jueves, 7 de octubre de 2010

“Aude Sapere” Atrévete a saber.

“Aude Sapere” Atrévete a saber.

¡Atrévete a saber! es la expresión del desafío que proviene del tiempo y que retrata la exposición “Aude Sapere” del laboratorio antiguo de ciencias del seminario Diocesano San Cayetano de Ciudad Rodrigo. En ella, y desde la confianza religiosa en la razón y el pensamiento de la ciencia, podemos admirar objetos y libros que quieren revivir, en las prácticas escolares actuales, las ideas y los hechos de una pasión que perdura. La idea de recoger el testigo de la ciencia, y llenarlo hoy de contenido, inspira este proyecto con vocación de continuidad y que otorga al valioso patrimonio histórico científico de nuestro país una nueva y necesaria revitalización. Este pequeño tesoro científico nos invita a descubrir una nueva perspectiva de Ciudad Rodrigo y a un reconocimiento de la labor de las personas que hacen posibles este tipo de iniciativas.
            Todavía podemos sentir, cuando paseamos por las históricas calles de Ciudad Rodrigo, ahora que se cumple el bicentenario de la invasión de las águilas imperiales francesas, los ecos de los combates napoleónicos. Ciudad Rodrigo es tal vez una de las más bellas e interesantes plazas fortificadas de la arquitectura militar ilustrada, tema cuyo interés en sí mismo merece de un análisis en el que la geografía, la geología, el arte y la ciencia física y matemática de la construcción configuran un proyecto hecho para la defensa de encrucijadas históricas. Pero es también una hermosa ciudad renacentista e indiana, de escudos nobiliarios y de edificios religiosos singulares.
           
               Y entre estos últimos, junto a la explanada de su iglesia catedralicia, el Seminario de San Cayetano creado bajo el impulso ilustrado – propio de la época – de su fundador Monseñor Cayetano Cuadrillero y Mota, en el año de 1769.

            Frecuentando los fríos lugares invernales de la ciudad, la casualidad me llevó a encontrar un cartel que llamó mi atención, más que por la representación de un bello antiguo artilugio científico, por el lema que expresaba: Aude Sapere. Se trataba de la presentación de la exposición de aparatos, ilustraciones y libros científicos del antiguo laboratorio de Ciencias del Seminario Diocesano San Cayetano.


 


            Se trata de una exposición de objetos para la experimentación del último tercio del siglo XIX y de los inicios del XX. Entre éstos se encuentran aparatos atmosféricos, ingenios para experimentar la electricidad, la electrostática o la incipiente termodinámica, además de piezas que podían ser utilizadas para el estudio de la luz y de la óptica, para el conocimiento de la astronomía, el mundo microscópico, la geología o la física.

            Y como en una especie de “wunder kamera”  (cámara maravillosa) rescatada del paso del tiempo, en ella podíamos contemplar una pila de Volta, la ampolla revolucionaria de Röntgen, una máquina neumática para hacer el vacío, un primitivo proyector de vela y una cámara oscura para vivir el inicio de la magia de las imágenes en movimiento.

            Y con los libros, algunos de los cuales se remontan al siglo XVII, los secretos escondidos sobre astrología de Francesco Giuntini, sobre matemáticas de Juan Pérez de Moya o sobre la arquitectura de Leon Battista Alberti. Además de la edición de Andrés Laguna sobre el tratado médico de Dioscórides.

            Corrían los años del último tercio del siglo XIX cuando los Obispos Martínez Izquierdo y Mazarrasa, con la voluntad sentida, expresa y actuante de una gran vocación pedagógica, enriquecieron sus recursos de manera espectacular con la ampliación del gabinete de física y de historia natural en 1876. Los objetos cumplieron su cometido en la didáctica de las ciencias experimentales y naturales y sirvieron para potenciar y enriquecer el trabajo educativo en los institutos de bachillerato contribuyendo a abrir el camino de muchos jóvenes para la cercana universidad de Salamanca.

            La revolución copernicana renacentista, la luz del siglo que se creía deslumbrado por las luminarias de la ciencia y los ecos de la primera revolución industrial dejaron sus huellas del tiempo en la estratégica y modesta, pero intelectualmente inquieta, diócesis civitatense. Y así fue como en una ciudad fronteriza, codiciada y guerrera, entre las vicisitudes de una historia turbulenta quienes practicaban su fe, pero creían también en la fuerza y en la capacidad de la razón, se atrevieron a saber.



           

            El actual rector del Seminario, Juan Carlos Sánchez, ha conseguido no sin esfuerzos y dificultades, pero sí con la colaboración de valiosas voluntades, esas que resultan siempre indispensables, recrear un pequeño gran “Museo de la Ciencia”, en el que, dándole un impulso novedoso e interactivo, logra que escolares de hoy sientan el reto del saber que procede del pasado, que aprendan la lección de que avanzar por el camino de la ciencia requiere partir de lo que otros lograron alcanzar para, desde ahí, proyectar nuevos descubrimientos hacia el futuro. Gracias a él nuestra particular historia de la ciencia española puede escribir páginas de gran belleza, valor e interés.

            Sería un verdadero privilegio poder disfrutar de esta exposición en la Feria de la Cienciade la Comunidad de  Madrid : “Madrid es ciencia” . Que un pequeño y modesto gabinete científico, pero de un valor extraordinario, pueda ser admirado y contemplado por miles de personas, que muchos escolares puedan aprender cosas maravillosas manipulando aparatos del pasado. Para practicar eso que Jean Foucault llamaba “la arqueología del saber”. Para que las generaciones de hoy se atrevan a saber con más fuerza y con más sabiduría.

(Nota: la exposición “Aude Sapere” se encuentra, como lugar de origen, en el salón Multiusos del Seminario Diocesano San Cayetano, en la plaza de Herrasti de Ciudad Rodrigo. Salamanca.)
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