lunes, 27 de febrero de 2012

[Identidad Bibliotecaria] Un bibliotecario y un estudiante de bibliotecología en la historia del porno colombiano


Hoy quiero escribir algo diferente menos académico y más mundano, algo anecdótico y más lightdentro del "hardcore" de este espacio. Hace unos días llegó Jonathan Gordillo, con quien trabajo en el Centro de Documentación,  maravillado con un libro que había encontrado en la biblioteca de la Universidad "Días de porno: historia de la vida breve del porno en Colombia" de Simón Posada y publicado por la editorial Planeta (ver portada y descripción). 

Durante los días que lo estuvo leyendo me señalaba partes que lo descrestaban y que no pasaban de una simple mirada superficial de mi parte, no porque no me interesara la trama o el porno en sí (no veo el misterio en verlo o hablar de él), sino porque al igual que tantas historias en Colombia la industria de la pornografía en nuestro país parecía estar manchada por el narcotráfico y resulta que ni industria -a comparación de otros países- ni manchada -más allá de los fluidos de los actores, actrices y quienes consumen porno-. Además, de esos relatos ya bastante se encargan los escritores y cineastas colombianos y las adaptaciones de estos a las novelas y seriados que se exportan y re-adaptan. 

De las bibliotecas y la bibliotecología a la literatura erótica y la pornografía


Bastó con leer una mención que hace Jonathan, en su TL de twitter sobre Rasputín, para que decidiera prestarle mayor atención. En cuestión de unas horas leí el libro y coincidiendo con Francisco Celis (autor de Confesiones de una puta cara) "Sólo un tipo con la audacia, la originalidad y la juventud de Simón Posada podría investigar y escribir este libro (...) el más excitante que he leído de un joven autor de un país donde no se escriben libros excitantes". A medida que leía estas fueron las dos más grandes sorpresas que me llevé: un ex-bibiotecario escribió las mejores novelas eróticas del país y el mejor actor porno de Colombia estudiaba Bibliotecología. Para aquellos que les siga interesando este post les contaré algo sobre estas historias:

El pornógrafo costumbrista (también fue bibliotecario) 

El escritor Hernán Hoyos escribió grandes novelas eróticas como El bruto y las lesbianas y 008 contra sancocho que eran publicadas por él mismo en edición rustica. Su apodo de Pornógrafo se lo puso el periodista José Pardo Llada, quien lo defendía cuando alguien atacaba sus obras diciendo que "(Hoyos) era un escritor costumbrista, y que no tenía la culpa de que las costumbres sexuales de la región fueran tan retorcidas, y extrañamente, la Iglesia nunca lo censuró" continúa el relato de Posada "de hecho, cuando trabajó a sus 19 años en la Biblioteca Departamental de Cali, el sacerdote que la dirigía le dio permiso para escribir su primer novela, El retorno de la monja Alférez, que publicó como folletín en el Diario del Pacífico". A sus 80 años, aún se encuentra con lectores de sus obras que le piden que vuelva a publicar sus libros.

¡Ah! Sin embargo, Hoyos odia la pornografía... 
Rasputín: el actor porno que estudiaba Bibliotecología


Casi al final del libro aparece Rasputín como un mítico héroe que llega a salvar una producción de 17/26, tal vez la más grande productora de "entretenimiento para adultos" en el país. Jaime Ramírez, A.K.A. Rasputín, es un gran fanático del sexo y su incursión en el porno se debe al teatro y a Angie, un travesti de Barrio Triste en el centro de Medellín. Su vinculo con la Bibliotecología se encuentra con la Escuela Interamericana de Bibliotecología (la primera en el país) de la Universidad de Antioquia (UdeA) "en la que no pudo seguir estudiando porque todo el tiempo estaba tirando con su novia de entonces en las canchas de fútbol y matorrales del campus. Su rendiemiento estudiantil bajaba con cada erección y fue expulsado" dice Posada.

La desaparecida revista Cambio -o por lo menos así se percibe desde su "cierre" en febrero de 2010 (que perdida para el periodismo investigativo colombiano y la ciudadanía)- hace un aún más breve resumen de la historia del porno en Colombia, allí encontrarán una foto de Rasputín (y no precisamente en acción). Quien quita que algunos de nuestros compañeros de la UdeA lo hayan conocido. Ir al artículo

Lo más reciente que encontré sobre "Raspu" es esta nota donde mencionan la captura de unos presuntos delincuentes que pertenecían a una red de pornografía infantil, "de acuerdo con las autoridades, las jovencitas eran abordadas por un español, una mujer colombiana y otro nacional que era conocido como ‘Rasputín’ en el mundo de los actores porno". Traté de corroborar la fuente pero no fue posible.



Para tener una historia no tan extensa, el porno colombiano se ha visto enriquecido con el aporte de estos personajes ligados a las bibliotecas y la lectura, pero ¿qué hay de nuevo al respecto desde las bibliotecas en la actualidad?
La otra mirada, la de los bibliotecólogos...


Mientras terminaba de escribir, recordaba estos post de uvejota Los bibliotecarios/as y el sexo y Sexo vs Lectura, Bibliotecas y Cultura entonces me di cuenta de lo poco que hablamos de sexo o pornografía entre nosotros (desde el campo profesional), como dice Verónica en este fragmento del segundo post que mencionaba antes:  
El sexo no es nuestro único competidor; es más, el sexo ni siquiera es nuestro competidor y cometeríamos un error en pensar que éste, las redes sociales o los videojuegos nos roban clientes/usuarios, somos nosotros mismos quienes los hemos alejado. Nuestra tarea no debe basarse en competir, sino en lograr ofrecer servicios, contenidos y actividades tan interesantes como cualquier otra actividad recreativa, ¡menuda tarea! pero no imposible. ¿Qué tal que la Biblioteca Justo Sierra (la más visitada de La Paz) en lugar de ofrecer libros de texto y diarios, tenga una oferta literaria enfocada en sexualidad para todas las edades; o se realicen talleres de sexualidad? No colegas, no se espanten, no estoy hablando de caer en pornografía, sino de encontrar un enfoque distinto que satisfaga las necesidades de nuestros usuarios, pues finalmente, esa es la labor de la biblioteca pública: satisfacer las necesidades de información de su comunidad.
Creo a diferencia de ella, que la estrategia está en enseñarle a la gente a ver/leer porno. Tal vez como lo hacen en la Biblioteca de Santiago, quienes abrieron una sala para adultos  -ver en la imagen de abajo- con libros, historietas tipo hentai y otros materiales informativos, en la que incluso se organizan eventos. Las dos veces que he visitado esa biblioteca he encontrado lectores e incluso una pareja leyendo como cualquier otro usuario de la biblioteca. La otra opción está en no censurar -ni por edad ni por espacio- como hacen en algunas bibliotecas públicas de Bogotá y ofrecer a través de los servicios bibliotecarios un acercamiento más reflexivo a los usuarios, ejemplo de ello es el programa de promoción de lectura y escritura café literario. Mejor aún ofrecer un servicio híbrido de ambos ¿verdad?

1 comentario:

muebles bogota dijo...

Por los comentarios parece que es mejor, jeje