventura. Uno ya no se reconoce: pero “reconocer” no tiene ahora sentido. Uno no tarda en ser una mera fluctuación, una suspensión de ajenidad entre estados mal identificados, dolores, impotencias, desfallecimientos. La relación consigo mismo se convierte en un problema, una dificultad o una opacidad: se da a través del mal o del miedo, ya no hay nada inmediato, y las mediaciones cansan.
La identidad vacía de un “yo” ya no puede reposar en su simple adecuación de identidad, cuando se enuncia: “yo sufro” se implican dos yoes extraños uno al otro (pero que sin embargo se tocan). En este “yo sufro” escindido, un yo rechaza al otro27.
Yo termino/termina por no ser más que un hilo tenue, de dolor en dolor y de ajenidad en ajenidad. Se llega a cierta continuidad en las intrusiones, un régimen permanente de la intrusión: a la ingesta más que cotidiana de medicamentos y a los controles en el hospital se agregan las consecuencias dentales de la radioterapia, así como la pérdida de saliva, el control de los alimentos y el de los contactos contagiosos, el debilitamiento de los músculos y de los riñones, la disminución de la memoria y de la fuerza para trabajar, la lectura de los análisis, las reincidencias insidiosas de la mucositis, la candidiasis o la polineuritis, y esa sensación general de no ser ya disociable de una red de medidas, de observaciones, de conexiones químicas, institucionales, simbólicas, que no se dejan ignorar como las que constituyen la trama de la vida corriente y, por el contrario, mantienen incesante y expresamente advertida a la vida de su presencia y su vigilancia. Soy ahora indisociable de una disociación polimorfa.
Aquí también cabe preguntarse ¿Qué es lo que acontece en la vivencia disociada del trasplantando? Todos los signos pueden oscilar, todos los puntos de referencia invertirse, sin reflexión e incluso sin identificación de ningún acto ni de permutación alguna.
¿Yo (quién), “yo”?; esta es precisamente la pregunta, la vieja pregunta: ¿cuál es ese sujeto de la enunciación, siempre ajeno al sujeto de su enunciado, respecto del cual es forzosamente el intruso, y sin embargo, nuestra fuerza, de ese otro “yo” hemos recibido el corazón, el corazón de otro.
Hace menos de cuarenta años atrás no se hacían trasplantes, y sobre todo, no se recurría a la ciclosporina, que protege contra el rechazo del órgano trasplantado. Dentro de veinte años seguramente se practicarán otros trasplantes, con otros medios. Se produce un cruce entre una contingencia personal y una contingencia en la historia de las técnicas. Antes, ya habríamos muerto; más adelante seríamos, por el contrario, unos sobrevivientes. Pero siempre ese «yo» se encuentra estrechamente aprisionado en un nicho de posibilidades técnicas. Por eso es vano el debate entre quienes pretenden que sea una aventura metafísica y quienes lo conciben como una proeza técnica: se trata por cierto de ambas, una dentro de otra.
Ahora bien, la posibilidad del rechazo nos instala en una doble ajenidad: por una parte, la del corazón trasplantado, que el organismo identifica y ataca en cuanto ajeno; por otra, la del estado en que la medicina instala al trasplantado para protegerlo. Deduce su inmunidad para que soporte al extranjero. Lo convierte, entonces, en extranjero para sí mismo, para esta identidad inmunitaria que es un poco su firma fisiológica.



Prof. Dr. Adolfo Vásquez Rocca. 

Doctor en Filosofía por la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso; Postgrado Universidad Complutense de Madrid, Departamento de Filosofía IV, Profesor de Postgrado del Instituto de Filosofía de la PUCV, Profesor de Antropología y de Estética en el Departamento de Artes y Humanidades de la UNAB. Profesor asociado al Grupo Theoria, Proyecto europeo de Investigaciones de Postgrado. Director del Consejo Consultivo Internacional de Konvergencias, Revista de Filosofía y Culturas en Diálogo.


