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jueves, 11 de noviembre de 2010

Luis García Berlanga: «El dolor me jode, pero morirme me jode más


Luis García Berlanga: «El dolor me jode, pero morirme me jode más»

XL Semanal, el dominical que se vende con ABC, publica este domingo una entrevista en familia con el director de cine

Día 11/11/2010 - 20.54h
DAVID MATELLANES
Luis García Berlanga, con sus tres nietos: Jorge, Luis y Fidel, en su casa de Somosaguas
Es, posiblemente, el director de cine español más importante de todos los tiempos. Sus películas -«Plácido»- ya eran nominadas a los Oscar en 1961 y batían récords de taquilla impensables -«La Vaquilla»- en los 80. Ahora, con 90 años, Luis García Berlanga, ya no puede dirigir películas, pero ha decidido ponerse delante de la cámara por una buena causa: una campaña de Médicos sin Fronteras para concienciar sobre el dolor ajeno. Con ese motivo XLSemanal ha convocado no sólo al gran cineasta sino a toda su familia, hijos, nueras y nietos incluidos, para un encuentro-homenaje en el que entre todos repasan su vida y su obra en su casa de Somosaguas, Madrid.
Berlanga, que sigue siendo tan incisivo y espontáneo como siempre, pese a las limitaciones para hablar que la edad y la enfermedad le han impuesto, apostilla lo que de él se comenta con decisión y humor: «El dolor me jode, pero morirme me jode más», dice. Con igual desenfado se expresa su mujer desde hace 56 años, María Jesús, que le recrimina que no le dejase casarse de blanco:
«La crispación me da mucho miedo»
«Decía que era ridículo, cosas de intelectual». Berlanga se limita a sonreír, pero también tiene palabras para mostrar su inquietud por la actualidad: «La crispación política me da mucho miedo. Y ahora hay mucha. Como en el 36. La gente no sabe lo que hace».
En un tono más íntimo, habla su hijo mayor, José Luis, el único de la descendencia que se ha dedicado al cine y la televisión. Con él, aborda XLSemanal el delicado tema de la muerte de su hermano Carlos, compositor, músico y pintor, figura clave en la Movida, que sin duda fue el mayor mazazo para todos ellos. En definitiva, un encuentro único, una escena tan coral y «berlanguiana» como las películas del patriarca de los Berlanga.

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