Nadar en piscina no aumenta asma infantil
Los niños que practican natación en piscinas tienen el mismo riesgo de padecer asma infantil que los niños que no realizan esta actividad física, de hecho, este deporte podría mejorar la función pulmonar y disminuir el riesgo de padecer síntomas respiratorios en los niños que lo practican, según los resultados de un estudio del Centro de Investigación en Epidemiología Ambiental (CREAL) de Barcelona y de la Universidad de Bristol (Reino Unido).
La investigación, publicada en la revista 'American Journal of Respiratory and Critical Care Medicine', contó con la participación de 5.738 niños británicos que fueron seguidos desde su nacimiento hasta los diez años, tiempo durante el cual la mitad de los participantes nadaban en piscinas como mínimo una vez por semana cuando tenían entre 4 y 7 años, mientras que el 20 por ciento no lo había hecho nunca o casi nunca
De este modo, los científicos observaron que cuando tenían siete años, uno de cada cinco niños había sufrido asma alguna vez, pero los niños que habían nadado con más frecuencia no tenían más riesgo de padecer asma a los siete o a los diez años, y tampoco tenían más síntomas respiratorios y alérgicos como sibilancias, fiebre del heno, atopia o eczema que los que habían nadado menos o no habían nadado.
Durante los últimos años, varios estudios belgas habían sugerido que la asistencia a las piscinas durante la infancia podría ser un factor de riesgo para desarrollar asma y otras enfermedades alérgicas, debido a la exposición a compuestos químicos irritantes derivados de la cloración del agua de la piscina. En cambio, otros estudios realizados en Alemania, Italia o España no habían detectado que la asistencia a las piscinas pudiera aumentar el riesgo de asma entre la población infantil.
Ahora los investigadores consideran que "los resultados deberían confirmarse con más estudios realizados en otros países". Además, los autores de este estudio sugieren que hay que seguir analizando si los subproductos de la cloración pueden aumentar el riesgo de otras enfermedades menos frecuentes o si podrían afectar la salud de las personas que pasan muchas horas diarias en las piscinas, como los trabajadores de éstas.
Mientras tanto, la investigadora del CREAL y una de las autoras del estudio, Cristina Villanueva, recomienda "controlar y reducir los niveles de los compuestos químicos derivados de la desinfección del agua de las piscinas, para asegurar que éstos se mantienen bajo unos límites seguros y aumentar así los beneficios que aporta la natación".
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