Bibliografía
  • NANCY, Jean Luc , Corpus, Ed. A.M. Métaillié, París, 1992.
  • NANCY, Jean Luc; Corpus. Ed. Cronopio, Napoli, 1995 y 2001
  • NANCY, Jean Luc; Corpus. Ed. Arena Libros, Madrid, 2003
  • NANCY, Jean Luc , Corpus, Ed. A.M. Métaillié, París, 1992.
  • NANCY, Jean- Luc, El Intruso, Éditions Galilée, París, 2000 Traducción: Margarita Martínez, Buenos Aires, Amorrortu, 2006, Colección Nómadas.
  • NANCY, Jean Luc; Loubli de la philosophie, 1986 (El olvido de la filosofía, Arena Libros, Madrid, 2003).
  • NANCY, Jean Luc; L’intruso. Ed. Cronopio, Napoli,2000
  • NANCY, Jean Luc; Lexperience de la liberté, 1988 (La experiencia de la libertad, Paidós, Barcelona, 1996)
  • NANCY, Jean Luc; Une pensée finie, 1990 (Un pensamiento finito, Anthropos, Barcelona, 2002).
  • NANCY, Jean Luc; L»il y a » du rapport sexuel, 2001 (El “hay de la relación sexual”, Síntesis, Madrid, 2003)
  • NANCY, Jean Luc, Un pensamiento finito, trad. J. C. Moreno Romo, Barcelona, Anthropos, 2002.
  • NANCY, Jean Luc; La création du monde- ou la mondialisation, 2002 (La creación del mundo o la mundialización, Paidós, Barcelona, 2003).
Fecha de Recepción: 15 de enero 2008
Fecha de Aceptación: 10 de marzo 2008
1 NANCY, Jean Luc , Corpus, Ed. A.M. Métaillié, París, 1992 / versión italiana: NANCY, Jean Luc, Corpus. Ed. Cronopio, Napoli, 2001; en español: NANCY, Jean Luc; Corpus. Ed. Arena Libros, Madrid, 2003
2 JEAN-LUC NANCY (Burdeos, 1940) es profesor de Filosofía de la Universidad de Estrasburgo desde 1968. Ha sido profesor invitado en las Universidades de Berkeley y de Berlín. Colaborador cercano de Ph. Lacoue-Labarte con quien ha escrito, entre otros, el libro El mito nazi; y de J. Derrida (el cual ha publicado un texto sobre él, Le toucher, Jean-Luc Nancy, 2000); dirige con ambos la colección “La Philosophie en Effet”, de la Ed. Galilée. Ha editado más de treinta libros cuyos temas más importantes se refieren a la comunidad, la libertad, el sentido y la pluralidad de las artes; entre sus obras más destacadas de se cuentan Corpus (1992) y El Intruso, además han sido traducidos al castellano La experiencia de la libertad y La comunidad desobrada. Colabora en las revistas españolas Archipiélago y Sileno.
Nancy forma parte de lo más visible de una segunda línea de pensadores franceses, semifamosos fuera de su país, referentes locales en París y en otras universidades del mundo. Continuando una tradición ecléctica pero delimitable del ensayo erudito, más fácil de reconocer por sus tics y su estilo antes que por sus objetos de estudio, Nancy viene acumulando prestigio y una extensa obra cuyos giros hacia la literatura, el arte o la política –sobre la que teoriza con relativo éxito desde principios de la década del 80– no logran sacarlo de la nomenclatura, siempre vaporosa, de “filósofo”.
3DELEUZE, Gilles , La imagen-tiempo, Estudios sobre cine 2, Ed. Paidós, Barcelona , l987
4VÁSQUEZ ROCCA, Adolfo, “Pina Bausch; Danza Abstracta y Psicodrama Analítico”, En Margen Cero, Madrid, 2006, http://www.margencero.com/articulos/articulos3/bausch.htm
5 AKSENCHUK, Rosa, “La Muñeca” ('La Poupée'); simulacro y anatomía del deseo en Hans Bellmer, en Revista Observaciones Filosóficas, Nº 4, 2007, http://www.observacionesfilosoficas.net/lamuneca.html
6 BERNÁRDEZ RODAL, Asun, “Espacio expresivo y cuerpo extremo: una experiencia del límite”, Facultad de Ciencias de la Información, Universidad Complutense de Madrid, 2007.
7VÁSQUEZ ROCCA, Adolfo, "Joseph Beuys 'Cada hombre, un artista'; Los Documenta de Kassel o el Arte abandona la galería" (Reedición) En Revista Almiar, MARGEN CERO, MADRID, Nº 37 - diciembre de 2007 - Margen Cero © , Fundadora de la Asociación de Revistas Culturales de España, ISSN 1695-4807, http://www.margencero.com/articulos/new/joseph_beuys.html
8La producción de deseos es inconsciente, como bien vio Freud. Pero en lugar de la producción de deseos Freud instauró un teatro burgués, porque instauró en el inconsciente la mera representación. En cambio, el deseo tiene poder para engendrar su objeto. Las necesidades derivan del deseo, y no al revés. Desear es producir, y producir realidad. El deseo como potencia productiva de la vida. La máquina deseante es un sistema de producir deseos; la máquina social es un sistema económico-político de producción. En la máquina deseante ven Deleuze y Guattari ante todo flujos. Toman la idea de Lawrence: la sexualidad es flujo. Todo deseo es flujo y corte. Flujo de esperma, de orines, de leche, etc.
9Ibid.
10NANCY, Jean Luc; Corpus. Ed. Arena Libros, Madrid, 2003
11VÁSQUEZ ROCCA, Adolfo, “Peter Sloterdijk y Nietzsche; De las antropotecnias al discurso del posthumanismo y el advenimiento del super-hombre”, Psikeba Revista de Psicoanálisis y Estudios Culturales, Nº 3, 2006, Buenos Aires, http://www.psikeba.com.ar/articulos/AVRsloterdijk-nietzsche.htm
12Fragmentación, hibridación, desgarro e incluso morbosidad, son algunos de los adjetivos que podemos otorgar a la obra de ciertos artistas que -como Francis Bacon- han tratado el cuerpo humano de una manera violenta para hacernos despertar de ese sueño de la razón de poseer un cuerpo que ignore la muerte y el sufrimiento. Esta reivindicación de la corporalidad desde su vertiente más trágica y perecedera podría ser también la base de manifestaciones aparentemente más banales como las nuevas tendencias en la body-moda, estrategias adolescentes de escenificar y decorar (intervenir) su cuerpo, como el tatuaje y el piercing.
13DELEUZE Y GUATTARI, Gilles y Felix, El Cuerpo sin Órganos, 2000; El Anti Edipo: Capitalismo y Esquizofrenia, Barcelona, Paidós, 1995
14DELEUZE Y GUATTARI, El Cuerpo sin Órganos, 2000: 156
15DELEUZE Y GUATTARI, El Cuerpo sin Órganos, 2000: 158
16NANCY, Jean- Luc, El Intruso, Éditions Galilée, París, 2000 Traducción: Margarita Martínez, Buenos Aires, Amorrortu, 2006, Colección Nómadas.
17NANCY, Jean Luc; Corpus. Ed. Arena Libros, Madrid, 2003
18NANCY, Jean Luc; Corpus. Ed. Arena Libros, Madrid, 2003
19MATELLI, Federica, “Jean Luc Nancy Corpus, pensamiento oblicuo”, en Action Art, Barcelona, 2006.
20NANCY, Jean Luc; Corpus. Ed. Arena Libros, Madrid, 2003
21NANCY, Jean Luc, El olvido de la filosofía, Arena, 2003
22NANCY, Jean- Luc, La Experiencia de libertad, Editorial Paidós, Barcelona, 1996.
23 LIHN, Enrique, Diario de Muerte, Editorial Universitaria, Santiago, 1990.
24BAUDRILLARD, Jean, La Transparencia del Mal, Editorial Anagrama, Barcelona, 2001, p. 70.
25NANCY, Jean- Luc, El Intruso, Éditions Galilée, París, 2000 Traducción: Margarita Martínez, Buenos Aires, Amorrortu, 2006, Colección Nómadas.
26 NANCY, Jean- Luc, El Intruso, Éditions Galilée, París, 2000 Traducción: Margarita Martínez, Buenos Aires, Amorrortu, 2006, Colección Nómadas.
27NANCY, Jean- Luc, El Intruso, Éditions Galilée, París, 2000 Traducción: Margarita Martínez, Buenos Aires, Amorrortu, 2006, Colección Nómadas.

La asistencia médica descubre sus límites

La asistencia médica descubre sus límites

Muchas veces la medicina se vuelve contra los pacientes


Llevado al extremo de la irracionalidad, el esfuerzo de la medicina por preservar y cuidar la salud de las personas ha demostrado que es capaz de volverse en contra de aquellos a quienes pretende proteger. Cuando los médicos se empecinan en extender la vida aún más allá de las posibilidades fisiológicas y del deseo de sus pacientes, aparece lo que se ha dado en llamar el encarnizamiento terapéutico. Pero prolongar la vida innecesariamente no sólo perjudica a quienes se les priva del derecho a una muerte digna. En un mundo donde los recursos públicos que se destinan al cuidado de la salud no sólo son finitos, sino que muchas veces resultan insuficientes, su uso irracional parece cercenar aún más el acceso de la población en general al cuidado de su salud. Hoy se acepta el establecimiento de un límite en la asistencia médica, pero la cuestión es definir cuál es y quién establece, y aun más, cómo se valida este límite. Un punto de partida puede ser la observación de casos y el cambio actitudinal frente al manejo de estos conceptos. Por Adolfo Vásquez Rocca.




Clinical testimonials
Clinical testimonials
La aplicación del avance tecnocientífico en la práctica de la medicina asistencial de alta complejidad ha de conducir al diseño de experiencias de campo en las que se plantea el crucial dilema ético del fin de la vida: establecer y describir la naturaleza del vínculo entre el soporte vital avanzado y la muerte. 

Al tiempo que el acelerado desarrollo del cuidado intensivo del paciente grave y los nuevos procedimientos diagnósticos y terapéuticos han generado la aparición de nuevos cuadros clínicos, asociados a esta nueva medicina crítica como resultado de la aplicación sostenida y prolongada de los métodos de soporte vital ordinarios y avanzados. Entre ellos pueden mencionarse el estado vegetativo persistente, frecuentemente derivado de encefalopatías y disfunciones orgánicas múltiples con trastornos cognitivos frecuentes. Estos cuadros resultan paradigmáticos en este tiempo porque asocian, vinculan y confunden la terminalidad con el carácter presuntamente reversible y transitorio del estado crítico. 

En la generación de la toma de decisiones en cuidados intensivos los principios bioéticos, el derecho y las competencias del profesional médico -intensivista- juegan un rol determinante, incluso al principio y término de estos eventuales procedimientos, tanto cuando se discute si es pertinente o no el ingreso del paciente en este tipo de servicio, como a la hora de definir entre aplicar nuevos procedimientos invasivos -fútiles en muchos casos- y el retiro del soporte vital avanzado. En en los intersticios de una u otra decisión, entre el encarnizamiento terapéutico y las consideraciones en torno al dolor, la dignidad y la esperanza, se desliza este concepto de tenues fronteras, a saber, el mejor interés del paciente. 

Este núcleo de interés constituye un cambio de paradigma a partir del cual deben replantearse cuestiones cruciales, entre las que se cuentan el desarrollo de una cultura y sensibilidad en torno al planeamiento de la limitación del esfuerzo terapéutico, entendido este ya no sólo como la delimitación tácitamente acordada en vistas a evitar problemas médico-legales a los médicos, sino como una toma de posición deliberada, una decisión que informa una acción, que ejecuta un conjunto de medidas claramente definidas y terapéuticamente controladas tendiente a una limitación ya sea de las medidas que estaban tomadas ejemplo: respiración mecánica, drogas vasoactivas, antibióticos en la infección, así como no iniciar nuevas terapias por ejemplo: diálisis que son de mucho costo, de mucha invasión y eventualmente poco rendimiento. 

Es así como en la terapia intensiva se plantean a diario una serie de problemas en relación con la aplicación de los principios bioéticos generales a casos particulares, ello derivado de la posibilidad de aplicación de métodos diagnósticos y terapéuticos invasivos. 

Mi convicción, así como el tema a fundamentar en esta Tesis, es que estos dilemas podrían ser atenuados si en la formación inicial, de pregrado, el profesional médico fuera preparado y entrenado no sólo en los aspectos teóricos y principios abstractos -propios de las definiciones de los código de ética médica y bio-ética- sino, y de modo fundamental, en los aspectos concretos e individuales de las situaciones de conflicto, dadas en el caso a caso que es, por lo demás, el proceso por el que se va sentando jurisprudencia. 

Para ello se propone aquí la necesidad de -una vez abordados los aspectos legislativos, sensibilizado al cuerpo médico así como a la opinión pública en torno a un debate amplio y democrático sobre estas cuestiones- diseñar modificaciones en el currículum de la educación médica que posibiliten preparar a las nuevas generaciones de médicos tanto en los aspectos valóricos como terapéuticos involucrados. 

Esto como práctica en la etapa de internado y en las distintas instancias de simulación gnoseológica y operativa según el plan de estudios de cada Escuela de medicina. La formación teórico-práctica versaría sobre cuestiones tocantes a los criterios, oportunidad y viabilidad de recursos, de la medicina paliativa o aplicaciones de terapias de soporte vital avanzados, así como de discernir cuando éstas, concurriendo todos los aspectos legales, terapéuticos, humanos y espirituales, debe ser retirada y de manera no adjetiva, la preparación de los profesionales en estas maniobras y destrezas terapéuticas y humanizadoras, todo ello atendiendo al estado del arte médica. Para esto es necesario desarrollar consensos amplios que den lugar a la inserción institucionalizada en el currículo de la enseñanza de la medicina tales contenidos y destrezas terapéuticas. 

Reflexión en torno a la muerte; una aproximación desde la Antropología médica 

De este modo, la reflexión sobre la muerte intervenida como un fenómeno emergente de nuestra cultura resulta imprescindible para que la sociedad se involucre en un tema que le incumbe en forma absoluta y exclusiva. Surge de aquí la necesidad de precisar conceptos: 

El concepto de muerte intervenida comprende todas aquellas situaciones en que la aplicación de la suspensión o no aplicación de algún método de soporte vital se constituye en un límite en el tratamiento vinculado con la producción de muerte cardiorrespiratoria tradicional. Es una larga historia la de la domesticación del morir por parte de la medicina, en lo que no cabe duda es de que la invención del respirador artificial significó un antes y un después en esta materia. 

El respirador, como es sabido, se gestó durante la epidemia de polio que asoló al mundo en la década del cincuenta. Por aquel entonces, un médico danés decidió utilizar bolsas de aire para bombear oxígeno a los pulmones de niños que, afectados por la enfermedad, morían asfixiados; claro que el método era imperfecto: los mantenía con vida siempre y cuando la enfermera no dejara de bombear oxígeno. La solución llegó semanas después de la mano de la feliz idea de acoplar una bomba mecánica a la bolsa de aire. Como era de esperar, la tecnología no tardó en extenderse; pero no habría de pasar mucho tiempo hasta que el avance obligó a los médicos a enfrentar situaciones clínicas hasta ese momento impensables. Cuando comenzaron a aparecer los métodos de soporte vital, principalmente el respirador, los médicos se encontraron con que tenían pacientes que eran ventilados artificialmente, pero que sufrían cuadros neurológicos absolutamente irreversibles. 

Lentamente, las unidades de cuidados intensivos estaban comenzando a poblarse de un nuevo tipo de pacientes: personas que jamás recuperarían la conciencia, pero que podían ser mantenidas con vida artificialmente durante décadas. Sucede que por aquel entonces estaba aún vigente la idea tradicional de muerte, que la asocia al cese de la actividad cardíaca y respiratoria. 

Mantener con vida a estos pacientes representaba tanto una prolongación injustificada del sufrimiento de sus familiares que asistían a una agonía eternizada, como un acaparamiento inconducente de recursos monetarios y de infraestructura hospitalaria. Ante esta nueva perspectiva, fue estrictamente necesaria la reformulación del concepto de muerte. 

En esta historia de la domesticación del morir los conceptos se han vuelto problemáticos y ambivalentes a partir, precisamente, de las definiciones al uso de la noción de muerte; tanto a través del concepto de la pérdida completa de la función cerebral, lo que después de casi cuarenta años de empleo de este criterio de demarcación para diagnosticar la muerte, puede visualizarse un continuo que se asocia tanto con la necesidad o interés de procurarse órganos para trasplante, como con la necesidad de evitar prolongadas agonías en pacientes irrecuperables. Cuestiones que en un análisis inmediato se revelan de distinta naturaleza y por ello ponderable en términos diversos. 

Según se ha expuesto el criterio de muerte cerebral estableció que el fin de la vida llega cuando coinciden la muerte del tronco y de la corteza del cerebro. Sin embargo, algunos estudios del tema sugieren la incidencia de otro factor en la adopción de este nuevo criterio de muerte. Meses antes, más precisamente el 3 de diciembre de 1967, el doctor Christian Barnard había realizado el primer trasplante de corazón: esta nueva posibilidad trastrocaba la mirada que se posaba sobre los pacientes con daños neurológicos irreversibles que eran mantenidos vivos en forma artificial. “La definición de muerte cerebral es un artificio de técnica -opina el doctor Mainetti-. Tiene por único fin introducir la posibilidad de retirar un soporte vital y dar por muerta a una persona a la que se mantiene con vida sin ningún sentido, abriendo así la posibilidad de utilizar sus órganos para un trasplante” 

El criterio de muerte cerebral es una de las primeras respuestas sobre los límites en la atención médica de aquellos pacientes que ya no son capaces de verse beneficiados por ningún tratamiento. Pero no es la única. Un paso más allá se encuentra el derecho del propio paciente -o de su familia- a rechazar un tratamiento que se considera inútil. Se revisarán en el desarrollo de esta tesis, varios casos que perduran en el imaginario colectivo como los impulsores del debate que finalmente diera lugar a la instauración de este derecho. 

En las últimas décadas la licitud ética -derivada de la aceptación de la práctica- de la interrupción en la aplicación de los métodos de soporte vital ordinarios y avanzados en situaciones que no configuran los supuestos de muerte cerebral -como los estados vegetativos y otras situaciones clínicas irreversibles- y hasta los intentos de obtener órganos para trasplantes en estas ocasiones (cuando se contare con el acuerdo explícito del donante o su representante) hace posible una interpretación conjunta de estos cuadros a través de la admisión del establecimiento de un límite en la asistencia médica. 

La cuestión ahora es definir cuál es y quién establece, y aun más, cómo se valida este límite. Un punto de partida puede ser la observación de casos y el cambio actitudinal frente al manejo de estos conceptos. 

La observación de casos permite al menos establecer como tendencias generales que en el estado de coma irreversible -definido como muerte cerebral- se tiende a aconsejar el retiro de la respiración mecánica. Así, también, se visualiza en las últimas décadas una aceptación progresiva de disponer la abstención y/o el retiro del soporte vital en pacientes con evolución irreversible para permitir su muerte. Ahora bien, de ambas situaciones basadas en evidencia empírica podemos derivar un punto problemático común: existen casos de pacientes críticos en los que se visualiza la necesidad de establecer límites en la asistencia médica. 

El tema central presente en ambas circunstancias es que en estos casos la muerte resulta ligada a las decisiones (acciones u omisiones) que se toman en el ámbito asistencial sobre el soporte vital. Estas decisiones constituyen por sí mismas ese límite y marca el comienzo de toda una época de ‘muerte intervenida’ por oposición a la muerte natural hoy casi desconocida y olvidada por inexistente. Es en virtud de ello que dentro de la expresión ‘muerte intervenida’, utilizada primariamente para describir las acciones de abstención y retiro habituales en terapia intensiva, se incluye también a la muerte cerebral, esto como hito histórico fundamental. 


BCF
BCF
Marco general del Problema Clínico y Bioético 

Desde las décadas del setenta y del ochenta en adelante se ha asistido a la aparición cada vez más frecuente de cuadros clínicos intermedios constituidos por un coma inicial resultante de una injuria cerebral con variables grados de lesión del sistema nervioso como en el estado vegetativo persistente, demencias profundas y otros, en que no se cumplen los criterios aceptados de muerte cerebral (indemnidad del sistema reticular activador del tronco cerebral y de las funciones respiratoria y circulatoria), pero que también tienen daño cerebral irreversible con pérdida absoluta de las funciones corticocerebrales superiores. 

Tienen permanentemente abolida la conciencia, la afectividad y la comunicación con conservación de los ciclos sueño-vigilia, y fuertes estímulos puede provocar apertura ocular si los ojos permanecen cerrados y también acelerar la respiración, el pulso y la tensión arterial. Los reflejos y movimientos oculares se conservan, así como también los reflejos protectores del vómito y de la tos. Estos pacientes pueden tener movimientos espontáneos que incluyen masticación, rechinar dientes y deglutir. 

También pueden emitir sonidos o gestos que sugieren ira, llanto, queja, gemidos o sonrisas. Su cabeza y ojos pueden inconsistentemente rotar hacia luces o emitir sonidos no verbales. Pese a que para un criterio experto todas estas actitudes son consideradas como de origen subcortical es innegable que a la mirada expectante de los seres queridos estos signos pueden constituir un motivo de aliento y arraigo emocional que es imposible negar como vivencia afectiva. 

Así, en los últimos años la pregunta por los límites que se deberían establecer a la prolongación artificial de la vida ha sumado un nuevo aspecto. El conflicto ya no lo plantea el médico que propone una terapia que conduce al encarnizamiento terapéutico, sino que nace del paciente o de sus familiares que piden un tratamiento que no se considera eficiente. 

La respuesta de la bioética se centra en el llamado concepto de futilidad, que es por decir lo menos, bastante controvertido. Los tratamientos fútiles, esto es inútiles, lo único que logran es dar al paciente dolor, daño, incomodidad y gasto económico. Sin embargo el problema es ¿cómo determinar la futilidad de una terapia médica? ¿Sólo con los criterios estadísticos que le son propios? 

Existen dos criterios, responde. La futilidad fisiológica es el más simple: es cuando el tratamiento demuestra no modificar las variables fisiológicas del paciente que uno busca. Desde otra perspectiva se sostiene que se puede definir la futilidad mediante criterios estadísticos: un tratamiento sería fútil cuando tiene menos del 5% de posibilidades de resultar exitoso. No hace falta aclarar que para determinar la futilidad de un tratamiento es necesario actuar caso por caso. Los límites que delimitan este concepto son muy controvertidos y discutibles; por ello las instituciones médicas cuentan hoy con comités de bioética. 

Los comités de bioética son, en su propia definición, espacios multidisciplinarios y pluralistas que se nutren del aporte de expertos no sólo provenientes de la medicina, sino también del derecho, la antropología, la religión y, en algunos casos, de representantes de la comunidad. 

La medicina como actividad artesanal destinada al cuidado y eventual curación de las personas siempre tuvo límites, pero el final de la vida llegaba por factores externos alejados de una decisión cercana de efectos inmediatos y directos. Ahora, y como resultado del progreso tecnológico, la posibilidad del manejo de la función vital influye en la determinación y el tiempo de muerte. 

Esta cuestión central, que atiende la realidad médica cotidiana y que se encuentra en el marco de las decisiones posibles con el hombre enfermo, marca el comienzo de toda una época de muerte intervenida, por oposición a la natural. 

De alguna forma se ha producido una suerte de asalto tecnológico a la disponibilidad de los individuos sobre su propia muerte. Este asalto ha dado lugar a la medicalización de la muerte, obligando, como se ha visto, incluso a cambiar su definición a través de la adopción del criterio de muerte cerebral. 

Por otra parte, hoy la muerte no sólo es técnicamente controlable y administrable, sino que resulta en cierta forma negociable. La dramática situación actual de los recursos destinados a la salud lleva a que se establezcan criterios para decidir qué enfermedades se tratan y cuáles no. Todos estos aspectos sensibles, tocantes a materias de salud pública, también serán considerados en la presente tesis. 

Fundamentos de la Investigación Antropológica y Médica 

Llevado al extremo de la irracionalidad, el esfuerzo de la medicina por preservar y cuidar la salud de las personas ha demostrado que es capaz de volverse en contra de aquellos a quienes pretende proteger. Cuando los médicos se empecinan en extender la vida aún más allá de las posibilidades fisiológicas y del deseo de sus pacientes, aparece lo que se ha dado en llamar el encarnizamiento terapéutico. 

La agonía injustificadamente prolongada, el sufrimiento extremo, la desfiguración y el aislamiento del paciente; cualquiera de ellas puede ser la consecuencia del encarnizamiento terapéutico que conlleva formas de morir que resultan una caricatura de la dignidad personal. 

Es habitual hablar de la lucha de la vida contra la muerte, pero hay un peligro inverso, presagiado por la literatura de ficción y de algún modo avalado por el desarrollo tecnológico de la medicina. Tendremos que luchar contra la probabilidad de que no muramos. Contra el olvido de la muerte. Nos encontramos en el proceso de reactivar esta inmortalidad patológica, la inmortalidad de la célula cancerígena, tanto a nivel individual como al nivel de las especies como un todo. Es la venganza contra los seres mortales y sexuales de las formas de vidas inmortales e indiferenciadas, en lo que podríamos llamar, al modo de Baudrillard, la solución final. 

La muerte, que una vez fue una función vital, se podría convertir en un lujo, en un costoso placer. En todos los modos futuros de la civilización, donde la muerte habrá sido eliminada, los clones del futuro podrán pagar muy bien por el lujo de morir. 

Ni la psicología ni la biología han reconocido el lugar central de la pulsión de muerte en la determinación de los seres humanos. Y así como hay una pulsión de inmortalidad para la cual se tienen respuestas tecnológicas como la clonación, también hay una pulsión de muerte. Como hemos visto, estas pulsiones entran en juego simultáneamente y es posible que una no sea más que una variante de la otra, nada más que su dilatación. 

Y es que, a veces, “el intento de respetar la vida puede acabar en trato inhumano o degradante, es decir, indigno”, escribió hace algunos años Diego Gracia, miembro de la Fundación de Ciencias de la Salud, de España, en el prólogo del libro Morir con dignidad. 

Podría decirse que la muerte indigna -aquella que se demora sin ofrecer nada a cambio, más que sufrimiento y humillación- es un invento reciente. Nace como resultado del avance que protagonizó en los últimos cincuenta años la medicina, avance que permite hoy prolongar la vida a través de instrumentos que proporcionan a los pacientes un soporte vital que suple funciones biológicas perdidas o cuando menos suspendidas. 

Pero prolongar la vida innecesariamente no sólo perjudica a quienes se les priva del derecho a una muerte digna. En un mundo donde los recursos públicos que se destinan al cuidado de la salud no sólo son finitos, sino que muchas veces resultan insuficientes, su uso irracional parece cercenar aún más el acceso de la población en general al cuidado de su salud. 

Por eso, cabe preguntarse, ¿hasta cuándo es lícito extender artificialmente la vida de una persona? Desde hace algunas décadas, los expertos en bioética han elaborado una serie de criterios que permiten ponerle freno al afán desenfrenado de los médicos por vencer a la muerte, evitando así el encarnizamiento terapéutico. 


[Adolfo Vásquez Rocca]mail: adolfovrocca@gmail.com es Doctor en Filosofía por la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso; Postgrado Universidad Complutense de Madrid, Departamento de Filosofía IV, Teoría del Conocimiento y Pensamiento Contemporáneo. Áreas de Especialización: Antropología y Estética. Profesor de Postgrado del Instituto de Filosofía de la PUCV. Profesor de Antropología y de Estética en el Departamento de Artes y Humanidades de la UNAB. Profesor asociado al Grupo Theoria, Proyecto europeo de Investigaciones de Postgrado. Director de la Revista Observaciones Filosóficas, Secretario de Ejecutivo de PHILOSOPHICA, Revista del Instituto de Filosofía de la PUCV, Editor Asociado de Psikeba, —Revista de Psicoanálisis y Estudios Culturales, Buenos Aires—miembro del Consejo Editorial Internacional de laFundación Ética Mundial de México y Director del Consejo Consultivo Internacional de KonvergenciasRevista de Filosofía y Culturas en Diálogo. El Dr. Adolfo Vásquez Roca es asimismo columnista de diversas revistas y publicaciones internacionales. 

Las capas de la Física


Las capas de la Física (I)de Genciencia 

Retrato de Newton
El avance científico significa que los nuevos paradigmas científicos a lo largo de la historia han ido substituido, o mejor dicho ampliado, a los anteriores. Así, pues, en un instante histórico dado teníamos un paradigma conocido, y que funcionaba a la perfección en casi todos los experimentos que eramos capaces de realizar. Ese es paradigma reinante en aquél momento, la mejor aproximación que tenemos a La Verdad (si es que existe tal cosa).
Y, por otro lado, mientras el paradigma establecido sigue confirmándose útil dentro de su ámbito de aplicación, siempre se estaba construyendo un nuevo paradigma con la pretensión de ampliar al anterior, lograr explicar aún más cosas. En este sentido, es importante entender que las teorías nuevas no substituyen a las nuevas, sino que las amplían, nos acercan un escalón más a la explicación de la realidad.
A groso modo, sin entrar en demasiados detalles históricos, podemos distinguir cuatro generaciones de paradigmas científicos. Empezando por las teorías pre-método científico, a menudo heredadas de la cultura clásica y mitos infundados.
Después, entre Galileo y Newton acuñaron la mecánica clásica (de la cual posteriormente se hicieron versiones más potentes, como la mecánica lagrangiana o la hamiltoniana; pero tienen el mismo contenido físico, así que nosotros las consideraremos dentro de la misma generación).
A principios del siglo pasado empezó la tercera gran generación de paradigmas físicos. Fue una generación muy particular, ya que se caracterizó por no tener un sólo paradigma, sino por tener dos, que además eran incompatibles entre sí: la relatividad y la mecánica cuántica.
No tardó mucho en llegar la cuarta generación: la teoría cuántica de campos. Se caracteriza por intentar unir los dos paradigmas antagónicos de la anterior generación, aunque no lo consigue completamente. En particular, la teoría cuántica de campos (que a veces recibe el nombre segunda cuantización) consigue unificar la mecánica cuántica con la relatividad especial, pero ha fracasado en incluir todo lo relacionado con la gravedad.
La teoría cuántica de campos, que data de la década de 1930-1940, sigue siendo la mejor teoría sobre la realidad que tenemos hoy en día, y que ha pasado los test experimentales. Dentro de este marco, en la década de los 1970, se desarrolló el Modelo Estándar (¿recordáis la diferencia entre teoría y modelo?), que describe a la perfección el comportamiento de todas las partículas que, a día de hoy, se han producido en laboratorio; y realiza predicciones que se verifican experimentalmente hasta con doce cifras exactas. Sólo nos falta comprobar experimentalmente un detallito, el famoso bosón de Higgs.
Y, hasta aquí, todos los paradigmas que han podido ser confirmados experimentalmente.
Como ya dijimos, los Físicos estamos constantemente intentando superar los límites, crear un nuevo paradigma que complete al anterior. En la actualidad, y desde que se implementó la teoría cuántica de campos, el gran reto está en encontrar una teoría que permita superar las limitaciones actuales. Tenemos candidatos (cuerdas, loops, etc), pero hoy en día todo es trabajo en progreso, no ha sido experimentado, ni siquiera hemos terminado de confeccionar la teoría. El tiempo dirá.


Las capas de la Física (y II) Genciencia 

Capas de una cebolla
Como íbamos diciendo, a lo largo de la joven historia del método científico podemos distinguir cuatro grandes paradigmas, cada cual una versión mejorada y ampliada del anterior. Recalco mucho este punto ya que es una de las ideas equivocadas sobre la Física que la gente suele tener: las nuevas teorías no demuestran que las anteriores fueran erradas, sólo demuestran que eran incompletas.
Esto hay que tenerlo muy claro, cada teoría tiene su rango de validez. Lo cual también significa que tiene sus límites, si los sobrepasamos la teoría ya no nos sirve. Cuando la comunidad científica desarrolla un nuevo paradigma que substituya al anterior, lo que busca es precisamente ampliar el rango de validez, reducir los fenómenos que quedan sin explicar.

Pero si a nosotros, en un momento dado, nos interesa estudiar un sistema que está dentro del rango de validez de la teoría antigua, podemos utilizarla sin ningún problema Incluso a sabiendas de que hay una teoríamejor; da igual, la teoría antigua es válida para esa situación, se aproxima lo suficiente a la realidad.
De esta forma, dentro del rango de aplicación del paradigma antiguo podemos elegir cuál de los dos aplicar: el nuevo con toda su potencia (y complicación), o bien el antiguo. En ambos casos, el resultado debería ser el mismo (o, al menos, tan parecido que a la práctica sea imposible de distinguir). Esto es muy útil porque, normalmente, las teorías antiguas son más sencillas que las modernas (por eso se descubrieron antes, supongo).
Por todo esto, y repito una vez más, las teorías nuevas no substituyen a las antiguas, las amplían. Como diría Shrek, la ciencia es como una cebolla, tiene muchas capas.
En el capítulo anterior hablamos de cuatro generaciones de paradigmas científicos, ¿cuales son sus limitaciones?
La mecánica clásica se puede aplicar siempre que tengamos situaciones en que se maneja mucha energía (a comparar con las energías típicas de las partículas elementales) y velocidades muy pequeñas con respecto a la de la luz. En situaciones donde las energías involucradas sean muy pequeñas necesitaremos pasar a la mecánica cuántica. En cambio, si tenemos velocidades similares a la de la luz, deberemos ir a la relatividad.
La mecánica cuántica es útil siempre que trabajemos con sistemas de muy poca energía (por ejemplo, partículas), donde las velocidades son muy bajas con respecto a la de la luz. Además, tampoco es capaz de describir la creación ni destrucción de partículas, en mecánica cuántica siempre terminan las mismas partículas que empiezan, por decirlo así. Por último, no es capaz de describir la gravedad.
La relatividad es útil para cuerpos con energías macroscópicas, independientemente de la velocidad a la que se muevan. Es decir, puede describir perfectamente partículas que se mueven a (o, mejor, cerca de) la velocidad de la luz. Además, la versión general de la teoría es capaz de describir la gravedad, en términos clásicos. Lo que no puede describir son sistemas de muy baja energía, donde el comportamiento cuántico es importante.
Y, para terminar, el último gran paradigma, la teoría cuántica de campos, elimina todas las restricciones anteriores… menos una, sólo tiene un defecto: no es capaz de describir la gravedad cuánticamente. Pero sí que es capaz de describir correctamente partículas muy pequeñas, que se muevan a cualquier velocidad. Además, permite estudiar la creación y destrucción de las mismas.
Como dijimos, a día de hoy tenemos varias teorías candidatas para confeccionar el nuevo paradigma que solucione los problemas de la teoría cuántica de campos. Pero aún no están terminadas, ni mucho menos contrastadas experimentalmente. Tendremos que tener paciencia (y parece que bastante, por desgracia).
Foto | Danka

Notable Opinion Art of 2010


SLIDE SHOW

Notable Opinion Art of 2010

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Notable opinion art 2010

El regreso a la política de Andreu Mas Colell

El regreso a la política de Andreu Mas Colell

andreumascolellAndreu Mas Colell, una de las figuras probablemente más influyentes de los últimos años en política científica, retorna a la cosa pública de la mano del nuevo presidente de la Generalitat, Artur Mas. Su cartera, ni más ni menos que Economía, Finanzas, Universidades e Investigación. ¿Vaivén de los políticos o innovación?
XAVIER PUJOL GEBELLÍ
El nombramiento de un consejero en una comunidad autónoma no merecería por lo general mayor comentario, salvando el impacto local, de no ser que habláramos de uno de los motores económicos, como es el caso de Cataluña, y de no tratarse de quien se trata: Andreu Mas Colell.
Figura académica más que reconocida internacionalmente por sus aportaciones al ámbito de la Economía, disciplina de la que ha sido profesor en Berkeley y Harvard, en Estados Unidos, y luego en la Universidad Pompeu Fabra y en la Graduate School of Economics, en Barcelona, en su currículum destacan méritos tan relevantes como ser personalidad de referencia en el desarrollo de la teoría del llamado “equilibrio general”, además de ser referente mundial en teoría de la microeconomía. En ese mismo currículum –que da cierto vértigo leerlo entero—no destaca demasiado la que está considerada otra de sus grandes facetas, la de contribuir intelectualmente a la organización de sistemas de ciencia influyentes. No en vano, su último cargo ha sido el de Secretario General del European Research Council, organismo que actualmente lidera la investigación de excelencia europea y que rápidamente se ha granjeado el prestigio entre científicos del más alto nivel.
Ahora vuelve a la arena política llamado por Artur Mas, reciente ganador de las elecciones en Cataluña. Su misión va a ser comandar un macrodepartamento con competencias en Economía y Finanzas y, para sorpresa de muchos, en Universidades e Investigación. La pregunta que se formulan muchos es si esta unión de responsabilidades tiene sentido. Y la respuesta que dan tantos otros es que tratándose de Mas Colell, lo tiene sobradamente.
El discurso que está ganando cuerpo es el de generar un departamento que tenga por nombre algo así como Economía y Conocimiento, lo cual, conociendo al personaje, entronca con su discurso personal y su apuesta intelectual en política científica. La expresión, tan a menudo usada gratuitamente, de fomentar una economía basada en el conocimiento, tendría en esta fórmula por ahora inédita en España, su mejor expresión.
Ignoro si este es el planteamiento que defienden Artur Mas y la cúpula de CiU. Máxime si se tiene en cuenta que vivimos en un momento de gran incertidumbre económica y que las soluciones a corto plazo, tan del gusto de los políticos, además de vistosas resultan en este instante poco menos que acuciantes. Como responsable de Economía, Mas Colell va a tener que enfrentarse a aspectos tan delicados como la contención del gasto público, la reducción del déficit y, por supuesto, una negociación con el aparato del Estado que no se prevé como absoluto fácil. Además, se le van a reclamar medidas que contribuyan a paliar el paro y a relanzar una economía que, como tantísimas otras, está maniatada por el contexto de crisis general.
Es en este último punto donde, probablemente, Mas Colell pueda jugar sus mejores bazas. Dada su experiencia y su conocimiento, tanto en el ámbito más local como en el internacional, su clarividencia a la hora de proyectar un cierto futuro puede resultar cuanto menos estimulante, puesto que tiene ante sí la oportunidad de sentar las bases de un cambio de modelo productivo basado en la generación de conocimiento.
El caso es saber si las circunstancias, entre las que se encuentran su propio partido político además del gobierno presidido por José Luís Rodríguez Zapatero y la situación de crisis, se lo van a permitir. Pero visto que el actual modelo, culminado con la burbuja inmobiliaria, parece más que agotado, buscar soluciones en el medio y largo plazos parece acertado. Ello sin obviar los árboles de las urgencias que no deberían escondernos el bosque del futuro.
Si yo fuera político, que no lo soy ni pretendo serlo, tal vez apostaría por desnudarme de consideraciones partidistas y apostaría por una fórmula que en estos momentos transformaría Cataluña en un laboratorio de gestión y proyección económica inédito que, en caso de dar frutos positivos, puede extenderse al resto del territorio y actuar al mismo tiempo de locomotora. La persona y el instrumento ahí están. Ahora toca que los políticos, aquellos que ven bien o mal una misma cosa dependiendo de si gobiernan o están en la oposición, piensen por una vez en el interés general y se olviden del debate partidista.

Los secretos de la anestesia


Los secretos de la anestesia
Miles de personas en todo el mundo entran al día en un quirófano para someterse a algún tipo de cirugía. La anestesia les permite ser operados sin dolor, aunque algunos de los mecanismos neurobiológicos que permiten dormir y volver a despertar al cerebro sin riesgos siguen siendo un misterio.
FUENTE | El Mundo Digital30/12/2010
Una revisión en la revista 'The New England Journal of Medicine' repasa los últimos hallazgos sobre esta cuestión.

Emery Brown y su equipo, del departamento de Anestesia del Hospital General de Massachusetts(EE.UU.), uno de los centros médicos más importantes del mundo, repasan los últimos avances en la ciencia del sueño y la neurociencia para tratar de desvelar nuevas claves sobre la anestesia general.

De hecho, comparan los patrones de actividad eléctrica que se producen en nuestro cerebro bajo anestesia, durante el sueño o en estado de coma y aseguran que la anestesia general se parece más (cerebralmente hablando) al coma que a un sueño profundo como a menudo se imagina. "Hasta ahora, los anestesistas eran reacios a hacer la comparación con el coma porque se consideraba un término demasiado duro, pero es que realmente tiene que ser algo tan profundo, ¿cómo sino íbamos a poder operar a alguien?", se pregunta Brown.

En su revisión, Brown y sus colegas también analizan cómo actúan ciertos fármacos anestésicos para lograr el estado de inconsciencia, amnesia, falta de percepción del dolor e inmovilidad que caracteriza a la anestesia general. "Es una revisión muy bien hecha que demuestra que cada vez conocemos mejor las bases bioquímicas y los receptores sobre los que actúa la anestesia", explica el doctor Fernando Gilsanz, jefe del servicio de Anestesia del Hospital La Paz de Madrid.

Por ejemplo, es curioso que la ketamina, cuyo mecanismo en realidad provoca una excitación de las neuronas, se emplee para 'dormir' al paciente en la mesa de operación. Aunque como explican en su artículo, lo que ocurre es que la ketamina provica en realidad un exceso de actividad que provoca un efecto similar a un envío caótico y desorganizado de información y datos en un ordenador que acaba colapsando el sistema.

Y es que, como critican con sutileza a sus colegas, "muchos anestesistas saben cómo inducir y mantener a sus pacientes en el estado necesario para operarles, pero no están familiarizados con los mecanismos neuronales básicos que les permiten llevar a cabo su trabajo". Y añaden, el hecho de que la anestesia lleve al cerebro a un estado tan profundo como el coma podría explicar, por ejemplo, porqué algunos pacientes tardan horas en despertar de una intervención, o porqué los pacientes más ancianos pueden tener algunas secuelas cognitivas que persistan durante meses.

En resumen, "comprendiendo mejor los estados del sueño y el coma pueden llevar a nuevos modos de antesia basados en otras formas de alterar el nivel de conciencia, y aportar la analgesia y la relajación muscular necesarias".

Autor:   María Valerio

La década prodigiosa del cáncer


La década prodigiosa del cáncer
Están por concluir los primeros diez años del siglo XXI. Mucho de memorable queda escrito en su crónica para la historia de la lucha contra el cáncer.
FUENTE | El Mundo Digital30/12/2010
Uno podría fijarse en los conocimientos adquiridos sobre la genética de la enfermedad, en cuánto se ha conseguido mejorar el pronóstico del cáncer de colon o de pulmón, o bien en la avalancha de nuevos medicamentos, diferentes por completo a la quimioterapia tradicional.

Todo sería interesante, pero vamos a cerrar el año y la década escribiendo acerca del cáncer de mama. Y ello por dos motivos; el primero porque dos avances fundamentales han conmovido los círculos oncológicos, casi simultáneamente, en estas últimas semanas del 2010. En segundo lugar, porque ambos han sido producto de la investigación española.

PRUEBAS DE CONCEPTO Y 'TORNAPRÁCTICAS'

La investigación clínica es la que se realiza fuera ya del laboratorio, en los hospitales, aplicando nuevos tratamientos a los pacientes que participan voluntariamente en ensayos clínicos. Para que un tratamiento experimental llegue a ser habitual, suelen hacer falta muchos años, muchos voluntarios, mucho dinero y mucho esfuerzo. De toda esa maraña de investigación, dos clases de ensayos clínicos son los que más atención suscitan, los más importantes.

El primer tipo de ensayo clínico es el de prueba de concepto, y el segundo, lo vamos a bautizar a nuestro antojo como de 'tornapráctica'. Si el desarrollo de un nuevo tratamiento contra el cáncer fuera un cuento infantil, ambas clases de ensayos vendrían a ser, respectivamente, el "érase una vez", y el "comieron perdices".

El ensayo de prueba de concepto es el que toma una idea virgen, amasada en las probetas de los laboratorios, y tiene los arrestos de llevarlo a la práctica por primera vez. Esta clase de investigaciones son la llave que abre o cierra la cancela de un sendero inexplorado. Si el ensayo es positivo, si demuestra lo que se proponía, inversores e investigadores se decidirán a indagar adónde conduce ese camino.

Los ensayos de prueba de concepto son arriesgados. Uno falsamente positivo supondrá dilapidar tiempo y recursos para llegar a ningún sitio. Al contrario, algunos terrenos muy fructíferos de la investigación contra el cáncer han permanecido olvidados durante décadas, sólo porque un primer ensayo mal diseñado o interpretado juzgó que por allí no había nada interesante que buscar.

Los ensayos de 'tornapráctica' ('practice-changing', en inglés) son los que clausuran un territorio de investigación. Recogen los esfuerzos, resultados y también contradicciones acumulados durante años respecto a un asunto concreto, y los condensan en una investigación de resultados tan persuasivos, que la comunidad oncológica entera ha de revisar su forma de tratar a los pacientes de ese momento en adelante, cambiando su práctica habitual para acomodarla al nuevo estándar.

ÉRASE UNA VEZ, EN SAN ANTONIO

San Antonio es una ciudad tejana con pocos atractivos, aparte de los restos arqueológicos de la batalla de El Álamo. No obstante, cuantos nos dedicamos al cáncer de mama peregrinamos allí casi todos los años. La razón es su simposio internacional sobre cáncer de mama, el más importante de todos los dedicados al tumor maligno más frecuente de la mujer, la reunión mundial de especialistas donde se desvelan los resultados de las investigaciones más sustanciosas.

El 10 de diciembre pasado, el doctor Josep Baselga (Hospital Vall d'Hebron de Barcelona y Hospital de Massachusetts en EE.UU.) ocupaba el atril central 'del sanatorio', para comunicar los resultados del ensayo neo-ALTTO. Se trata de un esfuerzo coordinado de 24 países de Europa, América y Asia, con una participación muy importante del SOLTI, un grupo de investigadores de nuestro país.

La cosa consistía en averiguar el efecto de la combinación de dos fármacos, trastuzumab (Herceptin) y lapatinib (Tyverb), sobre una variedad especialmente agresiva de cáncer de mama. Sus células están cuajadas de una proteína llamada HER2 que acelera su multiplicación. Cada uno de los medicamentos experimentados ataca esa proteína desde un flanco distinto, pero se desconocía si su combinación resultaría beneficiosa. El tratamiento, asociado a quimioterapia convencional, se aplicaba antes de la cirugía, de manera que sus efectos pudieran analizarse a nivel microscópico, tras la extirpación de los tumores.

Participaron 455 pacientes, 45 de ellas en España (el tercer grupo más numeroso tras Taiwán y Alemania). Los resultados no podían dejar abierta más de par en par las puertas de esta nueva vía: algo más de la mitad de los tumores tratados con la combinación de medicamentos desaparecieron sin dejar rastro, ni siquiera apreciables bajo la lente de los microscopios.

A esto se lo conoce como respuesta patológica completa, y es la máxima prueba de eficacia de un tratamiento contra el cáncer. Hasta la fecha, los medicamentos más potentes (incluidos el trastuzumab y el lapatinib, usados por separado), apenas llegaban a una cuarta parte de respuestas completas.

LAS PERDICES DE GEICAM
El próximo 4 de febrero Luz Casal, tras superar su segundo tumor de mama, vuelve a ofrecer un concierto a beneficio del Grupo Español de Investigación en Cáncer de Mama. GEICAM tiene ya quince años de historia, es el grupo cooperativo de investigación oncológica más potente de España y el más reputado en el extranjero. Poco le queda ya que demostrar, pero el pasado 2 de diciembre ponía 'una pica en Flandes' publicando uno de esos 'ensayos tornapráctica' en 'The New England Journal of Medicine', la publicación médica más prestigiosa del mundo. Para un investigador clínico, publicar en el 'niu ingland' viene a ser algo así como para un actor de teatro estrenar en Broadway.

El ensayo, firmado por el doctor Miguel Martín (Hospital Gregorio Marañón, Madrid) y otros treinta especialistas, se fija en un grupo particular de mujeres con cáncer de mama; aquéllas cuyos ganglios linfáticos no están afectados por las células tumorales.

Los nódulos de la axila son el primer lugar al que llegan las células cancerosas de la mama, antes de invadir otras partes del cuerpo. Las pacientes con ganglios negativos (o sea, sanos) son las más numerosas en la actualidad y las de mejor pronóstico, a pesar de lo cuál, una de cada cuatro acaba por sufrir alguna clase de recaída. Desde hace algunos años sabemos que las pacientes operadas de cáncer de mama que SÍ tienen los ganglios linfáticos invadidos (ganglios positivos) recaen menos cuando, antes o después de la cirugía, reciben quimioterapia con taxanos (un grupo de anticancerosos originalmente obtenidos de un árbol de la familia del tejo).

Hasta hoy, desconocíamos si ese beneficio también se extendía a las mujeres con mejores expectativas, las que tienen los ganglios limpios. Como los taxanos son caros y tienen efectos adversos, la mayoría de los oncólogos recomendamos combinaciones de quimioterapia basadas en taxanos a las pacientes con ganglios positivos, y quimios más sencillas, sin taxanos, a las de ganglios negativos.

Los investigadores del GEICAM (con una pequeña aportación de colegas alemanes y polacos) consiguieron reunir 1.060 voluntarias, operadas de cáncer de mama con los ganglios libres de células tumorales, pero con algún factor adicional que aumentaba algo su posibilidad de recaer como, por ejemplo, tener menos de 35 años o un tumor grande. La mitad de ellas recibió el tratamiento convencional; la otra mitad, el tratamiento experimental que incluía taxanos.

Como las recaídas del cáncer de mama pueden retrasarse bastante, fue menester armarse de paciencia y seguir minuciosamente su evolución durante años (¡la última voluntaria en participar lo hizo en marzo de 2003!). Siete años de 'santa paciencia' viendo madurar los datos no son pocos, y pueden desquiciar al más manso de los investigadores. Pero rematar un ensayo digno del New England es como criar un vino gran reserva, algo que no se puede apresurar.

Al 'descorchar' el ensayo hace una pocas semanas, el resultado merecía la espera: las mujeres que se trataron con taxanos mostraban un 30% menos de recaídas que las que no los recibieron, prácticamente el mismo beneficio ya comprobado en las mujeres con ganglios positivos. A partir de ya, este nuevo conocimiento se incorpora a las consultas de oncología médica y a las cartas de nuestra mano para ganarle la partida al cáncer.

Estas Navidades, unas 5.000 familias españolas añorarán a sus esposas, madres, hermanas o hijas, fallecidas a lo largo del 2010 a causa del cáncer de mama. La enfermedad es cruel y, demasiado cerca de ella, ya sea como enfermo, familiar o médico, parece que no se va a acabar jamás, que corremos inútilmente, sin ganar un solo palmo de terreno, como en las pesadillas. No es así. Gracias a la investigación clínica, a muchos profesionales entregados, a miles de corajudas mujeres voluntarias en ensayos clínicos, a algunos recaudadores como Luz Casal, el ciclo que media entre el "érase una vez" y el "comieron perdices" de la ciencia contra el cáncer, se abrocha una y otra vez; regalando unas cuantas vidas más cada Navidad que llega y pasa.